La seguridad ferroviaria siempre ha sido materia delicada. Las estaciones terminales concentran por lo general a un público importante y siempre hay quien trata de aprovecharse de la situación. Desde el nacimiento del ferrocarril, una de las mayores preocupaciones de las compañías ha sido la de propiciar confianza en sus clientes. Así que para defender su negocio, se creó un servicio especial de vigilancia.
Los tiempos han cambiado y, sin embargo, persisten los mismos problemas en los lugares donde se aglomera la gente. Solo que ahora, la responsabilidad recae principalmente en el Estado y en sus funcionarios especializados en la defensa de los bienes públicos. Y es de nuevo el Reino Unido, donde nació el ferrocarril, quien se pone a la cabeza a la hora de reforzar las medidas de seguridad. Agentes de policía del sistema ferroviario y de metro de varias ciudades de Gran Bretaña han empezado a patrullar por primera vez con pistolas eléctricas, en un programa piloto que quiere evaluar si son útiles para garantizar la seguridad.
Las pistolas eléctricas, que disparan una descarga de 50.000 voltios a una distancia máxima de 7,5 metros, fueron entregadas a policías encargados de la seguridad del metro de Londres y de las redes ferroviarias de Londres, Cardiff y Manchester.
El subcomisario Alan Pacey manifestó que «este plan piloto permitirá a los agentes comprobar la eficacia de las Taser (marca de las pistolas eléctricas) para garantizar la seguridad de los pasajeros y del personal en la red ferroviaria. «Sabemos por nuestros colegas del ministerio del Interior que las Taser son otra opción táctica para los agentes en situaciones en las que afrontan violencia o amenazas de violencia de tal gravedad que puede ser necesario el uso de la fuerza», dijo Pacey.
En un país en el que sólo un puñado de agentes de unidades especializadas van armados, la medida fue recibida con polémica por grupos como Amnistía Internacional, que recordó que el uso de estas armas por la policía ya ha causado varias muertes en Estados Unidos. Quienes se oponen al uso de estas armas por parte de la policía temen que se conviertan en parte del equipamiento habitual de los agentes y que su generalización conduzca al abuso. Amnistía Internacional expresó su temor de que «se termine armando a todos los agentes del país con la Taser o, peor, que se afronte una situación, como en EEUU, donde este arma se ha utilizado mal de manera generalizada, lo que ha causado varias muertes»
Incluso algunos cuerpos de policía en Londres y otras regiones del país renunciaron a solicitar estas armas cuando el año pasado el ministerio del Interior anunció planes para entregar 10.000 pistolas adicionales en Inglaterra y Gales y para formar a 30.000 agentes.
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