Un nombre casi desconocido para el mundo; un hombre casi anónimo; un héroe de guerra. La historia de Nicholas Winton es similar a la que Steven Spielberg inmortalizó en su película la lista de Schindler. Historias casi paralelas.
En 1939, Nicholas Winton, agente de bolsa británico, ultimaba los detalles de un viaje de vacaciones a Suiza unos días antes de la Navidad de ese año. Pero el viaje se truncó y cambió el esquí en los Alpes por una larga estancia en Checoslovaquia. Un amigo Martin Blake, quien trabajaba en un comité de ayuda para refugiados adultos de Checoslovaquia, que ya sufría el zarpazo del Tercer Reich, le pidió ayuda.. Desde su alojamiento en el hotel Sroubek en Wenceslas Square, de Praga, elaboró con su amigo un plan para salvar las vidas de los hijos de miles de judío, que se habían enterado de la evacuación.
A lo largo de nueve meses logró evacuar desde la estación Wilson de Praga a 669 niños en ocho trenes hacia Londres. Un noveno tren con 250 niños debía partir el 3 de septiembre de 193 de la terminal de Praga, pero ese mismo día Reino Unido le declaró la guerra a Alemania. El tren no abandonó la estación y los niños nunca volvieron a ser vistos.
Setenta años después, una vieja locomotora a vapor de los Ferrocarriles Checos iniciaba un viaje desde la misma estación para recordar a aquellos convoyes que alejaron a cientos de niños judíos del holocausto nazi. Entre los pasajeros del tren que partió ayer se encontraban 22 de aquellos 669 «niños de Winton», acompañados por cerca de 60 familiares y la hija del benefactor.
Una estatua en la estación central de Praga recuerda desde ayer la gesta de este gran hombre, que hoy casi tiene cien años, uno de los principales responsables las operaciones de salvamento. Durante más de cinco décadas Nicholas Winton no reveló a nadie su gesta, que guardó en un silencioso secreto. La historia se hizo pública cuando su esposa Greta descubrió en el ático de su casa un maletín que contenía listas de niños salvados y cartas de sus padres. Después de seis décadas, la Corona Británica reconoció la acción humanitaria de este gran hombre, otorgándole el título de Caballero de la Corona. En 1998 recibió la Orden de Tomas Garrige Masarik, que otorga la República Checa y en septiembre de 2001, fue el invitado de honor del presidente de Checoslovaquia Vaclav Havel para asistir a la presentación del film de su historia, en Praga.
De los que entonces abandonaron Checoslovaquia gracias a Winton, «la mayoría se quedó en las Islas Británicas, aunque conservando algo de sus raíces checas», declaró uno de los ocupantes del convoy de homenaje. Sólo 30 de esos «niños de Winton» checoslovacos residen hoy en su país natal.
El director de cine eslovaco Matej Minac, que inmortalizó en 2002 la obra de Winton en su documental «El poder del bien», que obtuvo un premio Emmy, viaja ahora en el tren que no pudo partir en 1939.
El Reino Unido acogió cerca de 10.000 menores, predominantemente judíos, de la Alemania nazi y de los territorios ocupados de Austria, Checoslovaquia y Polonia, entre ellos los «niños de Winton”.