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El choque de dos trenes en Pau se achaca a un ataque de ratas a los cables de un semáforo

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No es la primera vez que sucede. El choque de dos trenes el pasado 17 de julio cerca de Pau (suroeste), en el que 40 personas resultaron heridas, cuatro de ellas graves, tiene ya un culpable. Las ratas. Los roedores se comieron los cables de un semáforo, según la investigación interna llevada a cabo por ferroviaria francesa SNCF. El mal contacto de los cables dañados del semáforo provocó que se dieran señales equivocadas al conductor de uno de las máquinas.

En su inspección, los expertos de la Sociedad Nacional de Ferrocarriles (SNCF) «constataron rastro de roedores en el centro de señalización y la presencia de muchos cables conductores parcialmente pelados». La hipótesis establece que se activó «intempestivamente» la luz verde en el semáforo como «consecuencia directa de un contacto fortuito entre dos cables parcialmente pelados», lo que coincidió con «un conjunto de circunstancias técnicas excepcionales.

El informe de la operadora exculpa al conductor del convoy regional (TER) al que se señaló inicialmente, según el director general responsable de la seguridad, Alain Krakovitch, en declaraciones publicadas por ‘Le Parisien’. El TER arrancó porque el semáforo le dio luz verde, y por tanto el conductor «no se saltó el semáforo en rojo», subrayó Krakovitch.

El tren regional se puso en marcha y, tras alcanzar 128 kilómetros por hora, se empotró contra la parte posterior de un tren de alta velocidad (TGV) que circulaba a sólo 30 kilómetros por hora porque, como establecen los protocolos, atravesaba un tramo en el que había sido advertido de que había una avería en la señalización.

La compañía estatal de ferrocarriles ha decidido inspeccionar 3.000 cajas de señalización hasta el 10 de agosto que no han sido objeto de visitas desde hace nueve meses para controlar la tensión de las instalaciones y verificar visualmente el buen estado de los cables. Las otras 10.000 instalaciones restantes serán examinadas antes de septiembre.

Argentina sienta en el banquillo a los acusados de la mayor tragedia ferroviaria de su historia

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Argentina sienta en el banquillo a dos exaltos cargos del Gobierno de Cristina Fernández en el inicio del juicio por uno de los peores accidentes ferroviarios de la historia del país, que dejó 51 muertos y más de 700 heridos en una concurrida estación de Buenos Aires en febrero de 2012. En la causa que investiga «delitos de descarrilamiento culposo, agravado por muerte y defraudación», el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº2 deberá determinar si el accidente ocurrido en la estación de Once se debió a la negligencia del conductor o si también hay responsabilidad del Estado y la empresa concesionaria del transporte por no controlar las condiciones del servicio. El juicio está previsto que dure al menos un año y deben declarar unos 350 testigos ante los jueces Jorge Alberto Tassara, Rodrigo Giménez Uriburu y Jorge Luciano Gorini.

En el banquillo de los acusados se sentaron los exsecretarios de Transporte Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi, que serán juzgados por presunto abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público. Entre los otros 27 procesados se encuentra el maquinista del tren, Marcos Antonio Córdoba, quien declaró que el convoy se quedó sin frenos, aunque dos estudios técnicos concluyeron después que el sistema de frenado funcionaba correctamente. «Estoy convencido de que fue una negligencia por acción u omisión del maquinista, porque la pregunta es una: ¿si hubiera frenado hubiera ocurrido? No», sostuvo Gregorio Dalbón, uno de los abogados de la querella, a la entrada del tribunal.

Los familiares de las víctimas acudieron a esta primera sesión con carteles que pedían «Ju5t1cia» y camisetas con las fotos de los fallecidos en el siniestro. «Nosotros siempre venimos a pedir justicia porque queremos que realmente esto sea no solamente de nosotros sino para el estado nacional, para el país, para que haya paz y se tome en cuenta que no se puede manejar un país de esa manera, con corrupción», explicó Andrés Garzón, padre de la fallecida Mónica Garzón. «Ahora hay ofrecimientos del Estado pero me parece que, por lo menos mi hijo, no tiene precio. Lo que queremos es justicia. Hace dos años que estamos para esto y vamos a seguir hasta el final», relató Carlos Bustamante, padre de Federico Bustamante, otra de las víctimas.

La Justicia también acusa a los hermanos Claudio y Mario Cirigliano, directivos de la empresa Trenes de Buenos Aires (TBA), que tenía la concesión ferroviaria de la línea siniestrada, de presunta «asociación ilícita» y «descarrilamiento de un tren agravado». Dos grupos de querellantes se retiraron tras acordar a última hora una indemnización con TBA, a través de un convenio extrajudicial de carácter confidencial. «(Este acuerdo) no me agrada demasiado porque a último momento, a 24 horas de empezar el juicio, se desarmaron los grupos, es algo malicioso desde mi punto de vista», manifestó Garzón.

La llamada «tragedia de Once» se produjo el 22 de febrero de 2012, cuando un tren de la línea Sarmiento se empotró contra un andén de la estación porteña de Once, en la hora punta de la mañana. En la etapa de investigación, la Justicia concluyó que el servicio de la línea Sarmiento, que une la capital argentina con la zona oeste del Gran Buenos Aires, se prestaba con «graves deficiencias» por parte de TBA y que los funcionarios del área de Transporte no tomaron ninguna medida al respecto.

Seis días después del siniestro, el Gobierno argentino intervino TBA y más tarde le retiró la licencia de explotación de esa línea, que opera actualmente bajo gestión estatal. En junio del pasado año, la línea Sarmiento fue escenario de un nuevo accidente que dejó tres muertos y más de 300 heridos al chocar dos trenes en las cercanías de la localidad de Castelar, unos 20 kilómetros al oeste de Buenos Aires. Además de la causa por el accidente, otro juez, Sebastián Ramos, investiga el destino de los millonarios subsidios que el Estado pagaba a TBA.

El luto tiñe de negro Torre del Bierzo que recuerda hoy la mayor tragedia del ferrocarril español

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Torre del Bierzo revive estos días la pesadilla que sacudió la pequeña localidad leonesa tal día como hoy hace setenta años. Los vecinos de este municipio leonés fueron testigos del accidente ocurrido el 3 de enero de 1944 que ha pasado a los anales como el siniestro más trágico de la historia del ferrocarril en España. Amortiguado por el franquismo, que incluso en los primeros días de la tragedia llegó a hablar de sabotaje, el registro de Renfe reconoce la muerte de 78 personas, aunque los investigadores sitúan en cerca de 200 el número de fallecidos. (Nunca los 500 ni mucho menos los 800 que llega a inscribir el Guinnes en su macabro registro).

Torre del Bierzo es algo más que una fría estadística, que los medios se empeñan en sacar a relucir su nombre cada vez que la piel de toro se ve sacudida por un accidente ferroviario. Este topónimo ha sido durante años paradigma de la tragedia. La verdadera historia vio la luz muy a finales de los 80. Los testimonios de supervivientes y testigos y de algunos ferroviarios han llenado las lagunas y los espacios en blanco de los documentos oficiales, El expediente del accidente, marcado en su momento en las oficinas de Renfe en Palencia como CH/1-20/1944, desapareció antes de que se incendiara el almacén donde la compañía ferroviaria guardaba su documentación histórica. El periodista Fernando Fernández Sanz (Madrid 1932), uno de los padres del moderno periodismo económico y con más de tres décadas de investigación en el mundo ferroviario, elaboró un magnífico documento sobre la tragedia de Torre del Bierzo. Ramón de Fontecha produjo, escribió y dirigió un cortometraje con el título ‘Túnel número 20’, que en 2002 ganó el Premio Goya al mejor documental.

La infraestructura ferroviaria había quedado gravemente dañada tras la Guerra Civil y la contienda mundial había impedido la pronta recuperación de la red española. El parque móvil también sufrió los embates del choque de las dos Españas. Renfe, que en 1941 acaba por aglutinar y agrupar en una sola empresa a todas las compañías de ancho de 1,668 metros que operan en el país, apenas si ha iniciado a mediados de los 40 la recuperación del entramado del ferrocarril nacional. Las locomotoras son en su mayor parte de vapor y los coches de pasajeros, de madera y con balconcillos los extremos, que los hacían más frescos durante los tórridos veranos. En definitiva, el sistema ferroviario estaba anclado en el anacronismo y la vetustez, tónica general de la España de la época.

Tal y como relata en su escrito Fernando Fernández Sanz, el accidente ocurrió cuando colisionaron dentro del túnel número 20 de la línea Palencia-La Coruña -hoy en día, desmantelado- un tren correo, una locomotora en maniobras y un tren de mercancías. El número oficial de víctimas mortales ascendió a 78 según la autoridad judicial, pero siempre se ha sospechado que el régimen franquista ocultó la magnitud real del siniestro. Documentos posteriores elevaron la cifra a 200 fallecidos, pero hay quien sostiene un saldo más alarmante, muy exagerado, de hasta 500 u 800, que la leyenda popular sigue sosteniendo amparándose en que los coches iban atestados de viajeros.

El correo-expreso de Galicia, número 421, llegaba con retraso. Cuando hizo su entrada en Astorga pasado el mediodía, superaba las dos horas de demora sobre el horario oficial. Venía remolcado por dos locomotoras, la titular número 4532 (serie que correspondía a la antigua compañía del Norte; la numeración de Renfe no figuraba aún en la placa) y la 240-2423 (precisamente denominada por los ferroviarios como ‘las Renfe’ porque fueron las primeras en recibir la numeración de la nueva compañía). Esta última había sido añadida al convoy de doce coches y un total de 436 toneladas para reforzar la tracción, según los informes oficiales, aunque testigos del accidente indican que se hizo “porque el tren no parecía ir bien de freno”. Tuvo que ser desenganchada en La Granja, cuando al revisar los mecanismos se comprobó que llevaba una caja de engrase caliente.

El viaje se reanudó con una sola máquina. Cuesta abajo, en una de las pendientes más pronunciadas de todo el recorrido, pronto ganó velocidad. Cuando el maquinista quiso parar en la estación de Albares, comprobó que no podía frenarlo. El reloj marcaba las 13.10 horas. El jefe de estación, aterrado al ver que el tren no había parado e iba a una velocidad excesiva, telefoneó a la siguiente estación – Torre del Bierzo -, situada a 5 kilómetros, anunciando que el 421 bajaba sin frenos.

Cuentan que se intentaron colocar traviesas en la vía para intentar frenarlo. No habían pasado cinco minutos cuando el correo entraba en agujas. La locomotora lanzaba una gran columna de vapor por su chimenea y su silbato sonaba insistentemente; una inequívoca señal de alarma. En su rápida marcha, pasó como una exhalación por la estación. Y así continuó hasta entrar en el túnel número 20, conocido también como Peña Callada y situado a la salida de Torre, en cuyo interior se encontraba la locomotora 4421 haciendo maniobra con tres vagones, que, al percatarse del peligro, intentó alejarse de la zona.

El maquinista cambió la dirección de la marcha y se dirigió hacia la salida. No le dio tiempo a ir más lejos. Le alcanzó el correo. El choque fue brutal. Se desengancharon y tumbaron los dos últimos vagones que quedaron dentro del túnel, mientras la máquina 4421 y el otro vagón aún avanzaron unos 300 metros por la vía. A su vez, la locomotora del correo y otros 6 coches descarrilaron formando dentro del túnel un amasijo de hierros y maderas que de inmediato comenzaron a arder. Los vehículos afectados, aparte de la locomotora 4532, fueron según su colocación en el tren, el furgón de equipajes, los dos coches correos, un primera (AA 627), un primera-bar (AAR 604) y un mixto de primera y segunda (AAB 654); y fuera del túnel quedaron cinco terceras (CC 697, 641, 675, 2078, 2041) y el coche pagador que iba en último lugar.

El azar fue incluso más cruel. Como en las tragedias griegas, quedaba un segundo acto. Aún iba a producirse otro feroz impacto. En la estación de Torre, el correo 421 debía cruzarse con un mercancías que transportaba carbón y que iba remolcado por ‘la Santa Fe 5001‘. Llevaba 27 vagones cargados y un furgón; en total 747 toneladas. Debían haberse cruzado en Bembibre, pero los problemas con ‘el correo’ aconsejaron hacerlo en Torre. El jefe de estación ordenó la salida del convoy sin percatarse de lo que sucedía un poco más arriba. La ‘Santa Fe’ cogió pronto su marcha y, al avistar abierto el disco avanzado de Torre, el fogonero aprovechó para meter en el hogar algunas paladas más de carbón para hacer alarde de poderío.

El maquinista del 4421 corría hacia ellos para advertirles del peligro y les hacía señas para que detuvieran la marcha. La pareja de la ‘Santa Fe’ advirtió por fin los gestos de alto que hacía con las manos el ferroviario, mientras corría hacia ellos vía adelante. El fogonero sellaba de golpe la puerta de la caja de fuego, mientras su inseparable compañero cerraba el regulador, apretaba el freno y con los pies accionaba la palanca del cambio de marcha.

La velocidad que llevaban hacía imposible la detención a tiempo de evitar el impacto. La 4421 había quedado fuera del túnel tras ser embestida por el correo. El impacto fue terrible. La ‘Santa Fe’ y la máquina de maniobras descarrilaron por el brutal choque, mientras los vagones y el furgón del tren de mercancías situados en los primeros lugares volcaban y se amontonaban en la vía. El silbato de una de las locomotoras heridas de muerte sonó atronador de forma ininterrumpida hasta que se agotó el vapor de la caldera.

En el interior del túnel, se vivía un auténtico infierno. De los doce coches que llevaba la composición del correo 421, cinco habían quedado dentro y alguno habla comenzado a arder, como ponía de manifiesto el humo que empezaba a salir del interior. Los heridos lanzaban gritos desgarradores, y el nerviosismo y el desconcierto reinaban entre los que intentaban ayudarles. Decenas de personas empezaron a acudir desde el pueblo, donde la noticia del desastre corrió como la pólvora. Los improvisados equipos de socorro intentaron ayudar, pero con escasos medios y sus desnudas manos. Rompieron las tuberías de los depósitos de agua que se encontraban encima del túnel con la intención de sofocar el fuego. La maniobra permitió penetrar un poco en el interior, pero el fuego era ya voraz y lo consumía todo. Aún continuó durante tres días.

El Juzgado de Ponferrada levantó acta de lo sucedido y procedió a la identificación de los cadáveres. Se contabilizaban 58 cuerpos, de ellos 53 correspondientes al tren correo y 5 a consecuencia del segundo choque del mercancías. Posteriormente, tras las comparecencias y reclamaciones, Renfe admitió la cifra de 78 muertos y 75 heridos.

¿Pero realmente cuántas personas murieron en el accidente de Torre del Bierzo? Nunca se ha podido esclarecer este punto. Todos los testimonios de supervivientes coinciden en que el convoy, formado por diez coches, iba hasta los topes. El inglés John Marshall, autor del libro ‘Rail facts and feats’ , abre un abanico de entre 500 y 800 muertos, y lo sitúa como el tercer accidente ferroviario con más víctimas del mundo. Pero no cita fuente oficial o extraoficial alguna. Dentro del túnel solo quedaron el furgón, dos coches-correo, un coche de primera clase y un coche primera bar (que fueron los que ardieron), y un mixto de primera y segunda que quedó en la boca de la galería y del que se pudo rescatar a los heridos. En el furgón y en los coches-correo, solo iban los ferroviarios de servicio; como mucho 10 personas. En cuanto a los dos coches de viajeros que ardieron, iban al completo, con gente en los pasillos y en las plataformas por ser día de regreso de las vacaciones de Navidad; aunque por sus características y capacidad no podían llevar más de 200 a 250 viajeros.

Después de una información de alcance servida por una de las agencias oficiales, los periódicos no volvieron a tratar el asunto; salvo los medios locales de León. El accidente había puesto en evidencia la deficiente situación de los ferrocarriles españoles. Y no era conveniente que se aireara demasiado. Sólo ocho días después de la catástrofe, otro accidente ferroviario en Arévalo (Avila) se cobró la vida de 41 personas. El 25 de ese mismo mes, un tercer siniestro en Olabeaga (Bizkaia) se saldó con un muerto. Las deficiencias en las vías y en el material eran más que evidentes.

(Este texto forma parte de un reportaje más amplio publicado en El Correo de Bilbao en agosto de 2013. La infografía es de Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Beatriz Arbona. La fotografía es de Adelino Ardura Suárez)

El Gobierno argentino nacionaliza la línea ferroviaria de Sarmiento, foco de reiterados accidentes

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El Gobierno argentino anuncia la nacionalización total de la línea de trenes Sarmiento, foco de reiterados siniestros que en los últimos años han dejado más de 50 muertos y centenares de heridos, mientras la presidenta argentina, Cristina Fernández, permanece convaleciente de una cirugía craneal. El ministro argentino de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, explicó que la línea férrea será «operada plenamente por el Estado», una decisión que, dijo, «me pertenece».

La línea de trenes Sarmiento estaba controlada hasta ahora por la Unidad de Gestión Operativa Mitre Sarmiento (Ugoms) y, según indicó Randazzo, a partir de ahora está gestionada por la Sociedad Operadora Ferroviaria (Sofse) y la Administración de Infraestructura Ferroviaria (Adif), ambas de carácter estatal.

El anuncio ha sido recibico con excepcitismos en los sectores ferroviarios del país. con un parque antiguo y necesitado de una reforma que en su día fue anunciada, pero que nunca se ha llegado a acometer como precisa el ferrocarril argentino.

La decisión del Gobierno argentino llega después del último accidente en la estación de Once, una de las principales de Buenos Aires y cabecera de la línea Sarmiento, en el que resultaron heridas cerca de un centenar de personas, y por el que está detenido el conductor del tren, Julio Benito. En la misma línea, el pasado 13 de junio, 3 personas murieron y más de 300 resultaron heridas por el choque de dos trenes en hora punta en el oeste de la zona urbana de Buenos Aires. En febrero de 2012, 51 personas murieron y más de 600 resultaron heridas por otro choque en la estación de Once, una de las más transitadas de la capital, en lo que fue la mayor tragedia ferroviaria de la historia de Argentina.

El ministro anunció además que se implementarán nuevas medidas en todas las líneas ferroviarias, como los estudios psicofísicos a los conductores de tren , que serán realizados por especialistas de la Fuerza Aérea Argentina, al igual que a los pilotos de aviones. También se llevarán a cabo cambios en los procedimientos de conducción y frenado. «Nada ni nadie va a torcer la voluntad política de la presidenta, ni de quien les habla, de transformar el transporte público en la Argentina» dijo Randazzo.

«La presidenta no fue informada del accidente del sábado. No creo que contribuya a mejorar su salud el que sepa que hubo otro episodio en la estación de Once. La decisión la he tomado yo; tomé la responsabilidad», dijo el ministro. «Si hubiera podido consultar a la presidenta, me hubiese dicho que era una decisión correcta», añadió.

El Gobierno había nacionalizado una parte de la línea tras el siniestro de 2012, uno de los más graves ocurrido en la historia ferrociaria del país, y anunció una revolución ferroviaria en este medio de transporte que usan a diario 2,7 millones de pasajeros que se desplazan entre la ciudad de Buenos Aires y su poblada área.

El maquinista del tren que chocó el sábado contra las toperas de la terminal bonaerense de Once Aires se encuentra detenido e imputado por la justicia por su presunta responsabilidad en el accidente que dejó 99 heridos. Julio César Benítez, de 45 años,»quedó detenido tras ser interrogado por el juez y fue imputado por el delito de estrago culposo» (daño severo por negligencia).

«Los recuerdos que tengo del hecho son borrosos. Tengo algunos recuerdos, pero después otros que no puedo asegurar que ocurrieron (…)», declaró Benítez ante el juez Ariel Lijo, según la Prensa del país. Lijo confirmó el arresto de Benítez, a quien indagó la noche del lunes tras recibir el alta por los politraumatismos sufridos en el episodio.

Un video difundido el martes por el Centro de Información Judicial de la Corte Suprema muestra que Benítez dormita y bosteza en varias ocasiones durante el trayecto suburbano entre la poblada periferia oeste y la estación de Once. El maquinista, que sufrió politraumatismos en el accidente, debió ser rescatado por la Policía ante la ira de los pasajeros que le achacaron que «se había quedado dormido». La investigación sigue abierta.

Argentina cuenta con una de las redes ferroviarias más grandes del mundo y la más extensa de Latinoamérica y está inmersa en un proceso de rehabilitación y mejora de su sistema ferroviario. La reforma que intenta el Gobierno de Cristina Fernández parece inspirarse en la que llevó España a cabo a finales del siglo XX. Sin embargo, ya se han alzado distintas voces advirtiendo de las diferencias de modelos. Aunque se han barajado varias cifras, al parecer la inversión necesaria rondaría los 8.000 millones de dólares.

“El ferrocarril es esencialmente de carga, aún cuando en Buenos Aires se presenta la excepción con un relevante movimiento de pasajeros. Descontada esta situación especial, la producción granelera argentina de alto volumen y bajo valor es especialmente propicia para el transporte por ferrocarril o barcaza. El costo de transporte por ferrocarril es casi la mitad del costo por camión, lo que convierte al ferrocarril en un instrumento básico para la cadena productiva nacional”, aseguran expertos argentinos en economía.

El maquinista del tren acidentado el sábado en la estación argentina Once declara hoy ante el juez

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El maquinista Julio Benítez será investigado por la Justicia que investiga el accidente del sábado con un tren de pasajeros en la terminal Once de Buenos Aires, con saldo de 99 lesionados, informó el domingo el gobierno en su página web. Benítez (45 años), permanece hospitalizado con traumatismos, bajo custodia policial ordenada por el juez federal interviniente, Ariel Lijo. Ninguno de los heridos reviste gravedad, según autoridades sanitarias.

El convoy se estrelló este sábado en la concurrida estación de Once, una de las más importantes de Buenos Aires, contra las topera del andén 2, el mismo contra el cual chocó otro tren el 22 de febrero de 2012 con balance de 51 muertos y 700 heridos. Al menos 99 personas resultaron heridas, ninguna de gravedad. El servicio del ferrocarril Sarmiento, que pasó al Estado después de aquella tragedia, sufrió otro accidente grave el 13 de junio de este año cuando un tren de pasajeros embistió a otro en la periferia oeste, con saldo de tres muertos y 155 heridos. Las denuncias sobre deterioro de los transportes ferroviarios fueron un duro golpe a la popularidad de la presidenta Cristina Kirchner en el último año y medio.

El gobierno destacó en su página que «la Justicia ha confirmado que el disco rígido de la grabación de la cámara de seguridad de la cabina del conductor había sido encontrado en la mochila del maquinista«. En cambio, Gustavo Sobrero, líder sindical del ramal Sarmiento, denunció al canal de televisión TN «que se busca echarle la culpa a los trabajadores de lo que está pasando» con el sistema ferroviario.

La nota oficial indica que «una comisión formada por expertos universitarios ya comenzó la labor de colaborar con la Justicia en el esclarecimiento del hecho». La Unidad de Control de trenes registró que la formación circulaba «a una velocidad mayor al promedio» en los últimos 600 metros y en momentos de ingresar al andén, según el comunicado gubernativo. «El motorman nunca indicó fallas (mecánicas) a la torre de control», en tanto que el test de alcoholemia que le practicaron dio negativo, según el informe.

«Noventa y nueve pacientes se atendieron en los distintos hospitales porteños como consecuencia del accidente producido en la estación de Once», informó el Ministerio de Salud porteño en su página web. El accidente se produjo a primera hora de la mañana del sábado, cuando una formación del ferrocarril Sarmiento, procedente de las afueras de la capital argentina, impactó contra un andén de la estación y avanzó varios medios sobre él, sembrando el pánico entre la multitud presente.

En la misma línea y el mismo andén, otro accidente en febrero de 2012 causó 51 muertos y más de 700 heridos, en una de las mayores tragedias ferroviarias de la historia argentina.

Según los datos del GPS de la locomotora difundidos por el ministro de Interior y Transporte de Argentina, Florencio Randazzo, el tren siniestrado entró en el andén a una velocidad superior a la media, pero no se registro ningún inconveniente previo durante el recorrido.

La gestión del servicio ferroviario fue nacionalizada tras la tragedia de Once, y el Gobierno anunció una revolución ferroviaria en este medio de transporte que usan a diario 2,7 millones de pasajeros que se desplazan entre la capital argentina y su poblada área metropolitana.

Entre las medidas adoptadas por el Gobierno para mejorar la seguridad está la compra de nuevas formaciones, mejoras en las vías, la instalación de cámaras de seguridad en las cabinas y la aplicación de pruebas de alcoholemia a los conductores, pero muchos pasajeros aseguran que los cambios no son suficientes y el servicio es aún deficitario.

El accidente ferroviario del sábado fue el tercero de gravedad en la línea Sarmiento, donde en los últimos 20 meses en total ha habido 54 muertos y más de mil heridos. El siniestro más grave tuvo lugar en febrero de 2012.

El choque de dos trenes urbanos de la línea azul de Chicago provoca decenas de heridos leves

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Unas 50 personas resultaron ayer heridas al ser embestido un tren del servicio urbano de Chicago por otro vacío en una estación del suburbio de Forest Park en esa ciudad estadounidense. El alcalde de Forest Park, Anthony Calderone, dijo a los periodistas que los heridos fueron llevados a diez hospitales y que ninguno presentaba heridas graves.

El accidente ocurrió a las 08.00 hora local (13.00 GMT) en la estación Harlem, de la línea azul de la empresa municipal de transporte (CTA), cuando un tren con pasajeros que se dirigía hacia Chicago fue embestido cuando estaba detenido por otro, fuera de servicio, que circulaba por la misma vía y en dirección contraria. La portavoz de la CTA, Lambrini Ludikis, declaró que se investigan las causas del accidente y el presunto fallo de los mecanismos de seguridad en la estación. Al paracer, el convoy que provocó la colisión circulaba sin el maquinista. La investigación preliminar de la compañía trata de confirmar este extremo y el posible fallo de los mecanismos de frenado.

Martinez Butler, un maquinista que trabaja en otra empresa y que se encontraba en la estación en el momento del accidente, declaró a la prensa que vio cómo se acercaba el tren a la estación y escuchó el sonido de la alarma que avisa de la presencia de un obstáculo en la vía. «Era el momento de detener ese tren, pero siguió la marcha. Mucha gente comenzó a gritar y luego hubo un estallido», señaló el conductor desde Forest Park, suburbio del noroeste que rodea el área del aeropuerto internacional O’Hare de Chicago.

Debido a este accidente el servicio de trenes estuvo suspendido durante dos horas y los pasajeros debieron usar un servicio alternativo de autobuses. La compañía que gestiona los trenes ha abierto una investigación para dterminar la causa del accidente.

La Chicago Transit Authority (CTA) administra el segundo sistema de tránsito público más grande del país, un sistema de tránsito regional que brinda servicio a la Ciudad de Chicago y a 40 comunidades colindantes. La CTA proporciona 1.7 millones de viajes en un día de entre semana típico, lo que representa más de 80% de todos los viajes de tránsito que se hacen en la región metropolitana de Chicago de seis condados. En la actualidad, se brinda servicio por la CTA por medio de dos modalidades de tránsito: autobús y tren.

Además de la CTA, hay otras agencias afiliadas –Metra y Pace– que también brindan servicio de tránsito regional. Ambas enlazan con los autobuses y los trenes de la CTA en muchas localidades. U

(Imagen Chicago Tribune)

40 pasajeros del tren argentino accidentado recurren al juez y el maquinista sale de prisión

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Justicia. Cuarenta pasajeros del tren que colisionó el pasado jueves en la periferia de Buenos Aires y causó tres muertos y 315 heridos han denunciado ante el juez a los responsables de las concesionarias de la línea accidentada. Un magistrado ha decidido poner en libertad al maquinista del convoy siniestrado que fue ingresado en prisión horas después de ocurrida la tragedia. El siniestro ocurrió en la localidad de Castelar, a unos 30 kilómetros de la capital argentina, cuando una formación que circulaba con destino a Moreno, en la línea de Sarmiento, embistió por detrás a otra que estaba parada en las vías.

El abogado del grupo de 40 pasajeros, Gregorio Dalbón, solicita que se cite a declarar a Aldo Benito Roggio (empresa Metrovías) y Gabriel Romero (Ferrovías). El letrado representa también a víctimas de la tragedia ferroviaria de Once, ocurrida en la misma línea de Sarmiento a principios de 2012 que ocasionó 51 muertos y más de 700 heridos, en el juicio que sentará en el banquillo a los exsecretarios de Transporte Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi, entre otros.

El escrito presentado alega que los empresarios que explotan la línea férrea donde ocurrió el hecho son «penalmente responsables» debido a que el mismo pudo haberse derivado de un fallo injustificable en el sistema del tren que embistió al otro. Además de solicitar que Roggio y Romero acudan a declarar, los querellantes piden que se les impida la salida de Argentina y que se investiguen las cuentas de Metrovías y Ferrovías.

En la investigación judicial que se lleva a cabo para aclarar las causas de accidente, declaró ante el juez el domingo Daniel López, el maquinista del tren que embistió contra la otra formación detenida en las vías. López asegura que «fallaron los frenos», un argumento que contrasta con la versión del ministro argentino de Transporte, Florencio Randazzo, quien afirmó tras el accidente que el tren «tenía frenos nuevos» y apuntó a un error humano. López ha abandonado en las últimas horas la prisión.

«Recuperó su libertad pero sigue en la causa como imputado«, dijo a la prensa Horacio Caminos, dirigente del gremio ferroviario La Fraternidad. El otro maquinista, conductor de la formación siniestrada mientras estaba detenida a la espera de un cambio de señal, había sido liberado el viernes por «falta de mérito».

Según la abogada defensora de López, Valeria Corbacho, el maquinista dijo en su declaración que «cuando intenta frenar, el freno no le responde; vuelve a intentar frenar, utiliza el botón de emergencia y tampoco el freno se activa». «López es una persona que maneja con todas las precauciones, muy sosegada«, dijo al canal de televisión TN al describir a su cliente.

El sábado el presidente de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT), Ariel Franetovich, sostuvo que «no hay ninguna evidencia física ni mecánica de que el conductor haya intentado frenar la formación».

El ministerio de Interior y Transporte divulgó fotografías de los mandos del tren luego del impacto con las que intenta sostener que los frenos no fueron activados, registros que fueron presentados ante la justicia como documentación probatoria. «Como quedaron los comandos después de las maniobras no es indicativo de nada. El tren tenía fallas intermitentes«, sostuvo la abogada Corbacho.

Tras el accidente de 2012 el gobierno anunció el cambio de todos los coches de las líneas Sarmiento y Mitre (que unen la periferia norte con la Capital), en pésimas condiciones, por unidades que serán fabricados en China y estarán operativos en 16 meses.

El Gobierno de Cristina Fernández asumió la gestión de la línea tras la tragedia de Once y prometió una «revolución del transporte», pero el nuevo siniestro ha reavivado las críticas por el precario estado del sistema ferroviario en Argentina. La red de ferrocarriles argentina era la más avanzada de Latinoamérica en la primera mitad del siglo XX. Pero hoy en día, su decadencia es más que evidente y acusa la obsolescencia de los trazados y los trenes.
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(Imagen Hugo Villalobos. Urgente24.com)

Un nuevo accidente con víctimas reabre el debate sobre la seguridad ferroviaria en Argentina

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Dolor, consternación, rabia e impotencia. Esa es la reacción de la sociedad argentina ante el nuevo accidente en el servicio suburbano próximo a la capital y que ha vuelto a reabrir el debate sobre la seguridad de los trenes en el país. Llueve sobre mojado y los pasajeros del servicio ferroviario claman para que las autoridades pongan remedio a los males del país. Pero apenas si creen en una solución a corto plazo. Tan solo ponen su esperanza en que los milagros sigan evitando una verdadera catástrofe en las vías.

El balance del último accidente no deja lugar a dudas. Tres personas han muerto y, al menos, han resultado heridas otras 155 por el choque de un tren suburbano de pasajeros que embistió a otro que estaba parado cerca de la estación de Castelar, 30 kilómetros al oeste de Buenos Aires. Y de nuevo en la línea Sarmiento, la misma donde hace poco más de un año se produjo otro siniestro que causó la muerte a 51 viajeros. Sarmiento estaba operada por la concesionaria TBA (Trenes de Buenos Aires) de los hermanos Antonio, Roque y Sergio Cirigliano hasta febrero de 2012, cuando fueron encausados y les fue eliminada la concesión por el choque en la terminal de Once de la capital. Desde entonces, se conformó la UGOSM con fuerte inversión estatal para un plan integral de reformas que está en plena ejecución, según la página oficial de las líneas ferroviarias.

Este nuevo accidente se ha producido a las 7.07 hora local (11.00 en España) cuando una de las formaciones con pasajeros chocó contra la parte trasera de un tren vacío que, al parecer, esperaba para ingresar a los talleres de reparación. El ministro argentino del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, dijo en un mensaje al país que 155 personas sufrieron heridas de distinta gravedad y fueron atendidas en siete hospitales de la zona, en la poblada periferia oeste de Buenos Aires.

«Para que se puedan realizar las investigaciones a fondo, se interrumpirá el servicio por 24 horas porque queremos determinar en forma fehaciente si fue un siniestro o un accidente. El conductor y el acompañante están incomunicados. El tren que chocó tenía frenos nuevos», dijo Randazzo.

Decenas de voluntarios y bomberos rescataron a los lesionados entre los hierros retorcidos de los primeros coches del tren que quedaron incrustados contra la formación que estaba detenida, constató una periodista de la AFP.

La compañía ferroviaria culpó a uno de las maquinistas de la acción y negó las acusaciones que el delegado sindical Daniel Ferrari efectuó nada más producirse el siniestro, asegurando que la formación siniestrada «se quedó sin frenos» y que «tenía problemas desde hacía seis meses». «En los instantes previos al impacto, de acuerdo al análisis que surge del monitoreo satelital, la formación frenó normalmente en la estación Morón (la anterior al lugar del accidente). Posteriormente la formación chapa 1 (que colisionó) cruzó una primera señal a precaución (lo que determina que debe bajar la velocidad) y las siguientes tres señales a ‘peligro'», indicó el comunicado, que aclara que en este caso debe detener su marcha.

La concesionaria UGO-SM insistió en que «de acuerdo al reglamento operativo, ante una señal de peligro el conductor debe detener completamente la formación, situación que no ocurrió».

Tras el accidente de 2012, la presidenta Cristina Kirchner anunció en enero pasado el cambio de todos los coches de las líneas Sarmiento y Mitre (que une la periferia norte con la Capital), y que se encontraban en pésimas condiciones, por coches que serán fabricados en China y estarán operativos en 16 meses.

Por el accidente de Once en 2012, la justicia argentina encausó a dos exsecretarios de Transporte y a los empresarios encargados de la concesión de los trenes, mientras que el área de Transporte que dependía del ministerio de Planificación Federal pasó al ministerio del Interior. Ese accidente constituyó un golpe para la popularidad del gobierno de Kirchner, según encuestas.

El sistema ferroviario argentino fue privatizado en los años 90 durante el gobierno de Carlos Ménem (1989-99), cuando se cerraron decenas de estaciones y ramales en todo el país, sin que desde entonces se hayan hecho inversiones suficientes para mejorar el servicio. Desde entonces, el nivel de popularidad del sistema ferroviario ha caído en declive y la confianza de los pasajeros ha disminuido considerablemente.
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(Imagen Ricardo Pristupluk. La Nación)

El maquinista y tres viajeros, heridos al soltarse un coche del tren y chocar con el delantero en Boñar

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Cuatro personas resultaron heridas tras desengancharse el coche trasero de un tren de vía métrica de Renfe que cubre la línea León-Bilbao y chocar contra el vehículo delantero, en un suceso que ha tenido lugar entre las localidades de Boñar y La Vecilla (León). El accidente se produjo sobre las 10.00 de la mañana en el tren de ancho métrico 7601 en el que viajaban seis personas, de las que cuatro, incluido el maquinista, resultaron heridas de carácter leve. Según fuentes de Renfe-Feve, el accidente se produjo cuando, por razones que se desconocen, el tren que era remolcado se soltó y colisionó con la otra unidad.

Una llamada alertó del suceso al Servicio de Emergencias 112 de Castilla y León solicitando en principio asistencia médica para tres personas, que habrían resultado heridas tras el choque, producido por rotura de la unidad de este convoy que viajaba «en doble composición», según las mismas fuentes. La sala de operaciones del 112 dio aviso del incidente a la Guardia Civil de León y a Emergencias Sanitarias del Sacyl, que envió al lugar dos ambulancias de soporte vital básico, a un equipo médico del centro de salud de Boñar y a un helicóptero medicalizado.

Los servicios de emergencias atendieron a cuatro personas, todas ellas conscientes y heridas con diversas contusiones, que fueron trasladadas en ambulancia a varios centros hospitalarios, según han informado fuentes del 112 de Castilla y León.

La dirección de Renfe ha informado de que, a pesar de la colisión entre los dos coches del mismo convoy, no se ha producido descarrilamiento, ha lamentado «lo ocurrido» y ha pedido «disculpas por el incidente. En el momento del accidente el convoy circualaba en doble composición con otro.

El choque de un Cercanías y un Talgo en la estación barcelonesa de Clot causa heridas a 25 pasajeros

El segundo accidente en un año en el mismo punto. Un choque a media tarde de ayer entre un tren de Cercanías que iba de Maçanet a L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona) y un Talgo sin pasaje a la salida de la estación barcelonesa del Clot-Aragó provocó 25 heridos leves, según Renfe y la Dirección General de Protección Civil, y ha obligado a desviar los trenes de la línea R1 por Passeig de Gràcia. Un grupo de viajeros del tren de Cercanías resultó con algunas contusiones leves y algún latigazo cervical que fueron reconocidas por el personal sanitario. El accidente tuvo lugar a las 18.30 horas y provocó el descarrilamiento de un ‘bogie’ del trenhotel que circulaba únicamente con el personal.

El director general de Transportes y Movilidad de la Generalitat, Ricard Font, ha apuntado a la falta de señalización en los túneles de acceso a Barcelona como posible causa del choque de los dos trenes en la estación del Clot. Font ha calificado de «punto conflictivo» la estación, puesto que este es el segundo accidente que se produce en este lugar en menos de un año y «en condiciones muy similares a las del anterior», ha señalado.

De los 25 heridos atendidos, uno sería uno de los empleados del Talgo -que cubría el trayecto Barcleona-Zurich-Milán– y el resto del pasaje que iba en el tren de Cercanías, en el que viajaban 150 personas.

El subdirector general de Protección Civil, Sergio Delgado, ha valorado el accidente como un choque de «baja intensidad» que ha obligado a activar la prealerta del plan de actuación del Plan de Protección Civil de Catalunya (Procicat) por emergencias en el transporte de viajeros por ferrocarril (Ferrocat). Al parecer, el tren de Cercanías estaba en movimiento cuando, por motivos que se desconocen, chocó con el Talgo entre las estaciones de Clot y Arc de Triomf en la vía 2.

El tren con pasajeros quedó parado en el túnel y pudo retroceder hasta el andén de Clot donde, hacia las 19.30 horas, los viajeros pudieron bajar y continuar su trayecto. La primera llamada de alerta la realizó un viajero que iba en el tren de Cercanías al teléfono de emergencias 112. Al lugar del accidente acudieron efectivos de la Dirección General de Protección Civil (DGPC), unidades de los Bombers de Barcelona, la Guàrdia urbana de Barcelona y de los Mossos d’Esquadra.

Los trenes de la línea R1 circulabann desviados por Passeig de Gràcia y Sants y no paraban en Arc de Triomf y Plaça Catalunya, y varias líneas acumulan retrasos que pueden superar los 20 minutos: la R1, R3, R4, R7 y R8. También quedaron suprimidas las relaciones de trenes L’Hospitalet-Mataró, L’Hospitalet-Calella y Castelldefels-Granollers por la incidencia.

El responsable de Transportes ha insistido en reclamar al Gobierno español una mejora en la señalización en los túneles de acceso a las principales estaciones de Barcelona de la red de Rodalies y de Talgo.