La cuestión parece clara. La temporada de vapor en Azpeitia está más que en el aire. De hecho en la programación que Eusko Tren acaba de hacer pública las circulaciones de trenes ni aparecen. Y era precisamente esta materia la que convertía el Museo Vasco del Ferrocarril en algo especial y distinto del resto de instalaciones ferroviarias. Pero sin maquinista, es difícil hacer que las máquinas de la colección del centro de Azpeitia cobren vida propia.
Y todo por la destitución de Juanjo Olaizola como director del Museo del Ferrocarril de Azpeitia, al que Eusko Tren ha decidido trasladar al departamento de Formación de la operadora vasca. Juanjo Olaizola es, al parecer, el único titulado que puede maniobrar con las locomotoras de la colección museística. Difícil, por tanto, hacer posible la temporada de vapor vivo que, de momento, parece descartada de la programación, a tenor del documento que Eusko Tren muestra estos días en su página oficial.
Todos los años, al inicio de la temporada, se hacía constar los días de circulación de trenes en la información del museo. Y esta iniciativa es, a todas luces, el punto fuerte de Azpeitia, adonde acudían miles de visitantes para festejar el movimiento de las máquinas de vapor o el de las joyas eléctricas de la compañía vasca.
Las dudas se ciernen sobre el museo de Apeitia, además, porque Eusko Tren tiene planes sobre la antigua línea del Urola. Según informaciones periodísticas, la operadora y el Gobierno vascos tienen sobre la mesa un estudio en el que se propone poner en funcionamiento el tren del Urola en su tramo entre Azpeitia y Zumaia, 17 kilómetros que serpentean el tradicional valle fabril. Parte de ese recorrido, se recuperó hace casi dos décadas para los trenes del museo. Y algunas de sus insalaciones se aprovecharon para albergar las distintas colecciones.
El informe de viabilidad está en marcha; si el dictamen es positivo habrá que dar otros pasos, como el análisis de su impacto medioambiental. La recuperación del tren del Urola permitiría descongestionar las en su momento aplaudidas carreteras de 80.000 camiones al año, 40.000 de ellos en Guipúzcoa, muchos de los cuales recorren el camino que lleva del puerto de Zumaia a las acerías de Azpeitia cargados de chatarra.
¿Y entonces qué pasaría con el museo? Ni desde la operadora ni desde el Gobierno se han dado explicaciones a la destitución del director del museo, al que parecen reprochar cierto patrimonialismo sobre el centro de Azpeitia. Dos décadas de gestión y aportación personal de Olaizola, que se ha dejado miles de horas de su ocio personal en las instalaciones del museo, pueden hacer pensar en cierta querencia hacia el museo. Es innegable. Pero de ahí a que se crea que es parte de su herencia, va mucho camino.
Juanjo Olaizola es un hombre que se ha entregado con suma pasión a los trenes y al centro que él creó casi de la nada. El ex director del centro es conocido en los ambientes ferroviarios españoles y extranjeros como uno de los grandes expertos sobre el mundo del tren. Por eso se hace extrañamente complejo pensar en el futuro de Azpeitia sin Juanjo Olaizola. Ambos están unidos por la historia. Cada día que pasa se hace más que dudosa la continuidad del museo sin la presencia de su último director. Y si no se pueden disociar el uno del otro ¿La suerte de Azpetia está echada?