El metro de Bilbao afronta hoy otro paro de dos horas, entre las 5.45 horas y las 7.45 de la mañana, con unos servicios mínimos establecidos en el 30% de las circulaciones. El paro de hoy es el segundo de los tres convocados -el tercero es el próximo miércoles 30 de noviembre- por los trabajadores del suburbano vizcaíno, que consideran que la dirección ha incumplido los acuerdos alcanzados en julio, tras otra serie de huelgas, sobre el tipo de contratos a realizar para ampliar la plantilla tras la inauguración de la estación de Basauri.
Los trabajadores subrayan que sus reivindicaciones no son económicas y anima a los usuarios a expresar su malestar por los paros ante el consejero delegado de Metro Bilbao. Claro está que para nada se cuestionan si la protesta no debieran dirigirla ante los responsables del suburbano y no que la paguen los usuarios quienes están ya hartos de verse en medio de un conflicto que se prolonga demasiado en el tiempo.
Las diferencias entre los sindicatos y la dirección en relación a la aplicación del acuerdo alcanzado el pasado mes de julio no tienen visos de superarse, al menos, de momento. El último acercamiento entre ambas partes se produjo dos días antes de la inauguración de la parada de Basauri. El consejero delegado del metro, Iñaki Prego, planteó entonces someter a mediación la interpretación del pacto. La propuesta estaba condicionada a que las movilizaciones no se llevaran a cabo. Al no desconvocarse los paros, la oferta lanzada por la directiva quedó retirada de inmediato.
Y entre tanto los usuarios se sienten rehenes de una degradación del servicio que repercute directamente sobre los ciudadanos. A las jornadas de paros (en lo que va de año se ha interrumpido, al menos, diez jornadas el tráfico en el metro), hay que añadir las numerosas ‘averías’ que vienen producièndose en los últimos meses y que repercuen en la percepción que los viajeros tienen sobre la calidad del servicio. Casualmente, la mayor parte de los problemas entre sindicatos y la empresa se iniciaron con el cambio de color del Gobierno, que pasó de manos nacionalistas a la dirección socialista de Patxi López. Y algunas de los percances no parecen justificarse en la antigüedad y deterioro del parque móvil, que no supera los dieciséis años.