Una firma estatal china informó que se han retirado 54 trenes bala, empleados en la línea que une Pekín con Shanghai, debido a inquietudes respecto a su seguridad. La decisión se toma un día después de que el Gobierno suspendiera la aprobación del nuevo proyecto de tren de alta velocidad, después de una colisión mortal entre dos de estos trenes, en una línea distinta, el mes pasado.
El jefe del organismo de seguridad laboral en China dijo que el accidente, que mató a 40 pasajeros, reveló serios fallos de diseño y podría haberse evitado.
El choque causó un gran revuelo social y muchos acusaron a las autoridades de anteponer intereses políticos y económicos a la seguridad de los ciudadanos.
El tren de alta velocidad ha sido visto como un símbolo de prestigio nacional, pero sus críticos afirman que se construyó demasiado rápido.
En sólo cuatro años desde que la primera de estas líneas comenzara a funcionar, la red de alta velocidad china se ha convertido en la mayor del mundo, con 9.000 kilómetros; aspira a tener 16.000 en 2015, y ya busca extenderse su tecnología ferroviaria a mercados como EEUU, Europa u Oriente Medio. Aunque quizá a partir de ahora se vea obligada a replantearse toda su política en esta materia.