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La comarca de Baza prepara un monumento al tren

La Asociación Amigos del Ferrocarril Comarca de Baza y la Asociación «Baza Histórica» han propuesto al consistorio bastetano la construcción de un monumento al ferrocarril y a la línea férrea Guadix Baza Almanzora Lorca, en homenaje a lo mucho que supuso el tren para las comarcas del sudeste peninsular. También se pretende destacar el impacto negativo de los 36 años sin el tren en la zona, en términos de despoblación, de pérdida de actividad económica y de desertización, para continuar reivindicando al Gobierno su vuelta.

Los colectivos bastetanos han planteado un monumento ferroviario similar a los existentes en Águilas, Albacete y otras muchas ciudades, basado en una antigua locomotora de vapor, y que iría ubicado en el recinto de la antigua estación de tren. Para ello, ya han mantenido los primeros contactos con la Fundación de los Ferrocarriles Españoles para la cesión del material apropiado. Junto al Ayuntamiento de Baza, se pretende implicar en el proyecto a la Diputación Provincial, a la Mancomunidad de Municipios, al Grupo de Desarrollo Rural y al resto de ayuntamientos de la zona.

Desde Amigos del Ferrocarril Comarca de Baza, en base a numerosos informes técnicos y socioeconómicos remitidos en los últimos años, se reitera que la reapertura de la línea férrea es viable, muy necesaria, rentable económicamente a medio plazo, y que su preceptivo Estudio Informativo de reapertura lleva desde 2018 prometido por parte del Gobierno de España, sin que aún se haya puesto en marcha.

El 31 de diciembre de 1984 la línea Guadix-Baza-Lorca fue clausarada, desmantelada y, en la mayoría de los casos, expoliada; ahora, muchos de sus longevos tramos han sido reconvertidos en vías verdes y algunas de sus vetustas estaciones, que eran de estilo británico, han sido restauradas. Todavía quedan en pie, algunos de los impresionantes puentes de lata, que salvaban los diversos accidentes geográficos que presentaba el trazado ferroviario a su paso por las comarcas de Guadix y Baza, cuyos ingenieros, que los diseñaron, eran discípulos de la escuela de Eiffel. Ahora, se está aprovechando este antiguo trazado ferroviario para reutilizarlo como vía verde y aprovecharlo para las múltiples posibilidades deportivas que ésta ofrece. Pero el tren no ha vuelto.

Con la desaparición del ferrocarril y el cierre de líneas, con más 900 kilómetros clausurados, comenzó el declive y la pérdida de población de esta y otras comarcas españolas que sufrieron una decisión similar. Aquellos 900 kilómetros que dejaron de ver pasar trenes mantuvieron, sin embargo, sus carriles. Esa situación se mantiene en la actualidad en muchos de esos tramos. El acuerdo del Consejo de Ministros garantizaba el mantenimiento de la superestructura ferroviaria en función de su posible utilidad logística para cuestiones militares o en la deseable previsión de una posible reapertura al tráfico ferroviario si las condiciones socioeconómicas que motivaron los cierres cambiaran de tal manera que, de nuevo, fuera posible reabrirla. Lamentablemente, lejos de suceder aquello las cosas evolucionaron por un camino más oscuro.

Cada poco tiempo, los más nostálgicos organizan alguna acción reivindicativa para reclamar la vuelta del tren, pero sus peticiones caen en saco roto. La Administración no tiene ningún interés en revertir la situación; supuestamente la línea se clausuró por su escasa demanda. Y hoy en día la población es aún mucho menor y, además, envejecida por lo que la necesidad de viajar es casi intrascdendente. Otra cosa es que se organicen nuevos planes de repoblación y ayuda a la España vaciada, para lo cual el tren resulta una herramienta imprescindible.

Montcada, el punto más negro de Renfe

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A los vecinos se les agota la paciencia. Montcada i Reixac se ha puesto en pie de guerra. Las movilizaciones del pasado miércoles provocaron el caos ferroviario, con retrasos en la circulación que se alargaron hasta la madrugada. Inicialmente solo querían cortar la línea R2. Pero parte de ellos se desplazó hasta la línea de Manresa, por donde discurren los trenes de las R4 y la R7, con el mismo resultado. Esto provocó un caos con retrasos que hicieron que algunos usuarios llegasen de madrugada a su destino. También se produjo un corte en la carretera C-17, con retenciones que se alargaron hasta primera hora de la noche.

Es el punto más negro de Renfe en España; una trampa mortal. Están hartos de promesas y palabras vacías. Ya van 168 atropellos, dos en lo que va de año. Y saben que habrá más. Porque todos los vecinos de este pueblo cruzan las vías con la barrera de seguridad bajada. Es es casi un acto reivindicativo ante el Ministerio de Fomento, que se comprometió en 2007 a soterrar las vías. Diez años después todo sigue igual.

El último atropello fue la gota que colmó el vaso. Ocurrió el martes pasado, poco antes de las ocho de la mañana. Un joven de 16 años fue arrollado por un convoy. Un mes antes, el 9 enero, falleció un hombre 75 años. Y así una cuenta regresiva hasta alcanzar 168 vidas. Tan interiorizado tienen el horror de los trenes en Montcada que hasta han levantado un monumento a las víctimas del tren junto a uno de los dos pasos con barrera, en el centro del pueblo, y han instaurado un día de homenaje a los vecinos arrollados. Se celebra el jueves de la segunda semana de Cuaresma y hay exhibición de ‘castellers’, concurso de dibujo infantil por el soterramiento de las vías, minuto de silencio, parlamentos oficiales y ofrenda floral al monumento.

La protesta impulsada de manera conjunta por el Ayuntamiento y la Plataforma Tracte Just Soterrament Total acabó convirtiéndose en una de las tardes más caóticas que se recuerdan en la red de Rodalies de Barcelona. Las 600 personas que se reunieron para recordar la última víctima que ha perdido en las vías montcadenses, un joven de 16 años que se suicidó, en la zona de Can Sant Joan, decidieron ocupar vías y calles, provocando cortes que se alargaron varias horas.

La invasión de vías ha supuesto un cruce de acusaciones entre el ayuntamiento y Renfe. Mientras la empresa asegura que no recibió ninguna comunicación por parte del consistorio, la alcaldesa, Laura Campos, mantiene que se trasladó la previsión de alteraciones alrededor de las vías. Además, Renfe recuerda que no es de su competencia evitar la invasión de las vías, por lo que no se responsabiliza de la alteración que sufrió la circulación de los trenes.

La ciudad ya no se cree las buenas palabras del ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, que se ha comprometido a poner soluciones provisionales para reforzar la seguridad en los pasos a nivel. «Nos tememos que estas medidas de seguridad se quedarían como una solución permanente, por esto advertí al ministro de que no vamos a renunciar a que el futuro de nuestro municipio pase por el soterramiento total», apunta Campos.

Vecinos y ayuntamiento seguirán insistiendo para que el Estado tome cartas en el asunto. Pese a ello, todos son conscientes de que tendrán que lamentar más víctimas hasta que se actúe en las vías. La pregunta que se hacen es cuánto tardarán en volver a lamentar la próxima víctima mortal. Montcada i Reixac no lo podría aguantar.

(Imagen Podem Montcada)

Restauración de las farolas de forja de la estación de Toledo

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Adif ha adjudicado la restauración integral de los elementos ornamentales de iluminación exterior de la estación de Toledo, perteneciente a la Línea de Alta Velocidad Madrid-Toledo. Los trabajos cuentan con una inversión de 16.558,9 euros (IVA incluido) y un plazo de ejecución de dos meses. La actuación a desarrollar consiste en la restauración integral de las farolas históricas de forja, incluida su impermeabilización y la mejora de las luminarias, así como la sustitución del actual sistema de alumbrado por tecnología LED.

En la actualidad, el perímetro exterior de la estación cuenta con cinco farolas de pie dobles y dos faroles dobles colocados sobre el vallado de acceso en la barrera oeste de salida, todos ellos de forja. Estos trabajos, que han sido adjudicados a la empresa Hervás Navarro, se suman a otras mejoras efectuadas en la estación, como las obras de reparación y rehabilitación de la cubierta que se ejecutaron a finales de 2015 por importe de 242.669 euros (IVA incluido).

De estilo neomudéjar, la estación de Toledo es un ejemplo del legado patrimonial de la arquitectura ferroviaria española. El actual edificio comenzó a construirse el 4 de marzo de 1914 y entró en servicio en 1917, sustituyendo a uno anterior de 1857. Declarada Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, desde 1991, e integrada en el Patrimonio Histórico Español, es obra del arquitecto Narciso Clavería, marqués de Manila, quien redactó un proyecto cercano a los dos millones de pesetas para la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante (MZA).

Su planta se desarrolla sobre una superficie de 12.600 metros cuadrados y sus elementos constructivos fueron el ladrillo, la piedra, el hierro y el cemento, materiales básicos que se conjugaron de forma notable para erigir un monumento de tal dimensión artística y arquitectónica.

La estación de Toledo está compuesta por un edificio de viajeros del que sobresale una marquesina de hierro sostenida por delgadas columnas. A cada lado del pabellón central existen sendos adosados que continúan el estilo de la fachada principal, aunque son de dos alturas. Además, en el extremo izquierdo de la estación encontramos una curiosa torre de reloj, poco habitual en las estaciones, y que imita los minaretes y campanarios de las iglesias construidas en estilo neomudéjar.

Esta obra arquitectónica fue reformada en el año 2005, con motivo de la puesta en servicio de la Línea de Alta Velocidad Madrid-Toledo. Las tareas de rehabilitación requirieron un cuidado exquisito y una labor de recuperación casi artesanal, en su empeño de conservar el diseño original, especialmente en las obras relacionadas con el edificio principal: la rehabilitación de la marquesina original, el arreglo de las bajantes y faroles, la restauración de la carpintería interior y exterior, y la renovación de la torre de la estación y de su reloj original. Asimismo, se recolocó la valla histórica de la estación, con su verja original, obra de Julio Pascual, que fue objeto de tareas de limpieza y restauración.

Reabre este lunes la estación de metro de Maelbeek, escenario de los atentados en Bruselas

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La estación de metro de Maelbeek, en pleno corazón del barrio europeo de Bruselas, reabre sus puertas este lunes, poco más de un mes después de haber sido escenario, junto al aeropuerto internacional de Bruselas-Zaventem, de los atentados que dejaron 32 muertos y centenares de heridos el pasado 22 de marzo. La estación dispondrá de un ‘muro del recuerdo’ para que los pasajeros puedan dejar sus mensajes de condolencias y solidaridad, aunque a largo plazo se espera que sea reemplazado por una escultura conmemorativa.

«Se dan todas las condiciones técnicas para permitir de nuevo el acceso a los viajeros y volver a operar la estación», informa la compañía de transporte público de la ciudad (STIB). Tras los atentados del 22 de marzo, la ciudad cerró toda su red de metro por razones de seguridad, pero 48 horas después retomó parcialmente la actividad, con la apertura de 39 de las casi 70 paradas que tiene.

Desde la semana pasada operan todas las estaciones de la red de metro a excepción de Maelbeek, aunque lo hacen en un horario reducido y con sólo uno o dos accesos abiertos a cada una. El Gobierno anunció patrullas mixtas de agentes de Policía y militares para reforzar la seguridad. El hecho de que la explosión no causara daños graves en la estructura de la estación de Maelbeek ha permitido su reapertura un mes después de los atentados, pese a que inicialmente las autoridades avisaron de que llevaría meses su reparación. La rehabilitación ha tenido un coste de cerca de 100.000 euros.

Otro de los esfuerzos de la ciudad por demostrar la vuelta a la normalidad tras los atentados se ha producido este viernes, con la apertura de la estación de ferrocarril que enlaza el aeropuerto con Bruselas y otras ciudades del país. Desde el 22M, los trenes circulan por esta parada sin detenerse y sólo era posible llegar al aeropuerto con transporte privado o, en los últimos días, las líneas de autobús.

La estación de tren del aeropuerto no se vio afectada por las dos explosiones que se registraron en la terminal de salidas, pero está situada en el mismo edificio, dos plantas más abajo del lugar de los atentados. Por ello los accesos habituales a la estación seguirán cerrados mientras duren las obras de reparación de la terminal, pero se han recuperado antiguos accesos para permitir al personal y pasajeros llegar al aeropuerto, según explican sus responsables.

La doce estaciones más bonitas de España

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Las estaciones de tren fueron el gran acontecimiento del siglo XIX y principios del XX, como lo son ahora los aeropuertos, y un bocado exquisito para los ingenieros y arquitectos mejor cotizados. No son solo objeto de paso o estacionamiento de trenes, sino que representan el sentir de una sociedad. Monumentales, eclécticas, funcionales, constituyen uno de los patrimonios más importantes de nuestra herencia arquitectónica y principal capital inmobiliario civil de nuestro acervo. Estas son doce de las construcciones más representantivas, pero la geografía española cuenta con una de las dotes ferroviarias más importantes del mundo.

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1. La Concordia

Obra del arquitecto Severino Achúcarro, la estación de Santander de Feve fue inaugurada en Bilbao en 1902. Es un edificio muy singular, de estilo modernista, que destaca fundamentalmente por su fachada, en la que se impone un gran rosetón. Junto con el teatro Arriaga, es un punto referente en la zona del Arenal bilbaíno y está considerada como una de las construcciones más genuina del Bilbao de la Belle Époque. Recoge su nombre de unos almacenes donde se alcanzó un pacto amistoso para cerrar un desacuerdo entre los distintos accionistas del primer ferrocarril de la Villa. La terminal está situada en el borde del nuevo Ensanche bilbaíno, a orillas de la ría del Nervión, elevada sobre la misma mostrándose como un balcón sobre el entonces núcleo central de Bilbao, el Casco Viejo, lo que confiere un protagonismo inusitado. Fue cabecera de línea de la Compañía del Ferrocarril de Santander a Bilbao, formado por otras tres sociedades: el del Cadagua, entre Zorroza y Balmaseda; el de Zalla a Solares; y el de Solares a Santander. En su concepción era una estación mixta de pasajeros y mercancías. Achúcarro fue el autor, entre otras obras, del Hotel Terminus, situado en las proximidades, justo enfrente de la Estación del Norte, y que disponía de una pasarela que lo conectaba directamente con la terminal.

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2. Aranjuez

Ladrillo rojo visto, con azulejos decorativos y un zócalo de piedra que abarca toda la planta baja, son elementos característicos de un edificio de estilo neomudéjar, más propio de un palacio que de una construcción civil. La estación de Aranjuez es un auténtico monumento. Formada por una nave rectangular y alargada con un cuerpo central más elevado que el resto, donde se encuentra la entrada principal y el vestíbulo, tiene en ambas fachadas la misma composición arquitectónica. El motivo central, quizá el rasgo más característico, es el hastial que acoge en su centro un gran reloj que se sitúa sobre tres grandes arcos. A ambos lados del cuerpo central, se levantan dos naves más bajas, con otros dos pabellones en los extremos que sobresalen del resto. Como otros muchos edificios víctimas de la Guerra Civil, los continuos bombardeos afectaron principalmente a la marquesina y a la cubierta de la estación, por lo que tuvieron que hacerse diversos arreglos, sobre todo en la marquesina por contar con acristalamientos y materiales singulares. Entre 1989 y 1990, al acometerse obras de rehabilitación de la estación, se demolieron los muros de ladrillo, lo que sacó a la luz unos mosaicos de Mario Maragliano que datan de los inicios y que quedaron ocultos durante la guerra.

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3. Canfranc

El elegante edificio pirenaico, entre modernista y art decó, aparece como por arte de magia en medio de la nada, sorprendiendo al viandante, que nunca se habría esperado encontrar tamaña construcción en los duros parajes pirenaicos. La muralla infranqueable (Labordeta definió y cantó «polvo, niebla, viento y sol, y al Norte los Pirineos») deja al descubierto una gran obra de arte (hoy en un estado de semiabandono), una verdadera exageración para la vista y una proeza harto elogiada en cientos de escritos. El complejo ferroviario fue durante muchos años el más monumental del país, aunque la leyenda lo situaba ya por entonces como la segunda estación de ferrocarril más grande de Europa, sólo superada por la de Leipzig. El edificio es un verdadero palacio con tejados de pizarra, escaleras de mármol y apliques art decó. Su construcción exigió diez años de obras y obligó a modelar la ladera del monte con muros de contención y 2,5 millones de árboles, en su mayoría pinos silvestres, para frenar la erosión y evitar así el riesgo de derrumbes y avalanchas de nieve. Sus cifras son mareantes: 245 metros de longitud, 300 ventanas, 150 puertas… El mérito de tan magna obra tiene nombre y apellidos. El proyecto salió de la mano de Ramírez Dampierre, pero la ejecución es obra indiscutible de la bilbaína empresa Obras y Construcciones Hormaechea.

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4. Toledo

El francés M. Hourdillée asumió la construcción de este magnífico y espectacular edificio, que costó la friolera de un millón de pesetas, donde se combinan artesonados, yeserías y zócalos del ceramista toledano Angel Pedraza; cerrajería, lámparas y apliques del maestro forjador Julio Pascual Martínez; el diseño de Narciso Clavería, que consigue aunar funcionalidad y estética; y la dirección y vigilancia de las obras del ingeniero de caminos y director adjunto de la compañía, Ramón Peironcely. Representante de la tendencia historicista de la época, concibe una hermosa arquitectura neomudéjar, llena de matices tanto cromáticos como materiales, sin dejar de ser funcional y moderna. El edificio se compone de un pabellón central flanqueado por dos alas laterales de menor altura, en uno de cuyos extremos se levanta la torre del reloj, elemento arquitectónico reservado hasta entonces a iglesias y ayuntamientos, símbolo del auge y la importancia que estas edificaciones adquirieron dentro de las ciudades. El conjunto se completa con otras edificaciones menores, como el muelle de la pescadería, en las que se prolongan los arcos de herradura polilobulados y entrecruzados, los frisos de ladrillo, las almenas escalonadas, las armaduras de carpintería, los alicatados y las celosías.

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5. Norte de Valencia

La estación del Norte, que vino a sustituir a otra anterior, vería el comienzo de sus obras en 1907 y se prolongarían diez años. De la mano del ingeniero Enrique Grasset corrió el diseño de la cubierta o marquesina, una gran estructura metálica única sobre apoyos mínimos. La estructura fue suministrada por la acreditada casa madrileña Gasset, trasladada por partes a Valencia y montada gracias a un puente móvil a lo largo de las vías, sobre el cual iba una poderosa grúa para subir y colocar en su lugar las diversos elementos que la completarían. Sus dimensiones superaban a otras de capitales europeas tan importantes como París, Berlín y Viena. Con 15.476 metros cuadrados frente a los escasos 5.000 de la antigua terminal, destacaba un gran y suntuoso edificio de viajeros con la fachada principal en la calle de Játiva. Constituye uno de los mejores edificios de la arquitectura civil y es punto de referencia monumental y representativo de la ciudad. Su estilo se adscribe al movimiento modernista, dentro de la corriente denominada ‘Sezesión Vienesa’. Demetrio Ribes utilizó elementos decorativos autónomos y singulares propios del modernismo. Y, como en otros conjuntos, destaca el reloj de bronce, de la compañía Caminos de Hierro del Norte, y su remate, un mundo bajo un águila, la imagen de la velocidad.

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6. Francia de Barcelona

Grandiosa estación, fiel reflejo de las centrales europeas en uno de los momentos dorados del modernismo catalán, inspirada e impulsada por Andrés Coret Maristany. Rezagada de otras capitales respecto de estos ‘buques-insignia’ que son las grandes estaciones, Barcelona-Término (mas conocida por el destino final, Francia), es producto del Ensanche de la ciudad condal y del pundonor de la compañía MZA, que hasta el primer cuarto de siglo no pudo dar a la capital catalana una terminal acorde a su importancia. La idea cobró vuelo con el intento de celebrar en 1915 una Exposición Internacional y, aunque la Primera Guerra Mundial trastornó el calendario, se realizó finalmente en 1929. Las prisas por llegar a tiempo se convirtieron en una auténtica lucha contrarreloj, siendo finalmente encomendada por concurso al arquitecto madrileño Pedro Muguruza Otaño, el primer proyectista del Valle de los Caídos. Una de las últimas construcciones ferroviarias de Europa edificadas en ese estilo, tiene un vestíbulo con tres cúpulas de grandes dimensiones. Los edificios envuelven las vías en forma de ‘U’ y están fabricados con materiales considerados de lujo como mármol y bronce, con vidrieras decorativas. Los andenes situados dentro de la ‘U’ están cubiertos por dos marquesinas metálicas de 29 metros de alto y 195 de longitud que, en parte, mantienen en curva hacia la izquierda.

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7. Jerez de la Frontera

La Compañía de los Ferrocarriles Andaluces encargó a su arquitecto, el belga León Beau, que proyectara la nueva estación jerezana. Este afamado proyectista pensaba que los edificios -además de servir para recibir trenes, pasajeros y mercancías- debían de encajar con los edificios de la ciudad y apostó por uno de piedra y ladrillo de 103 metros de planta a lo largo de las cuatro vías de servicio que acabaría revistiendo con una cubierta metálica. Un edificio para viajeros que en sí que no destacaba de entre los demás. No hay prueba alguna de que lo hubiera llevado a cabo. Sin embargo, se conserva prácticamente intacto el actual edificio de viajeros, cuya construcción fue pareja a la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. Si bien la obra ha sido ampliamente atribuida al arquitecto Aníbal González, autor, entre otros, de la plaza de España de Sevilla y del Gallo Azul, algunas fuentes dudan de su participación, máxime cuando su fallecimiento tuvo lugar en 1929. De cualquier forma, la construcción combina el historicismo del estilo renacentista con elementos mudéjares, especialmente presentes en el apartado ornamental, y regionalistas. La fachada principal está formada por un cuerpo central que en su parte baje sirve de acceso al recinto gracias a tres grandes vanos realizados con arcos de medio punto y flanqueados por pilastras. La parte superior da lugar por su estructura a una torre que alberga el reloj principal de la estación. Hay otras cuatro, dos escoltando la central y otras dos en cada extremo del edificio. Destaca la unión de elementos como la piedra y el ladrillo, de la rejería y de azulejos.

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8. Puebla de Sanabria

La voluntad de unir Madrid, vía Medina del Campo, con Vigo por el camino más corto posible es antigua y apareció plasmada en anteproyectos del último tercio del siglo XIX. Sin embargo, «dificultades enormísimas» que superaban incluso «las de la bajada del puerto de Pajares en Asturias» posponían sine die este propósito. Las obras comienzan a finales de 1927; se construyen al mismo tiempo los retretes, la lamparería, los muelles, los cuartos de agentes y los edificios de servicios, y no se interrumpen hasta su finalización, en 1933. Las vías, sin embargo, tardarían varios años. Se inaugura en 1952 con la puesta en marcha del tramo Zamora-Puebla de Sanabria de la línea Zamora-La Coruña, vía Orense. El edificio es una clara muestra de la arquitectura de la zona, con estructuras realizadas con grandes sillares de piedra y amplios tejados de pizarra de varias vertientes. Hay grandes dudas sobre el arquitecto. En varios documentos figura José Luis Tobar Bisbal, aunque en Renfe aparece como ingeniero de la línea. La empresa contratista fue MZVO, que, a través de la Sociedad Constructora Ferroviaria, desarrolló varias obras en gran parte del trazado. La construcción, inspirada en la estación de Cercedilla (Madrid), se realiza a base de grandes piezas sin desbastar, para darle un aire de montaña, con cubiertas notablemente inclinadas de pizarra. Por su estética y proporciones, llama la atención por el contrapunto entre lo rústico del trabajo de cantería y lo elegante de su línea constructiva. Arcos y semiarcos con sus recercos resaltados con bloques de piedra almohadillados y grandes contrafuertes le confieren ese toque. Destaca la cubierta sobre todo el conjunto por su altura, que supone dos tercios del total del edificio. En los 90 fue reformada parcialmente y se suprimió la chimenea más pequeña.

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9. Norte de Valladolid

Una de las terminales más luminosas del país, fue remodelada en 1991 sin perder la holgura y el aire de sus años de esplendor de la línea Madrid-Irún, denominada en tiempos pasados como ‘la Europea’. De la mano del ingeniero francoespañol Enrique Grasset y Echevarría y del arquitecto Salvador Armagnac corrió el proyecto de ejecución de lo que es hoy la estación de Campo Grande o del Norte, en Valladolid. Concluida en octubre de 1895, componía el proyecto un pabellón central, dos cuerpos laterales y dos pabellones extremos, siguiendo el esquema típico de las estaciones de la Compañía del Norte. Tres grandes puertas bajo arcos de medio punto se abren en el pabellón central, divididas por pilastras gemelas sobresalientes del paramento de la fachada y sostenidas dos a dos por un zócalo. La conjunción piedra-ladrillo domina la fachada. Sillería en el cuerpo central y cadenetas en los flancos de todos los pabellones, piedra también en las embocaduras de puertas y ventanas; lo demás, ladrillo prensado. Y, en el frontispicio y a ambos lados del escudo de la ciudad, jalonan las esculturas de la Agricultura y de la Industria, obra del artista madrileño Angel Díaz. El complemento de la cubierta de hierro sobre los andenes, con relojes en las cortinas de ambos extremos, provoca el recuerdo de la madrileñan de Príncipe Pío, ya que su factura (sistema articulado de cuchillas tipo Polonceau) es análoga. Las columnas que la soportan fueron fundidas en los talleres bilbaínos de Zorroza.

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10. Zamora

Considerada por los especialistas ferroviarios una de las estaciones más bonitas de España, es una edificación tardía, si se compara con el resto de terminales de la lista. Las obras comenzaron en 1927, dirigidas por el Ingeniero Marcelino Enríquez, pararon en 1932, para volver a reiniciarse en 1935 y ser nuevamente detenidas durante la Guerra Civil. El edificio no vuelve a reactivarse hasta mediados de siglo y por fin fue inaugurado en 1958, un año después de ponerse en servicio la línea Medina del Campo-Zamora-Orense-Vigo (cuyas siglas MZOV perdurarían al margen de la actividad ferroviaria). Encarada al núcleo urbano, en su fachada de 88 metros puede contemplarse una caricatura de los Reyes Católicos, como gustan de asegurar los lugareños, que presumen de esta joya de la arquitectura. En las guías turísticas la definen como un edificio de inspiración renacentista cuyas arcadas y antepechos calados recuerdan al estilo gótico tardío. Reducida casi a su estado parafuncional de monumento, antaño su cantina gozó de gran fama nocturna, aunque mucho menos que el recibidor de ámbito romántico. El cuerpo central, de porte edilicio, delata la sobria arrogancia de las plazas mayores de Castilla, con el reloj y el escudo del colegio de Ingenieros de Caminos y Puertos, quienes diseñaron la estación.

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11. Atocha

La estación de Atocha es un complejo ferroviario situado en las cercanías de la plaza del Emperador Carlos V. Hace las funciones de nodo ferroviario y es una de las más utilizadas del país en la primera década del siglo XXI. Surge como un simple embarcadero (inaugurado en 1851) que se amplía hasta convertirse en la estación del Mediodía (inaugurada en 1892), propiedad inicialmente de la compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante (MZA). A finales del XIX, el arquitecto Alberto de Palacio y Elissague –autor, entre otras obras, del Puente Colgante de Portugalete y colaborador de Gustave Eiffel- diseña una nave central de 152 metros de largo, 27 de altura y 48 de luz, al tiempo que técnicos de París planean la gran cubierta metálica que serviría de montera a la nave de vías y andenes. Esta estructura, sin precedentes en España aunque presente en la exposiciones universales, se construyó en Bélgica con el sistema de estructura rígida tipo De Dion. Con el objeto de adaptarse a las nuevas velocidades y caudales de tráfico, se realizó una profunda transformación en 1992 de la mano de Rafael Moneo, que la devolvió su antiguo esplendor. La antigua terminal se rehabilitó en el vestíbulo-jardín con funcionalidad de invernadero tropical, donde se pueden ver 7.200 plantas y 260 especies, que da acceso al resto de las dos estaciones que componen el complejo ferroviario. Desde entonces se conservan múltiples recursos decorativos, de cerámicas, hierro fundido, cantería de granito, primores de ladrillo, maderas interiores, caligrafías en las que se recuerda el origen del inmueble y, sobre todo, se mantiene su alegre diafanidad.

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12. Almería

Fue la última capital andaluza en alcanzar el ferrocarril, pensando en sus inicios más para el transporte de mineral que para el tráfico de pasajeros. La estación se asienta sobre una especie de plataforma para evitar las avenidas periódicas de agua por las ramblas que atraviesan la ciudad hacia el mar, del que se sitúa tan solo a 8,28 metros. La fachada de 54 metros tiene un cuerpo central rematado por una marquesina metálica de forma piramidal y revestido de cristal sobre los bastidores en los testeros de ambos extremos. La Guerra Civil afectó a la integridad del edificio, pero la remodelación efectuada en 1988 permitió resaltar algunos de sus elementos característicos e históricos. Así, el reloj sobriamente enmarcado en labor de hierro, las carenas acristaladas en el interior de vestíbulo y un mural cerámico de Francisco Cañadas. En el curso de las tareas de remozamiento, quedó claramente esclarecido que la firma constructora de la cubierta metálica llevaba el sello de Fives-Lille. También son propios de esta construcción los azulejos de la facha principal donde ae repite la ‘A’ con el típico grafismo vasco en forma de txapela, lo que se considera un aporte de los artesanos de las tierras del Norte.

(Esta entrada se ha publicado también en El Correo )

Haro rinde tributo al ferrocarril con la instalación de una locomotora y vagones fudre en Bodegas Muga

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La Fundación de Los Ferrocarriles Españoles ha cedido una locomotora de vapor para su restauración y exhibición pública en un jardín frente a la fachada de Bodegas Muga. La empresa vinícola rinde de esta forma tributo al tren, que desde mediados del siglo XIX propició la salida de los caldos riojanos hacia los mercados europeos y que hizo de Haro, y su estación, un núcleo capital para la crianza y venta del producto vital para esta zona de la comarca riojana.

La locomotora, que desde el 21 de marzo, se exhibe en Muga es conocida con la número 32 de Renfe 030-0221 y que originalmente fue bautizada como ‘L. Aguirre’. Curiosamente otra locomotora de este tipo, la número 30 ‘Otlet` Renfe 030-0219, se conserva relativamente cerca, en concreto en Miranda de Ebro (Burgos). Ambas máquinas son originarias del ferrocarril de Torralba a Soria y fueron construidas por la firma belga Saint Leonard en 1889. La empresa ferroviaria contó con cinco locomotoras de este tipo, matriculadas en la serie 30 a 34. Todas llegaron a pasar a Renfe, donde fueron rematriculadas como 030-0219 a 030-223.

La puesta de largo de este monumento se enmarcó en la fiesta de apertura de la VI edición de La Rioja Tierra Abierta, un evento itinerante por la comunidad riojana y que este año recala en Haro. Bodegas Muga ha querido hacer su particular homenaje al ferrocarril como parte relevante del éxito sus vides en el siglo XIX, cuando la epidemia de la filoxera acabó radicalmente con los viñedos bordeleses y La Rioja se reveló como un espacio privilegiado para atender la demanda de estos caldos y el ferrocarril la pieza clave para su transporte. En torno a la estación de Haro se establecieron todas las empresas vinícolas que vieron en el tren un magnífico medio para la expansión de su producto por todo el mundo.

La locomotora ahora en Haro ha pasado varias décadas en el campus de la Universidad de Alcalá de Henares. En 1978 la máquina 030-0221, construida en 1889 en Lieja (Bélgica), recaló en el campus universitario donde unos pequeños plantones de pinos, que se pusieron a su alrededor, generaron al cabo de 35 años un denso bosquete que la ocultó a la vista de todos. Durante estas tres décadas la universidad mantuvo en aceptable estado la máquina, pero en los últimos años el nivel de atención fue bajando y el vehículo presentaba un cierto nivel de deterioro. Bautizada como ‘L. Aguirre’, en honor a Lorenzo Aguirre, presidente de la Junta Gestora de Ferrocarriles de Soria, esta locomotora es una pequeña máquina de 8,5 metros de longitud y 4 de altura y ancho ibérico.

Bodegas Muga transmitió su interés por rendir un homenaje al ferrocarril y asumió la tarea de sacar la máquina del bosque de Alcalá de Henares, trasladarla hasta Haro y afrontar una rápida restauración con el asesoramiento del departamento de Conservación del Museo del Ferrocarril de Madrid, en cuya colección está integrada esta máquina.

La empresa vinícola ya había concluido los trabajos de recreación de un par de vagones fudre de transporte de vino. Para ello había adquirido sendas plataformas ferroviarias, sobre las cuales había situado dos enormes toneles que usaban para el transporte de vinos. Estos dos vagones han sido acoplados a la locomotora, recreando un tren de mercancías sobre un tramo de vía montado en la fachada de la bodega, en un viario público. La empresa, además de estos primeros trabajos, ha rubricado el convenio de cesión, el cual la obliga a conservar en perfecto estado máquina.

Los fudres, o grandes recipientes para el vino, se utilizaron también para el transporte del vino por ferrocarril. En un primer momento el transporte de la tonelería se realizó mediante la carga directa en vagones de bordes bajos, aunque posteriormente, y sobre todo por seguridad (en las estaciones se taladraban con berbiquíes los fudres y se extraía vino de manera clandestina, pero además se inducía un proceso de oxigenación de los caldos que podía producir su oxidación), el transporte se realizó en cubas fijas dentro de vagones cerrados, adaptados a las dimensiones de éstas. Estos vehículos se llamaron vagones cubas o vagones fudre. En ellos, la carga y descarga podía realizarse desde trampillas situadas en el techo o por bombas, localizadas en el interior de los vagones. El espacio interior estaba acondicionado para una o para dos cubas. Los de una cuba la tenían en un extremo, y los de dos, en medio. Además, también podían ir dotados de una pequeña bomba aspirante-impelente manual para ayudar en el trasiego de los caldos. La tara y la capacidad podían variar; el bastidor, sin topes, tenía unas dimensiones que podían oscilar entre los 6 y los 6,5 metros, siendo la distancia máxima entre topes de 7,7 metros.

A la presentación de la máquina y sus vagones de acompañamiento acudió la ministra de Fomento, Ana Pastor, que presidió la ceremonia de inauguración. Junto a ella estaban el presidente regional, Pedro Sanz, y otras autoridades locales y regionales, además del director del Museo del Ferrocarril de Delicias, Carlos Abellán, a cuyos fondos sigue adscrito este material ahora en cesión temporal merced al convenio suscrito el pasado mes de febrero entre la FFE y la empresa bodeguera.