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80 años de la R.E.N.F.E. (1941)

La historia de R.E.N.F.E. (Red Nacional de Ferrocarriles Españoles) comienza en 1941, a raíz de la unificación de todas las compañías ferroviarias existentes en una única empresa estatal. El Gobierno que preside y dirige con mano de hierro el general Francisco Franco toma la decisión de rescatar las 23 firmas que operan en el ferrocarril español, que sufre los estragos de una guerra fratricida. El país se encuentra aislado y al borde la bancarrota y aguanta una lenta y penosa reconstrucción. El Estado ‘hereda’ 12.401 kilómetros de vía férrea, que debe gestionar sin apenas recursos y con la urgente necesidad de unificar, por ejemplo, las señales (coexisten hasta 30 tipos distintos) y los reglamentos de circulación (tantos como compañías). El doloroso parto toma forma el 24 de enero de 1941; el Gobierno aprueba la Ley de Bases de Ordenación Ferroviaria y de los Transportes por Carretera.

La situación del sector es, cuando menos, desesperante. Escasean los materiales de todas clases, se retrasa semanas el envío de mercancías, las averías son constantes, decenas de locomotoras dejan de prestar servicio –agotadas e inútiles–, la mala calidad y escasez del carbón como combustible afecta al parque motor, y los pasajeros se agolpan en las estaciones a la espera de unos trenes que no llegan y, cuando acuden, lo hacen repletos de viajeros. Apenas han transcurrido dos años del final de la contienda, al fin y a la postre, responsable principal de este panorama. La guerra golpea con mucha dureza al ferrocarril, que, como el resto del país, acaba dividido en dos, según queden sus vías a un lado u otro de los contendientes. La red y las principales vías de comunicación y las compañías que dirigen la gestión se rompen irremediablemente. Caminos de Hierro del Norte de España (Norte) y la Compañía de Madrid-Zaragoza y Alicante (MZA), las grandes empresas ferroviarias, se ven seriamente afectadas al quedar sus redes fraccionadas, mientras Oeste y el Central de Aragón se mantienen casi íntegramente en manos de los sublevados, que también se hacen cargo de Andaluces, que domina el sur, al poco de iniciada la guerra.

Los ferroviarios de la zona republicana, con una amplia base sindical, reaccionan de inmediato y disuelven los consejos de administración de las compañías ferroviarias y se hacen con el control de las empresas y su explotación. Apenas un mes después de iniciado el conflicto, el Gobierno decide actuar para recuperar el orden y decreta la incautación de la red ferroviaria (3 de agosto de 1936) y la unificación en una sola entidad. El Estado pasa, por tanto, a controlar la explotación del servicio y los bienes de todas las compañías privadas, para lo que se crea la Red Nacional de Ferrocarriles. Los consejeros de las grandes empresas, a los que la guerra sorprende en territorio leal al Gobierno, se pasan a la zona controlada por los ‘nacionales’ para desde allí reclamar las propiedades incautadas. Poco o nada pueden hacer para dirigir lo que queda de sus empresas puesto que la gestión del ferrocarril acaba en manos del Ejército, al igual que en el bando republicano, donde los militares deciden el destino y ocupación de los trenes.

Aunque la mayor parte de la red está en manos de la República (de Norte el 56% y de MZA, el 81%), la columna vertebral queda en poder de los sublevados, que, salvo las líneas catalanas y valencianas, el núcleo de Madrid y los trayectos finales de las grandes compañías, dominan el resto. En cuanto al material rodante, sucede algo similar: quedan en manos del Ejército de Franco 559 locomotoras (45%) , 15 automotores (21%), 561 coches (31%), 5.568 vagones y furgones (17%) de Norte. Y, en el caso de MZA, controlan 347 máquinas (31%), 380 coches (23%) y 11.000 vagones y furgones (40%). La República dispone, por tanto, de la mayor parte de material remolcado, mientras que el equilibrio es mayor en cuanto al parque de máquinas.

Salvo algún episodio aislado, el ferrocarril es el medio más eficaz para garantizar el suministro de material y el movimiento de tropas, quedando supeditado el uso civil al ejercicio de la guerra. La intensa sobrexplotación del material produce mas daños durante los tres años de conflicto que la propia acción bélica. La inmensa mayoría de las destrucciones se concentran en la infraestructura (las estaciones sufren la peor parte por quedar en el mismo frente de batalla), no tanto por el fragor en la lucha, sino para evitar su utilización por el enemigo (viaducto de Ormaiztegi, sin ir más lejos). Norte y MZA son las más afectadas, con pérdidas supermillonarias (más de 300 millones de pesetas de la época).

Sin embargo, el deterioro del parque móvil, sobre todo el de las locomotoras de vapor, es mucho más significativo. A la escasez de material y mantenimiento (fábricas y talleres dedican su producción al material de guerra), hay que sumar la falta de personal especializado. El Ejército se preocupa más de la acción bélica que del ferrocarril. Basta un ejemplo. Los talleres ferroviarios de Valladolid anteriores al conflicto, especializados en el mantenimiento de los trenes, se dedican en los años bélicos a fabricar bombas, mientras que las factorías del cinturón de Bilbao (en manos de los sublevados desde junio de 1937) se ocupan de la reparación del material rodante. Las locomotoras de vapor exigen grandes arreglos cada 175.000 kilómetros; los retrasos acumulados y los daños por la guerra fuerzan efectuar, al menos, diez grandes reparaciones mensuales.

Al término de la contienda el ferrocarril presenta un estado lamentable. El 30% de las instalaciones resultan inservibles, las unidades fuera de servicio alcanzan el 34% en Norte y el 41% en MZA, mientras que para los coches los porcentajes de ambas son de 24% y 34%; y en los furgones, 33% y 22%, respectivamente. La situación es alarmante. De las 1.083 máquinas de vapor de Norte, 792 necesitan alguna reparación para volver al servicio, y 291 están a la espera de una gran restauración, que no se puede satisfacer hasta pasados varios meses de intenso trabajo. El parque de coches y furgones presenta un aspecto similar: 4.100 vehículos necesitan grandes reformas y 2.943 algún arreglo. Aunque de MZA no existen datos precisos, la situación es prácticamente idéntica, con un 30% de coches y vagones muy dañados, pero con el parque de máquinas en un estado muy deficitario.

La red férrea española necesita al acabar la contienda bélica (1 abril de 1939), como el resto de las infraestructuras del país, una actuación urgente. Pero la situación de penuria y escasez de suministros, sumada a la II Guerra Mundial, impide la reparación y mantenimiento. A esta situación hay que sumar las estrecheces económicas que arrastran las diferentes compañías que conforman el mapa ferroviario español. La reanudación del servicio exige de una importante inversión para reparar y renovar tanto instalaciones como material móvil, así como las infraestructuras. Un mes después de acabada la guerra (8 de mayo de 1939) se forman una serie de consejos directivos para explotar las líneas de las grandes compañías (Norte, MZA y Oeste-Andaluces). Estas entidades son híbridas y el control pasa al Estado, mientras la gerencia sigue en manos de las empresas. El nuevo régimen decide compensar a los bancos que poseen las acciones de las grandes compañías ferroviarias y nacionalizar la red de ferrocarriles. Se formaliza una idea anterior a la contienda (el Gobierno de la República ya inicia estudios y planes) para fortalecer el tráfico ferroviario y acabar con la dispersión de las líneas.

RENFE (como durante años se escribe el acrónimo de la compañía estatal) agrupa las compañías de ancho ibérico (1.668 milímetros) y los ferrocarriles que explota el Estado, aunando un total de 12.401 kilómetros de vía. Se constituye la empresa con el rescate y la unificación de lo que fueron Caminos de Hierro del Norte de España (Norte), Madrid-ZaragozaAlicante (MZA), Central de Aragón, Oeste-Andaluces, Santander-Mediterráneo, Lorca a Baeza y Águilas, Zafra-Huelva, Torralba-Soria, Bilbao a Portugalete y Santurce, Desierto de San Julián de Musquiz (Triano), Alcantarilla a Lorca, Baza a Guadix, Cinco Casas a Tomelloso, Villacañas a Quintanar de la Orden, Valencia a Liria, Silla a Cullera, Villaluenga a Villaseca, Veriña a Aboño. El Estado también se hace cargo de la explotación de las líneas de Sevilla a Alcalá y Carmona, Murcia a Caravaca, Lérida a Balaguer, Huelva a Ayamonte, Zafra a Jerez de los Caballeros y Puebla de Hijar a Tortosa.

El parque de material rodante de viajeros es escaso. De los 4.400 coches existentes antes del conflicto, apenas si quedan 1.750. Las series, además, son diferentes, y cada compañía dispone de sus propios códigos de numeración. Por eso, una de las principales tareas de ‘la RENFE’ de aquellos primeros años es unificar la nomenclatura y numeración de todo el parque móvil. Las series más representativas de coches que ingresan en la nueva compañía son los ‘costa’ de MZA, los metálicos que forman la serie 1000, los metalizados de caja de madera conocidos como ‘verderones’, y los 3000. La situación de penuria y escasez de suministros producida por las secuelas de la Guerra Civil y la nueva contienda bélica que enfrenta a las naciones europeas impide la reparación y mantenimiento. El 14 de marzo de 1941 se crea la Comisaría de Material Ferroviario, entre cuyas primeras actividades se incluye la decisión de contratar la construcción de 120 vehículos, aunque hasta bien avanzado 1943 no puede llevarse a cabo esta tarea. En el periodo comprendido entre 1940 y 1960 se construyen un total de 520 coches, las reparaciones afectan a 1.460 unidades y las importaciones a 100. Todo esto permite que el parque ascienda a 3.370, con una edad media de entre 25 y 35 años.

Entre 1941 y 1963 se construyen 691 coches que forman la serie 5000. Y a inicios de los años 1950 se fabrica la serie 6000. Un objetivo prioritario durante esos años: dejar de utilizar el material de madera que, en caso de accidente, multiplica los daños personales. Otra de los grandes metas de la nueva compañía es dotarse de un nuevo parque de locomotoras. Durante la posguerra, la tarea se centra en reparar incluso aquellas que son consideradas como inútiles al finalizar la contienda. La Maquinista Terrestre y Marítima reparó hasta 1945 un total de 203 máquinas; Babcock& Wilcox, 173; Euskalduna, 81; Construcciones Devis, 46; Astilleros de Cádiz, 69; Unión Naval de Levante, 12; Sociedad Española de Construcción Naval (Cartagena), 2; y Altos Hornos de Vizcaya, 2. De los talleres de la red nacional, el de mayor cifra de reparaciones en el mismo período es el de Valladolid, con 728 máquinas, seguido por el de San Andrés, con 616, ambos de la antigua Compañía del Norte. Les siguen MadridAtocha (MZA), con 432; Málaga (Andaluces), 251; Barcelona-Clot (MZA), 204; Vigo (Oeste), 148; Valencia-Alamadeda (Central Aragón) 54; Bilbao (Bilbao-Portugalete), 5; y Villarcayo (Santander-Mediterráneo), 1. Además, en los distintos depósitos de la firma estatal se reparan 242 locomotoras.

Casi una década tarda ‘la RENFE’ en consolidar el sector ferroviario. Y coincide, además, con un periodo de estancamiento de la economía española, lastrada por la escasez e intervención estatal, el mercado negro, el estraperlo, y la corrupción generalizada. El Estado, inmerso en la autarquía económica, pretende que el país sea autosuficiente, con una fuerte intervención en la vida económica. Controla la producción, el consumo, los precios, los salarios, el comercio y la inversión mediante leyes.

(Este texto forma parte de un reportaje publicado por mí en El Correo el 23 de enero de 2016, titulado «La RENFE de Franco»)

Rechazan la oferta de compra del tren de Sóller

El Consejo de Administración del Ferrocarril de Sóller rechaza expresamente, por mayoría absoluta de los consejeros, que representan el 57,33% del capital social de compañía, la oferta recibida por parte de Mundra Invest, S.L. para hacerse con el 51,01% del total de las acciones. A través de un comunicado, el consejo rompe el silencio que venía manteniendo para descartar la OPA lanzada por Mundra Invest S.L. a través de la empresa Goros, que representa a un «un grupo de menos de diez inversores» dispuestos a pagar hasta 25 millones de euros para tomar el control de la empresa. Diez de los once consejeros han votado por rehuir la oferta y otro se ha abstenido.

En la nota dirigida a los accionistas, se manifiesta que esta mayoría absoluta del consejo «entre acciones propias y representadas, suman el 57’33% del capital total». Esta decisión es firme. Y si se tiene en cuenta el porcentaje en poder de los consejeros contrarios a la venta, parece ya totalmente imposible que Goros S.L. pueda hacerse con poco más de la mitad de las acciones que necesita para tomar el control de la compañía que gestiona el tren turístico. De hecho el consejo así lo manifiesta al considerar que la negativa de vender «hace que decaiga la principal condición suspensiva de la oferta que hicieron los inversores, que era poder adquirir más del 50’01 por cierto del total».

Pero el consejo de administración no se limita a rechazar totalmente la opción de compra. También acusa directamente a los representantes de los inversores de «haber hecho numerosas manifestaciones en prensa, muchas de ellas totalmente tergiversadas, calumniosas o que no se ajustan a la verdad para intentar que los accionistas vendieran». El consejo afirma que «se reserva el derecho de ejercitar las acciones legales que considere oportunas en defensa del buen nombre de la compañía y de los miembros de su consejo directivo». Asegura también que a pesar de haberse presentado la OPA en pleno mes de agosto, «se informó puntualmente a todos los miembros del consejo y que la mayoría manifestó ya su intención de no vender».

En el comunicado firmado por el presidente del Ferrocarril de Sóller, Oscar Mayol, se remarca además que la decisión tomada este martes por la «inmensa mayoría del consejo» tiene como objetivo que el Ferrocarril de Sóller «mantenga su raíz sollerica» y recuerda que «su actual accionariado y órganos directivos, está formado en gran medida por descendientes de los fundadores». También considera que la condición que han puesto los inversores para comprar -la aprobación de una modificación estatutaria que dé vía libre a la transmisión de acciones- «sugiere algo así como una forma de tener las manos libres para vender a terceros». Todo ello, añaden, «sumado al escaso interés por la mayoría de pequeños accionistas en la venta de sus acciones hace totalmente inviable esta OPA».

Adif abandona Slisa

Adif anuncia la venta al grupo Suardiaz de su participación en Soluciones Logísticas Integrales (Slisa). El grupo naviero, que ya contaba con el 57,61% de las acciones de esta sociedad, ha ejercido su derecho de adquisición preferente para hacerse con el 40,3% controlado por el operador público, por lo que asume el control de la empresa a excepción de un 2,03%. Con esta operación, la compañía completa su salida del accionariado de empresas que explotan servicios vinculados con el transporte ferroviario.

Slisa está especializada desde 1994 en la gestión y manipulación de carga intermodal en terminales ferroviarias, efectuando transbordo de mercancías, maniobras ferroviarias y documentación comercial. Opera en Fuente San Luis, Silla, el puerto de Barcelona, Cerbere, Granollers y Tarragona. Slisa ha tenido experiencia como operador ferroviario en el transporte de material ferroviario a Chile, de locomotoras de Alstom (Barcelona), a Inglaterra y de coches a Israel.

Desde Adif explican que la operación “se ha visto propiciada por la necesidad de instrumentar el proceso de participación del sector privado en el transporte ferroviario dentro de un mercado competitivo, sujeto a las máximas garantías y transparencia”. En este sentido, la empresa pública asegura que “está impulsando la explotación de los servicios que se prestan en sus terminales por terceras empresas que las gestionan a su riesgo y ventura”.

Esta venta completa el proceso que ha llevado a cabo Adif para salir del accionariado de empresas explotadoras de servicios vinculados con el transporte ferroviario. “De este modo, la entidad pública podrá centrarse en la promoción de sus instalaciones e infraestructuras, así como en la realización y desarrollo de los proyectos estratégicos en que está inmersa”, sostiene Adif, que considera que la decisión también favorece a Slisa, “que evitará estar sujeta a una empresa que es órgano adjudicador de licitaciones, lo que podría suponer una eventual restricción en sus posibilidades de participación en el resto de las licitaciones”.

Los seis primeros meses en Bolsa dejan a Talgo por debajo del precio de salida y un descenso del 39,4%

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Talgo se deja un 39,4% en su primeros seis meses en Bolsa. El fabricante de trenes cotiza a 5,611 euros frente a los 9,25 euros a que se estrenó en el parqué, precio que arroja un descenso del 39,34% respecto al que el fabricante de trenes se estrenó en el parqué hace seis meses, el pasado 7 de mayo. Durante este primer medio año de negociación bursátil, la compañía ha cotizado siempre por debajo del precio de salida. Sus títulos han oscilado entre un mínimo y un máximo de 4,195 y 8,40 euros por acción, respectivamente.

Talgo colocó en bolsa 61 millones de acciones, representativas del 45% de su capital social, a través de una oferta pública de venta (OPV). Los accionistas del fabricante redujeron entonces al 55% su participación conjunta de control en la compañía. Se trata de Trilantic Capital Partners, la familia Oriol y el fondo de capital riesgo MCH Private Equity. Desde la salida a Bolsa, en el accionariado del fabricante ferroviario, en el que también está presente de forma indirecta el empresario Juan Abelló, se han posicionado distintos fondos de inversión.

Talgo, que suministra coches de viajeros, trenes AVE y trenes de muy Alta Velocidad, saltó al mercado mientras aborda una estrategia de expansión internacional. La compañía tiene identificados potenciales contratos por valor de hasta 13.400 millones de euros por los que concurrir durate los próximos cuatro años, para engrosar así su cartera de pedidos.

El fabricante ya obtiene del exterior el 72% de sus ingresos, dado que actualmente suministra y mantiene trenes en siete países (Portugal, Francia, Suiza, Italia, Estados Unidos, Kazajstán y Uzbekistán, además de en España) y equipos ferroviarios a otros 32. Talgo prevé abonar su primer dividendo en 2016, para el que contempla un ‘pay out’ de entre un 20% y un 30%.

Talgo se estrena en Bolsa con un precio de 8,60 euros por acción, un 7% menos que en la salida

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Talgo baja un 7% en su estreno en Bolsa. Marcado un primer precio de 8,60 euros por acción, frente al de 9,25 euros por título que el fabricante de trenes fijó para empezar a cotizar. La compañía ha colocado en el mercado títulos representativos del 45% de su capital a través de una oferta pública de venta de acciones (OPV) valorada en 570 millones de euros.

El presidente de Talgo, Carlos Palacio, ha sido el encargado de realizar el tradicional toque de campana en la Bolsa de Madrid con el que la empresa se ha convertido en sociedad cotizada y ha protagonizado el quinto debut bursátil del año. Para este histórico momento, la compañía ha tomado del Museo del Ferrocarril un antigua campana de las que antes se encontraban en las estaciones de tren, para dar así ‘la salida’ a la negociación de sus títulos con impronta ferroviaria.

La empresa ha hecho partícipes del arranque de la cotización a sus trabajadores, que han seguido la cuenta atrás y el toque de campana a través de pantallas colocadas en la planta madrileña de Las Matas, en la factoría vasca de Rivabellosa y en el parqué.

Talgo se ha estrenado en el mercado con una capitalización de 1.265 millones de euros y coincidiendo con la estrategia de expansión internacional que el fabricante lleva cabo desde hace unos años. En virtud de esta internacionalización, la compañía logra del exterior el 72% de su facturación y 77% de su cartera de contratos, que a cierre de 2104 se situaba en 3.692 millones de euros.

Tras su estreno bursatil, Talgo continua reforzando su proceso de internalización con la mirada hacia India y otros países emergentes. «Se trata de países que presentan una gran demanda de material ferroviario y que valoran la tecnología de Talgo», subraya Carlos Palacio. La compañía pretende seguir impulsando su diversificación geográfica y continuar con la estrategia de internacionalización que emprendió hace unos años, gracias a la cual actualmente logra en el exterior el 72% de sus ingresos y el 77% de su cartera de negocio.

El fabricante de trenes asegura que ninguno de los inversores institucionales que han entrado en Talgo ha tomado participaciones superiores al 3%. Según explica, han apostado por la compañía inversores de mercados como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia y también España. Palacio remarca que los actuales accionistas de la empresa, que a partir de ahora suman un 55% de su capital, continuarán en la compañía. Se trata de Trilantic Capital, de la familia Oriol y de MCH Private Equity.

Respecto al estreno a la baja de los títulos de la empresa, su consejero delegado, José María Oriol, manifiesta su confianza en que «lo que la compañía ha explicado al mercado y a las inversores lo pueda demostrar en el futuro materializándolo en proyectos». A cierre de 2014 contaba con una cartera de proyectos por acometer por valor de 3.692 millones de euros.

Talgo debutará en la Bolsa española en mayo a un precio de entre 9 y 11,5 euros por acción

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La campana de estreno está preparada. Talgo debutará en Bolsa el próximo 7 de mayo a un precio de entre 9 y 11,5 euros por acción, que supone valorar al fabricante ferroviario entre 1.231 y 1.574 millones de euros. La compañía que preside Carlos de Palacio colocará en el mercado a través de una oferta pública de venta (OPV) un paquete de unos 67 millones de acciones, equivalentes al 49,5% de su capital. La OPV de Talgo se dirige a inversores cualificados, nacionales y extranjeros, por lo que no reserva tramo alguno para particulares.

El fabricante de trenes cuenta con el Santander, JP Morgan y Nomura Internacional como entidades coordinadoras de la operación, y con Rothschild como asesor. El importe de la OPV estará entre 609 y 779 millones de euros, en función de la banda indicativa de precios fijada para Talgo en el folleto explicativo de la operación, que ya ha recibido la pertinente aprobación por parte de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

La salida a Bolsa de Talgo sucederá a las de Aena y Saeta (filial de energías renovables de ACS), y a la de Naturhouse. A estas está previsto que sucedan en los próximos meses la de Cellnex Telecom (Abertis Telecom) y la de Testa, filial de patrimonio de Sacyr.

En la actualidad, Talgo es 100% propiedad de Pegaso Rail International, un ‘holding’ del que Trilantic Capital Partners tiene un 63% del capital, la familia Oriol otro 20,3% y el fondo de capital riesgo MCH Private Equity, el 16,2% restante. En el accionariado del fabricante ferroviario también está presente el empresario Juan Abelló desde que hace un par de años tomara una participación en la compañía de forma indirecta, a través de un vehículo de inversión de dichos fondos.

Cuando el pasado mes de mayo la empresa anunció su intención de salir a Bolsa, su presidente, en un comunicado, destacó esta decisión como un «paso muy importante» en la historia de más de siete décadas de la compañía, que confía «fortalecerá su posición para el crecimiento continuo y el éxito futuro».

Talgo está desde 2007 inmerso en su estrategia de expansión internacional, gracias a la cual actualmente logra del exterior la mayor parte de sus ingresos. En 2014, la compañía facturó 384 millones de euros y registró un beneficio bruto de explotación (Ebitda) de 90 millones. La compañía suministra coches de viajeros, trenes AVE y trenes de muy Alta Velocidad, si bien está ampliando sus productos hacia trenes regionales.

Talgo suministra y mantiene trenes en siete países (Portugal, Francia, Suiza, Italia, Estados Unidos, Kazajstán y Uzbekistán, además de en España) y equipos ferroviarios a otros 32. Cuenta con una plantilla de 1.735 empleados, con dos fábricas en España, en Las Matas (Madrid) y en Rivabellosa (Alava), y una más en Astana (Kazajistán), además de oficinas en distintos países del mundo (Estados Unidos y Alemania) y oficinas comerciales en India Brasil, Emiratos Arabes.

Uno de los más destacados frutos de esta expansión en el exterior es la consecución a finales de 2011 del histórico contrato de suministro de los 35 trenes de Alta Velocidad que circularán por el AVE La Meca-Medina. Se trata de un pedido valorado en unos 1.600 millones de euros y que cuenta con una opción de compra adicional de 23 trenes más. La compañía ya entregó el pasado mes de diciembre la primera unidad tal como se establecía en el contrato. Hace unas semanas Talgo logró otro contrato con Arabia Saudí, un pedido de seis trenes AVE, por importe de 200 millones de euros, que la Saudi Railways Organization (SRO) destinará a cubrir la conexión entre Riad y la ciudad de Damman. Recientemente firmó un acuerdo con el grupo turco Albayrak en el marco de su estrategia de entrar en Turquía, un mercado que considera «muy importante», dados los proyectos ferroviarios de Alta Velocidad previstos en el país.

Talgo saldrá a Bolsa en mayo y ofertará un 40% de su capital social, creen fuentes del mercado

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Estaba anunciado. Talgo anuncia su intención de salir a Bolsa, a través de una oferta pública de venta (OPV) de acciones, sin precisar a qué cantidad de títulos afectará. Fuentes del mercado creen que la compañía podría colocar alrededor de un 40% de su capital social. La OPV consistirá en una oferta de títulos en manos de los actuales accionistas que se colocarán entre inversores institucionales internacionales. Según fuentes financiaras, la empresa está valorada por encima de 1.000 millones de euros. Las entidades financieras coordinadoras de la OPV son Banco Santander, J.P. Morgan Securities y Nomura International, junto con siete co-gestores adicionales, mientras que Rothschild actúa como asesor de la empresa en esta operación.

La OPV de Talgo sólo se dirigirá a inversores institucionales, nacionales e internacionales, y no contará con un tramo para particulares. La salida a Bolsa será probablemente en mayo y sucederá a las de Aena y Saeta (filial de energías renovables de ACS), a las que en los próximos meses también podrían sumarse la de Cellnex Telecom (Abertis Telecom), la de Isolux Corsán y la de Testa, filial de patrimonio de Sacyr.

El fabricante de trenes ha remitido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), para su correspondiente aprobación, el folleto de la operación en el que concretará el número de títulos a colocar y la banda de precios a la que los ofrece. Talgo, que cuenta con una planta en Rivabellosa (Álava) y otra en Las Matas (Madrid), es propiedad del ‘holding’ Pegaso Rail International (63%), por Trilantic Capital Partners, la familia Oriol (20,3%) y el fondo MCH Private Equity (16,2% restante). El empresario Juan Abelló participa con menos de un 3%.

Talgo cerró el ejercicio 2014 con un resultado bruto de explotación (ebitda) ajustado de 90 millones de euros y unos ingresos de 384 millones de euros. El grupo cuenta con 1.735 empleados. Entre otros proyectos, Talgo participa en el contrato del AVE entre Medina y la Meca, en Arabia Saudí, junto con las empresas integrantes del consorcio español. La adjudicación de este proyecto supone un importe conjunto de en torno a 6.700 millones de euros, y, para Talgo, dicho contrato representa un pedido de 1.600 millones de euros, que podrá llegar a 2.400 millones de euros cuando se ejecuten las opciones.

El tren ofertado es el Talgo 350, conocido como ‘El Pato’. Se trata del tren de alta velocidad más vendido de España, con el 50% de cuota de mercado de este segmento y que, en nuestro país, circula en los corredores de Madrid-Málaga, Madrid-Valencia, Madrid-Valladolid y los corredores transversales de Barcelona-Málaga y Barcelona-Sevilla. Han sido adjudicados al consorcio español 35 trenes, con su mantenimiento y con una opción complementaria de compra de 23 trenes más. Los trenes se fabrican en la planta de Álava de Talgo en España.

La adjudicación pone de manifiesto el éxito del proceso de internacionalización iniciado por Talgo en 2007 y que también ha dado sus frutos con importantes contratos en Kazajistán, Uzbekistán, EE UU y Rusia. El 83% de los nuevos contratos recibidos por Talgo en 2011 provinieron del mercado internacional. En marzo ha ganado un nuevo contrato en Arabia Saudí por el que suministrará seis trenes de alta velocidad por valor de unos 200 millones de euros para la línea entre Riad y Dammam -480 kilómetros-, donde el gobierno busca reducir el tiempo de viaje de 4 a 3 horas y aumentar la velocidad de diseño a los 200 kilómetros por hora.

¿Talgo sale a Bolsa?

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Estrategia de internacionalización y salida a Bolsa. El próximo día 28 de marzo Pegaso Rail International, compañía matriz de Talgo, consultará a la junta general de accionistas su posible salida a Bolsa. El fabricante ferroviario español estudia actualmente su eventual salto al mercado a través de una oferta pública de venta de acciones (OPV). En este proceso, cuenta con JP Morgan, Santander y Nomura como asesores. La propuesta constituye uno de los puntos del orden del día de la asamblea de Talgo.

Talgo es 100% propiedad del ‘holding’ Pegaso Rail International, a su vez participado por Trilantic Capital Partners (en un 63% ), la familia Oriol (20,3%) y el fondo de capital riesgo MCH Private Equity (16,2%). En el capital social del fabricante ferroviario también está presente el empresario Juan Abelló, que hace un par de años tomó una participación en la compañía de forma indirecta, a través de un vehículo de inversión de dichos fondos.

Talgo someterá a la asamblea la transformación de estos títulos representativos de las acciones en anotaciones en cuenta y la aprobación de unos nuevos estatutos sociales «teniendo en cuenta las modificaciones necesarias para adaptar los mismos a la normativa específica del mercado de valores y los estándares de las sociedades cotizadas». También plantea para su próxima junta de accionistas la realización de un ‘split’ (desdoblamiento) del número de acciones que conforman su capital social y su valor social.

El fabricante ferroviario propondrá a los socios la articulación de un plan de remuneración para los consejeros ejecutivos y determinados directivos de la compañía «referenciado al valor de la acción». Además, pedirá permiso a la junta para poder realizar, en el caso de que resulte necesario, ampliaciones de capital o emisiones de título de deuda, según consta en el orden del día de la asamblea publicado en el Boletín Oficial del Registro Mercantil (BORME).

Talgo desarrolla actualmente una destacada estrategia de internacionalización con la que a finales de 2011 logró el histórico contrato de suministro de los 35 trenes que circularán por la línea de alta velocidad Medina-La Meca, un pedido valorado en unos 1.600 millones de euros y que cuenta con una opción de compra adicional de 23 trenes más.

La compañía también confía que este año pueda lanzar el ‘Avril’, un tren de gran alta velocidad capaz de circular a una velocidad máxima de 380 kilómetros por hora y de transportar hasta 600 viajeros.

El fabricante ferroviario cuenta con dos fábricas en España, en Las Matas (Madrid) y en Rivabellosa (Alava), y una más en Astana (Kazkahstan), además de oficinas en distintos países del mundo (Estados Unidos y Alemania) y oficinas comerciales en India Brasil, Emiratos Arabes. Los trenes de Talgo circulan por las vías férreas de Portugal, Francia, Suiza, Italia, Estados Unidos, Kazajstán y Uzbekistán, además de en España.

¿Se vende el metro de Málaga?

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Cotización al alza y acciones a la venta. El fondo de capital riesgo estadounidense Blackstone ha presentado una oferta a Sando, Azvi y Cajamar, accionistas de la sociedad Metro de Málaga, para la compra de sus títulos, que en conjunto representan el 39,4% del capital. La operación, en caso de que prosperen y se cierren las negociaciones abiertas, supondría la adquisición de casi el 40% del accionariado de la firma, actualmente en manos de la constructora malagueña Sando (8,57%), de Cointer (Azvi) (11,96%) y de Cajamar (18,86%). La sociedad Metro de Málaga dispone de la concesión para la explotación comercial del suburbano hasta el año 2042.

Pase lo que pase con esta opción de compra, lo cierto es que el Ayuntamiento de la capital malagueña «no contempla» la posibilidad de entrar a formar parte de la sociedad encargada de construir y explotar el metro de la ciudad. «Intentaremos ayudar para que el desarrollo de esta infraestructura sea el mejor posible, pero sin tener que ser accionistas», asegura el alcalde Francisco de la Torre. «En el arranque había reservado un 10% y luego se cerró la puerta», indica el regidor, si bien explica que «esas cosas tienen su tiempo, pero ahora no tenemos previsto ese tema, ni tenemos una partida presupuestaria ni entra en nuestro campo de interés»

De la Torre, sein embargo, que siempre ha cuestionado el modelo elegido por la Junta para la construcción y explotación del suburbano, dice tener «poco que opinar sobre la operación, en tanto que forma parte del «ejercicio de la libertad de decisión de las empresas que son accionistas y que pueden vender sus acciones«. A su juicio, lo que hay que procurar es que «el metro funcione lo mejor posible».

La compra sigue sin cerrarse, aunque las conversaciones de Blackstone con las tres empresas afectadas avanzan, según fuentes conocedoras del proceso. Sin embargo, la Agencia Obra Pública de Andalucía, que posee el 23,69% de la sociedad, precisa que antes de su culminación debe seguir unos trámites establecidos en los estatutos de la concesionaria y en el propio contrato de concesión.

Uno de los elementos a subrayar de la iniciativa es el alto valor económico que podría alcanzar la venta, puesta en conocimiento por parte de los socios del Metro el pasado 8 de enero. A este respecto, varias fuentes próximas a la operación aludieron a que podría alcanzar, en su globalidad, los 100 millones de euros. El montante gana en relevancia si se toma en cuenta que el capital social de la empresa es de 136,5 millones. Conforme a la parte del pastel pendiente de venta, la compra alcanzaría un valor nominal de 54,6 millones de euros. Es decir, que el citado fondo de inversión está en disposición de pagar del orden de un 80% más.

Tanto la agencia autonómica, en calidad de administración concedente, como el resto de accionistas que forman parte de la sociedad tienen opciones preferentes en caso de compraventa. Disponen de un plazo para poder formalizar contraofertas a la realizada por el fondo norteamericano para hacerse con esta parte del paquete accionarial. No parace que la Junta de Andalucía vaya mover ficha, dado lo elevado del coste. Quedaría pues la duda respecto al comportamiento que tendrán los otros accionistas. De ellos, FCC y Globalvía suman el 25,33%; Comsa-Emte, el 10,56%, y Vera, 1,03%. Fuentes de Cajamar confirmaron la existencia de conversaciones con el citado fondo desde hace varios meses..

Desde la Agencia de Obra Pública sí se apresuran a precisar que la potencial compra por parte de un grupo extranjero no tendrá incidencia alguna en la prestación del servicio, ya que el mismo queda garantizado «y en todo caso en condiciones de calidad». Las propias condiciones del contrato deja en manos de la Junta la última potestad sobre todo lo relacionado con horarios, servicios especiales, frecuencia de paso y tarifas.

Otro elemento que puede servir de referencia respecto a la envergadura de la operación que se negocia en Málaga es la venta del 88% de las acciones de Metro de Sevilla hace ahora algo más de un año. La adquisición, impulsada por Globalvía (participada por FCC y Bankia) trajo consigo un desembolso final de 154 millones de euros. El capital social de esa sociedad es de 128,6 millones.

No es descartable que éste no sea el último fondo de inversiones que acabe teniendo un papel relevante dentro del Metro de Málaga. Desde hace varios meses las empresas FCC y Bankia, poseedoras de Globalvía, negocian su posible venta a un fondo de origen malayo.