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Fin de trayecto; muchas gracias por viajar

Mi último post. Antes de lo que tenía previsto, os comunico que dejo de postear en Treneando. Prefiero dejarlo morir así, antes de que la audiencia me eche.  Porque si soy sincero, ya ni me divierte ni me entretiene, así que es mejor dejarlo de golpe, antes de que me vea obligado a sacrificarlo. Son doce años y medio de entradas diarias, sin faltar un solo día a la cita, pero hasta aquí hemos llegado. Fin de trayecto. Muchas gracias por viajar conmigo.

Cuando estaba activo en el periódico, me sobraban temas sobre los que escribir. A mis muchas fuentes, podía añadir las de las agencias, las de otros periódicos afines, las de muchos compañeros que amablemente me prestaban sus noticias para incluirlas en Treneando y un sinfín de colaboraciones desinteresadas. Con el tiempo, una vez que he dejado el periodismo activo, esas fuentes se han ido secando, en un lento goteo. La verdad es que aún tengo la suerte de tener unos cuantos manantiales (sobre todo Renfe) que me nutren de noticias, pero están al alcance de cualquiera que se maneje en las redes sociales o esté suscrito a un medio digital. Pocas novedades podía ofrecer a una audiencia que sabe mucho de trenes y que está al cabo de la calle. 

Tampoco los blogs son lo que eran hace una década; han decaído con el paso del tiempo. Ahora pueden más las redes sociales. Consciente de ello, me comprometí a seguir manteniendo Treneando durante más tiempo del que en un inicio pude pensar. Casi 5.000 días he acudido puntual a mi cita con vosotros, hasta que un inoportuno incidente me obligó a cortar la comunicación con el mundo exterior. Durante esta ausencia, me he batido en una lucha interior sobre Treneando: dejarlo morir o mantenerlo a disgusto, solo por obligación. Al final, el sentido común me indica que lo mejor (ya se sabe, enemigo de la bueno) es una buena cirugía: cortar de raíz y esperar a que no gangrene.

Han sido unos años de enorme satisfacción. Comprobar no solo que el blog crecía sino que interesaba a a muchos, y que me permitía hacerme un hueco entre los mejores del sector, me producía un enorme regocijo. Treneando me ha proporcionado mucho placer; me ha permitido conocer a gente de este maravilloso mundo ferroviario; recoger unos cuantos premios periodísticos; obtener agradecimientos de muchos lectores; lograr superar audiencias de otros blogs similares; conseguir suscripciones diarias de casi mil lectores…lo dicho, un enorme placer. No por placentero, todo no ha sido un camino de rosas. Porque ha supuesto un sacrificio en muchas ocasiones, ya que ni en vacaciones he dejado de acudir a esa cita diaria que me marqué en mis comienzos y que muchos vaticinaban que iba a ser imposible cumplir.

El viaje termina aquí, pero no mi afición por el mundo del tren. Treneando no muere, al menos de momento. Pienso mantener el dominio (encima me cuesta dinero), al menos, un par de años más, por lo que siempre habrá alguien que me encuentre por la blogosfera. Luego, sí; lo perderé. No sé como indexará Google mis casi 5.000 entradas, pero por ahí andará, hasta que lo borren del servidor y desaparezca para siempre. Que nos quiten lo bailado. No quiero ser desagradecido, ni tan siquiera con lo que no han querido ayudarme (no es cuestión de dar nombres). Por todos estos años, gracias; muchas gracias a todos. Seguro que habrá otros viajes y otros   trenes, aunque el mío ya no volverá a salir. ¡Hasta siempre!

Doce años de Treneando

Decimosegundo aniversario del blog. Como cada 23 de diciembre, este es un día que suelo dedicar a recrearme (solo un un poco ) y hablar en primera persona para presumir de esta web que, cuando nació, solo aspiraba a hacerse un pequeño hueco en el mundo ferroviario. Nunca habría imaginado que, pasado este tiempo, seguiría activa y actualizada en el día a día para intentar contribuir a la divulgación de historias ferroviarias. Y nunca soñé, lo confieso, en superar tantas difictultades para que la página sea una referencia diaria para cientos de aficionados.

Soy, por tanto, el primero en felicitarme por este largo camino recorrido en esta década sobrepasada. Y me congratulo porque, el simple hecho de seguir con estes hobby, es ya de por sí todo un logro. Dicen que la media de vida de una bitácora apenas si supera los cinco meses. Los estudios calculan que en Internet habrá 150 millones de blogs, pero que solo se mantiene el 1%. activo. Así que objetivamente mantener un blog durante doce años resulta una empresa notoria, sea éste o cualquier otro de los que funcionan por ahí. Me permito ahora no solo felicitarme, sino congratularme de poder compartir lectura con otras bitácoras dedicadas al mundo del ferrocarril; las que hay son muy buenas, lo reconozco, y se hace difícil competir con ellas.

Como os decía hace un año, tal día como hoy, también se nota el paso del tiempo; más en el ánimo que en la intención, pero reconozco que se me ha pasado por la cabeza dejarlo. Al contrario de lo que a muchos les ha sucedido, la pandemia ha reactivado mi motivación para que Treneando acuda a la cita diaria con sus lectores, consciente de que muchos de vosotros lo habéis pasado mal durante este tiempo. Y con la intención de animaros y distraer vuestra atención de los problemas derivados de la covid-19, con mi modesta aportación he querido evitaros, cuando menos, la sensación de soledad. Admito que ha habido momentos en que no había noticias sobre el mundo del tren. Por eso tuve que desempolvar apuntes, recurrir a libros especializados e incluso consultar a otros compañeros para llenar el espacio. De esos recursos, nacieron extensas series (vehículos, lcomotoras, estaciones, oficios…) con los que he ido cubriendo el día a día mejor de lo que yo esperaba y que tengo constancia de que han gustado a la mayor parte de quienes las leéis (a estas alturas del año he superado con creces los datos de todo el 2019).

Cuando cumplo cada año con esta rendición de cuentas, siempre repito lo mismo. Treneando aspira a una de estas tres máximas: informar, explorar y entretener. Perdonad mis errores; a buen seguro que los cometo. Sed indulgentes con mis fallos. Sigo aprendiendo; e intento que otros también lo hagan. Seguro que muchas veces no seré original. Pero os prometo que intento buscar la diferencia: incidir en un matiz, un punto de vista distinto, más distante, menos entregado. Mi pasión son los trenes, las vías, los vehículos, las infraestructuras que hacen posible mover el ferrocarril. Y en ese empeño pongo todos los días parte de mi vida para acercarme un poco más a quienes me seguís. Y os agradezco
de todo corazón que estéis ahí fuera leyendo mis historias. Confío en poder llegar a esta cita en 2021 con el mismo entusiasmo y energía renovada.

Y aquí os va la felicitación de este año

Treneando supera los 6 millones de visitas

¡Por fin! Abandono el cinco, que ya se me hacía largo, y entro en el seis. Treneando supera ya los 6.000.000 hits o impactos y quiero haceros partícipes de este logro, porque la ocasión así lo requiere. Dejadme, por tanto, que hoy presuma de ello y celebre este acontecimiento con este sencillo, pero obligado post, con el que quiero daros las gracias por seguir ahí después de tantos años.

Como sabéis, Treneando abre todos los días del año para satisfacer la curiosidad, el entretenimiento o la información, objetivo final de esta humilde bitácora que creo que se ha hecho un pequeño hueco en el quehacer diario de muchos de vosotros. Como se dice en su presentación, Treneando está para contar ¡todo! lo que acontece en torno al mundo del tren. Y en ese todo caben tantas cosas que, al final, se hace más fácil de lo que parece la cita diaria. Porque, seamos sinceros, uno escribe con un solo fin: que le lean. Y cuanto más se pueda contribuir a difundir el mundo del tren, popularizarlo y hacerlo accesible a todos, mejor para mí y mejor para los lectores de esta bitácora.

Superar los 6.000.000 de visitas colma las aspiraciones de cualquiera. Como he repetido ya varias veces, este blog nació casi por casualidad, tratando de demostrar si la herramienta era válida para construir unas bitácoras interesantes, aunque en una plataforma diferente. Y el primero que quedó atrapado en esa tupida red fui yo, que ya no puedo escapar a esta cita diaria con quienes estáis ahí, al final de la cadena, para leerme. El reto es sencillo; acudir a la cita puntual (algunos creen que soy demasiado persistente y constante) con mi testimonio del día (hubo un tiempo en que escribía hasta tres posts diarios, pero es evidente que ese ritmo resulta desmesurado). Me consta que hay lectores habituales que esperan, poco antes de la medianoche, el encuentro con Treneando. Y eso ya es suficiente aliciente. Reconozco que he intentado desengancharme y dejar respirar un poco a los más adictos, pero me da cierto vértigo. Algún día tendrá que ser.

Treneando nunca ha pretendido ser una plataforma para especialistas (las hay muy buenas e interesantes). Más bien el objetivo es hacer visible y palpable ese universo que se mueve entre las dos vías; sin espantar a los primeros y conquistar a los demás o, al menos, tentarles. Y con el tiempo, he ido alcanzado pretensiones más altas, por qué no, de forma que esta bitácora sea cuando menos objeto de curiosidad para mucha gente. Y con ese ánimo me enfrento todos los días a una batalla que confío en ganar para alcanzar el verdadero premio: lectores que necesiten leer y que se sientan satisfechos con lo que leen. Tan sólo eso.

Gracias a este blog he ido consolidando mis conocimientos, que siguen siendo muy pequeños. Y creo haber conseguido abrir un pequeño agujero en ese mundo tan pétreo de los ferroviarios que miran con recelo a los que somos ajenos al sector. Me consta que no lo hacen a mala fe; pero desconfían (no sin razón) de quienes pretenden dar lecciones y señalar caminos. Poco a poco, con un trabajo constante, he ganado algunas confianzas, pero reconozco que aún parezco sospechoso (…). Cada día me esfuerzo más para desterrar miedos y prejuicios.

Treneando me da ocasión de profundizar en algunos de los temas y completar un conjunto de series que quizá vean la luz algún día en formato libro. De hecho, llevo un tiempo preparando textos para dos publicaciones con cierto empaque y muy visuales. Una, sobre las estaciones más singulares de la geografía española; la otra, sobre el parque de locomotoras de vapor y sus curiosas denominaciones. Como digo, confío en que pronto puedan interesar a algún editor y apueste por su publicación.

Perdonad este ejercicio de ombliguismo. A algunos os parecerá superfluo; otros pensaréis que tampoco es para tanto. Quizá haya incluso algunos que festejéis conmigo esta ocasión. A todos, sin excepción, os doy las gracias. Gracias por permitirme seguir escribiendo sobre el mundo del tren. ¡Seis millones de gracias!

Once años de Treneando

Decimoprimer aniversario del blog. Como cada 23 de diciembre, es el día que dedico esta entrada a recrearme un poco en esta página web que, cuando nació, tan solo aspiraba a hacerse un pequeño hueco en el mundo ferroviario. Consciente de que esta pasión alcanza a miles de personas, intentaba poner un pequeño granito de arena en la divulgación de historias ferroviarias. Y nunca pensé que ese oficio diario me llevara hasta aquí.

Me permito, por tanto, felicitarme por este largo camino que he recorrido en estos últimos once años. Y me congratulo porque, el simple hecho de seguir con estes hobby, es ya de por sí todo un logro. En este mundo tan efímero de la blogosfera, la media de vida de una bitácora dicen que apenas si supera los cinco meses. Los estudios calculan que en Internet habrá 150 millones de blogs, pero que solo se mantiene el 1%. activo. ¡Cómo para no sentir satisfacción por estos once años! ¡Es todo un éxito!

Os confieso que se nota el paso del tiempo; y mucho. No tanto por el contenido del blog, más o menos parecido a los tiempos de bonanza (superaba las 2.500 lecturas diarias), sino porque en estos momentos, los impactos se han reducido considerablemente (hay quien habla de la muerte de los blogs…) Eso desanima, no os lo oculto; e incluso te hace pensar que quizá ha llegado la hora de dejarlo. La idea me ronda por la cabeza desde hace tiempo. Visto lo visto…Como decía Paul Auster «no es que escribir me produzca un gran placer, pero es mucho peor si no lo hago”. Así que me propongo mantenerme vivo otro año más. Quizá se reduzca la producción; quizá no asista a diario a esta cita. Pero si lo hago, siempre acudiré con el mismo espíritu que dio sentido a este blog. Y superar cuantos obstáculos se presenten para estar ahí, al pie del cañón.

Como os digo, desalienta ver cómo el blog pierde lectores. Y eso alienta los pensamientos negativos. Porque en definitiva, uno escribe para que le lean ¿por qué si no? Pero me estimula saber que casi mil personas reciben todos los días el contenido de mi blog porque han decidido suscribirse a Treneando. Lo uno por lo otro. Así que, vuelvo a repetirme, intentaré seguir un tiempo más y trataré de aportar otros granitos de arena.

Cada año os repito lo mismo. Treneando aspira a una de estas tres máximas: informar, explorar y entretener. Perdonad mis errores; a buen seguro que los cometo. Sed indulgentes con mis fallos. Sigo aprendiendo; e intento que otros también lo hagan. Seguro que muchas veces no seré original. Pero os prometo que intento buscar la diferencia: incidir en un matiz, un punto de vista distinto, más distante, menos entregado. Mi pasión son los trenes, las vías, los vehículos, las infraestructuras que hacen posible mover el ferrocarril. Y en ese empeño pongo todos los días parte de mi vida para acercarme un poco más a quienes me seguís.

Y aquí os va la felicitación de este año

Una década con Treneando

Diez años ya. Dos lustros con esta cita diaria en la Red. Toda una década. ¡Por fin! Este día se cumple el décimo aniversario de Treneando. Todo un logro para este mundo tan efímero de la blogosfera, donde se calcula en cinco meses la media de vida de una bitácora. Hay quien sostiene que en el mundo habrá 150 millones de blogs, pero que solo se mantiene el 1%. activo ¡Cómo para no sentir que estos diez años son todo un éxito!

El número 10 es ante todo un número virtuoso (sigo la simbología de los números, como en años anteriores). Históricamente ha jugado un papel fundamental en todas las culturas y creencias. Además, es un número sagrado como ya dijo en su día Pitágoras. Los pueblos antiguos contaban con los dedos de las manos y, cuando llegaban a diez, agrupaban sus múltiplos. Aunque los primeros en utilizar la denominada “base diez” en matemáticas fueron los egipcios, en la filosofía pitagórica se tomó el número diez como sinónimo de perfección, relacionándose con el ser supremo.

El matemático Leibniz dijo que el número uno como símbolo de la unidad representa a Dios y que el cero representa la nada, llegando así a la conclusión de que Dios creó el Universo a partir de la nada. En el cristianismo se repite el número diez en innumerables situaciones: los diez mandamientos, las diez plagas que azotaron Egipto… Además, diez son los antepasados que comparten Adán y Noé, y hay también diez entre Noé y Abraham. Para los hebreos, la Yod, que equivale al diez, es la primera letra que forma el nombre de Dios. Así mismo, en la actualidad se ha establecido el diez como la nota más alta en la escala habitual entre el cero y el 10, es decir, la perfección.

No os extrañe, por tanto, que dedique este día a darme un homenaje. Celebro el tiempo transcurrido, aunque con la carga de la responsabilidad. Y más en esta ocasión, que cierro el ciclo (y lo empiezo) con el reconocimiento de los lectores (5.435.000 impactos) y algún que otro premio durante este tiempo (Guadix y Euskadi). Pero el tiempo también deja su huella. Y es probable que durante este nuevo tiempo que se abre ahora lo notéis. Porque quizá no acuda a diario, como hasta ahora, a este cita con vosotros.

En esta particular confesión os digo lo mismo. Mi contrato es inequívoco. Treneando aspira a una de estas tres máximas: informar, explorar y entretener. Perdonad mis errores; a buen seguro que los cometo. Sed indulgentes con mis fallos. Sigo aprendiendo; e intento que otros también lo hagan. Seguro que muchas veces no seré original. Pero os prometo que intento buscar la diferencia: incidir en un matiz, un punto de vista distinto, más distante, menos entregado. Mi pasión son los trenes, las vías, los vehículos, las infraestructuras que hacen posible mover el ferrocarril. Y en ese empeño pongo todos los días parte de mi vida para acercarme un poco más a quienes me seguís.

“No es que escribir me produzca un gran placer, pero es mucho peor si no lo hago”, decía Paul Auster: Así que confío en mantenerme vivo otro año más. Quizá con menos producción, pero con el mismo espíritu que dio sentido a este blog. Y superar cuantos obstáculos se presenten para estar ahí, al pie del cañón.

Y aquí os va la felicitación de este año

Nueve años en la red con Treneando

Nueva efeméride. Voy con lo evidente, siguiendo ya el juego que llevo cada vez que sumple un aniversario y que suele gustar. Basta con que retrocedan un año en este blog y busquen el mismo día de hoy, pero del año 2016. Ahí se hablaba del ocho. Así que puestos a buscar excusas para celebrar por todo lo alto este aniversario, he decidido seguir el rumbo anterior y seguir con las analogías y simbolismos del número 9.

El nueve (9) es el número natural que sigue al ocho y precede al diez. Lo dice sí de claro la wiki: 9 es el cuadrado de 3. El número nueve es el signo de los ideales, el interés Universal y el espíritu de combate con fines humanitarios. Simboliza la Luz interior, priorizando ideales y sueňos, vivenciados mediante las emociones y la intuición. Representa la ascensión a un grado superior de consciencia y la capacidad de desplegar amor a los otros. Es creativo, idealista, original y bondadoso. ¡Casi nada la del tuerto! (Mi amigo y colega Luis Alfonso Gámez estará que trina).

Planeta Nueve, Noveno Planeta o Phattie es el nombre provisional dado a un hipotético planeta helado de gran tamaño que podría existir en el sistema solar exterior, principalmente a partir del estudio publicado el 20 de enero de 2016 en el Astronomical Journal​ por los astrónomos del Instituto Tecnológico de California (Caltech) Michael E. Brown y Konstantin Batygin. Se estima que el planeta tiene diez veces la masa​ y de dos a cuatro veces el diámetro de la Tierra.

Este suele ser un día dedicado a darme un homenaje. Después de 365 días regreso a la casilla de salida, aunque con un año más. Celebro el tiempo transcurrido, aunque con el pensamiento puesto en el futuro. Con el objetivo de llegar al décimo. Es una forma, de rendir cuentas de los días (semanas, meses, años) transcurridos desde que este blog nació hace ya nueve años. Vamos, lo que el común de los mortales denomina ombliguismo. Y más en esta ocasión, que cierro el ciclo (y lo empiezo) con ese premio tan emocionante que he recibido hace unas semanas. Y por sobrepasar los 5.000.000 de impactos.

Dicen que el tiempo pasa sin que se note. Falso. El tiempo deja su huella. De una u otra forma, nos marca para siempre. Bien porque aprendemos de las malas experiencias, bien porque copìemos aquello que nos ha resultado exitoso. Pero no siempre es igual. Tenemos tendencia a recordar solo lo bueno. “La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado”, decía el maestro Gabo. “Los hombres son como los vinos: la edad agria los malos y mejora los buenos”, pensaba Cicerón.

El tiempo da y quita razones. Y así, mientras pasamos la existencia, vemos cómo debemos desdecirnos de lo que hemos jurado, y rectificar, si es que somos maduros, cuando nos equivocamos. Y por mucha razón que llevemos, no conviene presumir de los aciertos. “La verdad que escribir constituye el placer más profundo, que te lean es sólo un placer superficial”, decía Virginia Wolf. No estoy de acuerdo. Uno escribe para que le lean. Más bien comulgo con la idea de Paul Auster: “No es que escribir me produzca un gran placer, pero es mucho peor si no lo hago”.

Cada vez que me cito con vosotros en esta particular confesión os digo lo mismo. Mi contrato es inequívoco. Treneando aspira a una de estas tres máximas: informar, explorar y entretener. Perdonad mis errores; a buen seguro que los cometo. Sed indulgentes con mis fallos. Sigo aprendiendo; e intento que otros también lo hagan. Seguro que muchas veces no seré original. Pero os prometo que trato de buscar la diferencia con los demás: destacar un matiz, un punto de vista distinto, más distante, menos entregado. Mi pasión son los trenes, las vías, los vehículos, las infraestructuras que hacen posible mover el ferrocarril. Y en ese empeño pongo todos los días parte de mi vida para acercarme un poco más a quienes me seguís. Por mí, ahí sigo…un año más. ¡A por el décimo!

Y aquí os va la felicitación de este año

Trenando alcanza los cinco millones

Cinco millones es, más o menos, la población de ciudades como Santiago de Chile, Guandzhou, San Petesburgo y Kinshasa. Cinco millones es el censo de votantes de Cataluña en las elecciones del 21-D. Cinco millones sufren en nuestro pais la pobreza energética. Y ahora son cinco millones los lectores de Treneando. Y a mí me parece una cifra tan redonda e impactante que no puedo menos que congratularme de ello. Y todo os lo debo a vosotros.

Treneando abre todos los días del año. Ni festivos, ni fines de semana ni vacaciones lo encontráis cerrado. No me canso de repetir que este humilde blog solo tiene un objetivo. Está ahí para contar lo que acontece en torno al mundo del tren. Y en ese todo caben tantas cosas que, al final, se hace más fácil de lo que parece comparecer a diario ante vosotros. Porque, seamos sinceros, uno escribe con un solo fin: que te lean. Y cuanto más se pueda contribuir a difundir el mundo del tren, popularizarlo y hacerlo accesible a todos, mejor para mí y mejor para los lectores de esta bitácora.

Superar los 5.000.000 de visitas colma las aspiraciones de cualquiera. Como he repetido ya varias veces, este blog nació casi por casualidad, tratando de demostrar si la herramienta era válida para construir unas bitácoras interesantes, aunque en una plataforma diferente. Y el primero que quedó atrapado en esa tupida red fui yo, que ya no puedo escapar a esa cita diaria con quienes estáis ahí, al final de la cadena, para leerme. El reto era ese, acudir a ese encuentro permanente (algunos creen que soy demasiado persistente y constante) con mi testimonio del día (hubo un tiempo en que escribía hasta tres posts diarios, pero es evidente que ese ritmo resulta desmesurado). Me consta que hay lectores habituales que esperan, poco después de la medianoche, la sesión de Treneando. Y eso ya es suficiente aliciente para no sucumbir a la tentación de dejarlo.

Os confieso que se me ha pasado por la cabeza dejar morir lentamente la bitácora. Pero algo dentro de mí, me impide hacerlo. Mucho más difícil lo es ahora, cuando mis compañeros de profesión en Euskadi han decidido otorgarme el Premio de Periodismo Digital 2017. Así que me veo ‘obligado’ a seguir en la brecha. A buscar relatos, noticias, curiosidades y reportajes que os puedan interesar. Soy consciente de que no siempre consigo el máximo. Pero de verdad que lo intento.

No os quiero dar la paliza con mis sentimientos. No me gusta escribir sobre mí y lo que pienso. Solo rompo con la norma, cuando no hay más remedio. Y creo que esta ocasión lo merece. Deseadme, al menos, fuerzas, ganas e ilusión para acudir con vosotros a nuestra cita de cada día. Y a alcanzar los seis millones. Gracias.

Treneando, premio Periodismo Digital 2017

La Asociación Vasca de Periodistas y el Colegio Vasco de Periodistas han otorgado el premio Periodismo Vasco 2017 en la categoría digital al blog ‘Treneando’, dedicado al mundo del ferrocarril. Estos organismos reconocen así un proyecto que nació como «un experimento para explorar las posibilidades de los blogs» dentro del periódico El Correo de Bilbao y que se tienen afán de convertirse en una estación de parada obligada para los aficionados al mundo ferroviario.

Los trenes están para ir de un lugar a otro. Y a mí me ha traído hasta aquí unos de esos convoyes. Treneando nació como un experimento: queríamos probar si los blogs podían ser una herramienta útil desde el punto de vista profesional. Me dejé enredar por un gran compañero y amigo, Luis Alfonso Gámez, que se empeñó en que abriera una bitácora para dar a conocer lo que he aprendido de ese mundo. Y son ya nueve años contando cosas, todos los días del año, sin dejar ni uno solo sin publicar el post diario (ni en vacaciones). Van ya 3.550 anotaciones. Desde reportajes históricos hasta curiosidades -hubo un puente sobre el río Kwai?-, pasando por noticias de la industria, análisis de accidentes y disecciones de récords. Es muy probable que a finales de 2017 llegue a los 5 millones de visitas.

Treneando me ha permitido reencontrarme con la verdadera esencia del Periodismo. Cuando el periódico me sacó de la calle para ejercer funciones de organización y edición, el gran maestro de periodistas César Coca me aconsejó que no dejara de escribir. Aunque tarde, seguí su recomendación. En este largo viaje, mi pasión por el mundo ferroviario me dio más conocimientos, contactos, fuentes y seguridad para saltar con un centenar de temas a la web y a las páginas del periódico. Creo que ido cumpliendo una por una con todas las efemérides del tren: aniversario del AVE, llegada del Talgo, creación de Renfe, siglo y medio de tren en Bilbao, 125 años de la estación de la Concordia, cien años de Atxuri, el funi… Un reportaje sobre la máquina más cinematográfica del país me permitió ganar el Premio Nacional de Periodismo Ciudad de Guadix (2014). Los contactos me llevaron a mostrar en primicia en la primera del periódico los coches de Talgo que hoy ruedan en rabia saudí, en eso que se ha llamado el ‘AVE del desierto’. La experiencia adquirida también me ha proporcionado, entre otras cosas, acercarme a la universidad, donde he impartido seminarios sobre turismo ferroviario. También he tenido la oportunidad de explicarles a los ferroviarios, un mundo muy endogámico y encerrado en sí mismo, lo que a los periodistas nos interesa.

Los premios son un colofón excelente para tanto esfuerzo empleado en esta pasión tan confesable. Pero también obtienes compensaciones diarias cuando te piden datos y pistas para preparar una novela, un trabajo periodístico, una tesis doctoral o los deberes escolares. O te llaman de otros medios para que les autorices a refritar uno de tus temas. El sumun del gusto (y del regodeo) es cuando te viene uno de tus compañeros más jóvenes porque un gabinete de prensa le ha recomendado que se ponga en contacto contigo para escribir un reportaje. Y además consigues más contactos que te proporcionan otros temas y contactos para enriquecer más los conocimientos adquiridos.

Que sean, además, compañeros de la profesión quienes reconozcan tu trabajo resulta aún más emocionante. Alguna vez os he confesado que esta afición por el ferrocarril nació hace más de 30 años tras comprar una maqueta. Me pregunté de dónde venía la máquina Mitsubishi. Y comencé a leer cosas sobre trenes. Así empezó todo. ‘Treneando’ tiene futuro. En 2018 haré algunos cambios para seguir creciendo. Y confío en teneros ahí detrás, dando aire a mis proyectos.

Ane Irazabal, en la categoría de periodistas vascos; Gervasio Sánchez, premio José María Portell a la Libertad de Expresión; Mariano Ferrer e Iñaki Iriarte, por su trayectoria profesional, y Euskal Herriko Bertsolari Txapelketa, como institución, han sido los otros galardonados en los premios Periodismo Vasco 2017.

Treneando lleva ya siete años con vosotros y la red

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En algunas religiones el siete es un número sagrado al igual que el ocho. Basta con mirar la wiki (sí, lo confieso ¿y por qué no?) para saber que el siete es un número muy recurrente en la cultura: los días de la semana, los colores del arco iris y los pecados capitales. El origen de esta popularidad está en la observación del cielo por los antiguos astrónomos. La inmensa mayoría de las estrellas no cambiaban de posición las unas respecto a las otras durante el año. Sin embargo, observaron siete cuerpos celestes que sí lo hacían. El Sol y la Luna, los dos primeros, evidentemente formaban parte de ellos. Los otros cinco eran los planetas que pueden verse a simple vista, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno, y que los pueblos antiguos consideraban estrellas móviles.

¿Y qué tiene que ver esto con los trenes? Nada. Pero retomando la misma idea del pasado año (cuando cumplía seis años con vosotros), vuelvo a esta imagen para ‘ilustrar’ esta entrada. Se cumple hoy el séptimo aniversario de Treneando. Y el propósito es que esto no se acabe y vaya a más (hasta donde llegue el cuerpo y la mente).

Me repito, lo sé. Pero no hay otra. Cuando comencé a escribir este blog, me comprometí a dos cosas: contagiar mi pasión por el mundo del tren y tocar la fibra sensible de quien tiene el ferrocarril como uno de sus referentes. No sé si lo he logrado. A lo mejor ni me he acercado. Pero mi contrato, pasados estos siete años de aquellos inicios, sigue vigente. Reconozco que hoy es una responsabilidad y obligación diaria. También cierto sacrificio; pero me sigue ilusionando, como el primer día, acudir a la cita con cientos de vosotros, que me leeis

Con Treneando aspiraba a una de estas tres máximas: informar, explorar y entretener. ¡Ojalá consiguiese siempre las tres! Pero si solo alcanzo una, ya me conformo. Espero no aburrir ni caer en la atonía. Intento superarme. Reconozco que no es fácil salir siempre triunfante de esta empresa. Acudir a esta cita diaria, y salir airoso del trance, tiene sus dificultades. Pero ese es precisamente mi contrato con vosotros.

Perdonad mis errores, que seguro que los he cometido, y sed indulgentes con mis fallos. Sigo aprendiendo e intento que otros también lo hagan. Seguro que muchas veces que no seré original, pero os prometo que trato de destacar un matiz, alguna diferencia o un punto distinto para diferenciar mis posts de otros que podéis encontrar en la red. Al fin y al cabo casi todos bebemos de las mismas fuentes. Necesito que me hagáis llegar vuestras impresiones, comentarios e, incluso, vuestras discrepancias. Quizá es lo que más falla en este blog: hay pocos comentarios. Os necesito, de verdad. Leedme y comentad.

Os recuerdo que además me podéis seguir a diario en facebook (hay un grupo especial que se llama ‘Soy amigo del tren’) y en twitter (@MikelItu). Gracias a todos.

Y ya aprovecho y os felicito a todos por estas fiestas. Esta es la imagen (ferroviaria) para estas Navidades:
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Treneando supera ya los 4.000.000

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Con vuestro permiso. Voy a hablar de mí. LLegado a estas alturas, creo que no sólo es conveniente sino obligado. Porque Treneando supera ya los 4.000.000 hits o impactos. Y quiero haceros partícipes de este logro, porque la ocasión así lo requiere. Dejadme, por tanto, que hoy presuma de ello y me adelante a celebrar con vosotros mi séptimo año de presencia diaria en internet.

Se dice pronto. Son 82 meses de presencia continua en la red. Treneando está a punto de cumplir siete años. Abierto todos los días del año para satisfacer la curiosidad, el entretenimiento o la información. Porque este humilde blog solo tiene un objetivo. Como dice en su presentación, está ahí para contar lo que acontece en torno al mundo del tren. Y en ese todo caben tantas cosas que, al final, se hace más fácil de lo que parece comparecer a diario ante vosotros. Porque, seamos sinceros, uno escribe con un solo fin: que le lean. Y cuanto más se pueda contribuir a difundir el mundo del tren, popularizarlo y hacerlo accesible a todos, mejor para mí y mejor para los lectores de esta bitácora.

Superar los 4.000.000 de visitas colma las aspiraciones de cualquiera. Como he repetido ya varias veces, este blog nació casi por casualidad, tratando de demostrar si la herramienta era válida para construir unas bitácoras interesantes, aunque en una plataforma diferente. Y el primero que quedó atrapado en esa tupida red fui yo, que ya no puedo escapar a esa cita diaria con quienes estáis ahí, al final de la cadena, para leerme. El reto era ese, acudir a la cita puntual (algunos creen que soy demasiado persistente y constante) con mi testimonio del día (hubo un tiempo en que escribía hasta tres posts diarios, pero es evidente que ese ritmo resulta desmesurado). Me consta que hay lectores habituales que esperan, poco antes de la medianoche, el encuentro con Treneando. Y eso ya es suficiente aliciente.

Siento repetirme. Pero es así. Treneando nunca ha pretendido ser una plataforma para especialistas (las hay muy buenas e interesantes). Más bien el objetivo es hacer visible y palpable ese universo que se mueve entre las dos vías; sin espantar a los primeros y conquistar a los demás o, al menos, tentarles. Y con el tiempo, he ido alcanzado pretensiones más altas, por qué no, de forma que esta bitácora sea cuando menos objeto de curiosidad para mucha gente. Y con ese ánimo me enfrento todos los días a una batalla que confío en ganar para alcanzar el verdadero premio: lectores que necesiten leer y que se sientan satisfechos con lo que leen. Tan sólo eso.

Este tiempo ha dado para mucho. Gracias a este blog he ido consolidando mis conocimientos. Y además he conseguido abrir un pequeño agujero en ese mundo tan pétreo de los ferroviarios que miran con recelo a los que somos ajenos al sector. Me consta que no lo hacen a mala fe; pero desconfían (no sin razón) de quienes pretenden dar lecciones y señalar caminos. Poco a poco, con un trabajo constante, he ganado algunas confianzas, pero reconozco que aún parezco sospechoso (…). Y que necesito más tiempo para desterrar miedos y prejuicios.

Treneando me ha dado ocasión de llevar el mundo del ferrocarril al medio donde trabajo. A través de una sección bautizada como relatos ferroviarios pretendo haceros partícipes de ese extraordinario universo. Muchos de los temas que ahí he reflejado tienen su origen en este blog. Y gracias a los dos mi labor ha obtenido una inmensa recompensa. En enero de 2015 recogí el Premio de Periodismo ‘Ciudad de Guadix, que concede el ayuntamiento accitano, por un reportaje en el que glosaba la historia de la máquina más ferroviaria que circula por nuestro país.

Perdonad este ejercicio de ombliguismo. A algunos os parecerá superfluo; otros pensaréis que tampoco es para tanto. Quizá haya incluso algunos que festejéis conmigo esta ocasión. A todos, sin excepción, os doy las gracias. Gracias por permitirme seguir escribiendo sobre el mundo del tren. ¡Cuatro millones de gracias!