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Fin de trayecto; muchas gracias por viajar

Mi último post. Antes de lo que tenía previsto, os comunico que dejo de postear en Treneando. Prefiero dejarlo morir así, antes de que la audiencia me eche.  Porque si soy sincero, ya ni me divierte ni me entretiene, así que es mejor dejarlo de golpe, antes de que me vea obligado a sacrificarlo. Son doce años y medio de entradas diarias, sin faltar un solo día a la cita, pero hasta aquí hemos llegado. Fin de trayecto. Muchas gracias por viajar conmigo.

Cuando estaba activo en el periódico, me sobraban temas sobre los que escribir. A mis muchas fuentes, podía añadir las de las agencias, las de otros periódicos afines, las de muchos compañeros que amablemente me prestaban sus noticias para incluirlas en Treneando y un sinfín de colaboraciones desinteresadas. Con el tiempo, una vez que he dejado el periodismo activo, esas fuentes se han ido secando, en un lento goteo. La verdad es que aún tengo la suerte de tener unos cuantos manantiales (sobre todo Renfe) que me nutren de noticias, pero están al alcance de cualquiera que se maneje en las redes sociales o esté suscrito a un medio digital. Pocas novedades podía ofrecer a una audiencia que sabe mucho de trenes y que está al cabo de la calle. 

Tampoco los blogs son lo que eran hace una década; han decaído con el paso del tiempo. Ahora pueden más las redes sociales. Consciente de ello, me comprometí a seguir manteniendo Treneando durante más tiempo del que en un inicio pude pensar. Casi 5.000 días he acudido puntual a mi cita con vosotros, hasta que un inoportuno incidente me obligó a cortar la comunicación con el mundo exterior. Durante esta ausencia, me he batido en una lucha interior sobre Treneando: dejarlo morir o mantenerlo a disgusto, solo por obligación. Al final, el sentido común me indica que lo mejor (ya se sabe, enemigo de la bueno) es una buena cirugía: cortar de raíz y esperar a que no gangrene.

Han sido unos años de enorme satisfacción. Comprobar no solo que el blog crecía sino que interesaba a a muchos, y que me permitía hacerme un hueco entre los mejores del sector, me producía un enorme regocijo. Treneando me ha proporcionado mucho placer; me ha permitido conocer a gente de este maravilloso mundo ferroviario; recoger unos cuantos premios periodísticos; obtener agradecimientos de muchos lectores; lograr superar audiencias de otros blogs similares; conseguir suscripciones diarias de casi mil lectores…lo dicho, un enorme placer. No por placentero, todo no ha sido un camino de rosas. Porque ha supuesto un sacrificio en muchas ocasiones, ya que ni en vacaciones he dejado de acudir a esa cita diaria que me marqué en mis comienzos y que muchos vaticinaban que iba a ser imposible cumplir.

El viaje termina aquí, pero no mi afición por el mundo del tren. Treneando no muere, al menos de momento. Pienso mantener el dominio (encima me cuesta dinero), al menos, un par de años más, por lo que siempre habrá alguien que me encuentre por la blogosfera. Luego, sí; lo perderé. No sé como indexará Google mis casi 5.000 entradas, pero por ahí andará, hasta que lo borren del servidor y desaparezca para siempre. Que nos quiten lo bailado. No quiero ser desagradecido, ni tan siquiera con lo que no han querido ayudarme (no es cuestión de dar nombres). Por todos estos años, gracias; muchas gracias a todos. Seguro que habrá otros viajes y otros   trenes, aunque el mío ya no volverá a salir. ¡Hasta siempre!

Metro Madrid estrenará sede en enero

Un millar de trabajadores de Metro de Madrid estrenará a partir de enero de 2022 la nueva sede social de la empresa, que albergará el centro tecnológico y administrativo del suburbano y que será el primer edificio del futuro Centro Integral del Transporte (CIT). El inmueble está compuesto por dos volúmenes de siete y doce plantas, respectivamente, que suman alrededor de 24.000 metros cuadrados de instalaciones. En él trabajarán unos 1.000 empleados, que en estos momentos se encuentran repartidos en varios edificios. Este nuevo edificio contará con elementos de las antiguas cocheras de Plaza de Castilla, sobre las que se ha construido el inmueble, que recordarán la historia del suburbano y que serán visibles en la zona exterior ajardinada.

La nueva sede social forma parte de un complejo de cuatro edificios relacionados con el transporte, que se disponen en el perímetro de la parcela, con un jardín en la zona libre central y un aparcamiento subterráneo. A este conjunto que ocupa la manzana completa delimitada por la Avenida de Asturias y las calles San Benito, San Aquilino y Magnolias, se le denominará Centro Integral del Transporte (CIT). Tras la ejecución de la nueva sede, que es el primer edificio del CIT, se pondrá en marcha una segunda fase del proyecto, completando un conjunto que permitirá reubicar y concentrar en un futuro próximo los principales servicios administrativos, operativos y de control de Metro de Madrid. El propósito de la nueva sede al concentrar a los trabajadores es conseguir «mayores sinergias y una disminución de los costes tanto en la producción como en la operación de Metro de Madrid».

«Esta unificación de servicios permitirá alcanzar una mayor eficiencia de los rendimientos en la organización, ahorros logísticos y en el alquiler de inmuebles», destaca el consejero de Vivienda, Administración Local y Transportes en funciones de la Comunidad de Madrid, David Pérez Pérez, que recalca la importancia de lograr «una mayor eficacia en la actividad diaria y reducir los tiempos de respuesta en la resolución de incidencias en beneficio del viajero». Según explica la Comunidad, el nuevo edificio «será un punto de encuentro entre el Metro del futuro y su reciente historia centenaria, ya que, por un lado, dispondrá de las últimas tecnologías, y por otro, contará con elementos de las antiguas cocheras de Plaza de Castilla, sobre las que se ha construido el edificio, que recordarán la historia del suburbano y que serán visibles en la zona exterior ajardinada, manteniendo en el conjunto una personalidad propia de la identidad de la compañía». Además, la nueva sede se concibe como un Edificio de Energía Casi Nula (NZEB), dando cumplimiento a las directivas europeas que requieren este comportamiento energético en los edificios públicos que se construyan a partir del año 2018.

Todas las instalaciones han sido diseñadas pensando en un bajo consumo, con producción propia de energía mediante paneles fotovoltaicos, pozos de geotermia, iluminación con sensores de luz natural y tecnología LED, aprovechamiento de agua y cubiertas vegetales, entre otras novedades. Uno de los futuros edificios es el denominado Centro de Control de Operación de Red (CCOR) que agrupará el actual Puesto de Mando y el Centro de Operaciones de Mantenimiento y Monitorización de Instalaciones y Comunicaciones (COMMIT). Otro de los inmuebles se destinará al Consorcio Regional de Transportes de Madrid, y el cuarto edificio será el futuro museo de Metro, que además guardará espacio para exponer autobuses históricos. Según el consejero en funciones, el futuro CIT será «probablemente el más importante de Europa», ya que Madrid es «una ciudad referencia en cuanto a la integración intermodal de distintos modos de transporte».

Once años de Treneando

Decimoprimer aniversario del blog. Como cada 23 de diciembre, es el día que dedico esta entrada a recrearme un poco en esta página web que, cuando nació, tan solo aspiraba a hacerse un pequeño hueco en el mundo ferroviario. Consciente de que esta pasión alcanza a miles de personas, intentaba poner un pequeño granito de arena en la divulgación de historias ferroviarias. Y nunca pensé que ese oficio diario me llevara hasta aquí.

Me permito, por tanto, felicitarme por este largo camino que he recorrido en estos últimos once años. Y me congratulo porque, el simple hecho de seguir con estes hobby, es ya de por sí todo un logro. En este mundo tan efímero de la blogosfera, la media de vida de una bitácora dicen que apenas si supera los cinco meses. Los estudios calculan que en Internet habrá 150 millones de blogs, pero que solo se mantiene el 1%. activo. ¡Cómo para no sentir satisfacción por estos once años! ¡Es todo un éxito!

Os confieso que se nota el paso del tiempo; y mucho. No tanto por el contenido del blog, más o menos parecido a los tiempos de bonanza (superaba las 2.500 lecturas diarias), sino porque en estos momentos, los impactos se han reducido considerablemente (hay quien habla de la muerte de los blogs…) Eso desanima, no os lo oculto; e incluso te hace pensar que quizá ha llegado la hora de dejarlo. La idea me ronda por la cabeza desde hace tiempo. Visto lo visto…Como decía Paul Auster «no es que escribir me produzca un gran placer, pero es mucho peor si no lo hago”. Así que me propongo mantenerme vivo otro año más. Quizá se reduzca la producción; quizá no asista a diario a esta cita. Pero si lo hago, siempre acudiré con el mismo espíritu que dio sentido a este blog. Y superar cuantos obstáculos se presenten para estar ahí, al pie del cañón.

Como os digo, desalienta ver cómo el blog pierde lectores. Y eso alienta los pensamientos negativos. Porque en definitiva, uno escribe para que le lean ¿por qué si no? Pero me estimula saber que casi mil personas reciben todos los días el contenido de mi blog porque han decidido suscribirse a Treneando. Lo uno por lo otro. Así que, vuelvo a repetirme, intentaré seguir un tiempo más y trataré de aportar otros granitos de arena.

Cada año os repito lo mismo. Treneando aspira a una de estas tres máximas: informar, explorar y entretener. Perdonad mis errores; a buen seguro que los cometo. Sed indulgentes con mis fallos. Sigo aprendiendo; e intento que otros también lo hagan. Seguro que muchas veces no seré original. Pero os prometo que intento buscar la diferencia: incidir en un matiz, un punto de vista distinto, más distante, menos entregado. Mi pasión son los trenes, las vías, los vehículos, las infraestructuras que hacen posible mover el ferrocarril. Y en ese empeño pongo todos los días parte de mi vida para acercarme un poco más a quienes me seguís.

Y aquí os va la felicitación de este año

Una década con Treneando

Diez años ya. Dos lustros con esta cita diaria en la Red. Toda una década. ¡Por fin! Este día se cumple el décimo aniversario de Treneando. Todo un logro para este mundo tan efímero de la blogosfera, donde se calcula en cinco meses la media de vida de una bitácora. Hay quien sostiene que en el mundo habrá 150 millones de blogs, pero que solo se mantiene el 1%. activo ¡Cómo para no sentir que estos diez años son todo un éxito!

El número 10 es ante todo un número virtuoso (sigo la simbología de los números, como en años anteriores). Históricamente ha jugado un papel fundamental en todas las culturas y creencias. Además, es un número sagrado como ya dijo en su día Pitágoras. Los pueblos antiguos contaban con los dedos de las manos y, cuando llegaban a diez, agrupaban sus múltiplos. Aunque los primeros en utilizar la denominada “base diez” en matemáticas fueron los egipcios, en la filosofía pitagórica se tomó el número diez como sinónimo de perfección, relacionándose con el ser supremo.

El matemático Leibniz dijo que el número uno como símbolo de la unidad representa a Dios y que el cero representa la nada, llegando así a la conclusión de que Dios creó el Universo a partir de la nada. En el cristianismo se repite el número diez en innumerables situaciones: los diez mandamientos, las diez plagas que azotaron Egipto… Además, diez son los antepasados que comparten Adán y Noé, y hay también diez entre Noé y Abraham. Para los hebreos, la Yod, que equivale al diez, es la primera letra que forma el nombre de Dios. Así mismo, en la actualidad se ha establecido el diez como la nota más alta en la escala habitual entre el cero y el 10, es decir, la perfección.

No os extrañe, por tanto, que dedique este día a darme un homenaje. Celebro el tiempo transcurrido, aunque con la carga de la responsabilidad. Y más en esta ocasión, que cierro el ciclo (y lo empiezo) con el reconocimiento de los lectores (5.435.000 impactos) y algún que otro premio durante este tiempo (Guadix y Euskadi). Pero el tiempo también deja su huella. Y es probable que durante este nuevo tiempo que se abre ahora lo notéis. Porque quizá no acuda a diario, como hasta ahora, a este cita con vosotros.

En esta particular confesión os digo lo mismo. Mi contrato es inequívoco. Treneando aspira a una de estas tres máximas: informar, explorar y entretener. Perdonad mis errores; a buen seguro que los cometo. Sed indulgentes con mis fallos. Sigo aprendiendo; e intento que otros también lo hagan. Seguro que muchas veces no seré original. Pero os prometo que intento buscar la diferencia: incidir en un matiz, un punto de vista distinto, más distante, menos entregado. Mi pasión son los trenes, las vías, los vehículos, las infraestructuras que hacen posible mover el ferrocarril. Y en ese empeño pongo todos los días parte de mi vida para acercarme un poco más a quienes me seguís.

“No es que escribir me produzca un gran placer, pero es mucho peor si no lo hago”, decía Paul Auster: Así que confío en mantenerme vivo otro año más. Quizá con menos producción, pero con el mismo espíritu que dio sentido a este blog. Y superar cuantos obstáculos se presenten para estar ahí, al pie del cañón.

Y aquí os va la felicitación de este año

El accidente de Angrois, al Congreso

El maquinista y el interventor del tren Alvia, que descarriló en julio de 2013 en las afueras de Santiago, accidente en el que murieron ochenta personas, han sido citados la próxima semana ante una comisión del Congreso de los Diputados que investiga el siniestro. Francisco José Garzón y Antonio Martín Marugón acudirán el próximo miércoles ante la comisión, junto a la directora de la oficina de atención a víctimas del operador ferroviario Renfe, Carmen Jiménez, y a representantes de asociaciones de víctimas, según el calendario divulgado.

La comisión iniciará su sesión el martes próximo con la comparecencia de los responsables de asociaciones de víctimas y familiares de los siniestrados, ya que además de los ochenta muertos, otro centenar y medios de pasajeros resultaron heridos de diversa consideración, y proseguirá el miércoles con la intervención de los tripulantes del convoy.

El tren Alvia que efectuaba el recorrido entre Madrid y Ferrol descarriló en una curva al aproximarse a la capital gallega a las 20.41 horas del 24 de julio de 2013 cuando circulaba a 179 kilómetros por hora, según las cajas negras de la locomotora, pese a que el límite establecido era de 80 kilómetros por hora. El exceso de velocidad es considerado como la principal causa del descarrilamiento, del que todavía está en fase de instrucción el proceso judicial para determinar los responsables de esa tragedia ferroviaria, una de las mayores de España.

El maquinista, que frenó solo unos segundos antes del descarrilamiento, es el principal encausado junto con el ex director de seguridad en la circulación de Adif, Andrés Cortabitarte. Poco antes del accidente, el conductor recibió una llamada en su teléfono móvil del interventor, que viajaba a bordo del tren y que intentaba facilitar a una familia de pasajeros con hijos que pudiera apearse en Pontedeume.

El Juzgado de instrucción ha cuestionado el cambio en el sistema de control de velocidad por parte de Adif en la curva del accidente, al señalar en un auto en febrero de 2014 que la «transformación» de esa vía en alta velocidad significó un ahorro de «unos minutos» de tiempo de viaje, pero como contrapartida tuvo «un importante aumento del riesgo para la vida de los cientos o miles de personas que utilizan la línea cada día». Asimismo, puso en entredicho la decisión de «eliminar el sistema ERTMS», un mecanismo europeo de frenado automático en caso de superar desmesuradamente el limite de velocidad establecido, por el sistema ASFA, que no permitió evitar el trágico accidente.

Nueve años en la red con Treneando

Nueva efeméride. Voy con lo evidente, siguiendo ya el juego que llevo cada vez que sumple un aniversario y que suele gustar. Basta con que retrocedan un año en este blog y busquen el mismo día de hoy, pero del año 2016. Ahí se hablaba del ocho. Así que puestos a buscar excusas para celebrar por todo lo alto este aniversario, he decidido seguir el rumbo anterior y seguir con las analogías y simbolismos del número 9.

El nueve (9) es el número natural que sigue al ocho y precede al diez. Lo dice sí de claro la wiki: 9 es el cuadrado de 3. El número nueve es el signo de los ideales, el interés Universal y el espíritu de combate con fines humanitarios. Simboliza la Luz interior, priorizando ideales y sueňos, vivenciados mediante las emociones y la intuición. Representa la ascensión a un grado superior de consciencia y la capacidad de desplegar amor a los otros. Es creativo, idealista, original y bondadoso. ¡Casi nada la del tuerto! (Mi amigo y colega Luis Alfonso Gámez estará que trina).

Planeta Nueve, Noveno Planeta o Phattie es el nombre provisional dado a un hipotético planeta helado de gran tamaño que podría existir en el sistema solar exterior, principalmente a partir del estudio publicado el 20 de enero de 2016 en el Astronomical Journal​ por los astrónomos del Instituto Tecnológico de California (Caltech) Michael E. Brown y Konstantin Batygin. Se estima que el planeta tiene diez veces la masa​ y de dos a cuatro veces el diámetro de la Tierra.

Este suele ser un día dedicado a darme un homenaje. Después de 365 días regreso a la casilla de salida, aunque con un año más. Celebro el tiempo transcurrido, aunque con el pensamiento puesto en el futuro. Con el objetivo de llegar al décimo. Es una forma, de rendir cuentas de los días (semanas, meses, años) transcurridos desde que este blog nació hace ya nueve años. Vamos, lo que el común de los mortales denomina ombliguismo. Y más en esta ocasión, que cierro el ciclo (y lo empiezo) con ese premio tan emocionante que he recibido hace unas semanas. Y por sobrepasar los 5.000.000 de impactos.

Dicen que el tiempo pasa sin que se note. Falso. El tiempo deja su huella. De una u otra forma, nos marca para siempre. Bien porque aprendemos de las malas experiencias, bien porque copìemos aquello que nos ha resultado exitoso. Pero no siempre es igual. Tenemos tendencia a recordar solo lo bueno. “La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado”, decía el maestro Gabo. “Los hombres son como los vinos: la edad agria los malos y mejora los buenos”, pensaba Cicerón.

El tiempo da y quita razones. Y así, mientras pasamos la existencia, vemos cómo debemos desdecirnos de lo que hemos jurado, y rectificar, si es que somos maduros, cuando nos equivocamos. Y por mucha razón que llevemos, no conviene presumir de los aciertos. “La verdad que escribir constituye el placer más profundo, que te lean es sólo un placer superficial”, decía Virginia Wolf. No estoy de acuerdo. Uno escribe para que le lean. Más bien comulgo con la idea de Paul Auster: “No es que escribir me produzca un gran placer, pero es mucho peor si no lo hago”.

Cada vez que me cito con vosotros en esta particular confesión os digo lo mismo. Mi contrato es inequívoco. Treneando aspira a una de estas tres máximas: informar, explorar y entretener. Perdonad mis errores; a buen seguro que los cometo. Sed indulgentes con mis fallos. Sigo aprendiendo; e intento que otros también lo hagan. Seguro que muchas veces no seré original. Pero os prometo que trato de buscar la diferencia con los demás: destacar un matiz, un punto de vista distinto, más distante, menos entregado. Mi pasión son los trenes, las vías, los vehículos, las infraestructuras que hacen posible mover el ferrocarril. Y en ese empeño pongo todos los días parte de mi vida para acercarme un poco más a quienes me seguís. Por mí, ahí sigo…un año más. ¡A por el décimo!

Y aquí os va la felicitación de este año

Trenando alcanza los cinco millones

Cinco millones es, más o menos, la población de ciudades como Santiago de Chile, Guandzhou, San Petesburgo y Kinshasa. Cinco millones es el censo de votantes de Cataluña en las elecciones del 21-D. Cinco millones sufren en nuestro pais la pobreza energética. Y ahora son cinco millones los lectores de Treneando. Y a mí me parece una cifra tan redonda e impactante que no puedo menos que congratularme de ello. Y todo os lo debo a vosotros.

Treneando abre todos los días del año. Ni festivos, ni fines de semana ni vacaciones lo encontráis cerrado. No me canso de repetir que este humilde blog solo tiene un objetivo. Está ahí para contar lo que acontece en torno al mundo del tren. Y en ese todo caben tantas cosas que, al final, se hace más fácil de lo que parece comparecer a diario ante vosotros. Porque, seamos sinceros, uno escribe con un solo fin: que te lean. Y cuanto más se pueda contribuir a difundir el mundo del tren, popularizarlo y hacerlo accesible a todos, mejor para mí y mejor para los lectores de esta bitácora.

Superar los 5.000.000 de visitas colma las aspiraciones de cualquiera. Como he repetido ya varias veces, este blog nació casi por casualidad, tratando de demostrar si la herramienta era válida para construir unas bitácoras interesantes, aunque en una plataforma diferente. Y el primero que quedó atrapado en esa tupida red fui yo, que ya no puedo escapar a esa cita diaria con quienes estáis ahí, al final de la cadena, para leerme. El reto era ese, acudir a ese encuentro permanente (algunos creen que soy demasiado persistente y constante) con mi testimonio del día (hubo un tiempo en que escribía hasta tres posts diarios, pero es evidente que ese ritmo resulta desmesurado). Me consta que hay lectores habituales que esperan, poco después de la medianoche, la sesión de Treneando. Y eso ya es suficiente aliciente para no sucumbir a la tentación de dejarlo.

Os confieso que se me ha pasado por la cabeza dejar morir lentamente la bitácora. Pero algo dentro de mí, me impide hacerlo. Mucho más difícil lo es ahora, cuando mis compañeros de profesión en Euskadi han decidido otorgarme el Premio de Periodismo Digital 2017. Así que me veo ‘obligado’ a seguir en la brecha. A buscar relatos, noticias, curiosidades y reportajes que os puedan interesar. Soy consciente de que no siempre consigo el máximo. Pero de verdad que lo intento.

No os quiero dar la paliza con mis sentimientos. No me gusta escribir sobre mí y lo que pienso. Solo rompo con la norma, cuando no hay más remedio. Y creo que esta ocasión lo merece. Deseadme, al menos, fuerzas, ganas e ilusión para acudir con vosotros a nuestra cita de cada día. Y a alcanzar los seis millones. Gracias.

Treneando cumple ocho años en la red

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¿Se han parado alguna vez a pensar la importancia que tiene el número 8? Basta con mirar la ‘wiki’ para darse cuenta de lo notable que resulta este guarismo. Es el sexto término de la sucesión de Fibonacci, después del 5 y antes del 13. Ahí es nada. Por si no lo habían notado, y para que conste, Un tablero de ajedrez posée dimensiones de 8×8 escaques, dando lugar a sus 64 casillas. También está presente en la Estrella de Salomón, y es un símbolo muy importante en diversas culturas de Oriente. En la escala musical, la octava nota será la misma que la primera, pero variará en si es más grave o aguda. Los átomos siempre buscarán tener 8 electrones de valencia (a esto se le conoce como Regla del Octeto). ¿Les parece poco? Otro dato fundamental: en China, es el número que simboliza la buena suerte.

Indudablemente (a ver quién es el guapo que lo discute) el ocho es el número natural que sigue al siete y precede al nueve. ¡Qué! Se quedan más tranquilos. Pues agárrense los machos. En la mística cosmogónica de la Edad Media el 8 correspondía al cielo de las estrellas fijas (Firmamento) y simbolizaba el perfeccionamiento de los influjos planetarios. Con esto, me quedo ya más tranquilo.

Estas cábalas sobre el número 8 que dan pie a esta entrada tienen su explicación. Basta con que retrocedan un año en este blog y busquen el mismo día de hoy, pero del año 2015. Ahí se hablaba del siete. Así que puestos a buscar excusas para celebrar por todo lo alto este aniversario, he decidio seguir el rumbo anterior y seguir con las analogías y simbolismos del número 8.

Este suele ser un día dedicado a darme un homenaje. Después de 365 días regreso a la casilla de salida, aunque con un año más. Celebro el año transcurrido. No vayan a pensar que es un aniversario baladí. Siempre, en vísperas de Nochebuena, dedico unas líneas a glosar lo que siento después del tiempo transcurrido ante vosotros (sería mejor con vosotros). Es una forma, de rendir cuentas de los días (mes, años) transcurridos desde que este blog nació hace ya ocho años. Vamos, lo que el común de los mortales denomina ombliguismo. Ya que este aniversario no se refleja en la Prensa (de momento, de momento), pues quién mejor que uno mismo para hablar de los méritos (y deméritos) de esta proeza.

Dicen que el tiempo pasa sin que se note. Falso. El tiempo deja su huella. De una u otra forma, nos marca para siempre. Bien porque aprendemos de las malas experiencias, bien porque copìemos aquello que nos ha resultado exitoso. Pero no siempre es igual. Pero tenemos tendencia a recordar solo lo bueno. «La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado», decía el maestro Gabo. «Los hombres son como los vinos: la edad agria los malos y mejora los buenos», pensaba Cicerón.

El tiempo da y quita razones. Y así, mientras pasamos la existencia, vemos cómo debemos desdecirnos de lo que hemos jurado, y rectificar, si es que somos maduros, cuando nos equivocamos. Y por mucha razón que llevemos, no conviene presumir de los aciertos. «La verdad que escribir constituye el placer más profundo, que te lean es sólo un placer superficial», decía Virginia Wolf. No estoy de acuerdo. Uno escribe para que le lean. Más bien comulgo con la idea de Paul Auster: «No es que escribir me produzca un gran placer, pero es mucho peor si no lo hago».

Cada vez que me cito con vosotros en esta particular confesión os digo lo mismo. Mi contrato es inequívoco. Treneando aspira a una de estas tres máximas: informar, explorar y entretener. Perdonad mis errores; a buen seguro que los he cometido. Sed indulgentes con mis fallos. Sigo aprendiendo; e intento que otros también lo hagan. Seguro que muchas veces no seré original. Pero os prometo que trato de buscar la diferencia con los demás: destacar un matiz, un punto de vista distinto, más distante, menos entregado. Mi pasión son los trenes, las vías, los vehículos, las infraestructuras que hacen posible mover el ferrocarril. Y en ese empeño pongo todos los días parte de mi vida para acercarme un poco más a quienes me seguís. Por mí, ahí sigo…un año más.

Y esta es mi felicitación de este año

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Treneando lleva ya siete años con vosotros y la red

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En algunas religiones el siete es un número sagrado al igual que el ocho. Basta con mirar la wiki (sí, lo confieso ¿y por qué no?) para saber que el siete es un número muy recurrente en la cultura: los días de la semana, los colores del arco iris y los pecados capitales. El origen de esta popularidad está en la observación del cielo por los antiguos astrónomos. La inmensa mayoría de las estrellas no cambiaban de posición las unas respecto a las otras durante el año. Sin embargo, observaron siete cuerpos celestes que sí lo hacían. El Sol y la Luna, los dos primeros, evidentemente formaban parte de ellos. Los otros cinco eran los planetas que pueden verse a simple vista, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno, y que los pueblos antiguos consideraban estrellas móviles.

¿Y qué tiene que ver esto con los trenes? Nada. Pero retomando la misma idea del pasado año (cuando cumplía seis años con vosotros), vuelvo a esta imagen para ‘ilustrar’ esta entrada. Se cumple hoy el séptimo aniversario de Treneando. Y el propósito es que esto no se acabe y vaya a más (hasta donde llegue el cuerpo y la mente).

Me repito, lo sé. Pero no hay otra. Cuando comencé a escribir este blog, me comprometí a dos cosas: contagiar mi pasión por el mundo del tren y tocar la fibra sensible de quien tiene el ferrocarril como uno de sus referentes. No sé si lo he logrado. A lo mejor ni me he acercado. Pero mi contrato, pasados estos siete años de aquellos inicios, sigue vigente. Reconozco que hoy es una responsabilidad y obligación diaria. También cierto sacrificio; pero me sigue ilusionando, como el primer día, acudir a la cita con cientos de vosotros, que me leeis

Con Treneando aspiraba a una de estas tres máximas: informar, explorar y entretener. ¡Ojalá consiguiese siempre las tres! Pero si solo alcanzo una, ya me conformo. Espero no aburrir ni caer en la atonía. Intento superarme. Reconozco que no es fácil salir siempre triunfante de esta empresa. Acudir a esta cita diaria, y salir airoso del trance, tiene sus dificultades. Pero ese es precisamente mi contrato con vosotros.

Perdonad mis errores, que seguro que los he cometido, y sed indulgentes con mis fallos. Sigo aprendiendo e intento que otros también lo hagan. Seguro que muchas veces que no seré original, pero os prometo que trato de destacar un matiz, alguna diferencia o un punto distinto para diferenciar mis posts de otros que podéis encontrar en la red. Al fin y al cabo casi todos bebemos de las mismas fuentes. Necesito que me hagáis llegar vuestras impresiones, comentarios e, incluso, vuestras discrepancias. Quizá es lo que más falla en este blog: hay pocos comentarios. Os necesito, de verdad. Leedme y comentad.

Os recuerdo que además me podéis seguir a diario en facebook (hay un grupo especial que se llama ‘Soy amigo del tren’) y en twitter (@MikelItu). Gracias a todos.

Y ya aprovecho y os felicito a todos por estas fiestas. Esta es la imagen (ferroviaria) para estas Navidades:
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