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Fin de trayecto; muchas gracias por viajar

Mi último post. Antes de lo que tenía previsto, os comunico que dejo de postear en Treneando. Prefiero dejarlo morir así, antes de que la audiencia me eche.  Porque si soy sincero, ya ni me divierte ni me entretiene, así que es mejor dejarlo de golpe, antes de que me vea obligado a sacrificarlo. Son doce años y medio de entradas diarias, sin faltar un solo día a la cita, pero hasta aquí hemos llegado. Fin de trayecto. Muchas gracias por viajar conmigo.

Cuando estaba activo en el periódico, me sobraban temas sobre los que escribir. A mis muchas fuentes, podía añadir las de las agencias, las de otros periódicos afines, las de muchos compañeros que amablemente me prestaban sus noticias para incluirlas en Treneando y un sinfín de colaboraciones desinteresadas. Con el tiempo, una vez que he dejado el periodismo activo, esas fuentes se han ido secando, en un lento goteo. La verdad es que aún tengo la suerte de tener unos cuantos manantiales (sobre todo Renfe) que me nutren de noticias, pero están al alcance de cualquiera que se maneje en las redes sociales o esté suscrito a un medio digital. Pocas novedades podía ofrecer a una audiencia que sabe mucho de trenes y que está al cabo de la calle. 

Tampoco los blogs son lo que eran hace una década; han decaído con el paso del tiempo. Ahora pueden más las redes sociales. Consciente de ello, me comprometí a seguir manteniendo Treneando durante más tiempo del que en un inicio pude pensar. Casi 5.000 días he acudido puntual a mi cita con vosotros, hasta que un inoportuno incidente me obligó a cortar la comunicación con el mundo exterior. Durante esta ausencia, me he batido en una lucha interior sobre Treneando: dejarlo morir o mantenerlo a disgusto, solo por obligación. Al final, el sentido común me indica que lo mejor (ya se sabe, enemigo de la bueno) es una buena cirugía: cortar de raíz y esperar a que no gangrene.

Han sido unos años de enorme satisfacción. Comprobar no solo que el blog crecía sino que interesaba a a muchos, y que me permitía hacerme un hueco entre los mejores del sector, me producía un enorme regocijo. Treneando me ha proporcionado mucho placer; me ha permitido conocer a gente de este maravilloso mundo ferroviario; recoger unos cuantos premios periodísticos; obtener agradecimientos de muchos lectores; lograr superar audiencias de otros blogs similares; conseguir suscripciones diarias de casi mil lectores…lo dicho, un enorme placer. No por placentero, todo no ha sido un camino de rosas. Porque ha supuesto un sacrificio en muchas ocasiones, ya que ni en vacaciones he dejado de acudir a esa cita diaria que me marqué en mis comienzos y que muchos vaticinaban que iba a ser imposible cumplir.

El viaje termina aquí, pero no mi afición por el mundo del tren. Treneando no muere, al menos de momento. Pienso mantener el dominio (encima me cuesta dinero), al menos, un par de años más, por lo que siempre habrá alguien que me encuentre por la blogosfera. Luego, sí; lo perderé. No sé como indexará Google mis casi 5.000 entradas, pero por ahí andará, hasta que lo borren del servidor y desaparezca para siempre. Que nos quiten lo bailado. No quiero ser desagradecido, ni tan siquiera con lo que no han querido ayudarme (no es cuestión de dar nombres). Por todos estos años, gracias; muchas gracias a todos. Seguro que habrá otros viajes y otros   trenes, aunque el mío ya no volverá a salir. ¡Hasta siempre!