La muerte del ‘Miguel de Unamuno’ parece anunciar también el fin de una época donde los trenes eran bautizados con nombres de personajes (Pío Baroja o el mencionado escritor bilbaíno, accidentes geográficos (Costa Vasca), provincias o autonomías (Ciudad Condal o Cataluña Expreso), gentilicios (el Catalán), zonas urbanas (Puerta del Sol), etc. Ahora la operadora elige para sus convoyes los nombres, muchas veces tomados de la cabecera tractora o el constructor, como denominación más habitual: Alvia S, Talgo, Avant, Civia o AVE.
Los ferroviarios siempre han tenido una tendencia especial en denominar los trenes atendiendo a su forma (el pato), el origen (la japonesa), la época (Marilyn), el color (cenicienta) o los avances tecnológicos (Apolo). Un segundo nombre que, al final, ha traspasado las fronteras de la jerga de los profesionales y ha sustituido la denominación original de la compañía operadora.
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