El mundo del tren echa humo y duda de la viabilidad del Museo vasco del Ferrocarril sin Juanjo Olaizola














Azpeitia echa humo. Un humo tan negro como el que sueltan las máquinas de vapor que esta mañana han rodado por las vías del antiguo Urola. Locomotoras vivas y vibrantes conducidas por Juanjo Olaizola, alma mater e inspirador del Museo vasco del Ferrocarril que tiene su sede en la localidad guipuzcoana. Hasta allí se acercaron los amigos del tren que siguen sin comprender por qué Juanjo Olaizola es un estorbo para el futuro de la institución.

La gente del tren quiso transmitir a Juanjo Olaizola su pesar y malestar por todo lo que está aconteciendo en torno a su figura. Y él, sin perder la sonrisa, como casi siempre, parecía el menos afectado de todos los que acudimos a celebrar la fiesta del Museo Vasco del Ferrocarril. Mientras el cielo lloraba y empapaba máquinas, coches y pasajeros, Juanjo Olaizola, vestido con el sempiterno mono azul de trabajo (apenas le recuerdo vestido de calle), enfundado en sus guantes, abría y cerraba válvulas de sus queridas máquinas para deleitar a sus visitantes con un recorrido por las vías del antiguo tren del Urola. Las locomotoras disparaban al aire fuertes volutas de humo, haciéndose más presentes que nunca, como para recordar a propios y extraños que están ahí, vivas, poderosas, en perfecto estado de forma. Y todo porque Juanjo Olaizola se ha empeñado en que eso sea así; y ha convencido a unos cuantas entusiastas del tren para que sigan sus pasos y preserven de la herrumbre y el abandono estas poderosas máquinas, verdaderas joyas de la institución de Azpeitia.

No me resigno a pensar que todo lo que se ha construido en estas dos últimas décadas, que han logrado poner el nombre de Azpeitia en el mapa, y no solo del mundo ferroviario, puede desaparecer de la noche a la mañana porque falta la mano de Juanjo Olaizola o su inspiración. Y, sobre todo, su trabajo. Hay quien piensa que la marcha de quien ha figurado como director del centro en estos últimos veinte años (y hasta eso se le niega en estos momentos), es el final de una época.

Este post (tan personal) no es gratuito. No sé si soy amigo de Juanjo Olaizola (en realidad no he cruzado con él más allá de dos horas de conversación en estos años); pero no soy enemigo de quienes han decidido quitarlo de en medio. Ni tan siquiera tengo un reproche para quien le va a sustituir al frente del museo o para quienes han decidido tamaña injusticia. El tiempo da y quita razones; y espero que no sea tarde cuando alguien se dé cuenta de que tipos como Juanjo Olaizola no abundan en este país. Gente capaz de enfundarse el mono de trabajo en sus días libres, tiznarse la cara de carbón, trajinar en las calderas y conducir esas poderosas máquinas arriba y abajo, ante las boquiabiertas caras de los niños y el recuerdo nostálgico de los más mayores. Pueden contarse con los dedos de una mano.

En realidad, soy tremendamente egoista. Solo quiero que Azpeitia sea lo que es: un museo vivo. Conozco otras instituciones que guardan en sus naves trenes y máquinas poderosas (menos de los que debería haber, sin embargo). Pero pronto me he cansado de la visión de esos pedazos quietos de hierro. No son más que almacenes. Azpeitia, sin embargo, es otra cosa. Y así lo sienten quienes tienen la suerte de poder disfrutar de sus trenes (en especial de las locomotas Aurrera, Zugastieta, Portugal y, sobre todo, Euzkadi). O de sus diésel o eléctricas allí preservadas (que no almacenadas). Y todo es fruto de la pasión, el cariño y el conocimiento (sabiduría, diría yo), de un personaje que quizá en otro país estaría ya en un pedestal (y no creo exagerar).

Sólo deseo que el Museo Vasco del Ferrocarril sea una institución viva, como sus locomotoras, y que el silbido de esas máquinas que la han hecho famoso sigan atronando las mañanas de la temporada de vapor. Y, si puede ser, con Juanjo Olaizola; ese futuro estaría garantizado. Me consta; nos consta a todos los que amamos el tren.

(Con especial cariño a Juanjo y Mercedes. Un tipo muy poco corriente como se puede apreciar en las imágenes que preceden esta entrada. Las fotos se pueden reproducir citándome como autor de las mismas. La imagen de la protesta me la ha cedido José Carlos Lolo Lamas)

9 Respuestas a “El mundo del tren echa humo y duda de la viabilidad del Museo vasco del Ferrocarril sin Juanjo Olaizola

  1. ¡The importance of being Juanjo!

  2. Mikel: Como siempre un precioso escrito al que me sumo en todo su contenido. Espero que Juanjo se haya sentido apoyado este mediodía por todos los que como tú y como yo sentimos ese museo como algo vivo y a Juanjo como el corazón que lo mueve.
    Tampoco siento una enemistad por la gente que ha apartado a Juanjo o quiere apartarle
    de la dirección del museo, espero que algún día lleguen a ser consciente del daño que pueden hacer a una institución ejemplar en su funcionamiento si esto finalmente sucede
    De todas formas la pelea no ha terminado y seguiremos reivindicando la figura de Olaizola

  3. he visto las fotos ahora mientras leia el articulo… un dia triste en azpeitia, veo que hasta el cielo estaba llorando…

  4. Juan Santos Calderón

    Mikel has definido a la perfección la realidad de esta historía y todo lo que la mayoría de nosostros estamos pensando. Coincido plenamente contigo. Espero que muy pronto puedas escribir un bonito final feliz para esta historia. Enhorabuena,

  5. Excelente articulo. Allí estuvimos, unos presentes y otros en espiritu. Animo.

  6. Estupendo artículo Mikel !!

  7. Anglovasconavarro

    ….¿quien explicará un día cualquiera a mis hijos cómo se encendía la Aurrera o qué línea ferroviaria europea es la más demandada? …¿quien les guiará con ese cariño y pedagogía a bordo de la Euskadi hasta Lasao?, ¿Quien representará a nuestra tierra y nuestro tren en las convenciones ferroviarias internacionales?, ¿Quien hará de Azpeitia el Museo vivo que disfrutamos ahora, uno de los que registran más repetición de asistencia?, ¿quien solucionará cualquier cuestión relacionada con el ferrocarril y su historia?…Que Olaizola siga y cree escuela!!!!!!!!!!!!!!!

  8. Dejadme que os cuente una anécdota. En 1999 yo era un estudiante de ingeniería en Eibar. Nos mandaron hacer un trabajo sobre una central eléctrica que está en el Urola. Me planté un fin de semana en Azpeitia para recabar información. Me dejé caer por el museo de ferrocarril ya que soy un gran apasionado de estas máquinas. Aquel día no había mucha gente y al verme por ahí se me acercó Juanjo y me preguntó si me podía ayudar en algo. Aproveché para contarle el tema del trabajo y no dudó en meterse en la biblioteca del museo y sacarme varios libros con información sobre la susodicha central. En 5 minutos vi cómo es este Señor (con mayúscula): Trabajador, entusiasta de su trabajo, servicial y buena persona.
    Yo tampoco siento odio hacia aquellos señores (con minúscula) que toman estas decisiones pero sí que me están dando un asco impresionante todos estos “politicuchos” que mirar por sí mismos y no por aquellos para los que en teoría trabajan. Con todos los pufos que hay en las administraciones públicas, ¿Por qué tienen que ir a tocar lo que va perfecto?. Es que esto no puede seguir así. Que van haciendo y deshaciendo a su antojo lo que es de todos.
    Quiero terminar mi pataleta deseándole lo mejor a Juanjo. Se lo merece. Espero que consiga un puesto acorde con su pasión y su valía, que es mucha. Y lo siento mucho por el museo porque es imposible que vaya a mejor y muy seguro que vaya a peor. El tiempo lo dirá.

  9. Pingback: El Museo de Azpeitia, sin vapor después de 14 años de circulaciones con locomotoras históricas | treneando

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