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Oficios ferroviarios: contramaestre

Si bien en la actualidad han perdido importancia, las antiguas compañías ferroviarias (y posteriormente Renfe) disponen de grandes instalaciones dedicadas a la conservación del material en buen estado y a su reparación. La primera tarea se desarrolla en los depósitos, auxiliados por las reservas y los puestos fijos, mientras que la segunda se realiza en los talleres. Estas instalaciones apenas dan pie a algunos artículos en las revistas especializadas y, por lo general, pasan completamente desapercibidos, incluso para muchos aficionados al ferrocarril, pero tienen una vital importancia en el desarrollo ferroviario del país. La actividad ferroviaria, por sus propias características, necesita una gran variedad de instalaciones de mantenimiento, con funciones, medios y dotaciones diferentes, a todas las cuales, y con independencia del servicio del que dependan, se las denomina talleres.

La principal característica de un depósito, desde el punto de vista del mantenimiento, es que tiene adscrito un parque de material concreto, que entra frecuentemente tanto para ser sometido a revisión o reparación como, simplemente, para ser guardado mientras no tiene servicio. Pero un taller de gran reparación no tiene material específico asignado; los vehículos que llegan a él están temporalmente retirados del servicio, y la estancia en su interior es relativamente prolongada (en torno a dos semanas). Prima la organización del movimiento entre las diversas secciones del taller, tanto por vías y pequeñas placas como por carros transbordadores, mientras que el acceso o salida del mismo es menos relevante. En el caso del material remolcado, dadas las características de su producción, debe disponer de playas de vías para almacenar los vehículos ya montados y poder formar composiciones con ellos.

Los depósitos, como instalación necesaria para el encendido y el mantenimiento de primer nivel de las locomotoras de vapor, tienen una importancia estratégica en la explotación ferroviaria hasta el tercer cuarto del siglo XX y, según la importancia de dicha instalación, se denominan, por orden de mayor a menor importancia, depósitos, reservas y puestos fijos. Los talleres son instalaciones complementarias que permiten alargar los periodos de paso de las locomotoras para su levante general o gran reparación. Mientras los primeros desaparecen, con la muerte del vapor, los grandes talleres se adaptan mejor a los cambios y llegan a subsistir durante casi siglo y medio en el mismo lugar, y casi se dedican al mismo tipo de trabajo: las grandes reparaciones de material ferroviario. Centramos ahora nuestra atención sobre este último.

El taller de máquinas tiene como función reparar locomotoras y ténders, incluso su completa transformación, pero nunca su construcción. Normalmente se estructura en distintas secciones, según los trabajos y especialización, como calderería, montaje, ajuste y ruedas, fraguas y muelles y fundición. Por sus instalaciones y avanzada tecnología destaca el taller de calderería, donde se reparan las calderas de las locomotoras con ayuda de dos transbordadores eléctricos, soldadura autógena oxiacetilénica y un compresor de aire para el debido funcionamiento de sus máquinas-herramientas con sistema neumático: remachadoras, terrajadoras, taladradoras, martillos y monta-cargas, entre otras. En el montaje se cuenta con puentes transbordadores eléctricos superpuestos de dos pisos, con una potencia capaz para levantar 45 toneladas, donde se trabajan partes de la máquina, como el bastidor o el rodaje con el mecanismo de motor. Y, finalmente, en el de ajuste se distribuyen tornos, máquinas de fresar, cepillar o filetear. Solo en Valladolid, en 1910 se hacen grandes reparaciones a 130 locomotoras y a 100 ténders, con el objetivo de llegar a 200 locomotoras y 150 ténders. Las máquinas 030 y 040 de Norte, junto a las 020 de la cuenca asturiana y las del tipo BPT (Bilbao-Portugalete-Triano) son las primeras que pasan para su reparación en estos talleres.

Lo talleres generales tienen en general, un número variable de naves bien comunicadas entre sí a fin de facilitar la «armonía en la sucesión de trabajos para la rapidez de las grandes reparaciones» (Francisco Wais); de construcción ligera, por si había un cambio de destino, pero con mucha luz y buena ventilación. Normalmente se ubican en las líneas principales, en puntos de empalme o en lugares próximos a las grandes estaciones o cabeceras de red y lugares de fácil suministro de materias primas baratas y mano de obra, con grandes posibilidades de expansión en consonancia con el nivel de facturación, mayor tamaño y peso del material móvil y renovada tecnología. Sus grandes secciones (motor y remolcado), y subsecciones (desmontaje y montaje, calderería, ajuste, ruedas, forja y fundición, carpintería, cerrajería, pintura y guarnecido, lonas y toldos, hojalatería y niquelado) reciben, asimismo, el nombre de talleres, dispusieran o no de edificio propio. A diferencia de los depósitos, los talleres generales no tienen, como se dice en párrafos anteriores, material específico asignado y el personal descansa obligatoriamente los domingos.

El personal de talleres, englobado en el noveno grupo de los once existentes en Renfe. comprende tres clases; la primera se divide en ocho categorías (jefe de taller de primera, jefe de taller de segunda, contramaestre, subcontramaestre, jefe de equipo, oficial de oficio, ayudante de oficio y aprendiz); la segunda, en dos (capataz de peones y perón especializado) y la tercera, en otras dos (costurera y obrera). Los jefes de primera y segunda son aquellos que disponen de conocimientos técnicos necesarios y que ejercen el mando y dirección de todos los asuntos relacionados con un taller de primera categoría y segunda.

El tercer lugar del escalafón de talleres corresponde a los contramaestres. Están comprendidos en esta categoría aquellos que, con conocimientos teórico-prácticos de una especialidad, ejercen el mando directo sobre determinados subcontramaestres o jefes de equipo y la vigilancia y disciplina del personal subordinado a éstos. Tienen a su cargo la conservación de las instalaciones, la aplicación de piezas y materiales, la dirección y distribución del trabajo así como todo aquello que sea preciso para su buena ejecución. En los depósitos, a las órdenes inmediatas de la jefatura del mismo, ejerce el mando directo sobre los subcontramaestres o jefes de equipo y tienen a su cargo la conservación de las instalaciones, la aplicación de piezas y materiales, la dirección y distribución del trabajo y todo aquello que sea preciso para la buena ejecución de éste, y por tanto ejerce la vigilancia, policía y disciplina de todo el personal a sus órdenes.

Mientras, los subcontramaestres deben colaborar con el contramaestre en los talleres de importancia que lo requieran, ejercen el mando y dirección de un grupo de jefes de equipo o de operarios, a los cuales instruyen, vigilan y orientan, según las directrices señaladas por aquel, al cual sustituyen en sus ausencias eventuales. Puede tener a su cargo una especialidad determinada (ajuste, forja, fundición…), en los talleres de menor importancia que no precisen un contramaestre, o bien un taller regional en el caso de que las características del mismo no requieran otro agente de más categoría. También corresponde a esta categoría. a los que a las órdenes de un contramaestre y en las vías de un depósito se ocupan de la dirección y vigilancia de las reparaciones de entretenimiento de locomotoras y ténderes y de que se realicen aquéllas en el tiempo debido para que no se altere el turno de trabajo de las máquinas..

El ciclo de reparaciones es vital para la tracción vapor, y las funciones de los depósitos y el taller son complementarias: además del mantenimiento habitual es preciso, cada cuatro o cinco años, efectuar un desmonte completo de la locomotora, limpiar, sustituir y reajustar los diversos elementos. Otro tanto ocurre con el material remolcado. La disponibilidad de un parque suficiente de coches y vagones es esencial para el negocio ferroviario, y este material precisa también de grandes intervenciones cada cierto tiempo, puesto que las condiciones de explotación, y el aumento progresivo del tráfico de la compañía, hacen necesaria su ‘reconstrucción’ con relativa frecuencia. No hay que olvidar que buena parte de los mismos está construida en madera. Los talleres generales no solo reparan el parque de material, sino que deben ser capaces también de fabricar cualquier repuesto que se necesite e incluso de diseñarlo o modificarlo para adaptar las piezas al modelo adjudicado. Sólo se acude al mercado externo cuando no les es posible fabricarlo en el propio taller. «La capacidad demostrada en el montaje y fabricación de nuevos vehículos (…), la formación de mano de obra cualificada y la transferencia de tecnología a otros sectores» deben ser elementos fundamentales en el proceso de industrialización del país, sostiene Miguel Muñoz, experto conocedor del ferrocarril español.

Dependiendo de la magnitud de la red, los grandes talleres dan empleo a centenares o miles de empleados, a los que se les presupone una buena cualificación, pues muchas de las reparaciones que realizan son tan complejas que con frecuencia acaban siendo verdaderas reconstrucciones u obras totalmente nuevas. Los talleres generales se hallan bajo las órdenes del ingeniero jefe del Servicio de Material y Tracción, de quien, a su vez, dependen los jefes y subjefes de cada sección. En cada dependencia existe un contramaestre, generalmente un antiguo trabajador especializado, que hace de mando intermedio. Hay uno como mínimo por cada sección; de él dependen los jefes de equipo, listeros, obreros y cuadrillas de peones más los conductores de máquinas fijas. Esta figura pone en relación con los listeros y jefes de equipo y a estos con los operarios, para que se ejecuten los trabajos. Algunos autores, creen que los trabajadores de los talleres «producen menos que los de la industria particular» debido al perfeccionismo en las operaciones y porque el sistema u «organización existente» no premia a los que muestran mayor celo en el trabajo». Las tareas efectuadas son más caras, añaden algunos, pero tienen, en cambio, una doble virtud: «garantía de construcción» y ejecución de las reparaciones en la forma y tiempo más conveniente a las necesidades del servicio.

Los talleres se distribuyen por toda la geografía nacional, aunque lógicamente tienen mayor peso productivo en aquellos núcleos ferroviarios de mayor importancia, en general las principales ciudades e intersecciones ferroviarias. Los trabajadores de estos servicios se distribuyen en prácticamente todos los oficios nacidos de la industria: electricistas, carpinteros, soldadores, chapistas, caldereros, torneros, etc. y, aunque pertenecen y se identifican claramente con el gremio (identidad ferroviaria), carecen de uniforme. Durante buena parte del siglo XIX y más de la mitad del XX, la ropa que usan estos trabajadores es predominante de pana y algodón, que progresivamente abandonan en favor del mono, bien de pieza única o de dos piezas, que se hace mayoritario en el ámbito industrial, con independencia del sector y especialización, con un claro predominio del azul y el gris.

La tendencia resalta el crecimiento permanente del personal de talleres, sin ir más lejos en Valladolid, donde Norte tiene el taller general más importante de la compañía. En 1882 tiene 1.095 trabajadores (55 de plantilla y 1.040 a jornal), mientras que en 1931 son ya 2.236 los empleados (101de plantilla y 2.135 a jornal); lo que supone un aumento total de 1.141 personas (104% y 105%, respectivamente). Desde el comienzo de su andadura en Valladolid, Norte en su conjunto, y en particular sus talleres principales, se convierten en la principal empresa de la ciudad (en la actualidad los talleres ferroviarios son los más grandes de Europa). El 61,2% de los empleados (1.366 personas) se encuentran en 1913 en el nivel o por debajo de la renta media y percibe el 51,1% del total de la masa salarial. El 93,8% del personal (728 operarios) reciben un salario igual o menor a 1.990 pesetas, a los que corresponde el 88,2% del total de la nómina anual.

Además de su salario base, algunos trabajadores de plantilla (jefes de taller, subjefes, contramaestres y subcontramaestres) reciben una prima de producción; otros (capataces) una prima por buenos servicios y el resto una gratificación semestral. Entre los empleados a jornal, los obreros en metales y en madera pueden aumentarsu salario hasta un 30% por labores a destajo. El trabajo a tiempo, el más habitual en los talleres, se fundamenta en un horario de trabajo o jornada laboral específica. En 1892 está establecida en 10 horas, y, a partir de esta misma fecha, empieza a regir la de 9 horas. La jornada se desarrolla, por lo general, en dos períodos, con un intervalo para comer de una hora y media a dos horas. El horario de oficina es de seis horas diarias, de 9 a 12 de la mañana y de 14 a 17 de la tarde.

Desde abril de 1919, comienza a aplicarse en España de manera generalizada la jornada laboral de 8 horas. Su puesta en práctica es especialmente compleja en algunos servicios ferroviarios, no así en los talleres donde se aplica de forma inmediata; y se regula, a continuación, las horas extraordinarias de carácter voluntario y las obligatorias. Las voluntarias no podían exceder de 52 mensuales o 240 anuales, abonándose a prorrata del salario con un 20% de recargo. Las señaladas como obligatorias (hasta un total de 14 horas en una jornada, con diez jornadas de este tipo en un mes y sólo dos de ellas consecutivas) se pagan con un recargo del 25% las dos primeras y del 50% la tercera y sucesivas. El personal de los talleres disfruta de descanso dominical y festivo. Con el tiempo ve regulado su descanso anual: 20 días de permiso retribuido al año para los empleados de plantilla y, más tarde, 15 días en las mismas condiciones para los operarios a jornal.

Como el resto de trabajadores de Norte, los operarios del taller tienen su propio sistema de previsión social: pensiones, ayudas a las familias numerosas e indemnizaciones en casos de enfermedad, accidente o fallecimiento. La pensión de retiro o jubilación se convierte por fallecimiento del trabajador en pensión de viudedad y orfandad (para los hijos menores de 20 años), reducido su importe a la mitad. También disponen de servicio de economato (a precio de coste adquieren artículos de primera necesidad por medio de una libreta especial) y de las escuelas de enseñanza primaria y superior para los hijos de sus empleados, con carácter gratuito. Con el paso del tiempo se convierte, también, en un centro de aprendices para facilitar el ingreso en la compañía de los hijos de los trabajadores.

Acorde con las técnicas de organización industrial al uso, el taller deja de tender a la autosuficiencia e implanta procesos de montaje en cadena (por ejemplo, vagones), según el modelo de los años 60 y-70, basado en la estandarización de los elementos a fabricar, para simplificar las acciones mediante la organización de los trabajos, y asegurar la continuidad de proceso productivo mediante la acumulación de repuestos y suministros. Más tarde se impone un sistema más flexible, por la que se desafectan todas las operaciones no relacionadas directamente relacionadas con la actividad, que se encargan por lo general a empresas privadas especializadas. Esto provoca la pérdida progresiva de importancia de los talleres, tanto dentro del esquema general de la empresa como en la propia ciudad.

(Imagen personal de talleres generales de Norte en Valladolid, alrededor de 1910. Cortesía de Frotrenes)

(Fuentes. José Luis Lalana Soto, en «Los talleres ferroviarios de Valladolid: del siglo XIX al XXI». Tomás Martínez Vara , en «Los talleres generales de MZA (Atocha)) (1858-1936). Guillermo A. Pérez Sánchez, en «Los Talleres Principales de Reparación de la Compañía del Norte en Valladolid: un estudio de Historia Social (1861-1931)». Pedro Pintado Quintana, en «Depósitos y talleres en as estaciones andaluzas de vía ancha». Régimen interior de Renfe)

Nuevo taller de Renfe para el AVE

Renfe reorganiza y amplía la capacidad de sus talleres de alta velocidad, que corren riesgo de saturarse, para dar entrada al parque de AVE y a los trenes de la competencia tras la liberalización del transporte de pasajeros. El operador, que tiene la obligación de ceder espacio a los nuevos operadores para que realicen el mantenimiento de primer nivel de su material rodante (el que se hace casi a diario), ha licitado la construcción de un nuevo taller en Fuencarral (Madrid) por 95,6 millones de euros y estudia ir un paso más allá de las exigencias de la CNMC y realizar él mismo la conservación y reparaciones pequeñas de los trenes de la competencia.

La obra del nuevo taller, con el que Renfe busca ampliar un 48%, hasta los 62 surcos, su capacidad para mantener trenes de alta velocidad, está articulada en dos fases y tiene un plazo de ejecución de 24 meses. En una primera fase, valorada en 59 millones (sin IVA) se construirá la infraestructura, la playa de vías y se pondrán en marcha diez surcos nuevos en los que se puede realizar los trabajos de conservación de hasta tres trenes al día, unos 30. En una segunda actuación (presupuestada en 20 millones sin IVA) se incrementarán las vías de operación en otras diez: ocho puestos de 200 metros y cuatro puestos de 100 metros.

«En principio, la idea era ceder solamente la infraestructura, como con los operadores de mercancías, pero la cúpula ha visto una oportunidad de negocio y ahora busca que sea la filial de Mantenimiento la que preste el servicio integral de primer nivel», explican fuentes cercanas la compañía. El operador francés SNCF ya se ha puesto en contacto con Renfe para negociar el modelo de mantenimiento de sus trenes, aunque el grupo galo no realiza comentarios sobre los contactos con el operador ferroviario español, que, por su parte, asegura haber recibido llamadas de otros grupos, informa El Economista.

Renfe tiene una capacidad de mantenimiento de alta velocidad en sus bases de 42 puestos, con los que pueden dar servicio hasta a 252 unidades de material rodante, lo que implica que están cerca del colapso (el operador tiene 230 autopropulsados y 19 locomotoras de alta velocidad). Con la llegada de los 30 Avriles comprados a Talgo y los trenes cama que se van a convertir en vehículos de alta velocidad, el parque del operador va a incrementarse en un 19%, lo que unido a la entrada de otros operadores «saturará las actuales instalaciones por lo que urge aumentar la actual capacidad«, explican fuentes de la compañía ferroviaria.

Además de ampliar la capacidad con un nuevo taller en la zona de Chamartín, la compañía estatal también quiere trasladar al complejo de Fuencarral el mantenimiento de los trenes que hacen la ruta entre Madrid y Levante para, entre otras cosas, liberar espacio en las infraestructuras de Santa Catalina, que están en la zona de Atocha y dejar espacio para nuevos trenes en la zona y para los de la competencia que operen rutas con origen y destino en Atocha. Según informa Adif, el corredor Madrid-Levante pasará a tener a Chamartín como estación de referencia, un cambio para lo que será fundamental que se ponga en marcha el túnel que une ambas estaciones madrileñas (conocido como el túnel de la risa) y que en principio está previsto que se inaugure en noviembre de esta año. El túnel para los trenes de alta velocidad, que permitirá arrancar la gestión integrada de las dos infraestructuras, lleva meses concluido y actualmente se están realizando las pruebas de seguridad, que son muy complicadas.

Trenes de Cercanías y S-104 a cargo de Alstom

Renfe ha adjudicado a Alstom el mantenimiento de 15 trenes de alta velocidad Avelia Pendolino (S104) y 106 trenes de cercanías. Los contratos, valorados en 125 millones de euros, comprenden las actividades de mantenimiento preventivo y correctivo para los trenes de cercanías, así como el mantenimiento integral en el caso de las lanzaderas de alta velocidad. El mantenimiento de estos trenes será llevado a cabo por Irvia, la joint venture formada por Alstom (51%) y Renfe (49%)

Con esta adjudicación, Alstom renueva por cuatro años (con opción a uno más) los contratos actuales de mantenimiento de los trenes de cercanías gestionados por Irvia. La primera de las renovaciones se corresponde con un lote de 40 unidades de la serie 447 y otros 47 trenes Civia (fabricados por Alstom). El mantenimiento preventivo y correctivo de los trenes seguirá llevándose a cabo en los talleres de Renfe en Moncada y Mataró. Además, se ha renovado también el contrato para el mantenimiento de 19 trenes de dos pisos serie 451 y 450, que continuarán realizándose en el taller de Vilanova, en Barcelona.

Por otro lado, en lo referente a alta velocidad, Alstom ha sido adjudicatario del mantenimiento de 15 lanzaderas S-104 (modelo Avelia Pendolino de Alstom) durante 4 años, con opción a uno más. Los servicios de mantenimiento para estos trenes se realizarán en Cerro Negro (Madrid) y La Sagra (Toledo). Los trenes de alta velocidad S104 de Renfe fueron fabricados por Alstom en el centro de Santa Perpetua (Barcelona) entre 2002 y 2005. Actualmente prestan servicios de alta velocidad desde Madrid a Ciudad Real, Puertollano, Toledo, Córdoba y Sevilla.

Graicas al área de Mantenimiento de Alstom, los operadores pueden transportar pasajeros y mercancías con los mejores niveles de servicio y rentabilidad. Alstom ofrece una experiencia única en organización industrial y gestión de la cadena de suministro, respaldada por su sólida capacidad tecnológica y de ingeniería de sistemas. Alstom cuenta con más de 25 años de experiencia en el mantenimiento de activos y sistemas ferroviarios, con excelentes resultados en materia de disponibilidad y fiabilidad, Actualmente su actividad de mantenimiento y servicios se desarrolla en más de 100 talleres de 30 países diferentes, con un índice de renovación de contratos del 70%.

Renfe ofrece el mantenimiento de 420 trenes

Renfe saca concurso el contrato de trabajos de mantenimiento de un paquete de 420 trenes de distinto tipo (AVE, cercanías y regionales) durante un periodo de cuatro años y por un importe de 450 millones de euros. El contrato abarca casi una tercera parte (30%) del parque total de vehículos de la compañía, que suma unos 1.360 unidades, y se lanza en vísperas de que anuncie un «histórico» plan de compra de nuevos trenes. Por el momento, este contrato de mantenimiento se licitará en tres lotes, en función de los distintos tipos de tren que abarca, que en su mayoría son de Cercanías. Se trata del mayor contrato que la operadora lanza a la industria ferroviaria desde el de suministro y mantenimiento de treinta nuevos trenes AVE que contrató en 2016 con Talgo.

Uno de los lotes comprende el mantenimiento de veinte trenes de Alta Velocidad Media Distancia (Avant) y otro, un paquete de cuarenta trenes de Media Distancia convencional (regionales) de tracción diésel. El tercer y mayor lote del contrato es el que incluye el mantenimiento de 360 trenes de Cercanías de distintas series y tipos, dado que incluye los más modernos (los Civia) y los de dos pisos.

Las empresas que se hagan con los contratos deberán acometer los trabajos junto con Renfe y en los talleres de la operadora. Así se recoge en los pliegos de contratación, en los que se establece que las empresas contratistas conformarán sociedades mixtas de mantenimiento con la compañía pública. Renfe asegura en un comunicado que los contratos incluyen ciertas obligaciones para las empresas, como son cumplir con un «elevado grado de fiabilidad y disponibilidad de los trenes», especialmente en horas punta, y garantías de calidad y seguridad.

Estos trabajos de mantenimiento se licitan en tanto el sector está pendiente del anunciado plan de compra de nuevos trenes Renfe, que se espera la operadora detalle el próximo mes de mayo. El plan abarcará compras de todo tipo de trenes, especialmente de Cercanías y Mercancías, pero también de Alta Velocidad. «Nunca en la historia se ha lanzado una licitación de compra de nuevos trenes de como se hará en 2018», avanzó recientemente de la Serna en relación al plan. El ministro no concretó el importe inversor, si bien apuntó que será «importantísimo».

En la actualidad, Renfe cuenta con un parque de trenes que suma unas 1.361 unidades, de las que unos 168 corresponden a vehículos AVE y Larga Distancia, otros setenta a Larga Distancia convencional y 62 a Media Distancia de Alta Velocidad (Avant). Unos 660 trenes más son de Cercanías, 300 de regionales convencionales y otros 107, trenes de ancho métrico de la extinta Feve.

Los trenes históricos del Museo Vasco del Ferrocarril circularán todos los días durante agosto

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El Museo Vasco del Ferrocarril, ubicado en Azpeitia, reforzará sus populares viajes en trenes históricos entre la sede de la institución y la estación de Lasao con la prestación de este servicio durante todos los días de agosto con excepción de los lunes, día de descanso en el museo.

Este servicio especial se prestará los fines de semana y festivos con el tren de vapor, remolcando el material móvil habitual, formado por antiguos coches de viajeros construidos por CAF en 1925 y 1944 para los ferrocarriles del Urola y Vascongados. Estos coches serán arrastrados por la histórica locomotora de vapor ´Aurrera´, suministrada en 1898 por los talleres Nasmyth&Wilson de Manchester (Gran Bretaña), al ferrocarril de Elgoibar a Donostia-San Sebastián.

Como complemento al servicio de fines de semana y festivos, durante los días laborables, de martes a viernes, se ha establecido un servicio con un automotor diesel histórico, construido por la firma Allan en el año 1953. En caso de que la demanda lo exija, este automotor puede remolcar alguno de los coches que habitualmente arrastra la Aurrera, de modo que todos los visitantes podrán disfrutar de este singular viaje a través de los hermosos paisajes del valle del Urola.

El parque del Museo Vasco del Ferrocarril dispone de una de las mejores colecciones ferroviarias de Europa, integrada por más de 75 vehículos de todo tipo: desde locomotoras de vapor, tranvías, trolebuses, automotores y vagones de todas las clases hasta un camión de bomberos. El centro incluye una exposición sobre la máquina herramienta, a través del antiguo taller mecánico del Ferrocarril del Urola, que se conserva tal como fue instalado en 1925. Un antiguo motor eléctrico hacer funcionar sus 16 máquinas a través de un complejo sistema de poleas, correas y embarrados.

Además de los vehículos, se pueden encontrar otras colecciones de excepcional interés, entre las que destaca la serie de relojería ferroviaria ‘Jesús Mínguez’, considerada la mejor en su género de Europa. El muestrario se completa con conjuntos de uniformes, faroles, señales, placas de fabricación, etcétera. También merece la pena conocer el antiguo taller de mantenimiento del ferrocarril del Urola, el cual constituye un verdadero museo de máquina-herramienta en funcionamiento. La antigua central eléctrica de transformación nos traslada a un escenario cuya estética recuerda a la película ‘Metrópolis’ de Fritz Lang.

La locomotora ‘Elenore’, una joya asturiana en rehabilitación

Una verdadera joya, que en breve lucirá en todo su explendor. La locomotora minera de vía estrecha más antigua de España recorrió sobre sus ruedas los cinco metros que le separaban del camión que aguardaba para su traslado a Langreo, donde será restaurada por la empresa Sadim. ‘Elenore’ acaba de abandonar Arnao, adonde volverá en cuanto acaben de pulilarla y dejarla en perfecto estado de revista, como se merece.

Cuatro décadas de abandono en Arnao han dejado esta joya asturiana (una 020T) en un estado lamentable. Pero el propósito es que vuelva casi a su estado original y recobre el vigor con el que empujaba en sus buenos tiempos de duro trabajo. La locomotora fue adquirida por la Real Compañía Asturiana de Minas (RCAM) en Bélgica en 1880 (la Real Compañía Asturiana de Minas fue constituida en 1833 gracias a la aportación de capital belga, en lo que se convirtió en una de las primeras grandes inversiones empresariales extranjeras en la actividad minera española), que la utilizó para el transporte entre las instalaciones de la RCAM en Arnao y la dársena portuaria de San Juan de Nieva. A diario realizaba varias veces el trayecto de unos seis kilómetros hasta que fue retirada en 1959, al levantarse la instalación del ferrocarril en el túnel que daba acceso a la RCAM desde Salinas y desaparecer la vía estrecha de 800 milímetros, por la que podía transitar la máquina.

Los trabajadores de la filial de Hunosa se ocuparán de su restauración en un taller cercano al pozo ‘Candín’, aunque su estado es realmente preocupante. De hecho una de las primeras tareas que se vieron obligados a cometer los operarios consitió en poner al descubierto los viejos raíles que en su día cubrían la distancia entre la instalación y la Real Compañía de Minas, y que aún se conservan bajo el asfalto. El objetivo era arrastrar la locomotora sobre sus ruedas, con el fin de facilitar su izado hasta el camión, con el menor perjuicio posible para la máquina.

La salida de la ‘Eleonore’, que permanecía estibada en Arnao desde 1971, fue seguida por numeroso público, que acudió a la localidad posiblemente movida por la nostalgia de los días en los que esta locomotora de vapor escupía humo por su chimenea.

El Ayuntamiento asturiano, propietario de esta joya al igual que de la locomotora ‘Rojillín’ (020WT) de 1925, tiene previsto acometer un ambicioso proyecto para recuperar su patrimonio, del que ‘Elenore’ es una parte muy importante. También abordará la recuperación de la vieja mina de Arnao para explotarla turísticamente. «De aquí a 2011 se invertirán más de cinco millones de euros, gracias a los fondos europeos, y era lógico que el Ayuntamiento realizara un esfuerzo adicional para evitar que esta locomotora, de una extraordinaria importancia en la historia del ferrocarril en España, no se perdiera».

Los trabajos de rehabilitación se prolongarán durante unos seis meses. Después, ‘Eleonore’ volverá a Arnao para lucir en todo su esplendor.

(Fuente El Comercio. Imagen Marieta)

El nuevo S-112 de Renfe, a punto de salir de los talleres

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Novedad a la vista. Renovación por encima de todo. Esos son los planes de Renfe que ha hecho de su lema «la flota más moderna de Europa», algo más que un eslogan y que está dispuesta a llevar a cabo la renovación de su parque móvil, de tal forma que para 2010 sea la operadora con los trenes más modernos de todo el mundo. Así lo atestigua ‘The European Rail Industry’ (Unife), la gran patronal del sector en el Viejo Continente. Fuentes del sector aseguran que la primera composición del S-112 (del que hay pedidas 30 unidades en total, por un valor de 640 millones de euros) puede estar lista esta misma semana. El nuevo tren es una evolución del 102; los técnicos tienen previsto que alcance una velocidad máxima de 330 kilómetros por hora con un reducido consumo energético.

Todos los talleres de Integria mantienen una actividad frenética duran los últimos meses. El fantasma de la crisis parece, por tanto, alejarse de la operadora que hace algo más de tres años dio un giro de 180 grados a su estrategia en la división de talleres. Dejó atrás un negocio vetusto y muy expuesto a los peligros de la creciente competencia y creó Integria, una compañía industrial obsesionada en liderar, junto a los grandes del secto,r los negocios de construcción y mantenimiento de trenes.

A partir de la nueva política de compra de material rodante -Renfe se asegura participar en un 20% en la fabricación y en un 50% en el mantenimiento en los contratos que se adjudican-, la compañía ha levantado los talleres. Para este año, el operador público tiene previstas 586.000 horas de fabricación en sus centros de Villaverde (Madrid), Los Prados (Málaga) y Valladolid. Todo un colchón en medio de la crisis.

Dentro de esa bolsa de trabajo, 224.440 horas serán para las instalaciones vallisoletanas, donde Renfe construye junto a la guipuzcoana CAF, la francesa Alstom y la alemana Siemenes trenes de Cercanías y de Alta Velocidad-Media Distancia de nueva generación.

El taller madrileño de Integria desarrollará este año labores equivalentes a 95.190 horas en el desarrollo junto a la canadiense Bombardier nuevas locomotoras para servicios de Mercancías. En concreto, unidades de la denominada Serie 253, de la que hay contratadas ya un centenar.

En Málaga, la empresa la fabricación junto al consorcio Talgo-Bombardier de nuevos trenes Hotel (ya se han completado 5) y nuevos coches y cabezas tractoras AVE garantiza 268.350 horas. El último proyecto de estas instalaciones se refiere a la construcción de 14 unidades del nuevo tren de alta velocidad Serie 112.

(Fuente El Correo)