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Digitalización de archivos ferroviarios de Jaén

Las fotografías son fuentes fundamentales para la historia. El maridaje entre el ferrocarril y la fotografía es especialmente fructífero. Surgen de modo coetáneo, a finales del primer tercio del siglo XIX, y desde ese momento la proyección pública del primero tiene como compañera de viaje a las reproducciones de imágenes. Las primeras muestras cinematográficas de los hermanos Lumière recogen la llegada de un tren a la estación de La Ciotat, en la Provenza francesa en 1895. Más adelante, el tren y la imagen, la publicidad y la difusión de los viajes se han convertido en iconos habituales de la sociedad moderna, desde los penachos de humo de las locomotoras de vapor hasta la innovación y modernidad aportada por los trenes de alta velocidad. Hay en este universo ferroviario verdaderas obras de arte.

La Asociación de Amigos del Ferrocarril de Jaén cederá a la Diputación su archivo documental y gráfico con el objetivo de que sea digitalizado por el Instituto de Estudios Giennenses (IEG). El colectivo, fundado en 1986, posee miles de documentos que quiere poner a disposición de la ciudadanía y ha considerado que la fórmula idónea para ello es contar con este organismo. «El objetivo no es otro que poner a disposición de la Diputación el importante archivo con el que cuenta la asociación, cuyo propósito es que sea un instrumento que esté al alcance de cualquier vecino de la provincia de Jaén, nuestro país o el mundo, porque su propuesta es que el IEG pueda digitalizar todo ese patrimonio para que podamos colgarlo en la red».

El presidente y el secretario de la asociación, Miguel Ángel Rodríguez y Francisco José González, respectivamente, han mantenido este jueves con el presidente de la Administración provincial, Francisco Reyes. Reyes destaca que este proyecto también supone reconocer «la capacidad que tiene el IEG desde el punto de vista técnico y de recursos humanos y materiales para poder hacerlo, como se ha demostrado en la digitalización del legado de Miguel Hernández«, que ya está en Internet después de que la Diputación lo adquiriera a la familia del poeta.

«Tenemos un archivo histórico que incluye material que abarca desde los comienzos de la historia del ferrocarril en la provincia de Jaén, en el año 1856, tanto de documentos como de archivos gráficos, y nuestra intención siempre ha sido ponerlo a disposición del público, de todas aquellas personas que estén interesadas», comenta Rodríguez.

Desde la asociación -que tiene como objetivo la promoción del conocimiento y divulgación de los aspectos históricos, sociales, económicos y técnicos ligados a este medio de transporte- se ha contactado con el Instituto de Estudios Giennenses, que «es el mejor vehículo para llevar a cabo este proyecto», de manera que el archivo se pone a disposición de la Diputación para que a su vez todos los ciudadanos que estén interesados, además de investigadores e historiadores, puedan acceder a esa documentación.

Reyes incide en que esta propuesta «es buena para que así se conozca en la provincia qué ha supuesto el ferrocarril, tanto los aspectos positivos, que son muchos, como los negativos», entre los que ha citado «su abandono en los últimos años y la necesidad de que se reactive porque es un medio de transporte limpio, sostenible y fundamental para articular el territorio». Al hilo, no sólo a la alta velocidad, sino también al ferrocarril tradicional «y las acciones urgentes y necesarias» en el territorio jiennense, como intervenir desde Linares-Baeza hasta Granada, «una actuación clave desde el punto de vista del transporte y para acercar Andalucía oriental al centro de España«.

Igualmente, ha hecho alusión a «una reivindicación histórica» de la provincia de Jaén y Andalucía: «el eje Algeciras-Bobadilla que permita poner en funcionamiento el eje central del Corredor Mediterráneo, tal y como lo planteó la Unión Europea».

La asociación, constituida en 1986, tiene su sede en el interior de un antiguo coche de pasajeros de la serie 5.000, al AAR-5058, construido en 1947 y apartado en la vía VIII de la estación de ferrocarril de Jaén. Originalmente se trataba de un coche de uso mixto para pasajeros y cafetería, siendo los departamentos de pasajeros de 1ª Clase. Hoy en día es el único superviviente de su serie, pues todos los demás fueron desguazados en su momento. Cedido por Renfe, su interior se vió reformado en 1989 para adecuarlo a su nuevo uso.

(Imagen grabado de la inauguración de la estación de Jaén. Vía Libre)

Exposición sobre CAF en Delicias

El Museo de Delicias acoge hasta el 7 de enero, la exposición ‘CAF, un siglo al servicio del ferrocarril’, organizada por la asociación cultural Lemniskata de Beasain (Gipuzkoa) en colaboración con Euskotren y el patrocinio de Construcciones y Auxiliar del Ferrocarril. La muestra consta de 130 imágenes distribuidas en 15 paneles en los que se refleja la evolución de esta empresa desde sus orígenes, que se remontan a 1860, hasta la constitución en 1917 de la factoría guipuzcoana CAF y su devenir hasta nuestros días: desde los primitivos vagones de madera hasta los más modernos trenes de alta velocidad.

La exposición que asesora Juanjo Olaizola, director del Museo Vasco del Ferrocarril de Azpeitia, realiza un recorrido por los diferentes acontecimientos vividos por la empresa ferroviaria en este primer siglo de andadura, desde guerras hasta situaciones de crisis que amenazaron su existencia. La inauguración se abre con la presentación del libro ‘CAF, un siglo al servicio del ferrocarril’, editado por Maquetren, y que cuenta con la dirección de Olaizola.

Esta obra recoge no solo estos cien años de historia transcurridos desde la fundación de la Compañía Auxiliar de Ferrocarriles en 1917, sino también todos sus antecedentes, que se remontan a la puesta en marcha de la fábrica de hierros de San Martín en Beasain el año 1860. En estos cien años, CAF se ha convertido no solo en el motor económico de Gipuzkoa, sino en una de las empresas españolas de más renombre que compite con las grandes multinacionales del sector. Sus productos (trenes, tranvías y metros) se mueven hoy por las líneas ferroviarias de los cinco continentes. Los 1.650 empleados de aquel lejano 1917, supera los 7.000 en su matriz de Beasain, resto de factorías y filiales.

Como Olaizola narra en su obra, la firma nace en marzo de 1917 con el propósito de explotar los talleres que la Fábrica de Vagones dispone en la vega del Oria. Varias sociedades se suceden al frente de su administración (entre otras Goitia y Compañía, La Maquinista Guipuzcoana y Sociedad Española de Construcciones Metálicas), pero las dificultades económicas la abocan al fracaso.

Tres empresarios afincados en Madrid –Valentín Ruiz Senén, Luis Urquijo Ussía y Santiago Innerarity Cifuentes, junto al comisionista donostiarra Ángel Gascue Minondo- se reúnen en Donostia ante el notario Luis Barrueta para constituir una sociedad que tiene como objetivo la «construcción, compra, venta, alquiler de vagones y de cuantos elementos puedan servir para los transportes, para la explotación de caminos de hierro y tranvías, y aportar al tráfico nacional, material ferroviario». La nueva sociedad se bautiza como Compañía Auxiliar de Ferrocarriles (CAF) que acabará siendo conocida por sus siglas.

“La Primera Guerra Mundial resulta fundamental para la consolidación de la industria de construcción de material ferroviario en el País Vasco y en el resto de España. Dos factores resultan en este sentido determinantes: por una parte, la imposibilidad de las empresas ferroviarias españolas de seguir abasteciéndose en sus proveedores habituales de Francia, Bélgica, Alemania o Gran Bretaña, ya que sus industrias se centraron en estos años en el esfuerzo de guerra, a lo que se sumaban las graves dificultades para el comercio internacional. De hecho, esta coyuntura facilitó las primeras grandes exportaciones de la industria vasca, en concreto 6.390 vagones suministrados por la fábrica de Beasain a Francia, Bélgica y Portugal”. El párrafo está extraído de la “Introducción a la historia de la industria de construcción de material ferroviario en Euskadi” que Juanjo Olaizola escribió para el VI Congreso de Historia Ferroviaria.

Con la constitución de Renfe en 1941, la empresa estatal se convertiría en el principal cliente de la firma vasca que, en aquellos años, se asentó en la construcción de locomotoras, con el suministro de las magníficas máquinas eléctricas de la serie 7500. Otros clientes como el Metro de Madrid también adquirieron, progresivamente, un destacado papel en la cartera de pedidos de la compañía. Acuerdos tecnológicos con firmas de prestigio internacional como FIAT, ALCo o Mitsubishi permitieron a CAF dominar el mercado español y realizar, a partir de 1961, exportaciones de componentes, vagones, coches de viajeros, locomotoras diésel y unidades de metro a países como Thailandia, Francia, Yugoslavia, República Democrática Alemana, Túnez, Colombia o Irán. La factoria de Beasain ha ido extendiendo sus tentáculos en otros país, pese a la crisis que ha sufrido el sector ferroviario, que ha sabido capear incorporando otros productos a su cartera.

El tranvía de Arratia protagoniza una muestra en el Museo Vasco del Ferrocarril de Azpeitia

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El tranvía de Arratia vuelve a la vida. El Museo Vasco del Ferrocarril de Azpeitia abre una muestra sobre el tranvía de Arratia, que permanecerá abierta hasta el próximo seis de abril. Se trata de una exposición que inició su andadura el pasado 30 de enero en Zeanuri (Bizkaia), bajo el título «El Tranvía Eléctrico de Bilbao a Durango y Arratia. 50 años sin el Tranvía de Arratia», que también se pudo ver en febrero en Igorre (Bizkaia). La muestra está integrada por unas 150 fotografías, gráficos, noticias de prensa, imágenes de cine (grabaciones de Julián Elejoste, Felipe Manterola y del NoDo), billetes y otros objetos, además de tres maquetas de tranvías.

El Tranvía Eléctrico de Bilbao a Durango y Arratia, popularmente conocido como el Tranvía de Arratia se inauguró en 1899 y el 30 de noviembre de 2014 cumplió el quincuagésimo aniversario de su desaparición. Coincidiendo con ese aniversario, y con la finalidad de dar a conocer la historia de aquel viejo medio de transporte, Zertu Kultur Elkartea ha organizado, con el patrocinio de la Diputación Foral de Bizkaia, esta exposición, que cuenta con la colaboración entre otras entidades de Euskotren.

Arratia ostenta el récord de haber tenido el tranvía con mayor recorrido de la península. La longitud total llegó hasta los 49,21 kilómetros, de los cuales 20 pertenecían al tramo común entre Bilbao y Lemoa, mientras que los respectivos ramales entre esta localidad y Durango y Zeanuri tenían 14,6 kilómetros cada uno. Se mantuvo en activo hasta 1964 y llegaba hasta el corazón de Bilbao, con una parada terminal junto al teatro Arriaga.

El tranvía se convirtió en el medio habitual de transporte para los habitantes del valle de Arratia. Con él llegaban hasta distintas poblaciòn de la cpnurbación de Bilbao. Cientos de arratiaras debían cogerlo para trabajar en las fábricas de Galdakao, Basauri o Bilbao. También los bilbaínos lo usaban para acercarse a los balnearios de Artea y Areatza. Incluso algunos montañeros compran el billete para trasladarse hasta las faldas del Gorbea.

Juanjo Olaizola, diretor del museo de Azpeitia, explica que tuvo cierta importancia en el transporte de mercancías. «Facilitó el transporte de los productos agropecuarios del valle y también de la producción de las fábricas como la siderúrgica de Astepe, cementos Lemona, Firestone o La Basconia a los muelles de la ría de Bilbao. El tranvía disponía para este servicio de 11 furgones automotores y 68 vagones, con los que en 1929 llegó a transportar 89.287 toneladas, cifra nada despreciable e incluso superior a la de muchos ferrocarriles convencionales”, apunta. El progresivo desarrollo de los camiones en los años 30 iría arrebatando buena parte de la carga al tranvía, a pesar de que los ingresos por el transporte de mercancías superaron por momentos a los logrados por el tráfico de pasajeros.

El tranvía tardaba hora y media en recorrer la distancia quue separa Zeanuri de Bilbao, pero no era extraño que se duplicara la duración del viaje por complicaciones, en su mayor parte con la instaalación energética. También era anormal que los viajeros se vieran obligados a bajar del transporte, cuando se le hacía imposible salvar las cuestas. Pese a todo, son aún muchas las personas que lo recuerdan con nostalgia.

(Imagen Jeremy Wiseman. Museo Vasco del Ferrocarril)

‘La vida junto al tren’, exposición de imágenes sobre los oficios ferroviarios en el Museo de Gijón

 Plantilla completa de la estación de del Norte Avilés, incluyendo una taquillera. Anónimo. 1915.

‘La vida junto al tren’. Con motivo del 175 aniversario de la presentación en París de las primeras fotografías de Daguerre, la sala de exposiciones temporales del Museo del Ferrocarril de Asturias (Plaza Estación del Norte s/n, Gijón) acoge una muestra de imágenes relacionadas con los distintos oficios ferroviarios. Hasta el 20 de julio se podrá ver la muestra que bajo el título ‘La vida junto al tren’, expone a los visitantes distintos aspectos y visiones sobre los oficios ferroviarios.

A mediados del siglo XIX aparece en España una nueva clase de trabajadores, los ferroviarios. Algunos de aquellos oficios aún se mantienen hoy en día, pero otros solo perviven gracias a la fotografía, que nos muestra cómo eran, sus condiciones sociales y laborales, su familia y su modo de vida, sus celebraciones y también sus reivindicaciones. La exposición tiene, además, el fin de dar a conocer el papel del museo en la recuperación de la fotografía en Asturias. El horario de apertura de la muestra es de 10.30 a 13.30 horas y de 16.30 a 18.30 horas.

El Museo del Ferrocarril de Asturias es el centro de investigación y difusión de la historia ferroviaria de Asturias. Su finalidad no solo es el estudio de la revolución industrial y el desarrollo tecnológico, sino también explicar la evolución social y económica que trajo consigo la implantación del ferrocarril en la región.

El Museo ocupa las instalaciones de la antigua estación del Norte que quedó fuera de servicio el 29 de enero de 1990, con la construcción de una nueva red arterial ferroviaria de Gijón. Gracias a un convenio firmado por Renfe y el Ayuntamiento de Gijón, la ciudad obtiene buena parte de los terrenos de Renfe, incluido el edificio de viajeros y otras instalaciones, con la única condición de su reutilización para fines culturales y sociales.

La labor de recuperación de fotografía histórica del museo se ha llevado a cabo por muy diversas vías, que abarcan las compras, donaciones, legados, cesiones y depósitos, hasta superar un fondo de varias decenas de miles de imágenes. Todas ellas están referidas al mundo del ferrocarril y la industria, con especial incidencia en la historia asturiana pero sin renunciar a importantes lotes referidos al resto de España. En ese conjunto tienen relevancia los retratos de ferroviarios. Imágenes realizadas por las compañías de sus plantillas de trabajadores, las que forman parte de colecciones más amplias como las de los directores de distintas empresas, las obtenidas por fotógrafos profesionales, o por aficionados al ferrocarril y las realizadas por los propios ferroviarios en su lugar de trabajo.

Como meras figuras que se mueven en los nuevos escenarios o como el capital humano de las empresas ferroviarias, gracias a los retratos de los trabajadores, se pueden conocer parte de sus condiciones sociales y laborales, su familia, sus celebraciones, su modo de vida. De hecho, aunque algunos de sus oficios aún perviven, otros solo permanecen vivos gracias a la fotografía.

Los ferroviarios son retratados en grupo, como una plantilla de trabajadores, en torno a los dos iconos más representativos del ferrocarril: la estación y la máquina. Como si de un gran ejército se tratase, las imágenes muestran a los empleados uniformados y en formación, jerárquicamente dispuestos por categorías. Inauguraciones y visitas institucionales constituyen acontecimientos reflejados en amplios reportajes fotográficos por las propias compañías, en los que los grupos de ferroviarios son parte importante de la escenografía.

Los fotógrafos de temática ferroviaria centran su interés en la locomotora y el tren. De este modo, el elemento humano es, a veces, un mero acompañamiento de la máquina. Aún así, la mayor parte de la imágenes de ferroviarios en los trenes representan a la pareja – maquinista y fogonero – , retratados casi siempre en actitud de posado, orgullosos de sus máquinas y de su oficio. El resto del personal del tren aparece casi siempre formando parte de composiciones que recogen los trenes en el momento que precede a la marcha, o asomándose tímidamente “para salir en la foto”.

Cuando los ferroviarios eran fotografiados en las estaciones, aparecen formando un conjunto completo de trabajadores. Todos ellos, habitualmente, posando para el fotógrafo profesional o de empresa. En otras ocasiones, se reflejan sus actividades en fotografías en las que el protagonista fundamental es el mundo ferroviario: las circulaciones y los tráficos en la estación.

La estación era también el lugar de residencia para diferentes categorías ferroviarias. Por ello, jefes de estación, factores y otros empleados, solían aprovechar la presencia del fotógrafo para retratarse con su familia. En cualquier caso, la fotografías tradicionales mostraban a las plantillas de las estaciones con su uniforme, en composiciones muy estudiadas y en los que la categoría marcaba estrictamente la jerarquía de posado.

(Imagen cortesía Museo del Ferrocarril de Asturias)

Aparece un valioso lote de fotografías del británico Trevor Rowe que escaneará el Museo de Azpeitia

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El Museo Vasco del Ferrocarril, ubicado en Azpeitia (Gipuzkoa), en colaboración con la Asociación de Amigos del Museo, ha recuperado una valiosa colección de fotografías históricas tomadas en la Península ibérica por el británico Trevor Rowe entre 1952 y 1968. Denis Trevor Rowe es uno de los más destacados aficionados al ferrocarril y fotógrafo ferroviario de Gran Bretaña. Su pasión por el ferrocarril le ha llevado a recorrer medio planeta a la búsqueda de las locomotoras de vapor más antiguas, los trenes de vía estrecha más singulares y los tranvías más primitivos.

El fruto de sus viajes ha quedado plasmado en diversas publicaciones, como European narrow gauge steam, Railway holidays in Spain, Railways of South America, Narrow gauge railways of Spain, o Spain & Portugal railways, todas ellas ilustradas con sus fotografías.

Aunque algunas de sus fotografías son sobradamente conocidas por historiadores y aficionados al ferrocarril, buena parte de las imágenes que conforman esta colección son absolutamente inéditas. Trevor Rowe plasmó con su cámara imágenes irrepetibles de toda clase de locomotoras y ferrocarriles, a lo largo y ancho de la Península ibérica, en los cinco viajes que realizó entre 1952 y 1968.

En muchas de ellas aparecen líneas hoy desaparecidas, como el tren del Bidasoa, Castro a Traslaviña, Olot a Gerona, Flassa a Palamós, Villena a Alcoy y Yecla, Utrillas o Sierra Menera. Asimismo, su cámara captó los tranvías históricos de ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza, Oviedo o Bilbao, entre otras.

Trevor Rowe prestó también especial atención a las locomotoras de vapor, en aquella época todavía en pleno apogeo, pero sin dejar de lado a sus sustitutos diésel y eléctricos, incluido el ‘moderno’ Talgo.

También se fijó en los ferrocarriles de Euskadi, tanto los de servicio público (Vascongados, Santander-Bilbao, Robla, Renfe, etc.), como los de servicio particular como los trenes mineros de Orconera, Franco-Belga y Sestao a Galdames, o los ferrocarriles industriales de Altos Hornos de Vizcaya y La Basconia.

Dado el gran valor histórico de estas fotografías, el Museo Vasco del Ferrocarril procederá a su escaneado y corrección de defectos producidos por el paso de los años, para poder ponerlas a disposición del público a lo largo del presente ejercicio 2014.

(Imagen de la locomotora Izarra, cuando aún estaba en servicio en la fábrica de la Baskonia, una de las fotos ahora rescatadas de Trevor Rowe)

Fotos inéditas de Vicente Crespo y cinco máquinas de vapor en Azpeitia el próximo sábado

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El Museo Vasco del Ferrocarril ofrecerá desde el sábado 5 de octubre una atractiva exposición de fotografías históricas e inéditas de la localidad de Azpeitia de principios del pasado siglo tomadas por el que fuera juez destinado en ese partido judicial Vicente Crespo, leonés y gran aficionado a la fotografía. Ese día, el activo museo gestionado por Iñigo Palomino, director de Euskotren, ofrecerá una jornada especial con motivo de su XIX aniversario. Para ello, se pondrán en marcha cinco vehículos de tracción vapor con los que se que ha efectuado cuatro circulaciones de viajeros en la línea de Azpeitia a Lasao, así como otros movimientos por la playa de vías del Museo.

Los horarios de salida de los trenes históricos en servicio de viajeros se efectuarán desde el museo a las 11.30 (automotor diesel 301 de los ferrocarriles portugueses, de 1953), 12.30 (locomotora de vapor ‘Portugal’, también de los ferrocarriles portugueses, de 1913), 17.00 (locomotora de vapor ‘Aurrera’, del ferrocarril de Elgoibar a San Sebastián, de 1898) y 18.00 horas, (locomotora de vapor ‘Zugastieta’, del ferrocarril de Amorebieta a Bermeo, de 1888). Asimismo, durante toda la jornada efectuará maniobras en la playa de vías la locomotora de vapor ‘Espinal’, construida por Robert Stephenson en 1887 y la grúa de vapor ‘Grafton’ de 1920.

La exposición de fotografías consiste en 32 imágenes históricas e inéditas de la Azpeitia de principios del pasado siglo tomadas por el juez Vicente Crespo Franco. Aficionado a la fotografía, Vicente pudo dedicar el tiempo que le quedaba libre entre pleito y pleito al desarrollo de su afición, lo que le permitió captar diversas imágenes en Azpeitia y su entorno más inmediato. Esta exposición muestra parte de su llamativo trabajo en una época en la que la fotografía era más un arte que una afición.

El parque del Museo Vasco del Ferrocarril dispone de una de las mejores colecciones ferroviarias de Europa, integrada por más de 75 vehículos de todo tipo: desde locomotoras de vapor, tranvías, trolebuses, automotores y vagones de todas las clases hasta un camión de bomberos. El centro incluye una exposición sobre la máquina herramienta, a través del antiguo taller mecánico del Ferrocarril del Urola, que se conserva tal como fue instalado en 1925. Un antiguo motor eléctrico hacer funcionar sus 16 máquinas a través de un complejo sistema de poleas, correas y embarrados.

La primera parte del museo se abrió en 1992; dos años más tarde se empezaron a recibir los trenes, y en 1998 se inauguró el de vapor que se desplaza desde la estación de Azpeitia hasta Lasao. Los fines de semana los visitantes tienen la ocasión de montar en los coches de madera del antiguo tren del Urola, donde, remolcados por locomotoras de vapor, necesitan 20 minutos para recorrer una distancia aproximada de 5 kilómetros.

Una de las ‘rarezas’ más llamativas, y casi desconocida en otras instalaciones similares, es la grúa de vapor ‘Grafton’. Apropiada para vías de ancho ibérico, fue construida en 1920 por la compañía británica Bedford para la empresa Babcock Wilcox, sita en Sestao. Es la única en su género que funciona en España. También posee la unidad eléctrica más antigua en estado de marcha, la locomotora SEFT 101, fabricada en 1925 por AEG de Berlín para el Ferrocarril de San Sebastián a la Frontera Francesa (el popular ‘Topo’).

Además de los vehículos, se pueden encontrar otras colecciones de excepcional interés, entre las que destaca la serie de relojería ferroviaria ‘Jesús Mínguez’, considerada la mejor en su género de Europa. El muestrario se completa con conjuntos de uniformes, faroles, señales, placas de fabricación, etcétera. También merece la pena conocer el antiguo taller de mantenimiento del ferrocarril del Urola, el cual constituye un verdadero museo de máquina-herramienta en funcionamiento.

(Imagen VicenteCrespo. Cortesía Museo Vasco del Ferrocarril)

El Museo del Ferrocarril cataloga las fotos del archivo de Talgo

Patentes Talgo y la Fundación de los Ferrocarriles han firmado un nuevo acuerdo para la catalogación y conservación del archivo fotográfico y audiovisual de la empresa Talgo. Hace tres años, se rubricó un acuerdo marco de colaboración entre la Fundación de los Ferrocarriles Españoles y la empresa Patentes Talgo, para el desarrollo de diversas actividades. Este acuerdo reflejaba la posibilidad de ir concretando en la firma de diferentes anexos, bajo la forma de convenios, las condiciones específicas de cada actuación. Por tal motivo, el pasado lunes, el director gerente de la Fundación, Jaime Barreiro, y el presidente de Patentes Talgo, Carlos Palacio Oriol, firmaron un nuevo acuerdo que amplía la cooperación entre ambas instituciones. En el acto, celebrado en el Museo del Ferrocarril, estuvieron acompañados por la directora del Museo, María Xosé Porteiro, y por el director de Desarrollo de Mercado de Patentes Talgo, Mario Oriol.

Patentes Talgo es propietaria del archivo fotográfico y audiovisual de la empresa Talgo, cedido en depósito a la Fundación en el año 2008, con el objetivo de integrarlo en los fondos de la fototeca del Museo del Ferrocarril de Madrid-Delicias. Fruto de la colaboración entre ambas partes, el pasado año comenzó la digitalización del mencionado archivo con la coordinación del personal técnico del Museo del Ferrocarril. En cuanto al material audiovisual, una vez recibida y catalogada la colección de películas Talgo, se ha gestionado un acuerdo de colaboración con la Filmoteca Española para asegurar su conservación.

El Museo del Ferrocarril y Patentes Talgo podrán hacer uso del material depositado, tanto para publicaciones como para exposiciones y otros usos de investigación y divulgación, en un año importante para la historia del ferrocarril, ya que se cumplen 60 años del primer viaje del Talgo II, un tren que impulsó la innovación española.

Dentro de sus acciones sociales Talgo colabora con la Fundación de los Ferrocarriles Españoles patrocinando desde el año 1997 el Aula Talgo del Museo del Ferrocarril, un espacio didáctico para colegios donde los escolares pueden iniciarse en el conocimiento del mundo del tren. Desde su creación, más de 30.000 niños y niñas de Educación Infantil y Primaria han participado en los talleres didácticos ofertados en este espacio que se ha convertido en un referente dentro de la programación escolar de los museos de Madrid.

El ferrocarril de México, en unas fotos inéditas de Juan Rulfo

Historia de una época. «Juan Rulfo, Nonoalco y sus Alrededores», una exposición con 62 fotografías -algunas inéditas- del escritor mexicano Juan Rulfo (1917-1986), el autor de ‘Pedro Páramo’ y ‘El llano en llamas’, recuerdan al gremio de ferrocarriles en México a través de imágenes en blanco y negro del pueblo de Nonoalco y su estación de trenes. La muestra se caba de inaugurar en el Museo de Ferrocarrileros de Ciudad de México, donde permanecerá abierta hasta el próximo 31 de julio.

Las fotografías que conforman la muestran fueron seleccionadas de entre las 150 que la Fundación Juan Rulfo A.C. dio en préstamo al museo por un convenio con la Secretaría de Cultura del Distrito Federal. «Queremos rendir homenaje a nuestro gremio y a la faceta fotográfica del gran Rulfo, que casi nadie conoce pero debería conocer, no sólo por el valor estético, sino histórico, que refleja lo que él mismo retrató en sus libros, un México al natural», dijo a Efe Salvador Sarco, director del Museo de Ferrocarrileros.

La vida de los ferrocarrileros y sus familias, los carros y campamentos, las mujeres y los niños lavando y jugando junto a las vías, los maquinistas, fogoneros y reparadores de vías están centran la mayoría de las imágenes. También aparecen algunas dedicadas a las locomotoras de vapor, los furgones, vagones del ferrocarril y las antiguas vías. Algunos títulos son «Calle de Nonoalco», «Góndola descarrilada», «Locomotora de vapor 2119», «Mujeres cruzando la vía frente a carro tanque», «Furgón N de M 60801» y «Vías de Ferrocarril».

Según Sarco las fotografías fueron hechas por Rulfo en 1956 a petición del escritor José Luis Martínez -entonces funcionario de los Ferrocarriles Nacionales de México- con el fin de publicarlas en la revista ‘Ferronales’, pero el proyecto no llegó a concretarse. Tres cuentos de «El llano en llamas» se publicaron en marzo de 1957 en dicha revista.

Fue en 1990 cuando se dieron a conocer algunas de ellas en una exposición que se celebró en la antigua terminal de ferrocarriles de Buenavista, en la capital mexicana. Según estudiosos del tema, algunas referencias ferroviarias aparecen sesgadas en la obra literaria de Rulfo, quien en el cuento ‘Paso del Norte’ introdujo un breve pasaje que hace referencia a la estación ferroviaria de Nonoalco.

La segunda mitad del siglo XX fue decisiva para Juan Rulfo porque además de escribir y publicar sus dos obras más reconocidas a nivel mundial -‘El llano en llamas’ y ‘Pedro Páramo’- emprendió proyectos fotográficos sobre danza, cine, etnografía, geografía, arquitectura y ferrocarriles. Estos se publicaron en 1980 en una edición recopilada por el Instituto Nacional de Bellas Artes en México (INBA)