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‘La hazaña estéril’, el túnel de La Engaña

No es la primera vez que abordo este tema. Pero en esta ocasión, lo hago para destacar el detallado trabajo de una gran periodista que conoce como nadie la historia de una de las grandes obras de este país que, sin embargo, nunca llegaron a cumplir el objetivo para el que fue construida. Teresa Cobo realiza una rigurosa, detallada y documentada investigación periodística sobre el túnel de La Engaña. ‘La hazaña estéril’ pone nombre y rostro a toda esa gente que fue capaz de abrir una cordillera, a veces a costa de su vida, para llevar el ferrocarril hasta el mar. Siete kilómetros de oscuridad que comunican Burgos con Cantabria que nunca vieron la luz.

El túnel de La Engaña recorre 6.976 metros de las entrañas de Cantabria. Se construyó para permitir el paso de los trenes, pero estos jamás lo atravesaron. Su trazado traspasa Estacas de Trueba, consiguiendo unir las provincias de Burgos y Cantabria. Salvo 400 metros en curva, el resto de la galería discurre en línea recta, con un diámetro de 9 metros, y preparada para la instalación de dos vías. La pendiente entre las bocas, realizadas en piedra de sillería y mampostería, es del 2%.

La construcción de La Engaña comienza en febrero de 1941 y termina en mayo de 1959, a pesar de que su ejecución estaba prevista completarla en 52 meses. Inicialmente fue concebido a principios de siglo XX para dar servicio a la malograda línea Santander-Burgos, pero el proyecto fue después incorporado al ferrocarril Santander-Mediterráneo como el túnel más importantes de los 32 necesarios en sus 675 kilómetros de trazado. La vía quedó inconclusa a 67,5 kilómetros de la capital cántabra.

El kilómetro cero de la línea Santander-Mediterráneo estaba en Calatayud. Hasta allí llegaba, desde el puerto de Sagunto, el ferrocarril Central de Aragón, que entró en funcionamiento en 1902 y unía Valencia con Zaragoza con un recorrido de casi 299 kilómetros. El objetivo teórico era enlazar ambas vías. Desde Calatayud se construyeron 366,547 kilómetros hasta Cidad-Dosante, en Burgos, a lo largo de los cuales se distribuían 57 estaciones. El trazado se dividió en siete secciones. Las seis primeras, entre Calatayud y Cidad-Dosante, se construyeron en un tiempo récord, a un ritmo de más de 60 kilómetros por año. En noviembre de 1930 ya estaban todas abiertas al tráfico. La sección séptima no se acometió porque planteaba una solución chapucera para llevar el tren a Santander. Este tramo se extendía entre Cidad y Ontaneda (48,4 kilómetros), donde se suponía que la nueva vía de ancho normal debía empalmar con la del ferrocarril de vía estrecha Ontaneda-Astillero, un imposible que obligaba a costosos, incómodos y poco competitivos trasbordos. En 1927, un decreto ley del Gobierno reservó al Estado el derecho a modificar el trazado de la sección séptima desde Cidad.

La Guerra Civil retrasó el proyecto y hasta finales de 1941 no comenzaron las obras. La más compleja incluía la construcción del túnel de La Engaña que permitía el paso de Cantabria a Burgos bajo la montaña. El ritmo de construcción era lento porque se sustentaba en el trabajo manual, pero, pasados los primeros años, la empresa adjudicataria los ralentizó aún más. Ante la incapacidad para llevar las obras a término, la concesión fue transferida a otra compañía en agosto de 1950. Los trabajos en el tramo concluyeron al cien por cien en 1961, pero dos años antes el Gobierno había renunciado al proyecto y no se llegó a tender la vía ni se colocaron las señales.

Teresa Cobo lleva años contando historias sobre La Engaña, un lugar que la ha perseguido desde niña. La periodista publicó en El Diario Montañés un sinfín de relatos sobre la zona entre 2011 y 2019. Pero le faltaba algo. Así que dedicó, todas las horas libres que pudo en el último año para indagar, recabar, completar, escribir, revisar y comprobar todos los documentos, orales y escritos, sobre esta magna aventura que supuso la construcción del túnel. «Esta historia nunca se había contado en profundidad. No nos dábamos cuenta de todo lo que entrañan esos siete kilómetros de oscuridad que comunican Burgos con Cantabria. Cuando se terminó, se celebró como un enorme triunfo y, total, fue para nada. Nunca se utilizó».

Teresa Cobo ha buceado lo infinito en el Archivo General de la Administración (AGA) para obtener muchos de los datos que ofrece en su obras, pero también se ha apoyado en el testimonio de muchas personas que le han ido localizando a obreros o familiares que trabajaron en el tajo del túnel o que conocían a otros que podían aportar datos para seguir hilando esta historia. También se ha fijado en trabajos de historiadores del ferrocarril, en los periódicos de la época y en registros y bibliotecas. «Aunque sabemos lo que pasó con el Santander-Mediterráneo, se había contado muy poco cómo se hizo el túnel, cómo vivían y cómo morían quienes lo excavaron. Merecía la pena ponerle nombre y rostro a esa gente que fue capaz de abrir una cordillera a veces a costa de su vida.

En ‘La hazaña estéril’, la parte gráfica tiene gran peso, porque relata mucho a través de 160 imágenes y eso que, como explica la periodista, ni el túnel «ni todas las circunstancias que lo rodearon fue excesivamente fotografiado en su día. En los años 40 y 50 del siglo pasado era realmente difícil desplazarse hasta allí y existe escaso material fotográfico». De esta manera, recopilar las fotos que lo ilustran ha sido uno de los empeños «más laboriosos». Para esa labor de recopilación, Cobo se ha nutrido de archivos oficiales, medios de comunicación (El Diario Montañés entre otros) y, sobre todo, de aportaciones de coleccionistas y de familiares de trabajadores. El libro arranca con ilustraciones en blanco y negro, las correspondientes a la época y acaba a color para mostrar la belleza de la zona en que se ubica. Algunas de las imágenes, espectaculares, realizadas expresamente por medio de drones.

La construcción del túnel de la Engaña supuso «un desafío técnico y humano sin precedentes que se prolongó durante veinte años y se superó cuando ya no conducía a ninguna parte», explica la autora en el libro. ‘La hazaña estéril’ es una obra indispensable para aquellos que aman el ferrocarril. Pero también para quieres gustan de rescatar la memoria histórica.

(Imagen Celedonio. Cortesía Diario Montañés)

‘Eso no estaba en mi libro de Historia’

Publicaciones sobre la historia del ferrocarril se pueden encontrar a decenas. Pero hay obras que, sin lugar a dudas, merecen un lugar destacado en cualquier biblioteca ferroviaria. No tanto por la novedad de lo que en ellas podamos encontrar, que también, sino por la forma de narrar las historias que componen sus páginas. Y eso es lo que ocurre con ese magnífico libro recientemente publicado por el leonés Gonzalo Garcival: ‘Eso no estaba en mi libro de Historia del Ferrocarril’, editado por la analuza Almuzara.

Gonzalo Garcival (Sabero, León), 1944) es uno de los grandes maestros de nuestro mundo ferroviario (y que, por desgracia, cada vez son menos). La solvencia, conocimiento y erudición de este enamorado de los trenes es de sobra conocida. Pero no está de más que hagamos un somero repaso a su trayectoria. Se graduó en la Escuela Oficial de Periodismo, donde ingresó tras abandonar los estudios de Derecho en la Universidad de Oviedo. En 1969 se incorporó a la redacción de ABC, hasta que en 1975 se convirtió en redactor jefe de ‘Vía Libre’, órgano corporativo de Renfe. En 1983 se integró en el Gabinete de Información y Relaciones Externas de la compañía ferroviaria. Desde allí participa en la creación de la revista mensual ‘Trenes Hoy’, absorbida por la quincenal ‘Líneas del Tren’. Entre otras cabeceras, ha colaborado en Blanco y Negro, Diario 16, El Mundo, Triunfo, Cuadernos para el Diálogo, Sábado Gráfico, Época, Interviú, Historia 16, Leer, Cuadernos Hispanoamericanos, Sal y Pimienta, El Santo, y en periódicos como Diario de León», La Voz de Asturias, Diario Regional de Valladolid, Sur, Faro de Vigo o Diario de Córdoba. En radio participó en el programa de Antena 3 Radio ‘¡Viva la Gente de Madrid!’, que dirigía Miguel Ángel Nieto, con un breve espacio titulado ‘El Vate Garcival’. Es autor del libro ‘Las Estaciones de Ferrocarril en España’ y ‘Cármina Serrana’. Con el equipo de traducción del profesor de la UCM, Hans A. S. Tromp, participó en la antología Nueva Narrativa Neerlandesa, amén de traducir textos de varios escritores de lengua holandesa.

‘Eso no estaba…’ es un lectura fundamental para aquellos a quienes les apasiona el tren. La obra, como su mismo título indica, se adentra, como señala el mismo autor, en el conocimiento «en su acepción anecdótico-pintoresca y desde luego menos conocida o que de algún modo haya trascendido, muy poco o nada, al gran público, incluido el generalmente mejor informado en cuanto a ferrocarriles». Es un recopilatorio, sin aparente orden ni concierto, aunque lo tenga en «el mundo de los trenes que, con casi tres siglos de existencia a lo largo y ancho del planeta, no puede ser más rico, más colorista, más fascinante y cargado de sugerencias, tal como se manifiesta en nuestras propias vidas o su reflejo en las letras, las artes plásticas, la música y el cine»

El libro desvela aspectos ricos, variados y curiosos de este medio de transporte que, según su autor, supone «el mayor invento» de interconexión y evolución de sociedades desde la aparición de la imprenta. El Transiberiano, el Orient Express, el Tren a las Nubes, el Al Andalus, el Blue Train, el Glacier Express, el Maharajas Express, el Tren del Té o el Royal Canadian Pacific serán, entre otros, los protagonistas de este volumen, que narra cómo dentro de sus coches se han gestado «grandes hazañas, relatos de leyenda, amores, conspiraciones, crímenes, expediciones, películas o pasiones como la de Sheldon en The Big Bang Theory», según apunta Almuzara.

En las páginas de este libro se recogen historias como la inauguración en 1830 de la primera línea de ferrocarril del mundo, que unió Liverpool con Manchester; o la primera que circuló por la Península en 1848, si bien once años antes España se adentra en la historia con la inauguración, en Cuba, de la línea La Habana-Güines-Bejucal. El autor se adentra en historias muy curiosas, se pregunta si Leonardo da Vinci ideó la primera máquina capaz de moverse sin utilizar la fuerza de un animal, el significado de la palabra tren y cómo se gestó la primera locomotora en el continente americano, sin olvidar coplas, versos y canciones de otras épocas.

‘Eso no estaba en mi libro…’ no es solo un compendio de conocimiento, sino también, tal y como señala el académico de la Lengua Luis Mateo Díez, «datos, rememoraciones, nostalgias, desgracias, exaltaciones, festividades, la vida misma y el tren que la lleva y la trae. Un libro de agradecimiento y homenaje«.

Exposición sobre CAF en Delicias

El Museo de Delicias acoge hasta el 7 de enero, la exposición ‘CAF, un siglo al servicio del ferrocarril’, organizada por la asociación cultural Lemniskata de Beasain (Gipuzkoa) en colaboración con Euskotren y el patrocinio de Construcciones y Auxiliar del Ferrocarril. La muestra consta de 130 imágenes distribuidas en 15 paneles en los que se refleja la evolución de esta empresa desde sus orígenes, que se remontan a 1860, hasta la constitución en 1917 de la factoría guipuzcoana CAF y su devenir hasta nuestros días: desde los primitivos vagones de madera hasta los más modernos trenes de alta velocidad.

La exposición que asesora Juanjo Olaizola, director del Museo Vasco del Ferrocarril de Azpeitia, realiza un recorrido por los diferentes acontecimientos vividos por la empresa ferroviaria en este primer siglo de andadura, desde guerras hasta situaciones de crisis que amenazaron su existencia. La inauguración se abre con la presentación del libro ‘CAF, un siglo al servicio del ferrocarril’, editado por Maquetren, y que cuenta con la dirección de Olaizola.

Esta obra recoge no solo estos cien años de historia transcurridos desde la fundación de la Compañía Auxiliar de Ferrocarriles en 1917, sino también todos sus antecedentes, que se remontan a la puesta en marcha de la fábrica de hierros de San Martín en Beasain el año 1860. En estos cien años, CAF se ha convertido no solo en el motor económico de Gipuzkoa, sino en una de las empresas españolas de más renombre que compite con las grandes multinacionales del sector. Sus productos (trenes, tranvías y metros) se mueven hoy por las líneas ferroviarias de los cinco continentes. Los 1.650 empleados de aquel lejano 1917, supera los 7.000 en su matriz de Beasain, resto de factorías y filiales.

Como Olaizola narra en su obra, la firma nace en marzo de 1917 con el propósito de explotar los talleres que la Fábrica de Vagones dispone en la vega del Oria. Varias sociedades se suceden al frente de su administración (entre otras Goitia y Compañía, La Maquinista Guipuzcoana y Sociedad Española de Construcciones Metálicas), pero las dificultades económicas la abocan al fracaso.

Tres empresarios afincados en Madrid –Valentín Ruiz Senén, Luis Urquijo Ussía y Santiago Innerarity Cifuentes, junto al comisionista donostiarra Ángel Gascue Minondo- se reúnen en Donostia ante el notario Luis Barrueta para constituir una sociedad que tiene como objetivo la «construcción, compra, venta, alquiler de vagones y de cuantos elementos puedan servir para los transportes, para la explotación de caminos de hierro y tranvías, y aportar al tráfico nacional, material ferroviario». La nueva sociedad se bautiza como Compañía Auxiliar de Ferrocarriles (CAF) que acabará siendo conocida por sus siglas.

“La Primera Guerra Mundial resulta fundamental para la consolidación de la industria de construcción de material ferroviario en el País Vasco y en el resto de España. Dos factores resultan en este sentido determinantes: por una parte, la imposibilidad de las empresas ferroviarias españolas de seguir abasteciéndose en sus proveedores habituales de Francia, Bélgica, Alemania o Gran Bretaña, ya que sus industrias se centraron en estos años en el esfuerzo de guerra, a lo que se sumaban las graves dificultades para el comercio internacional. De hecho, esta coyuntura facilitó las primeras grandes exportaciones de la industria vasca, en concreto 6.390 vagones suministrados por la fábrica de Beasain a Francia, Bélgica y Portugal”. El párrafo está extraído de la “Introducción a la historia de la industria de construcción de material ferroviario en Euskadi” que Juanjo Olaizola escribió para el VI Congreso de Historia Ferroviaria.

Con la constitución de Renfe en 1941, la empresa estatal se convertiría en el principal cliente de la firma vasca que, en aquellos años, se asentó en la construcción de locomotoras, con el suministro de las magníficas máquinas eléctricas de la serie 7500. Otros clientes como el Metro de Madrid también adquirieron, progresivamente, un destacado papel en la cartera de pedidos de la compañía. Acuerdos tecnológicos con firmas de prestigio internacional como FIAT, ALCo o Mitsubishi permitieron a CAF dominar el mercado español y realizar, a partir de 1961, exportaciones de componentes, vagones, coches de viajeros, locomotoras diésel y unidades de metro a países como Thailandia, Francia, Yugoslavia, República Democrática Alemana, Túnez, Colombia o Irán. La factoria de Beasain ha ido extendiendo sus tentáculos en otros país, pese a la crisis que ha sufrido el sector ferroviario, que ha sabido capear incorporando otros productos a su cartera.

Un gran libro: Artxanda y su funicular

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Hay libros que son de obligada lectura. Aunque este no sea el espacio más adecuado para comentar este tipo de publicaciones, tengo una cuenta pendiente con sus autores. Juanjo Olaizola y Joseba Barrio han publicado un pedazo de historia de Bilbao. El funicular de Artxanda tiene, después de un siglo, un libro que cuenta su trayectoria en estos cien años que han transcurrido desde su construcción en 1915. ¡Ya era hora!

Bilbao es una ciudad injusta. No se prodiga en actos culturales y, cuando lo hace, casi siempre es con acontecimientos de un determinado sesgo ideológico. Es lo que toca. Su comportamiento resulta especialmente odioso en el campo ferroviario. A nadie parece importarle. El sesquicentenario de la llegada del tren pasó sin pena ni gloria. El 125 aniversario del Portugalete-Bilbao, con poco ruido. El centenario del funicular tuvo un poco más de eco, pero tampoco como para tirar cohetes, lo mismo que el de Trapagaran. Y me consta que nadie está pensando en que el próximo año se cumplirán 70 años de la construcción de la estación de Abando, cuyo futuro pende de un hilo (¿nadie va a mover un dedo para evitar su derribo?).

Juanjo Olaizola no necesita presentación alguna. Es suficientemente conocido en este mundo. Joseba Barrio tampoco es un recién llegado; creo que ahora mismo es la persona que más sabe de funiculares, no solo de este país sino del mundo entero. Conductor en Artxanda, ha dedicado parte de su vida a visitar este tipo de artilugios. Y aunque estamos ante su primera publicación, desde hace años dedica parte de su tiempo a narrar sus experiencias y conocimientos en esta campo en una magnífica bitácora llamada Trenak. Ahora les ha dado por descubrirnos los entresijos del funicular bilbaíno.

‘El funicular de Artxanda, 1915-2015’ es una enciclopedia sobre este artilugio. El 7 de octubre de 1915 el entonces alcalde de la Villa, Benito Marco Gardoqui, realizó el primer viaje en el ‘funi’ que, pese a interrupciones puntuales del servicio (el asedio de Bilbao en la Guerra Civil, un accidente en la década de los 70 que lo tuvo apartado hasta 1983), ha seguido funcionando “como un referente en la memoria y en las costumbres de los bilbaínos”. Pocas cosas hay en la Villa tan bilbaínas como el funicular de Artxanda.

En este libro se cuenta, con profusión de datos, desde los inicios de la iniciativa empresarial hasta las últimas actuaciones que se han realizado en estos dos últimos años; ha conseguido el certificado de excelencia. Olaizola y Barrio relatan los diversos proyectos que, a lo largo de la historia, se plantean sobre Artxanda, una zona de esparcimiento y pulmón de oxígeno para los bilbaínos y su ocio.

En las 160 páginas de este libro, distribuidas en ocho capítulos temáticos, el lector puede acceder a todo tipo de datos sobre este artilugio. Las dificultades que entraña construir un transporte en el monte, la solución técnica que propician los funiculares para salvar estos obstáculos naturales, la experiencia de Artxanda y sus vicisitudes… forman un entramado casi enciclopédico.

Los autores se adentran en el camino que hubo de recorrer el ‘funi’ hasta llegar a la cima, entre los que sin duda destaca el trazado original del ferrocarril de Bilbao a Lezama y la perforación de un túnel para atravesar este macizo montañoso. Le siguieron otros intentos como un proyecto pionero desde la zona de La Salve o un cremallera desde Calzadas a Begoña, sin olvidar el tranvía eléctrico que, desde 1912, ascendía desde las Siete Calles bilbaínas hasta Begoña. Finalmente sería un grupo de promotores guipuzcoanos, los mismos que habían construido en San Sebastián el primer funicular vasco en Igueldo, quienes en colaboración con diversos empresarios vizcaínos entre los que cabe destacar a Horacio Echevarrieta, el Marqués de Chávarri o a Marcelino Ibáñez de Betolaza, impulsarían la definitiva puesta en servicio del primer funicular vizcaíno, inaugurado en octubre de 1915.

Cuentan con profusión de datos el desgraciado accidente ocurrido el 25 de junio de 1976, que provocó una larga paralización del servicio. Durante el cambio del cable motriz de tracción, un fallo en los frenos de agarre y de las mordazas, hizo caer un coche hacia la estación inferior con cuatro operarios dentro: Jose Landa, Jose Mª Bilbao y Juan Rekalde consiguen saltar del coche, no así Isidro Aurrekoetxea que tirado en el suelo del mismo llega hasta la estación inferior donde tras recibir el impacto consiguen sacarle de los escombros y trasladarlo al hospital de Basurto. También resultó ligeramente herido el que era gerente de la sociedad Julio Rodríguez.

Tras siete años de paralización del servicio, en 1983 se reconstruyeron absolutamente las instalaciones tanto las vías como los coches y estaciones; se inaugura el 30 de abril de ese año. En la estación superior existen una serie de fotografías en las que se aprecian todas las labores de construcción y montaje, así como el estado de las antiguas instalaciones. Olaizola y Barrio recogen precisamente mi relato sobre esta efeméride, en uno de los primeros reportajes ferroviarios que realicé. Por eso necesitaba, al menos, hacerme eco de este libro; era una deuda inexcusable.

Que siga circulando nuestro tren de la vida, por muchos años, y ¡feliz 2015!

Una amiga me mandó ayer el vídeo que encabeza esta entrada y, de inmedito, pensé en utilizarlo para mi primer post del año que acabamos de estrenar. Seguramente algunos pensarán que no son momentos para reflexiones tan profundas; otros incluso las calicarán de cursis); los más dirán que es uno de esos textos de pensamiento místico. Pero a mí me ha gustado. Sobre todo narrado por la sensible voz de esta niña (Irene Gálvez).

El texto corresponde al libro «Reflexiones y experiencias de mi vida», del escritor mexicano nacido en Jalisco Carlos Manuel González Sánchez. Esta obra se pondera entre los psicológos del país como una buena ayuda para superar conflictos emocionales. Más allá de su uso terapéutico, es una buena forma de contar nuestro transitar por este mundo y hacer paralelismo con un viaje en tren. Por cierto, el capítulo que aquí os dejo se titula «El viaje en tren»:

La vida se asemeja a un viaje en tren. Con sus estaciones y cambios de vía, algunos accidentes, sorpresas agradables en algunos casos, y profundas tristezas en otros…

Al nacer, nos subimos al tren y nos encontramos con nuestros padres, creemos que siempre viajarán a nuestro lado… Pero en alguna estación ellos se bajarán dejándonos seguir el viaje, de pronto nos encontraremos sin su compañía y su amor irreemplazable…

No obstante, muchas otras personas que nos serán muy especiales y significativas, se irán subiendo al tren de nuestra vida… Nuestros hermanos, amigos y en algún momento, el amor de nuestra vida…

Algunos tomarán el tren, para realizar un simple paseo… Otros durante su viaje pasarán por momentos de oscuridad y tristeza… Y siempre encontraremos quienes estén dispuestos ayudar a los más necesitados…

Muchos al bajar, dejan un vacío permanente… otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta que desocuparon sus asientos…

Es curioso ver como algunos pasajeros, aún los seres queridos, se acomodan en coches distintos al nuestro… Durante todo el trayecto están separados, sin que exista ninguna comunicación…

Pero en realidad, nada nos impide que nos acerquemos a ellos si existe buena voluntad de nuestra parte… De lo contrario, puede ser tarde y encontraremos a otra persona en su lugar…

El viaje continúa, lleno de desafíos, sueños, fantasías, alegrías, tristezas, esperas y despedidas…

Tratemos de tener una buena relación con todos los pasajeros, buscando en cada uno, lo mejor que tengan para ofrecer. En algún momento del trayecto, ellos podrán titubear y probablemente precisaremos entenderlos… pero recordemos que nosotros también, muchas veces, titubeamos y necesitamos a alguien que nos comprenda.

El gran misterio para todos, es que no sabremos jamás en qué estación nos toca bajar. Como tampoco dónde bajarán nuestros compañeros de viaje, ni siquiera el que está sentado a nuestro lado.

A veces pienso en el momento en el que me toque bajar del tren. ¿Sentiré nostalgia, temor, alegría, angustia…? Separarme de los amigos que hice en el viaje, será doloroso y dejar que mis hijos sigan solos, será muy triste. Pero me aferro a la esperanza de que en algún momento, tendré la gran emoción de verlos llegar a la estación principal con un equipaje que no tenían cuando iniciaron su viaje.

Lo que me hará feliz, será pensar que colaboré para que ellos crecieran y permanecieran en este tren hasta la estación final.

Amigos…hagamos que nuestro viaje en este tren tenga significado, que haya valido la pena.

“Vivamos de manera que cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío, deje lindos recuerdos a los que continúan viajando en el Tren de la Vida

¡FELIZ VIAJE!

Imágenes de 150 años de historia del ferrocarril vasco, nueva publicación de Juanjo Olaizola

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Nueva publicación de Juanjo Olaizola. ‘Historia gráfica del ferrocarril en Euskadi’ recoge con detalle el desarrollo de este transporte en el País Vasco a lo largo de 150 años de historia. El libro reúne una sensacional colección fotográfica de líneas, infraestructuras y trenes vascos que han tenido un papel relevante durante este siglo y medio transcurrido desde la implantación del ferrocarril en Euskadi. La presentación de la obra coincide con la conmemoración del 150 aniversario de la llegada del tren a San Sebastián.

Este nuevo trabajo publicado por Maquetren en colaboración con Euskotren, Metro de Bilbao, ETS y el Gobierno vasco pretende «acercar la historia del ferrocarril al lector de la manera más atractiva posible», tal y como reconoce su autor. De hecho, Olaizola ha recopilado numeroso material gráfico con cerca de doscientos documentos con los que se documenta todo lo acontencido durante este tiempo en el País Vasco. En esta cuidada edición se recoplan los principales hitos de la historia del ferrocarril, desde la construcción de las primeras vías férreas a la ejecución de los últimos tranvías urbanos, el metro de Bilbao o la ‘Y vasca’. Este nuevo ejemplar relata episodios como el desarrollo de los trenes mineros, la implantación de los ferrocarriles de vía estrecha o las innovaciones tecnológicas, incluye también textos que aportan datos, fechas e información sobre acontecimientos clave para entender el presente, el pasado y el futuro del ferrocarril vasco.

Juanjo Olaizola recuerda que la llegada del tren al País Vasco se produjo con «cierto retraso respecto a otras regiones europeas», cuando ya habían transcurrido más de treinta años desde la inauguración del primer ferrocarril moderno del mundo y quince desde la puesta en servicio de la primera vía férrea de España. Sin embargo, tras la segunda guerra carlista, el tren adquirió «un rápido desarrollo de la mano de la vía estrecha hasta el punto de que, con el cambio de siglo, el País Vasco se había recuperado del retraso inicial hasta contar con la red ferroviaria más densa de España y una de las más importantes de Europa», añade este historidador, uno de los mayores expertos ferroviarios de este país. «Ferrocarriles mineros y tranvías urbanos e interurbanos complementaban una red de transportes que resultó fundamental para garantizar el vertiginoso desarrollo industrial y económico que experimentó Euskadi en aquellos años», explica Olaizola.

Gorka Ugalde, adjunto a la dirección de Euskotren, ha destacado la «fuerte» apuesta que existe en Europa en torno al ferrocarril tanto para el transporte de personas en cortas distancias -metros, tranvías y recorridos regionales- como a través de la alta velocidad que, según ha dicho, «va a cohesionar» la UE. Ugalde ha subrayado asimismo el «amplio panorama que presenta el transporte de mercancías por tren, que evita el lanzamiento de millones de toneladas de CO2 a la atmósfera».

Al mater e impulsor del Museo Vasco del Ferrocarril, Juanjo Olaizola es un prolífico autor de textos ferroviarios y unos de los expertos en la materia en nuestro país. Apasionado del vapor, ha logrado que el tren vasco sea un referente en el extranjero, a través de su gestión en el museo, al que ha dedicado casi dos décadas de intenso trabajo. Con su dirección, apuesta decidida por el vapor vivo y la restauración del patrimonio ferroviario, las instalaciones de Azpeitia son un ejemplo museístico que otros centros han intentado copiar. Y ha conseguido que la localidad guipuzcoana sea paso obligado para todos los amantes del tren tanto de España como del extranjero.



(Imagen Usoz. Cortesía Diario Vasco)

‘Un documento llamado tranvía’ reivindica su importancia en el Museo del Ferrocarril de Madrid

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El Museo del Ferrocarril de Madrid estrena nueva exposición. Bajo el título ‘Un documento llamado tranvía’ el centro de Delicias propone un recorrido histórico que muestra la rica e importante bibliografía de este medio de transporte, vital para la historia de nuestras ciudades a finales del siglo XIX y principios de XX y que en los albores de este último período se ha recuperado en muchas de nuestras problaciones.

Desde el día 23 y hasta el próximo domingo 27 de abril, el tranvía será el objeto de deseo para todos los visitantes del Museo del Ferrocarril de Madrid que ha dispuesto una completa muestra sobre este transporte. Este miércoles, para celebrar ‘La Noche de los Libros’, el investigador Joan Alberich González ofrecerá una conferencia y presentación de su última publicación ‘Los tranvías de vapor de la ciudad de Madrid’ y hará un repaso por los aspectos económicos, técnicos y sociales de estas redes en la capital española.

Este libro de Joan Alberich González analiza la historia de todas las líneas tranviarias madrileñas en las que se utilizó la tracción vapor. El tranvía de Madrid a El Pardo, los vehículos de la Compañía Madrileña de Urbanización que cumplían servicio en la Ciudad Lineal de Arturo Soria, Madrid a Vallecas y canteras, caracterizado por un importante tráfico de mercancías, el efímero Metropolitano y el de Madrid a los carabancheles y Leganés.

Este libro forma parte de un proyecto investigador y editorial muy ambicioso, que en una primera entrega se centró en los tranvías de vapor de Barcelona y que tendrá continuidad en los próximos años, con los tranvías de vapor del País Valenciano y la región de Murcia, los de la cornisa cantábrica y Galicia y los de los territorios insulares.

El mundo del tranvía tiene en el Archivo y Biblioteca del Museo del Ferrocarril un importante fondo documental, en cantidad y en variedad de formatos, con una bibliografía que acerca a la historia y a los estudios que se han publicado en Europa y Estados Unidos, así como otros trabajos que documentan la presencia del tranvía en la geografía española. Libros, revistas o cartografía, que abarcan el siglo XIX y XX, son fundamentales para la reaparición de estos vehículos a partir del 2000 en numerosas ciudades, tanto en el ámbito nacional como europeo. La exposición de material bibliográfico se completa con una selección de tarjetas postales y una muestra de las maquetas de tranvías que forman parte del inventario del museo y que fueron donadas por Emilio Ibeas González.

Durante el fin de semana del 26 y 27 de abril se ofrecerán talleres didácticos para el público infantil donde los tranvías de Madrid serán los protagonistas en la creación de marcapáginas y collages artísticos. Además, también durante el fin de semana se realizará una nueva liberación de libros, esta vez en las diferentes salas del Museo y durante el período de apertura del mismo.

El museo se suma a la celebración del Día Internacional del Libro y participa en una iniciativa conjunta liberación de libros con otros centros culturales y museos de España, en la que colabora Renfe Cercanías de Madrid. La Biblioteca del Museo liberará hoy alrededor de un centenar de libros, todos ellos relacionados con el ámbito del ferrocarril, en las estaciones de Cercanías de Atocha, Príncipe Pío, Delicias y Embajadores.

Renfe y Alfaguara celebran con libros el ‘Día de la Madre’

Renfe y Alfaguara han obsequiado hoy a los viajeros del AVE Madrid-Barcelona con un anticipo editorial de la novela ‘Mamá’, de la escritora estadounidense Joyce Carol Oates. Con esta iniciativa, la operadora ferroviaria y la editorial celebran el próximo Día de la Madre. Alfaguara ha seleccionado esta obra porque el tema de la novela es una reflexión sobre la relación especial de una hija con su madre y sobre el papel de éstas en la biografía de las personas.

Esta acción se inscribe dentro de la estrategia de Responsabilidad Social Empresarial de Renfe, denominada de forma genérica ‘Un tren de valores’, que tiene entre sus objetivos fomentar la lectura, dentro de su Compromiso con la Cultura.

Joyce Carol Oates es una de las grandes figuras de la literatura contemporánea norteamericana y firme candidata al Premio Nobel. El deseo de Alfaguara y Renfe es que con estas páginas los viajeros conozcan la maestría de esta gran autora, «emocionante y turbadora». Mamá es una historia absorbente, atractiva y muy personal, acerca de las relaciones entre madres e hijas.

Alfaguara inició la publicación de su obra con ‘La hija del sepulturero’ (2008), que lleva ya varias ediciones y ha sido aclamada unánimemente por la crítica. En cada novela de Joyce Carol Oates el lector aborda un interesante análisis sociológico y psicológico en el que todos podemos vernos de un modo u otro reflejados.

Además, para facilitar el acercamiento a la autora, aquellos que se sientan animados a continuar con la novela, tendrán un descuento por la compra de la obra en las tiendas de las estaciones de tren de Madrid y Barcelona.

El tren y los cuentos de Mercé Rodoreda para el Día del Libro

Ferrocarrils de la Generalitat de Cataluña regala hoy a todos sus clientes una recopilación de cuentos de la escritora catalana Mercé Rodoreda titulada “En el tren y otros cuentos”y concebida expresamente para celebrar la festividad de Sant Jordi, Día del Libro. Este es el cuarto año consecutivo que FGC desarrolla esta iniciativa. En esta ocasión, la obra escogida es una recopilación de cuentos de la escritora catalana Mercé Rodoreda, una publicación propia para la que la operadora ha contado con la colaboración de Ediciones 62 y el patrocinio de Alstom. Esta es la contribución de FGC a la conmemoración del centenario del nacimiento de la escritora, que coincide con la clausura del programa de actos que se ha desarrollado en torno a la autora catalana más universal.

El libro, del que se han editado 15.000 ejemplares, se distribuirá entre los viajeros de las líneas Barcelona-Vallés, Llobregat-Anoia, Lérida-La Pobla de Segur y las del cremallera de Montserrat y de Vall de Nuria, así como la del Tren del Cemento.

Igual que el resto volúmenes de esta colección, “En el tren y otros cuentos” está especialmente concebido para poder ser leído en desplazamientos cortos. Es una selección de ocho cuentos a través de los que queda representada toda la trayectoria de madurez literaria de la autora. Los dos cuentos que abren la selección, “En el tren” y “La sangre”, pertenecen a la obra “Veintidós cuentos” (1957). También hay textos de sus dos libros más reconocidos en el terreno de la narrativa corta -“Mi Cristina y otros cuentos” (1967) y “Viajes y flores” (1980)- y el volumen se cierra con “La estación”, el último cuento publicado por Rodoreda en una revista antes morir.

Esta publicación es el sexto volumen de la colección de libros para viajeros de FGC, que se inició el 11 de septiembre de 2005 y está integrada por los siguientes títulos: “Invitación a la poesía: cincuenta poemas esenciales de la lengua catalana”; “El Pueblo”, de Miquel Martí y Pol; “Cataluña en verso: mil años de historia a través de la poesía”; “Paisajes, la mirada de los escritores” y “La poesía catalana según Pere Gimferrer”.