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¿Qué pasa con nuestro patrimonio ferroviario? La unidad 906 de la AAFB se va a Monforte de Lemos

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Se veía venir. Parece que la historia ferroviaria importa un comino a las instituciones vascas y tampoco demasiado a Renfe y Adif. Y, de nuevo, una de nuestras joyas ferroviarias ‘desaparece’ ante la indiferencia general. Nos vamos quedando sin nada. ¡Lástima de patrimonio ferroviario!

La Unidad 906 que custodia la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Bilbao (AAFB) se traslada a Monforte de Lemos. La AAFB se rinde ante la pasividad institucional. Antes de perder una de sus codiciadas joyas tiran por la calle de en medio y ceden «en contrato comodato» la unidad 906. Creen que en Monforte de Lemos está garantizada su custodia y supervivencia. No quieren que se pierda para siempre. Los recientes sucesos del 9 de noviembre, cuando un incendio destruyó el TER 9736, y los continuos ataques de un grupo de individuos al patrimonio de Abando, donde nadie vele por los trenes, les aconsejan tomar esta medida.

La asociación ya venía dando vueltas a esa idea. A finales de junio, tras un ataque al TER, movieron la unidad al andé 18 de Abando para situarla a la vista y evitar que sufriera el desvalijamiento de sus piezas. La alerta saltó a finales de mayo cuando dos joyas históricas -la rama 1B19 del Talgo III y el TER 9736- estacionados en el apartadero cercano a Bailén fueron saquedas y vandalizadas. La asociación se movilizó de inmediato para reclamar mayor seguridad. La vigilancia en la terminal bilbaína no está asegurada. Los recortes también han afectado a los servicios de seguridad. Yonkies y ‘profesionales de la chatarra’ rondan esta zona durante hace meses, sin que nadie tome medidas.

La unidad 439-006-8 (ex-906) fue cedida en 1994 a la AAFB para su uso en trenes especiales. Desde entonces se han hecho múltiples viajes con ella por las vías de todo el país. Y se ha convertido en una pieza fun damental de nuestro patrimonio. La Asociación Zaragozana de Amigos del Ferrocarril y Tranvías (AZAFT) custodia otra de estas unidades, la 439.004.

La serie 439 (en origen serie 900) es un conjunto de unidades de tren eléctricas bitensión, que fueron puestas en circulación entre los años 1967 y 1968, y retiradas totalmente del servicio menos de 30 años después, en 1994. Formaban parte de la tercera generación de automotores eléctricos españoles. Durante esa época Renfe acomete el proceso de electrificación de las principales líneas ferroviarias que, con frecuencia, se enfrente a problemas de interoperabilidad derivada de la coexistencia de dos tensiones de alimentación distintas: 1500 y 3000 V CC.

Pensadas inicialmente para ser composiciones de tres coches, y construidas finalmente con sólo dos y una cabina de conducción en cada extremo, la velocidad máxima era de 130 kilómetros a la hora. Las primeras unidades son construidas en Inglaterra, mientras que las últimas, las de numeración más alta, se construyen en España (CAF, Schneider y Metropolitan Cammel). Se suministran con la decoración clásica de la época: verde y amarillo.

La Unidad 906 será remolcada por una máquina de la sección de Mercancías de Miranda y hará su traslado hasta Galicia por vía férrea. Se espera que la salida se produzca sobre las 9 de la mañana de hoy sábado.

¿Quién vigila nuestros trenes?

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Estación de Abando en Bilbao. Son las 19.35 de la tarde del martes. Fuego en uno de los trenes apartados en las vías traseras de la terminal bilbaína. La alarma llega a los bomberos que en pocos minutos se presentan en el lugar y apagan el fuego. El humo que provoca la combustión hace temer lo peor. Al final, los coches allí estacionados no sufren desperfectos serios. ¿Quién ha provocado el incendio?

La pregunta asalta a los aficionados al ferrocarril que no hace mucho conocían con incredulidad el asalto a dos trenes históricos, la rama 1B19 del Talgo III y el TER 9736 que fueron desvalijados de equipos básicos y diversos elementos. La vigilancia en la zona es escasa y los trenes están a merced de cualquiera. La Asociación de Amigos del Ferrocarril de Bilbao dispone allí de la unidad eléctrica 439-006 y teme por la integridad del convoy (intenta trasladarla algún lugar donde de verdad pueda preservarse). Hay preocupación. ¿También los responsables de Adif y Renfe sufren esa desazón?

La seguridad en Abando deja mucho que desear. No sé qué pasa en otras estaciones. Seguramente será parecido. Los aficionados saben, porque lo han sufrido, que los vigilantes les pondrán mil y una pegas en cuanto les vean por la zona sacando imágenes con sus cámaras fotográficas. Lo más probable es que les echen, si carecen del permiso, aunque en su reglamento Adif diga que ya no es necesario obtener el consentimiento para fotografiar los trenes. Pero cuando se trata de impedir la vandalización de las unidades más apartadas, eso es otra cosa. Los vecinos se quejan de un grupo de yonkies que suele campar a sus anchas por los terrenos de la estación y que atemorizan a cuantos ferroviarios deambulan por la zona. Les responsabilizan del robo y destrozoz del material ferroviario.

El incendio del martes pudo traer consecuencias graves. En uno de los apartaderos de Abando permanecen unos quince coches 8.000 (algunos de ellos antiguos coche cama Gran Clase tipo 160) y el fuego que se produjo en un almacén cercano estuvo a punto de prender en uno de los vehículos. De hacbrlo hecho, se habría llevado por delante todos los coches que Renfe mantiene desde hace años en esa zona de las vías muertas. ¿Cuál va a ser su destino? Con toda probabilidad el desguace.

La cuestión es que sin contol ni vigilancia es fácil que, cualquier día, los vehículos acaben por sucumbir a la acción de los desaprensivos. No hay forma de que se mantenga el patrimonio ferroviario que a merced de los rigores del tiempo acaba pudrirss o ser pasto de los vándalos. La crisis no contribye tampoco a hacer factible la custodia de los vehículos. Pero los desaprensivos no entienden que haya diferencias entre vehículos históricos o vulgares coches. Ellos solo lo ven como pura mercancia, chatarra que se puede vender para obtener unos cuantos euros. ¡Pobres trenes! ¡Qué poco futuro tienen!

(Imagen Luis Calabor)

Desvalijan dos trenes históricos en Abando y peligra la unidad eléctrica de Amigos del Ferrocarril

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Era inevitable. Como en ‘La tentación vive arriba’, la película de Billy Wilder en la que una espléndida Marilyn Monroe hace enloquecer a un Tom Ewell que está pasando el caluroso verano sin su familia, hay piezas que resultan muy golosas para los ladrones. Más si la vigilancia es escasa y la custodia se resiente. Y lo que tenía que suceder ha acabado por pasar. La rama del Talgo III estacionada en Bilbao y el TER 9736 que permanecía en un apartadero de Abando han sido desvalijados y saqueados en los últimos días. La unidad eléctrica de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Bilbao (AAFB) puede sufir un final parecido, si alguien no pone remedio a tiempo.

Estación de Abando-Indalecio Prieto de Bilbao. En un ramal apartado de la playa de vías principal se encuentran dos de los trenes más emblemáticos que han surcado las vías españolas. Talgo y TER son sinónimos en nuestro país de elegancia, confort y modernidad. Durante los años 60 ambos rompieron moldes y sorprendieron a la sociedad española que comenzó a viajar en tren más por placer que por necesidad, como hasta entonces había sucedido. Fueron los vehículos que propiciaron la era moderna del ferrocarril español. Pero ni eso ha salvado a dos de estos modelos del quehacer de los cacos. Aprovechando la escasa vigilancia en la playa de vías de Abando, han sustraído cables, equipos y todo objeto susceptible de ser vendido en el mercado. Pero no se han conformado con el robo y han producido destrozos considerables en el interior de los coches.

El temor a un suceso similar con la unidad eléctrica 439-006 de la AAFB es más que palpable. El pasado viernes algunos componentes de la asociación limpiaban unas pintadas en el convoy construido en 1967 por CAF, Schneider y Metropolitan Cammel para Renfe cuando fueron amenazados por un individuo que permanecía en los bajos del TER arrancando alguna de las tuberías del convoy de Fiat. En las últimas horas han comprobado que dos de las ventanas estaban abiertas, como si alguien hubiera intentado acceder al interior.

Fuentes próximas a la AAFB aseguran que se busca una alternativa a Abando donde la vigilancia o la limitación del acceso asegure la integridad de este histórico convoy. La unidad podría ser remolcada a otro lugar si obtiene los permisos correspondientes de Adif (muy rigurosos) para salir a la vía. El problema es localizar otra ubicación más segura. Pero su emplzamiento actual, no ofrece ninguna confianza y los temores a su desvalijamiento son más que fundados. Al paracer, hay incluso quien piensa que es mejor cederla a otra asociación para evitar que sufra males como las de sus compañeras de estacionamiemto.

Talgo se había llevado las puertas de la rama que tenía en Abando desde finales de 2009, al parecer lo que tenía más valor para la firma de los Oriol. Esas puertas presiden desde hace un año la entrada a las instalaciones de la factoría de Las Matas (en Madrid) para que no quepa duda alguna: entras en Talgo. Afectada al parecer por la rotura de uno de los rodales, ha permanecido durante este tiempo en la playa de vías de la estación de Abando, a la espera de que alguien se hiciera cargo de los coches. Desde hace tiempo el destino de la rama 1B19 paracía evidente: el desguace.

El caso del TER es aún más rocambolesco. Permanecía en Bilbao desde 1996, pero en noviembre de 2012 la AAFB renunció a su custodia. El Museo de Delicias quería que el automotor sirviera para un proyecto turístico en la sierra de Madrid. Pero el estado del convoy, con la carrocería deteriorada, propició que se seleccionara el TER 9710 en manos de la Asociación Vallisoletana de Amigos del Ferrocarril (ASVAFER). El vehículo, conocido como el ‘último pitufo’ porque mantuvo el color original azul de su carrocería, ha sido desmontado y reparado en los Talleres de Lérida donde realiza pruebas para obtener los certificados necesarios para regresar a la vía.

El factor Azkuna

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Aunque nacido en Durango, Iñaki Azkuna era más de Bilbao que cualquier bilbaíno. Ya se sabe que los de Bilbao nacemos donde queremos, pero hay bilbaínos y bilbaínos. Y Azkuna lo era. Chirene, socarrón, ácido en ocasiones, hacía alarde diario de ese bilbainismo que supo imponer, como verso suelto que era, incluso en su propio partido. Enjuto, debilitado por ese cáncer de próstata que le fue minando, su rostro acabó perfilándose en las puertas de la muerte hasta parecerse al mismísimo don Miguel Unamuno, otro personaje de Bilbao, al que no se acaba de reconocer en la villa. Alcalde en los últimos quince años, llegó a describir al autor de ‘Paz en la guerra’ como un hombre que “no dejó títere con cabeza, ejerció la crítica según su conciencia y tuvo un protagonismo en ocasiones exacerbado”. Y esa definición bien podría aplicarse a otro hombre que recibió el título de ‘mejor alcalde del mundo’. Ahora ha partido en ese tren del que se desconoce destino, no tiene hora de salida y nunca regresa.

Iñaki Azkuna tuvo una relación profesional con el ferrocarril. Desconozco realmente su querencia con ese mundo, pero en su quehacer profesional son muchos los encuentros con ese particular universo ferroviario. No en vano dirigió la sociedad Bilbao Ría 2000 que ha tenido un papel fundamental en la dinamización de la ciudad y cuyas atuaciones han sido vitales para los proyectos del futuro. Enterró las trincheras de Feve y Renfe en la Villa, urbanizó los espacios que habían dejado las vías, recuperó el tranvía, empujó para que el Gobierno se embarcara en la tercera línea del metro y presionó cuanto pudo para que Fomento acelerara las obras de la ‘Y vasca’.

Se confesó «preocupado» porque «el tiempo pasa y no sabemos absolutamente nada» sobre el proyecto de la alta velocidad y la llegada de los trenes a Abando. Azkuna exigió al Gobierno central que concretara cuanto antes el plan que permitiría a Bilbao subirse al tren de alta velocidad (TAV) y se mostró «alarmado» porque el Ministerio de Fomento no le hubiera transmitido todavía «idea alguna» sobre cómo será el proyecto de entrada del TAV en la capital vizcaína. «El tiempo pasa, las obras van y la legislatura acaba, y no sabemos absolutamente nada», denunció el alcalde. Ha partido en ese tren sin destino y persisten todas las incógnitas.

En su reclamación, Azkuna hablaba de una conexión con Burdeos. El regidor bilbaíno argumentó que la vía sería vital para «el desarrollo de ambas regiones» y además aliviaría la «saturada» circulación de camiones de mercancías en la frontera franco-española. Azkuna realizó esta petición durante el discurso que dio en una reunión en Burdeos con el exministro y también alcalde de la ciudad, Alain Juppé. No es de extrañar que Francia le condecorara con la Legión de Honor.

En su afán por hacer de Bilbao una ciudad cosmopolita, pensó que la comunicación ferroviara sería fundamental para el futuro. Azkuna resaltó la importancia de que la conexión ferroviaria con Burgos y Valladolid se llevara a cabo lo antes posible, aun consciente de que el país se encuentra en plena crisis industrial y económica. «No queremos ser egoístas, sino colaborar con otras ciudades porque hoy en día no podemos vivir aislados. Vivimos en un mundo global y estas dos ciudades tienen un gran futuro».

También alzó la voz frente a situaciones que no le convencían. Como el día que el Gobierno socialista cambió el nombre de la antigua estación del Norte de Bilbao y la bautizó ‘Intermodal Abando-Indalecio Prieto’, como homenaje al político de la II República. Indalecio Prieto fue ministro socialista en varias carteras y titular de Obras Públicas entre 1931 y 1933. Fue el primer político que planteó crear en Bilbao una estación que reuniese diferentes modalidades de transporte. Azkuna defendió que lugares emblemáticos de la villa, como el Hospital de Basurto, El Arenal o La Casilla, entre los que incluyó a la estación de Abando, «deben permanecer con su nombre histórico y no llevar ningún otro nombre añadido». Agregó que la instalación mantendrá su actual denominación «por el resto de los días, por lo menos para este Ayuntamiento». El alcalde rechazó la acusación socialista de «menoscabar la figura» de Prieto. «Fue muy importante, pero algunos de sus sucesores se han equivocado», precisó sobre el cambio en el nombre de la estación.

El alcalde más querido y respetado en la historia de la capital vizcaína que dirigió durante quince decisivos años ha partido en ese ignoto tren hacia no se sabe tras dejar un Bilbao convertido en una urbe mucho más cosmopolita, bella y humana. «La ciudad angosta» -como él la llamaba con cariño parafraseando al crítico de arte Juan de la Encina– sigue sin ver el TAV, pero confía en hacer posible que llegue a la capital vizcaína en los próximos años.

Durante el homenaje a Miguel Unamuno de hace tres años, en el 75 aniversario de su fallecimiento, Azkuna recitó. “El que en 1901 en el Teatro Arriaga de Bilbao dijera aquello ‘de mi Vizcaya, de mi Bilbao la simiente; de mi Castilla, de mi Salamanca el fruto’. Descanse en paz, en su Salamanca dorada aquel gran bilbaíno». Descansa en paz, Iñaki Azkuna. Agur alcalde, adiós

Frialdad y desapego institucional ante el 150 aniversario de la llegada del tren a Bilbao

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Indiferencia, desinterés, apatía e indolencia. El 150 aniversario de la llegada del tren a Bilbao ha pasado inadvertido. Ni un solo acto institucional para recordar la efeméride, con todo lo que esta ciudad (y el territoro) le debe al ferrocarril, que contribuyó de forma notable a la proyección exterior y de sus organismos principales. El pago: ni el recuerdo.

Ni el Ayuntamiento ni la Diputación de Bizkaia han tenido un gesto hacia este aniversario que supuso el lanzamiento de la Villa y su proyección exterior a los mercados de la Meseta y del Ebro. El tren llegó a Bilbao el de 1 marzo de 1863 con la aquiescencia de las acaduladas familias bilbaínas, pero con la adhesión popular de los vecinos de Bizkaia (la Diputación tuvo un papel capital), hasta lograr reunir en pocas semanas 100 millones de reales, todo un dineral en la época, para poner en marcha el ‘camino de fierro’. El entusiamo que invadió a la muchedumbre que recibió el tren inaugural aquel día en Abando se ha desvanecido en la historia, hasta el punto de que nadie hoy recordará ese insigne día. Ni tan siquiera Renfe ni Adif han tenido un detalle para evocar tamaño acontecimiento.

Cierto es que la Universidad del País Vasco prepara unas jornadas para el último cuatrimestre del año en el que se recordará el evento con una serie de charlas y una exposición con imágenes y artilugios del ferrocarril. Pero no es suficiente. No para este medio de transporte que tanto ha hecho por este territorio que tanto le debe. Pendientes de la llegada de ‘Y’ vasca, que ni tan siquiera estará para el horinzonte de 2018, van dejando morir edificios y vehículos ferroviarios y renuncian a recordar el pasado con un museo acorde a esta tierra que parió el hierro de los raíles y las locomotoras más famosas salidas de sus fábricas recorrieron todas las vías españolas. Y así nos va.

Bilbao se enganchó a la vía algo más tarde que sus capitales vecinas. Los guipuzcoanos (y alaveses) le birlaron la conexión directa con Madrid. Los financieros e industriales vizcaínos no tuvieron más remedio que optar por la conexión hacia el Este, una vez que el Gobierno de Madrid aprobó el trazado entre la capital del Reino y la frontera francesa por Irún, que dejaba las tierras vizcaínas de lado. Miranda de Ebro acabaría por desplazar a Vitoria. La unión de fuerzas con los empesarios vitivinícolas de La Rioja propició la creación del ferrocarril Tudela-Bilbao.

El ferrocarril fue la mayor empresa hasta entonces constituida en el País Vasco y, en gran parte, fue financiada por el capital local. A diferencia del ‘Madrid-Irún’ gestionado por la Compañía de Caminos del Hierro del Norte de España, con la que se hizo imposible un acuerdo, el tren a Bilbao se financió fundamentalmente con capitales recabados en las comarcas afectadas. La suscripción pública de acciones y obligaciones tuvo un espectacular éxito. Sólo en Bizkaia se suscribieron rápidamente 65 millones de pesetas, «con una fe y entusiasmo que prueban cómo se ha desarrollado en el país entero el pensamiento de dar un gran impulso a la creación de vías férreas». Además de capitales riojanos y navarros, participaron vizcaínos residentes en Cuba, que hasta 1898 es tierra española, y, por supuesto, la Diputación.

El 1 de marzo de 1863 las radiantes locomotoras, recién compradas en Gran Bretaña, permanecen estacionadas y en posición de revista, al alcance de las miradas de los miles de curiosos que no quieren perderse la ceremonia. Aún no han recibido el bautismo, pero ya tienen nombres que exponen sin pudor en placas remachadas en la carrocería. ‘Vizcaya, ‘Rioja’, ‘Burgos’, ‘Alava’, ‘Bilbao’, ‘Logroño’, de la casa escocesa William Fairbairn y numeradas del 1 al 6, a las que se suman otras de la inglesa Beyer-Peacock, que reciben también apelativos de las distintas poblaciones por las que va a atravesar el nuevo tren. Hoy en día solo queda una máquina superviviente, ‘la Izarra’, que casi desapercibida se mantiene a duras penas, desguarnecida y con escasos cuidados, en el andén 1 de Abando.

“Se hizo luego un profundo silencio; pitó la máquina y enseguida partió camino de la ciudad de Orduña, llevando en sus vagones a los más destacados invitados. A lo largo de los cuarenta kilómetros de recorrido, los expedicionarios presenciaron la triunfal acogida que las gentes de todos los pueblos dispensaban al convoy. La llegada a Orduña puede calificarse de apoteósica; después la fiesta fue creciendo en volumen. Allí se celebró un gran banquete y al final se pronunciaron los rituales discursos, que en aquella ocasión fueron vibrantes, preñados de alegría y de emoción”. El delirio popular y los fastos se multiplicaron por cuatro cuando la locomotora regresó a la estación bilbaína. El relato de los periódicos bilbaínos no deja resquicio alguno. Fue todo un acontecimiento.

Lo cierto es que la línea aún no se había completado -la estación de Abando seguía inconclusa y al poco tiempo sufrió un incendio, por lo que hubo que reconstruirla-, y los trenes con pasajeros sólo subían hasta Orduña, si bien los de mercancías llegaban hasta Miranda. El 31 de agosto de ese mismo año acaban las obras y la línea se completa hasta el enlace con Castejón de Ebro. En total, tenía una longitud de 249 kilómetros, de los que 104 correspondían al trayecto Bilbao-Miranda. Las estaciones y apeaderos son en 1872, además de las cabeceras, Arrigoriaga, Miraballes, Areta, Llodio, Amurrio, Orduña, Lezama, Inoso, Izarra y Pobes en Alava y Bizkaia. Se cumplía así la invocación de los artífices de este proyecto. “Y que pronto veamos unidos los raíles del Nervión al Ebro,llevando riqueza y ventura a todas las provincias de España”.

Si quieres puedes leer el relato que he publicado en El Correo sobre esta misma historia.

(Imagen J. Laurent. Patrimonio histórico Ministerio de Cultura)

‘La Izarra’ corre un serio peligro

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‘La Izarra’ languidece en la estación de Abando- Indalecio Prieto. El estado de conservación en el que se encuentra actualmente es penoso y el futuro no parece nada prometedor. Siempre a la intemperie, sin cuidados ni arreglos que palíen los efectos de esta prolongada sobreexposición al aire libre, la amenaza se cierne sobre esta histórica locomotora sin que, al parecer, nadie se sienta afectado.

Los andenes de la antigua estación del Norte, lugar en el que permanece desde hace tres décadas como un monumento al tren, han dejado de ser el lugar ideal para esta joya del ferrocarril español, si es que alguna vez lo fueron. La escasez de medios de sus actuales responsables y la crisis son elementos que tampoco van a contribuir a su remodelación y mejora. El peligro es real.
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Una mujer, herida leve al pasarle un tren por encima

Una mujer ha resultado herida leve al pasarle un tren por encima en la estación de Abando de la capital vizcaína. Al parecer, la víctima ha caído a las vías, aunque se descarta que fuera empujada po algún pasajero que aguardaba la llegada de su tren en los andenes de la terminal bilbaína.

Milagrosamente el convoy le ha pasado encima, sin que al parecer le haya producido daños graves Los bomberos han conseguido sacar a la señora, que fue atendida en el lugar del accidente por los servicios de emergencia que comprobaron que sólo tenía golpes y contusiones por la caída a las vías. Una ambulancia trasladó a la mujer al hospital de Basurto para examinarla detenidamente y descartar otros daños

El tren del alirón

Jugadores del Athletic antes de la salida del tren (Manu Cecilio)

Eran otros tiempos. No hay duda. Pero si hay algo que une a la afición del Athletic con la Copa (ahora del Rey y antes del Generalísimo), es el tren. El ferrocarril ha sido un componente vital en la historia del fútbol. Es verdad que las carreteras de la España de los cincuenta o sesenta dejaban mucho que desear y que un viaje hasta Madrid casi era una aventura. Tampoco el tren de aquella época era una maravilla, más bien todo lo contrario. Pero era lo que había.

Dice un dicho que la Copa la jugaban el Athletic y otro. Los rojiblancos de San Mamés llegaban casi siempre a las puertas del Bernabeú o del Manzanares para disputar el último tramo del torneo. Y la afición se lanzaba en tromba para contemplar en directo el espectáculo. ‘La catedral’ en bloque se trasladaba en tren hasta la capital de España.

Así lo atestiguan los anuncios que las empresas de viaje publicaban en los periódicos. “Con el Athletic, a Madrid”, “A la final, con Renfe” (con quién iba a ser, si no había más), “Ven en tren y canta el alirón”. Sesudos eslóganes con los que se pretendía atraer a los aficionados rojiblancos que no dudaban en empeñar hasta los colchones de casa (eso me ha contado mi madre) para ser testigos de otra final inédita y ayudar en el traslado de la Copa conquistada. Dicen los papeles que en una ocasión Piru Gainza se despidió de Franco con un “hasta el año que viene” cuando el Generalísimo le entregó al capitán del Athletic el trofeo del vencedor. Esa era la confianza que emanaba del conjunto de leones. Otro año, otra final. (Las cosas como son: en realidad el rey de Copas es el Barça, pero no dejen que se me estropee la historia.)

Hablábamos del tren. Un viejo y entrañable amigo, que se ha enterado de que iba a escribir este apunte, me cuenta que su hermana Agurtzane acudía con un ramo de flores a la estación de Orduña, el primer pueblo de Vizcaya donde paraba el tren de los vencedores a su regreso de Madrid. Y, en cada estación, se producían historias similares. Un pueblo encantado con su equipo (once aldeanos), que viajaban modestamente en los trenes. Los mismos convoyes que llegaban a completar los aficionados que se gastaban hasta la última peseta en un viaje relámpago: salida de Abando, llegada a Chamartín; campo de fútbol, celebración del triunfo camino de Chamartín, llegada a Abando. Hasta cinco o seis trenes completos llegaban a salir de la estación del Norte para traer la copa a Bilbao.

Me imagino que si el Athletic pasa la eliminatoria contra el Sevilla, se recordarán viejos tiempos y se volverán a fletar los trenes a la final. Eso sí con coches modernos y un servicio férreo a la altura de la época. El tren es hoy más que nunca protagonista. Como el Athletic.

La estación del Norte

1231329902533La estación de Abando de Bilbao sigue instalada en la polémica. El miércoles 7 de enero la ministra de Fomento inauguraba un busto de Indalecio Prieto, obra del escultor Lucas Alcalde. El acto pretendía reforzar la denominación de la estación que oficialmente en septiembre de 2006 pasó a llevar el nombre del político socialista. El acto fue boicoteado por las fuerzas representadas en el Ayuntamiento de Bilbao porque el Gobierno tomó la decisión de rebautizar Abando sin contar con el respaldo del consistorio bilbaino.

Sin embargo, muchos bilbainos siguen utilizando el viejo término para nombrar a uno de los edificios más representativos de la capital vizcaína: estación del Norte. Una gran parte de las terminales ferroviarias de media España llevaban ese mismo nombre. No porque estuvieran situadas en ese punto geográfico, sino porque todas ellas eran propiedad de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España. Renfe nace en 1941, dos años después de la Guerra Civil para unificar todas las líneas que daban servicio de tren en Esabandopaña.

Norte, Abando, Indalecio Prieto o la estación de Renfe, como quiera llamarla, es una estructura bastante peculiar. Un edificio no tan antiguo (Alfonso Fungairiño la diseñó en 1950, para culminar 20 años de proyectos que no acababan de materializarse) y de un monumentalismo ecléctico que tango gustaba a los dirigentes del franquismo. Está enclavada en plena ‘city’, donde la ciudad rinde homenaje a su fundador don Diego Lope de Haro. Es el único exponente en Euskadi de las grandes estaciones terminales ferroviarias del pasado, dotada de una única marquesina que abriga todas las vías. Este concepto, inaugurado hacia 1863 con la magnífica estación de Saint Pancras en Londres, se convirtió en el más representativo de la arquitectura ferroviaria durante casi un siglo y es precisamente Bilbao-Abando una de las últimas estaciones construidas en el mundo con esta tipología.

Sin embargo, la pieza que la hace diferente al resto de terminales se halla en su interior. Una inmensa vidriera (tiene unas dimensiones de 15 metros. de ancho por 10 de alto) saluda a los viajeros que llegan a Bilbao. El efecto artístico es realmente sorprendente: El diseño fue realizado por Miguel Pastor Veiga mientras que la ejecución de la obra corrió a cargo de la Unión de Artistas de Irún. Está en color, con reloj y escudo centrales rodeados por motivos ferroviarios, industriales y regionales y la flanquean sendos frescos cuyos bocetos fueron realizados por Santos Iturrioz.

Delante de la vidriera precisamente se colocó el día 7 de enero la escultura de Indalecio Prieto que ni tan siquiera muerto puede escapar a la polémica que envolvió su existencia.