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Google recuerda en su doodle a Raymond Loewy y sus diseños de locomotoras norteamericanas

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Homenaje de Google a Raymond Loewy. Para celebrar eventos señalados, Google cambia su logo oficial por otro, diferente en cada ocasión y alusivo al respectivo evento. Pues bien el doodle de este martes del buscador más famoso recordaba la figura de Loewy, nacido en París, pero afincado en Estados Unidos donde se granjeó merecida fama y reconocimiento mundial. Padre del moderno diseño industrial, su nombre quizá no sea muy conocido, pero sus trabajos son mundialmente famosos. Desde la clásica forma de la botella de Coca-cola, hasta la cajetilla de tabaco Lucky Strike, la concha amarilla y roja de la empresa ‘Shell‘ o el habitáculo de la Skylab.

Google ha unido la figura de Raymond Lowey en su tradicional doodle a las locomotoras estadounidenses de mediados del pasado siglo para conmemorar el 120 aniversario de su nacimiento. Fue uno de los los diseñadores más influyentes del pasado siglo, al que la revista ‘Time’ le concedió su portada en 1949, como reconocimiento a su trabajo.

En los años treinta, las locomotoras a vapor norteamericanas se distinguían del resto por su gran tamaño, peso espectacular y altísima potencia, pero una insultante profusión de cañerías externas, tanques de aire, compresores y otros colgajos, que les daba un aspecto casi estrambótico. Comparadas con las cuidadas líneas de las máquinas inglesas, que hasta en sus exponentes más modestos mostraban siluetas libres de apéndices, mucho cobre y bronce lustrados y buenos trabajos de pintura y fileteado, las locomotoras a vapor norteamericanas eran un horror. Sólo unas pocas máquinas estadounidenses (las Hiawatha de¡ Milwaukee Road, los trabajos de Kuhler y Dreyfus y otros intentos) habían recibido alguna atención estética, pero la inmensa mayoría sólo hacían gala de una espectacular y presuntuosa aparatosidad.

Hasta la entrada en escena del gran diseñador de origen francés, que ya había obtenido grandes triunfos en Estados Unidos. La Pennsylvania Railroad, que por esos años se consideraba a sí misma el ferrocarril modelo, le mandó en 1937 los planos de una de sus más notables máquinas de pasajeros, la clase K4. Loewy desarrolló un diseño en el que, a diferencia de otros, prescindía de toda clase de artificios estilísticos y lograba un resultado equilibrado, de formas redondeadas, limpio y elegante. Y desde entonces trabajó a destajo en el estilizado aerodinámico de las locomotoras de pasajeros.

Los directivos del Pennsylvania, ansiosos por seguir demostrando que su empresa estaba a la vanguardia en el campo de la tracción ferroviaria, aprobaron en 1939 el proyecto de su ingeniero en jefe R. P.Johnson y el taller de Juniata construyó una mefistofélica 6-4-4-6 de cuatro cilindros, expansión simple y bastidor rígido. Este gigante, bautizado con poca originalidad ‘The Big Engine’, fue presentado en la Feria Mundial de Nueva York vestido con una carrocería de Loewy, que repetía a grandes rasgos las ideas de la 3768, pero adaptadas a las masivas dimensiones de la monstruosidad.

La ‘Big Engine’, construida sólo como demostración de poderío, se mostró poco efectiva a la hora de tomar curvas y no llegó a hacer más que unas pocas demostraciones sobre la vía. Entonces Johnson, diseñó la serie T1, un poco más pequeña con la anterior y rodaje 4-4-4-4, tender de 8 ejes y también rígida de 4 cilindros simple. La T1 también pasó por el tablero de dibujo de Loewy, quien hizo uno de los más fantásticos diseños de locomotoras a vapor de todos los tiempos. Hubo dos versiones, que diferían básicamente en el carenado lateral, pero en ambas estaba presente la espectacular trompa tipo proa de barco.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Fairbriaks Morse, que desde hacía años fabricaba equipos ferroviarios livianos, presentó una línea de locomotoras diesel propulsadas con su particular motor y pidió a Loevvy que diseñase las carrocerías. En ese momento, el equipo de Loevvy trabajaba para la Studebaker, para la cual había dibujado el modelo Champion, que representó el principio del fin de los estribos y los guardabarros fuera de la carrocería, y también estaba colaborando en el diseño de los interiores de varios de los trenes más lujosos de la época.

Sus diseños marcaron un antes y un después en la construcción ferroviaria. La famosa locomotora eléctrica GG1, mejoró sensiblemente en su diseño gracias a Raymond Loewy, que aplicó diversas soldaduras y pulidos, en lugar de piezas remachadas, y también una pintura con rayas, que hacía destancar las suaves y redondeadas formas de la máquina. Ahí no acabó su labor para el mundo ferroviario, ya que también diseñó coches de pasajeros, estaciones, material impreso, todo para la misma PRR.

La gran aportación de Raymond Loewy a la industria del siglo XX fueron sus diseños automovilísticos para la compañía Studebaker en la década de los treinta. Pero no centró todo su trabajo en la industria. Loewy debe su fama a la cajetilla de Lucky Strike. Propuso cambiar el fondo verde en blanco, mucho más atractivo a la vista y elegante. Las ventas de Lucky Strike se dispararon y la fama del diseñador también. Trabajó en las heladeras Frigidaire, los autobuses Greyhound, los populares logos de Exxon y de las gasolineras Shell -readaptando la ‘concha’ inicial para que se apreciase con facilidad en la distancia y en la oscuridad con los colores rojo y amarillo, por la estrecha vinculación que la marca tenía con España- y la mítica curvada y ergonómica botella de Coca Cola, que ‘adelgazó’ en 1954 para darle un aspecto más elegante y estilizado, haciéndola, al mismo tiempo, perfecta para ser agarrada con un mano.

El Skylab es su aportación más importante en la historia universal; una cápsula espacial para pasar largas temporadas en el espacio exterior. El Skylab de Raymond Loewy sería lanzado en 1973 y permanecería hasta 1979, año en el que cayó en territorio australiano. Varias patrullas de astronautas se alojaron el el Skylab de Raymond Loewy en el primer y segundo año de su andadura espacial. Por cierto, el diseñador de origen francés se empeñó en que hubiera una ventana para que los tyripunantes pudieran ver el espacio exterior.

La influencia de sus diseños ha llegado hasta nuestros días y por eso Google ha querido recordarle en el día que se cumple el 120 aniversario de su nacimiento con una imagen de la novedosa y atractiva forma que dio a las locomotoras de la época.

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La web de venta de billetes de tren en China supera en visitas a Google, YouTube y Facebook estos días

Más que Google; más que YouTube; y más que Facebook. La web de billetes de tren chinos se ha convertido en la más visitada después de que este año por primera vez se vendan a través de internet en China y a que en estas fechas cientos de personas viajen por las vacaciones del Año Nuevo Lunar. La web www.12306.cn, tiene más de mil millones de visitas diarias, y en una jornada superó los 1.400 millones de clics, entre el 5 y el 9 de enero, periodo analizado por el portal Alexa, especializado en medir el tráfico de internet mundial, según publica el diario ‘Global Times’.

La web ha sido visitada por casi el 1% del total de internautas del planeta y en algunos días ha superado a Google, YouTube, Facebook u otros populares sitios. Desde el día de la apertura del sistema, el 28 de diciembre, se comprobó que su ancho de banda no era suficiente para la cantidad de visitas que registraba, y por ello ha tenido multitudes caídas y problemas de lentitud de carga que han sido muy criticados por los internautas chinos.

El vicepresidente del Instituto de Investigación de los Ferrocarriles de China, Kang Xiong, uno de los responsables de la web, la defendió asegurando que fue creada por prestigiosos investigadores y utilizando tecnología punta. El sistema vende al día entre cinco y siete millones de billetes y registra 11,55 millones de transacciones bancarias al día. Ante la fuerte demanda y los problemas suscitados, los administradores de la web han aumentado el ancho de banda de 400 megabits por segundo a 1,5 gigabits por segundo.

Entre el 8 de enero y el 16 de febrero (40 días alrededor del Año Nuevo chino, que este año cae el 23 de enero y da la bienvenida al signo del Dragón) se esperan 3.160 millones de desplazamientos en el país, muchos de ellos en tren, medio en el que el Ministerio de Ferrocarriles prevé 5,88 millones de pasajeros diarios.

Claro está que ha habido problemas. Especialmente los primeros días. es tal la demanda que la web se colapsó y no dispensaba ningún billete. Las consecuencias no se hicieron esperar: las estaciones se colapsaron. Los despachos de billetes no daban abasto y las colas se eternizaron. Hasta que se consiguió aumentar el ancho de banda y se pudo controlar la venta on line.

Durante estos días se espera el traslado en tren de más de 200 millones de personas, en lo que es la mayor ‘operación salida’ del mundo, para celebrar la ‘Fiesta de la Primavera’, con un período pico que abarca del 8 de enero al 16 de febrero. Por esa tradición, buena parte de la población china viaja a sus lugares de origen para esperar el Año Nuevo Lunar junto a sus seres queridos. El tren sigue siendo el transporte más popular y el más utilizado para estos desplazamientos.

Viaje en el Transiberiano sin moverse de su sillón favorito



Ya no hay disculpa, si es que hasta ahora la había. Ni la distancia, ni el precio ni la incomodidad son argumentos que se puedan esgrimir ahora. Nada. Y nadie puede impedir ese viaje con el que siempre has soñado por la ruta de tren más larga del universo. Viajar en el Transiberiano es posible desde ahora sin que tan siquiera abandones tu sillón favorito. Tan solo es necesaria una conexión a Internet y teclear la página (www.google.ru/transsib) que puede hacer posible ese recorrido; todo ello gracias al sempiterno y todopoderoso Google.

Los ferrocarriles rusos han hecho realidad el sueño de miles de aficionados al tren. Y sin gastar un solo rublo. Un viaje virtual que permite disfrutar de sensaciones parecidas a las que viven los viajeros de esa línea que recorren en tren los nueve mil kilómetros largos que separan Moscú de Valdivostok, «A golpe del ratón de un ordenador se pueden cruzar dos continentes y tener la sensación de que se está mirando el paisaje ruso por la ventana de un tren», explica un portavoz de la empresa rusa que gestiona la línea más famosa del mundo.
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