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La estación de São Bento cumple 100 años

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Considerada una de las estaciones de ferrocarril más bellas del mundo y galardonada con el Premio Brunel (2014), la estación portuense de São Bento cumple 100 años de existencia. Es uno de los lugares más destacados de Oporto, con un tesoro patrimonial de incalculable valor en su interior. El magnífico edificio de José Marques da Silva (1869-1947) ocupa el lugar donde, durante casi cuatro siglos, las monjas de San Benito de Ave María establecieron su convento, que, con la extinción de las órdenes religiosas en 1834, quedó abandonado a la espera de nuevo destino.

Aunque el ferrocarril había llegado en 1864 a las puertas de Oporto, tuvo que esperar otros trece años para que el tren cruzara el ancho Duero en su desembocadura y alcanzara la metrópoli lusa. Desde Lisboa, la línea ascendía hacia el Norte, pero no pasaba de Vila Nova de Gaia, al otro lado del río. Salvar el obstáculo natural traía de cabeza a los ingenieros, que no se ponían de acuerdo sobre la fórmula idónea para seguir. La compañía ferroviaria consiguió que Gustave Eiffel viajara a Oporto y examinara la zona. Su socio Théophile Seyrig (1843-1923) se encargó del diseño de un puente que solucionara el problema. También participaron como ingenieros consultores del proyecto los portugueses Manuel Afonso de Espregueira y Pedro Ignacio López.

El técnico francés construye una estructura de hierro en un arco biapoyado en sus extremos de canto variable, con una luz de 160 metros y una altura de 61 metros. El tablero presenta una anchura de 6 metros y una longitud total de 563, que hace posible el tendido de la línea de ferrocarril. Son necesarias 725,7 toneladas de metal. Construido entre enero de 1876 y noviembre de 1877, constituye uno de los ejemplos más representativos de los puentes de hierro del siglo XIX. En la obra trabajaron un total de 150 operarios, y fue inaugurada por los reyes portugueses Luis I y María Pía de Saboya, que dio nombre al puente.

El tren llega a la ciudad del Duero. Pero la estación se construye en Campanhã, un suburbio distante del centro. La incomodidad que supone trasladar a personas y mercancías, aconseja la prolongación de la línea al corazón de la ciudad, proyecto que se encomienda al ingeniero belga, Jean-Baptiste Hippolyte Baere. Afincado en Portugal desde hace tiempo, el técnico pone sus ojos en el antiguo convento benedictino, con una superficie de 16.000 metros cuadrados, ideal para el establecimiento de la nueva estación central. Son necesarios, además, tres túneles para llevar las vías hasta las entrañas de Oporto. En 1896, los portuenses observan la llegada del primer tren de São Bento. Tres barracas de madera acogen de forma provisional a los convoyes.

Casi al mismo tiempo en París, el joven arquitecto José Marques da Silva defiende su trabajo de fin de curso. Elige como tema la construcción de una plataforma central ferroviaria. Supera la prueba con distinción y obtiene el título de Graduado Arquitecto del Gobierno francés. Las autoridades lusas le encargan el diseño de la nueva estación de São Bento, que se ve obligado a modificar una y otra vez, sometido a los dictados de las comisiones sucesivas. En 1900, el rey Carlos y la reina Amélia colocan la primera piedra del nuevo edificio, cuya construcción despega tres años más tarde, cuando se apueba el borrador final. La terminal se diseña en forma de U, con frentes a las calles de Madeira y Loureiro, y la fachada principal, a la plaza de Almeida Garrett. La arquitectura del complejo recuerda a las estaciones francesas de entresiglos.

A primera hora de la tarde del jueves 5 de octubre de 1916, una multitud llena la plaza de Almeida Garrett. Es, además, fiesta nacional. Las principales autoridades militares y civiles de la ciudad y del distrito, así como el máximo responsable de los ferrocarriles, ocupan lugares preferentes. Todos los oradores expresan su satisfacción por la finalización con éxito de los trabajos. Es el día de la inauguración de la estación central de Oporto. «No sólo es un gran monumento a la ciudad, sino también una notable obra de arte de la grandeza y majestuosidad de sus líneas arquitectónicas y la mejora y el esplendor sus decoraciones artíticas», informan los periódicos al día siguiente.

Nada más abrirse las puertas de la estación, el silencio se impone sobre la multitud. Contempla con cara de admiración y asombro las magníficas pinturas panorámicas que ocupan las paredes del vestíbulo de la terminal. Los murales contienen más de 20.000 azulejos pintados por Jorge Colaço (1868-1942), casi todos en el azul característico de la cerámica portuguesa. Una obra impresionante que representa diferentes episodios de la historia de la ciudad y del país.

Las pinturas ocupan 551 metros cuadrados e incluyen paneles que representan escenas históricas: el torneo de Arcos de Valdevez, 1140; Egas Moniz, el ayo del primer monarca portugués, en su presentación ante el rey de León; la entrada triunfal en Oporto de Juan I y Felipa de Lancaster en 1386; la conquista de Ceuta en 1415. Hay también escenas de campo y etnográficas: la procesión de Nuestra Señora de los Remedios en Lamego; el festival de São Torcato en Guimarães; la cosecha; la feria de ganado; el transporte de vino en un barco Rabelo en el Duero. En la parte superior, se admira un friso multicolor evocador de la historia de la carretera nacional, desde los inicios hasta la llegada del primer tren de Braga.

Hace ya un par de décadas que Sao Bento perdió su condición de estación central. Mantiene, sin embargo, el servicio de trenes regionales y turísticos hacia localidades como Coimbra, Braga y Guimarães. Son millones los pasajeros que atreviesan cada año sus puertas camino de sus destinos. Pero, sobre todo, son turistas de todo el mundo quienes se acercan hasta ella para contemplar el verdadero tesoro de Oporto.

Polonia asegura que casi tiene resuelto el misterio del tren nazi enterrado cargado de oro

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Algo más que pistas. Las autoridades polacas aseguran que están casi seguras de haber encontrado un tren nazi enterrado que, según los rumores, se perdió cerca del final de la Segunda Guerra Mundial cargado con armas y joyas. Las fotografías tomadas mediante equipos de radar que han penetrado en la tierra han mostrado un tren de más de 100 metros de longitud, según las primeras informaciones oficiales, tal y como ha expresado el viceministro de Cultura, Piotr Zuchowski.

Pero el descubrimiento aún no acaba con el problema. El tren estaba blindado; al parecer transportaba una carga especial, «probablemente equipamiento militar pero también posiblemente joyería, obras de arte y documentos de archivo», explica Zuchowski. «Estoy al 99% seguro de que este tren existe», aunque los expertos sólo estarán convencidos una vez intenten desenterrar el vehículo.

Las autoridades polacas comenzaron la búsqueda este mes tras el aviso de un alemán y un polaco que afirmaron por medio de abogados que habían encontrado el tren en el distrito de Walbrzych, en el suroeste del país, y que esperaban obtener un 10% del valor de los hallazgos como recompensa.

Los rumores que han circulado durante décadas aseguraban que un tren nazi cargado de armas y un botín desapareció en un túnel cerca de la frontera entre Polonia y Alemania en 1945, cuando las fuerzas del Ejército Rojo soviético asediaron la zona.

Zuchowski ha declarado que la fuente inicial de las historias fue un hombre que decía haber ayudado a esconder el tren. «En su lecho de muerte, esta persona comunicó la información junto con un boceto dónde podría estar», explica sin dar más detalles.

Según Zuchowski, los expertos estudian cómo llegar hasta el vehículo. El Ministerio de Cultura afirmó el jueves que podría haber explosivos en la zona y expresó la necesidad de que los ‘cazatesoros‘ y entusiastas de la Segunda Guerra Mundial se mantengan alejados de la zona. Los medios locales tienen imágenes grabadas del equipo de excavación y otras herramientas, aunque fue imposible confirmar la localización del tren.

Según informaciones locales, el tren, que transportaba la carga desde la ciudad alemana de Breslavia (hoy parte de Polonia), entró en un túnel de la montañosa región de la Baja Silesia y nunca salió de él. El túnel más tarde se cerró y su paradero pasó al olvido.

El área cercana a Walbrzych contaba con una enorme estructura de túneles subterráneos, que formaba parte de un proyecto de construcción nazi: el Proyecto Riese (gigante en alemán), cuya finalidad continúa siendo un misterio a día de hoy.

Un tesoro escondido de la Guerra de la Triple Alianza junto a las vías del tren en Paraguay

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No es un buscador de tesoros al uso, pero parece que ha encontrado un filón. El metal dorado lleva tiempo enterrado y está a punto de ver la luz. O eso parece. Forma parte de una leyenda que con los años había caído en el olvido. Y ahora se dice que es verídico. En plena Guerra de la Triple Alianza (1868) se habrían cargado lingotes de oro del Tesoro Nacional en dos vagones del tren con destino a Ypacaraí. El oro nunca llegó a destino. Por el camino se cargó en dos carretas que fueron enterradas en diferentes lugares. Una de ellas ha aparecido ahora.

El hallazgo de Wilson Samudio Ríos, un abogado que se dedica a bucear en los registros y en viejos papeles, ha sacudido la rutina de los Ferrocarriles del Paraguay SA (Fepasa). El letrado se puso en contacto con el presidente de la empresa ferroviaria Marcelo Wagner, que apenas daba crédito a la noticia. El jurista quiere que todo sea legal y ha pedido una entrevista a los propietarios del terreno de este ‘dorado’ paraguayo. Samudio aclara en su escrito que una vez firmado el acuerdo informará de la localización exacta y los datos para proceder a la extracción del tesoro.

Es la primera vez que los Ferrocarriles del Paraguay SA reciben formalmente por escrito un pedido para la realización de una excavación en la franja de dominio ferroviario. Sin embargo, sí se mantienen al tanto de las denuncias contra los buscadores de tesoros que realizan excavaciones en diferentes sitios cercanos a alguna estación del viejo tren.

Wagner aclara que la petición de Samudio no tiene aún una respuesta, pero que lo analizará junto a los asesores jurídicos, previa consulta a las autoridades del Ministerio de Cultura. “Por lo menos en mi administración es la primera vez que llega una propuesta concreta por escrito. Lo que siempre recibo son denuncias de vecinos de que buscadores cavan en las cercanías de nuestras estaciones. Tuvimos casos puntuales como la estación de Paraguarí e Ybytymí. Hasta ahora son puros relatos, pero el caso de Samudio coincide con la versión que manejan los antiguos funcionarios del ferrocarril”, explica el presidente de la empresa ferroviaria.

Samudio viene trabajando junto a un grupo de expedicionarios desde hace años en conocer la historia de la Guerra de la Triple Alianza e incluso recorrió el mismo camino que hizo entonces el mariscal Francisco Solano López en busca de las carretas con el preciado material. Pero nunca se supo nada del transporte. “Hemos contactado con un señor de más de 80 años, quien nos contó que su abuelo presenció el lugar donde enterraron el tesoro. Nosotros hicimos una prospección sobre la base de una historia verídica y un estudio con maquinarias que nos indican que efectivamente estamos en el lugar correcto”, explica Samudio.

El letrado asegura que bajo las vías del tren se encontraron ya varios tesoros. “Nosotros queremos hacerlo de manera legal. Creo que es la primera vez que alguien está planteando un pedido por escrito”, señala el buscador. La idea de Samudio y su grupo de expedicionarios es que una vez se llegue a un acuerdo con la empresa ferroviaria se convoque a la prensa y todas las personas que quieran presenciar el momento de la excavación. “Esto será algo útil para el Ferrocarril y para el Ministerio de Cultura. Es sin dudas un rescate de nuestra historia”, concluyó.

(Fuente ABC color de Paraguay)