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La Comisión de Accidentes recomienda implantar más balizas y Renfe y Adif modifican protocolos

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Tirón de orejas. La Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios (CIAF) ha pedido a los gestores de infraestructuras «gestionar la implantación progresiva de balizas ASFA que controlen la velocidad de los trenes de forma que se asegure su inmediato frenado en caso de rebasar la velocidad máxima». La CIAF, órgano dependiente de Fomento y formado por expertos, ha elaborado un informe previo sobre el estudio que se le ha encomendado para esclarecer los motivos del siniestro ferrociario de Santiago. En este primer reporte la comisión pone de manifiesto dos recomendaciones para mejorar la seguridad en el transporte ferroviario y que no estaban presentes en el descarrilamiento del Alvia.

La primera de ellas insta a la señalización física a lo largo del trazado de todas las reducciones de velocidad reflejadas en el libro de ruta que portan consigo los maquinistas. Un segundo apunte indica la necesidad de dotar a todos los trenes de un sistema automático de frenado en caso de que se supere la velocidad permitida por la vía que circule.

En el caso del Alvia de Santiago el sistema Asfa Digital estaba preparado para realizar la parada de emergencia en caso de que el convoy hubiera alcanzado los 200 kilómetros por hora, aunque el límite era de 80. La precaución resultó inútil ya que la máxima velocidad fue de 195. De haber viajado a cinco kilómetros por hora más el tren se hubiera frenado de forma automática.

En paralelo, el gestor ferroviario Adif ha puesto en revisión todos sus protocolos de seguridad tras el accidente de tren de Santiago, en especial en tramos de la red similares, mientras que Renfe revisa también sus procedimientos de comunicación entre la cabina y los centros de gestión, personal de a bordo y demás comunicaciones. Estas modificaciones van en línea con las recomendaciones aportadas por la Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios (CIAF), que sugiere que todas las reducciones de velocidad máxima programadas entre estaciones, a partir de un cierto rango, estén señalizadas en la vía férrea.

Desde las horas posteriores al descarrilamiento del tren Alvia el pasado 24 de julio, el Ministerio de Fomento ha asegurado que Adif ha puesto en revisión todos sus protocolos de seguridad, en especial aquellas zonas de transición a la red convencional y en los trayectos de integración en núcleos urbanos. De momento ya ha implantado las primeras medidas en la zona del accidente y está previsto que se extiendan a todos los tramos de características similares. En concreto, en el punto kilométrico 79/769 Adif instaló ayer una baliza ASFA y un cartel que limitan la velocidad a 160 kilómetros por hora, mientras que en el punto kilométrico 81/669 instaló el lunes una baliza y un cartel que limitan la velocidad a 30 kilómetros por hora. Estos avances los explicará el próximo 8 de agosto en su comparecencia en el Congreso de los Diputados el presidente de Adif, Gonzalo Ferre.

Ese mismo día está previsto que comparezca también el de Renfe, Julio Gómez-Pomar, para informar de la revisión de todos los protocolos, entre ellos los de comunicación entre la cabina de conducción y los centros de gestión, personal a bordo y demás comunicaciones de servicios. Renfe está revisando también los planes de formación y los cursos de actualización del personal, y analizando nuevas propuestas en relación con los exámenes psicofísicos del personal de conducción, así como los intervalos para su realización.

El 9 de agosto, la ministra de Fomento, Ana Pastor, comparecerá en la Cámara baja para aportar la información disponible en aras de esclarecer las causas que provocaron el descarrilamiento del tren , que ha costado la vida a 79 personas.

La catástrofe que costó la vida a 79 personas y dejó a más de 150 heridas se gestó y concretó en apenas dos minutos y diez segundos. Este fue el tiempo que transcurrió desde que el maquinista, Francisco José Garzón, recibió una llamada del revisor que viajaba a bordo del Alvia hasta que el amasijo de hierros a los que quedó reducido el convoy quedó frenado sobre la superficie de la curva de A Grandeira.

El juzgado que instruye la causa dio a conocer ayer la grabación de los instantes previos a la tragedia que realizó la caja negra de la cabina. Los sonidos registrados vienen a confirmar la principal hipótesis que se baraja sobre la causa del descarrilamiento: que una distracción del conductor le impidió reducir la velocidad del tren desde los más de 190 kilómetros hora a los que circulaba hasta los 80 que exigía el trazado donde se produjo el siniestro. Según los datos aportados por el Tribunal Superior de Justicia de Galicia, Garzón recibió la llamada del revisor a las 20.39 horas y 6 segundos, un diálogo que se prolongó durante un minuto y 40 segundos y finalizó solo 11 segundos antes de la salida de la vía.

La caja negra también revela que 32 segundos después de que el maquinista atendiera a la llamada se produjo un primer aviso acústico en la cabina con el que el sistema de conducción advirtió a Garzón de que debía reducir la velocidad de la marcha, pero que este no atendió al estar conversando por el móvil. El segundo mensaje recordando la necesidad de reducir la velocidad llegó diez segundos antes del descarrilamiento y con el tren aún a 195 kilómetros por hora. A este sí respondió el maquinista pero ya era demasiado tarde. Los intentos de Garzón por frenar el convoy, el último activando el sistema de emergencia cuando el descarrilamiento ya se había producido, fueron en vano. El último apunte del informe entregado al juez Luis Aláez sobre el contenido de la caja negra señala que a los 20.41 horas y 16 segundos finalizó el sonido de arrastre del tren .

En su declaración de ayer ante el juez instructor el revisor, Antonio Martín, reconoció ser el autor de la llamada que supuestamente originó la distracción del maquinista. Martín, que aseguró que en ningún momento se había sentido culpable de nada, indicó que la conversación que él inició finalizó antes del descarrilamiento como, dijo, avala el hecho de que no perdiera el móvil pese el impacto que su coche sufrió a causa del accidente porque le tenía guardado en el bolsillo. Sobre por qué no aludió a dicha llamada durante su declaración ante la Policía, el revisor justificó que en ese momento aún se encontraba afectado por las imágenes del accidente, que no podía recordar muchas de las cosas que acontecieron antes y después del mismo y, por último, que tampoco consideró que pudiera tratarse de un hecho trascendental.

El maquinista del Alvia accidentado hablaba por teléfono con el interventor cuando volcó

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Informacióm modificada a las 23.45 horas ante nuevos datos.. El maquinista del Alvia en el que fallecieron 79 personas y 150 resultaron heridas hablaba por el móvil con el interventor de Renfe que viajaba en el tren. La grabación de la cabina que quedó registrada en la caja negra reveló que Francisco José Garzón recibió una llamada los instantes previos al accidente aunque no llegó a identificar quién se encontraba al otro lado del teléfono más allá de que, según el contenido de la conversación, era un empleado de Renfe con el que trató aspectos del trayecto.

El conductor, imputado por 79 cargos de homicidio involuntario, acudió a declarar de forma voluntaria junto a su abogada ante el juez instructor Luis Aláez para desvelar la identidad de su interlocutor. Se trata, aseguró, de Antonio Martín, el interventor de la empresa ferroviaria que viajaba en el convoy y que resultó herido leve en el siniestro. Este llamó al maquinista para consultar la vía por la que el tren accedería a la estación de Pontedeume, parada intermedia entre Santiago y Ferrol.

Según el ruido de fondo que se escucha en la grabación extraída de la caja negra, Garzón habría incluso consultado «un plano o algún documento similar» para responder a las cuestiones que le formuló el revisor. Aunque según afirmó el maquinista la llamada concluyó segundos antes del accidente, sí habría durado lo suficiente para distraerle y que no advirtiera que debía reducir la marcha del convoy en 110 en kilómetros por hora antes de afrontar la curva de A Grandeira. El tren acometió el tramo del descarrilamiento a 153 kilómetros por hora después de que el maquinista, ya consciente de la situación, accionara los frenos cuando viajaba a 192. No fue suficiente para superar un giro cuyo límite está establecido en 80 kilómetros por hora.

En su primera declaración, realizada el pasado domingo, Garzón no aludió a la llamada recibida, algo que sí ha reconocido ahora después de que la caja negra confirmara que existió. El revisor, quien también ha prestado declaración, también ocultó a la Policía la existencia de la conversación telefónica entre ambos.

Tras la nueva declaración de Garzón, el juez Aláez solicitó a dos compañías telefónicas información sobre los dos móviles que portaba consigo el imputado, el personal, en el que no se ha detectado actividad previa al accidente, y el corporativo, por el que supuestamente habló con el revisor y que se extravió en el accidente. En concreto quiere conocer las llamadas entrantes, salientes o mensajes que registraron las dos líneas.

El uso del móvil en ruta es algo muy restringido -«casi prohibido»-, salvo situaciones excepcionales, según declaró el secretario general del sindicato de maquinistas, Juan Jesús García Fraile, quien sin embargo añadió que la llamada de un revisor que viaja en el tren sí puede ser motivo para responder. «El interventor puede llamar por muchos motivos: por una persona a la que le ha pasado algo, porque ha visto algo anómalo en el tren o por muchos otros motivos», apuntó García Fraile.

El 24 de julio a las 20.42 horas (18.42 GMT), el convoy procedente de Madrid con más de 250 personas a bordo había descarrilado en una curva peligrosa a 4 kilómetros de la estación de Santiago, una zona donde la línea, de alta velocidad hasta ese momento, se transforma en vía convencional y la velocidad se limita a 80 kilómetros por hora.

«En el momento de la salida de vía, el tren circulaba a 153 kilómetros por hora«, informó el Tribunal Superior de Justicia de Galicia tras analizar el contenido de las cajas negras. «En los kilómetros previos al momento del descarrilamiento» el convoy circulaba a 192 kilómetros por hora, precisó, asegurando que «segundos antes del accidente se activó un freno».

La hipótesis de un exceso de velocidad había sido la privilegiada hasta ahora por los investigadores de esta tragedia que ha conmocionado al país.

El maquinista Francisco José Garzón Amo, un experimentado profesional de 52 años, ya había reconocido ante el juez el domingo circular a una velocidad muy superior a la permitida. Imputado de «homicidio por imprudencia», el conductor habría afirmado que, pese a haber realizado en 60 ocasiones ese recorrido, se había despistado y cuando comenzó a frenar era demasiado tarde.

«Del audio almacenado en las cajas negras se ha podido saber que el maquinista estaba hablando por teléfono con personal de Renfe«, la compañía de ferrocarril española, aparentemente con un controlador, explicó el tribunal. Posteriormente, se ha aclarado que hablaba con el interventor que tamnién viajaba en el Alvia accidentado.

El accidente se produjo en una línea de alta velocidad utilizada también por trenes convencionales que no está equipada con un sistema de frenado automático en caso de exceso de velocidad. Justo donde se produjo el siniestro, el tren abandona una larga recta de decenas de kilómetros a una velocidad máxima de 220 kilómetros a la hora para entrar en esta peligrosa curva. Según un responsable sindical, el propio Garzón había alertado a sus superiores de la insuficiencia de seguridad en este tramo.

Garzón «había afirmado que es increíble que no se controle la velocidad en ese lugar, que no se puede pasar de 200 kilómetros a la hora a 80 directamente, sin ninguna supervisión mediante ningún sistema de seguridad», declaró a la AFP Rafael Rico, portavoz del sindicato de maquinistas Semaf de Galicia.

«Los maquinistas lo saben y él mismo lo había dicho a su superior, que no era posible aceptar algo así. El día después del accidente nos lo dijo, cuando estaba en el hospital. Dijo que era un lugar en que todo el mundo sabía que era díficil circular«, agregó.

Según la compañía pública Adif, gestora de la red, en la zona del accidente, debido al cambio de velocidad máxima autorizada, en ese tramo el sistema de seguridad pasa del europeo ERTMS (European Rail Traffic Management System) al español ASFA (Anuncio de Señales y Frenado Automatico), que no frena automáticamente.

A raíz del siniestro, la seguridad de las vías españolas está siendo comprobada. Tanto Renfe como Adif aseguran que revisarán sus protocoles de seguridad.

«Tras el accidente, el protocolo que se suele hacer es comprobar que todo funciona correctamente», explicó una portavoz de Adif . Paralelamente, la ministra española de Fomento, Ana Pastor, y los presidentes de Adif y Renfe, Gonzalo Ferre y Julio Gómez-Pomar, pidieron comparecer ante los diputados para informar sobre el accidente.

El martes 66 heridos seguían hospitalizados, 15 de ellos en estado crítico, incluido un menor.

¿Sólo un problema de velocidad?

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El Alvia 151 accidentado a última hora de la tarde a la entrada de Santiago de Compostela de ayer es una de las quince unidades S730 que Talgo Bombardier reconvirtió en 2012 (pertenecían a la serie 130) para cubrir el servicio en la línea Madrid-Galicia. Son trenes híbridos capaces de funcionar tanto con electricidad como con combustible diésel mientras se extiende la red de alta velocidad. Son, además, capaces de circular por líneas de ancho ibérico (1668 milímetros, las de toda la vida de Renfe) y de ancho internacional (1435 milímetros), tanto en corriente continua como alterna, y en tramos sin electrificar.

Actualmente son varios los servicios ferroviarios en España en los que una parte del recorrido se realiza por línea de alta velocidad y otra por convencional no electrificada (precisamente, la línea Madrid-Coruña, aunque también Madrid-Algeciras). Los Alvia de la serie 730 presentan algunas ventajas respecto al parque habitual. No requieren cambio de locomotoras, lo que supone ganar tiempo al paso por los cambiadores de ancho, y la transición de modo eléctrico a diésel se puede realizar incluso en movimiento, aunque a baja velocidad, pero por reglamento se hace con el convoy parado.

Los trenes están compuestos por dos cabezas motrices, dos furgones extremos y nueve coches intermedios para los viajeros. En total, trece vehículos como se ha podido ver en las impactantes imágenes del accidente ocurrido a la entrada de la estación de Santiago. Son capaces de circular a 250 kilómetros por hora en la línea de alta velocidad, mientras que tienen limitada a 200 kilómetros a la hora la circulación en los tramos de vía convencional.

El Alvia que circula de Madrid a Galicia viaja por distintos trazados: entre Madrid y Olmedo (Valladolid), aprovecha la línea de alta velocidad; entre este último punto y Ourense, vuelve a la línea convencional mientras se ultiman las obras del AVE; y, entre Orense y Ferrol ,se incorpora de nuevo al trazado previsto para la alta velocidad. Cerca de la entrada a la estación de Santiago, se encuentra la zona de Angrois y la curva de A Grandeira, la más pronunciada de todo el trazado.

¿Cómo es posible que el maquinista triplicara la velocidad autorizada al entrar en la fatídica curva donde se produjo el accidente? ¿No vio la señal que limita la velocidad a 80? ¿No estaba sobreaviso de esa zona considerada “difícil”? Expertos en materia ferroviaria creen que pudo tener un exceso de confianza. Normalmente, estos trenes van equipados con un sistema de seguridad (el nombre técnico es ERTMS) que no deja al conductor ir más rápido de lo que permite el tramo de vía, de tal forma que incluso puede bloquear el acelerador e incluso parar la unidad. Pero en esta zona de la red, en la curva donde se produjo el fatal accidente, el Alvia dependía del sistema ASFA, que deja toda la responsabilidad en manos del maquinista. Algunas fuentes de Adif apuntan que el tren superaba los 174 kilómetros por hora en uno de los controles situados a 2 kilómetros del lugar del siniestro, lo que hacía casi imposible que pudiera frenar a tiempo.

Cumplir con los horarios previstos en la conexión de Madrid con Galicia ha traído de cabeza a los responsables de Renfe que decidió incluir el compromiso de puntualidad en los Alvia, igual que tienen todos los AVE. La operadora se ve obligada a devolver parte o todo el importe del viaje si se produce un retraso sobre el tiempo fijado. Los comentarios de algunos de los viajeros que se bajaron en Ourense, donde se dividen las ramas, apuntan que el convoy con destino a Ferrol llevaba un retraso considerable sobre el horario previsto. Será la caja negra la que determine finalmente la velocidad del tren y el punto de frenado.

De cualquier forma, la velocidad no parece la única causa del fatal desenlace. Hay expertos ferroviarios que apuntan a la propia composición del tren (mucho peso en los extremos y poco en el centro) como unos de los factores que han podido agravar las consecuencias del accidente. El fenómeno de acordeón que se produjo en la curva, que incluso catapultó e hizo volar uno de los coches al exterior, se achaca a una gran inercia en la cola del convoy, que hizo de látigo sobre la composición del Alvia y afectó a los ligeros coches de Talgo.

El accidente de Santiago es el más grave de los últimos setenta años. Sólo ha habido en España un siniestro con más víctimas, el producido en Torre del Bierzo en 1944. Las autoridades de la época silenciaron lo ocurrido y las cifras oficiales rebajaron considerablemente el número de víctimas:78 muertos. Investigaciones posteriores han determinado que los muertos superaron los dos centenares, aunque nunca pudieron alcanzar el medio millar, como se indica en el Guinnes.

Pese a todo, el ferrocarril sigue siendo en el medio de transporte más seguro. En lo que va de siglo, solo ha habido dos accidentes con víctimas mortales. En junio de 2003 en el municipio castellano-manchego de Chinchilla perdieron la vida 19 personas y sufrieron heridas de consideración otras 50. En julio de 2006, tuvo lugar en Valencia el siniestro más grave de la historia del metro español, con 43 víctimas. Y otros dos muertos en 2002 en Torredembarra. Y en veintiún años de alta velocidad nunca ha habido un accidente mortal; tan solo algunos descarrilamientos en los últimos años a causa de problemas con los intercambiadores. Los incidentes tampoco han sido destacables. Como contraste, en lo que va de siglo y hasta el año pasado, 33.122 personas han muerto en las carreteras españolas; 1.301 solo en 2012, el año con menos accidentes de tráfico mortales.

(Este artículo ha sido publicado en El Correo de Bilbao y otros medios del grupo Vocento)

Tragedia en el ferrocarril español: 79 muertos al descarrilar un tren Alvia cerca de Santiago

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El peor accidente ferroviario en lo que va de siglo y uno de los más graves de la historia del ferrocarril español. El descarrilamiento de un tren Alvia que cubría la ruta entre Madrid y Ferrol a escasos metros de la estación de Santiago ha provocado la muerte de 79 personas y heridas a más de medio centenar de pasajeros. El siniestro se registró sobre las 20.42 horas en la zona de Angrois, donde los trece coches y la locomotora quedaron volcados y ardiendo tres de ellos. Según el relato de algunos viajeros, el tren circulaba a mucha velocidad y al alcanzar la curva de A Grandeira uno de los coches saltó por los aires e incluso superó el talud que separa las vías del tren. El convoy llevaba 218 pasajeros.

«No tenemos una cifra cerrada pero no creemos que bajen de 35 (muertos), aunque queda por ver un coche que ha quedado completamente triturado», afirmaba a última hora de la noche de ayer Núñez Feijóo a la Cadena Ser. Posteriormente confirmó que la cifra ascendía a 56, y a primeras horas de este día el balance es de 79 fallecidos, aunque puede haber más.

El tren, que hacía la ruta entre Madrid y la localidad gallega de Ferrol con 218 pasajeros «ha descarrilado cerca de la estación de Santiago de Compostela sin que se sepa todavía la causa», afirmó una fuente de la compañía ferroviaria Renfe. El accidente se produjo en una curva cerrada cerca de la estación de Santiago de Compostela. El radio de la curva llamó la atención de los técnicos cuando entró en servicio la vía preparada para el AVE (aunque aún no sea operativo en esta zona)y fue calificado de «difícil» en esa misma fecha. Al parecer, es la más pronunciada de todo el trayecto.

Fuentes de Adif confirman que el convoy superaba los 200 kilómetros por hora en uno de los puntos de control situados a escasa distancia de la fatídica curva. Todo apunta, por tanto, al exceso de velocidad. El Alvia s730 es un híbrido que funciona con combustible y energía eléctrica y, al parecer, una explosión pudo agravar las consecuencias del siniestro.

Un testigo que viajaba en el tren afirmó que «en plena curva el tren empezó a dar vueltas, vueltas de campana, dimos muchas vueltas de campana y quedaron subidos unos vagones encima de otros». Otro de los testigos asegura que el tren se partió en dos. Las imágenes del siniestro muestran varios coches volcados sobre un lateral, apoyados contra un talud, mientras una de las locomotoras del convoy tenía el techo incendiado.

El siniestro se ha producido la víspera del día de Santiago, el día grande de la región de Galicia. La ciudad ha anulado los festejos que tenía previsto celebrar en la noche de este miércoles en honor a su patrón y mantendrá la tradicional misa del día de Santiago «desde un estricto protocolo de luto».

Hasta el lugar del accidente se desplazaron efectivos de la Policía Nacional, Local, los bomberos y más de una decena de ambulancias medicalizadas. Los vecinos de la zona también colaboraban ofreciendo mantas y sus viviendas para ayudar a los pasajeros.

La zona, de difícil acceso, fue totalmente acordonada mientras los equipos de emergencia trabajan en la excarcelación de los pasajeros que todavía seguían en el interior de los coches accidentados. Por ahora, no hay datos oficiales sobre el número de víctimas pero testigos presenciales confirman que el accidente ya se ha cobrado más de cuarenta víctimas mortales. Los dos conductores no han sufrido daños relevantes.

El accidente de Santiago es el peor siniestro ferroviario ocurrido en lo que va de siglo y el primero en unas vías de alta velocidad (aunque el servicio de Alvia no supera los 250 kilómetros). Es además uno de los siniestros más graves ocurrido en nuestro país, solo superado por el accidente ocurrido en Torre del Bierzo en 1944 donde al parecer murieron unas 200 personas (se ha llegado a decir que fueron 500 pero parece exagerado; la versión oficial dejaba el numero de víctimas por debajo del centenar); en 1972 en El Cuervo (Sevilla) se produjo otro siniestro con 78 muertos.

(Imagen Xoan A. Soler.La Voz de Galicia)