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Joyas en custodia: 1701 de MZA

Determinar el modelo de la locomotora ideal para el arrastre de los trenes expresos trae de cabeza a los ingenieros que orientan a las compañías ferroviarias en el primer tercio del siglo XX. En el debate interno, los especialistas de la compañía de Madrid a Zaragoza y Alicante (MZA) muestran serias discrepancias, no solo con los de las firmas de la competencia, sino con la idea generalizada en las empresas ferroviarias europeas. En el ideal de los técnicos de la firma con capital mayoritario de los Rothschild, las nuevas máquinas deben mantener las ruedas de 1,750 metros de las ‘Pacífic’ para conservar la velocidad; poseer cuatro ejes acoplados para garantizar la adherencia en las rampas y una caldera de mayor tamaño para elevar la superficie de calefacción y disponer así de una alta vaporización.

La idea mayoritaria defiende que solo dos cilindros son insuficientes para la cantidad de vapor producido por una locomotora de estas características. Sin embargo, MZA se apoya en el principio de la simple expansión, de tal forma que se decide por un modelo basado en los cánones norteamericanos con tan solo dos cilindros. Los ingenieros fijan la vista en las máquinas de tipo 2-4-1 ‘Montaña’, del que no existen antecedentes en Europa, y que acaban de aparecer en Estados Unidos. Casualmente, la compañía del Norte (antagonista de la anterior y apoyada en el capital de los Pereire) se interesa también por una ‘Montaña’, el modelo 4.600, similares a las piezas de las firmas francesas del Este y el PLM. La española MZA es la primera europea que consigue poner en servicio regular una locomotora de este tipo, aunque las francesas se adelantan en probar en vía sus ‘Montañas’.

Tres fabricantes acuden a llamada de MZA. La alemana Henschel le ofrece una máquina análoga a las ‘Pacific 877-880’, con un eje acoplado más, pero manteniendo el sistema ‘Compound’. La American Locomotive Company (Alco) le propone una evolución de las ‘Pacífic’ serie 900, también alargadas con un cuarto eje acoplado y la simple expansión más acorde con las tendencias estadounidenses. La Maquinista Terrestra y Marítima (MTM) plantea una locomotora evolución de la serie 1400’s con un bisel posterior y ruedas de 1,750 metros, pero que mantiene la simple expansión y vapor recalentado. Esta última se hace con el concurso. El 30 de junio de 1925 entrega la primera unidad de la serie (1701 a 1725), matriculada dentro de la nueva centena de las 1700’s.

La prueba en vía resulta sorprendente. La nueva locomotora arrastra un tren de 530 toneladas entre Arcos de Jalón (Soria) y Torralba (Cuenca) y obtiene la misma marcha que la del expreso 805 Madrid-Barcelona (con 300 toneladas de carga). Un mes después presta ya servicio regular. Las 25 primeras locomotoras se destinan al depósito de Madrid-Atocha y a la línea de Madrida Zaragoza, donde las 1400’s tomana el relevo hasta Barcelona. Las 1.700’s se diseñan como locomotoras de simple expansión con recalentador, una potencia de 2232 CV, timbre de 14 kg/cm2, diámetro de ruedas motoras de 1,75 metros y un esfuerzo de tracción de 1.4407 kilogramos.

Conforme se entregan más unidades, se reparten por el resto de líneas hasta que finalmente acaparan todos los trenes expresos y correos de las principales líneas de MZA, y se hace posible verlas en Sevilla y Alicante. Las mejoras de los tiempos de viaje con las 1.700 es sustancial en todos los trayectos. En la relación Madrid-Sevilla se recorta una hora en los expresos diurnos y dos en los nocturnos. Los maquinistas consideran que estas máquinas tienen una considerable potencia, resultan económicas y cuentan con la mejor estabilidad de marcha que puede tener una máquina de dos cilindros. En llano se defienden bien, hasta con velocidades de 90-100 kilómetros por hora y también muestran un buen comportamiento en rampas con un tonelaje apropiado.

Hasta 1931, se entregan 95 unidades. A lo largo de la serie se introducen novedades. Las locomotoras 1724 y 1725, por ejemplo, llevan precalentadores Worthington; desde la 1766 hasta el final lo tenían Dabeg. De la 1770 hasta la 1775, la distribución se hace por válvulas Lentz, y de la 1776 hasta la 1795, incluyen alumbrado eléctrico en lugar del de petróleo. Las diez últimas (1786-1795) incorporan además pantallas deflectoras a los lados de la chimenea, cuyo objetivo de provocar una corriente de aire ascendente a los lados de la caja de humos que eleve el humo expulsado por la chimenea para no entorpecer la vista del maquinista. Este efecto se complementa con una superficie inclinada que, arranca de la topera y se eleva sobre la plataforma hasta superar el bloque de los cilindros.

Mientras MZA apuesta por la serie 1700, su antagónica Norte lo hace por la 4600 formada por 56 locomotoras construidas por Euskalduna, Babcock&Wilcox y la Maquinista (MTM) (las cinco primeras por la alemana Hanomag). Si bien la comparación entre ambas series -que entran en servicio prácticamente a la vez- da lugar a enconados debates entre los expertos que apoyan la tecnología y el rendimiento de una serie o de la otra, lo cierto es que ambas marcan la culminación de la tracción vapor en España antes de la Guerra Civil y son todavía locomotoras muy valoradas y recordadas entre ferroviarios y aficionados, sostiene Ángel Rivera, en su blog ante el que tanto recurro.

Todas las 1700’s llegan a Renfe y se rematriculan como 241-2001 a 241-2095. Madrid-Atocha es el depósito con el mayor número de máquinas, seguido por Barcelona-Pueblo Nuevo, Sevilla y Zaragoza, los depósitos originales de MZA. La electrificación de la red catalana en los años cincuenta desplaza las del depósito barcelonés a Lleida y posteriormente a Ciudad Real. Salvo algunas excepciones, las 2200 y las Mikado las relegan a trenes de inferior categoría, aunque y probablemente también se debilita su mantenimiento y prestaciones. Quince unidades sobreviven al desguace de la serie entre 1966 y 1968, el último año de servicio de tracción vapor a carbón. Estas últimas 15 también se fuelizan, posteriormente, y se envían a Salamanca, cuyo depósito alcanza una fama merecida por el cuidado mantenimiento que dan a sus locomotoras hasta su desaparición definitiva en 1971. La 241-2001 (ex-MZA 1701) se preserva para el museo ferroviario.

En 1981, restaurada convenientemente, realiza el viaje conmemorativo del 125 aniversario de la inauguración de la línea de Manresa a Lleida. Con estas locomotoras, se consigue un modelo de gran potencia, económico y muy bien construido, que los maquinistas aprecian por su fuerza, docilidad y sencillez de manejo, asegura Pere Comas, lo que alarga su vida útil. Para el autor, especialista en la historia de MZA, se trata de uno de los modelos mejor logrados de los ferrocarriles españoles. A juicio de Ángel Rivera, la 1.700 es la reina de la citada compañía.

A pesar de su historia, la ex-MZA 1701 permanece desde 2008 en los talleres del barrio de Armunia la empresa leonesa Celada, una de las pocas firmas especializadas en España en la reparación de trenes históricos. Talleres Celada reclama desde 2016 que la Fundación de los Ferrocarriles Españoles (FFE) vuelva a hacerse cargo de ella, en una solución que incluya el cobro de la parte pendiente que queda de su restauración. En varios escritos, la FFE alega que la locomotora se cede en 2008 al Centro de Estudios Históricos del Ferrocarril Español (CEHFE), y que debe ser esta entidad privada, con sede en Barcelona y Cantabria, y dedicada también a la recuperación del patrimonio ferroviario, quien resuelva esta situación tan incómoda.

Los propietarios de Talleres Celada sostienen que la locomotora les llegó desde el Museo del Ferrocarril de Madrid con personal de dicho centro público y que la empresa no tiene ningún documento firmado por escrito con la entidad catalana que preside el polémico Carlos G. Criado. El empresario catalán, impulsor del Centro de Estudios Históricos del Ferrocarril Español (CEHFE), está implicado en la ‘operación Rocket’ que desarrolla la Guardia Civil en varias provincias españolas por las presuntas irregularidades en subvenciones europeas, nacionales y autonómicas sobre las antiguas zonas mineras del carbón, centrada sobre todo en el municipio cordobés de Peñarroya.

Talleres Celada se dirige a la Fundación de Ferrocarriles Españoles, y no a la CEHFE, porque cree que la cesión a esa entidad catalana es hoy nula porque un bien público no se puede ver envuelto en un caso de presunta corrupción. La restauración de la locomotora 241-2001 la decide el Ayuntamiento de Peñarroya (22 de marzo de 2010) que, con cargo a los Fondos Miner, propone la puesta en marcha del proyecto turístico ‘Tren del Guadiato’ que gestiona y desarrolla la entidad privada de Carlos G. (iniciales por reclamación de cumplimiento de la Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre). El tren turístico está llamado a unir Puertollano (Ciudad Real) con Almorchón (Badajoz) y con la propia capital cordobesa. El viaje a través del citado trayecto permite recorrer los hermosos paisajes que caracterizan la Sierra de Córdoba, así como otras zonas limítrofes de singular belleza.

El proyecto es un completo fiasco. Según la Unidad de Investigación de la Guardia Civil (UCO), las subvenciones nunca llegan a su destino; los concursos públicos se amañan; los firmantes de los documentos ni aparecen o cuando lo hacen ni se dan por aludidos; los supuestos ingenieros que encabezan la idea no tienen titulación: y, sobre todo, los trenes con los que la comarca pretende salirse económicamente nunca llegan a la vía. Varios de sus promotores pasan por la cárcel; aún no se ha llevado a juicio.

Pese a todas las circunstancias que rodean el proyecto cordobés, Talleres Celada asegura que completa los trabajos, asume los costes pendientes, que eran los más costosos, al tener noticias de que el nuevo destino de la ex MZA-1801 puede ser al Tren de la Fresa, como publican varias publicaciones especializadas. La restauración incluye la instalación de un sistema de frenado de aire comprimido y la adaptación para que funcionar con fuel-oil. Labores complejas y para las que hay que contar con amplia experiencia. Esta joya de MZA espera, apagada y en silencio, a que alguien resuelva de una vez por todas este asunto.

(Imagen Talleres Celada. Fuentes. Pere Comas, en «Breve historia de la tracción de vapor en M.Z.A. Ángel Maestro, en «Las grandes locomotoras de vapor en España». Gustavo Réder y Fernando Fernández Sanz, en «Locomotoras de MZA. Historia de la tracción vapor en España».
Ámngel Rivera, en Trenes y Tiempos)

Joyas en custodia: ‘la Vaporosa’ militar

Desde su nacimiento, la obsesión de los ingenieros de Renfe es modernizar el parque motor, muy castigado por los tres años de guerra, pero también muy maduro y con máquinas antiguas heredadas de las antiguas compañías ferroviaras que tienen grandes dificultades para su renovación. En la década de los 50, incorpora 221 locomotoras eléctricas, 219 máquinas diésel, 20 automotores TAF, las cuatro unidades del Talgo y los ferrobuses para los servicios de cercanías y regionales. Sin embargo, a pesar de que hay una preferencia evidente por la tracción eléctrica, no se renuncia a la adquisición de unidades de tracción de vapor que con el Plan de Fuelización supone añadir 406 nuevas piezas.

A mitad de la década anterior, se realiza el primer ensayo de fuelización. Diecisiete locomotoras de la serie 400 se transforman para evitar el uso del carbón. Algunos añas antes se prueban los cargadores mecánicos de carbón tipo Stocker (en uso en otros países desde 1910) en alguna ‘Santa Fe’, 2200 y 2700; necesitan un tamaño de carbón apropiado. A estos inconvenientes se une en muchas ocasiones otro factor: la dureza de las aguas de muchas localizaciones. Las calderas de las máquinas acumulan grandes depósitos calcáreos que deben ser eliminados manualmente. Y otro aspecto que conduce a evitar el carbón es el del bajo rendimiento energético que produce en las locomotoras, en relación con la gran cantidad de mineral que devoran.

En 1952 se produce la fuelización a gran escala; se llegan a fuelizar un total de 694 locomotoras. Las diez ‘Confederación’, las diez ‘Garrat’, y 123 ‘Mikados’ que se incporran en esa época al parque móvil, ya vienen fuelizadas de fábrica. Por consiguiente, se plantea la fuelización y la diselización, lo que al criterio de la dirección de Renfe tiene dos importantes consecuencias: el peligro de la irregularidad del suministro (como durante la II Guerra Mundial) y el gran gasto de divisas. Sin embargo, este tipo de combustible de importación solo se usa como medida de transición, y fuera de las grandes arterias de la Red; la gran apuesta pasa por la electrificación de la red.

La fuelización del parque de locomotoras permite, entre otras cosas, mejorar las condiciones de explotación al aumentar su rendimiento térmico y económico; mejorar las duras jornadas de trabajo de los fogoneros que en algunas locomotoras les lleva a palear mas de 3.000 kilos al día; reducir el tiempo de espera para la entrada en servicio de la locomotora; aprovechar para mantener un fuego óptimo durante todo el viaje, con las economías que ello supone. El ferrocarril industrial de Samper de Calanda a Andorra es el último en utilizar la tracción vapor por medio de fuel-oil.

Durante estos años se culmina el primer ciclo de la electrificación de la red, lo cual posibilita que se pasen de contar con 722 kilómetros en 1953 a 3.140 1968. Aunque entre 1969 y 1972 el proceso se estanca, ya ha dado sus primeros frutos, puesto que en 1973 están electrificados los principales ejes que unen Madrid con el País Vasco, Cantabria, Asturias, Monforte de Lemos y Córdoba; la red catalana y la unión de ésta con Valencia; y la mítica línea Gádor-Nacimiento. Las máquinas de vapor ceden su secular función a las modernas locomotoras diésel y eléctricas. Muchas se desguazan, unas pocas se ceden a empresas y organismos y otras se reservan.

Precisamente la máquina que nos ocupa, la 240-2215, se libra del proceso de fuelización y sigue alimentándose con carbón. Construida en 1933 por la factoría valenciana Construcciones Devís, es la única superviviente de su serie, compuesta inicialmente por quince máquinas (1001-1015) que en 1940 son ya 38. Similares a las ‘1500 de MZA’, y con pequeñas modificaciones a las 4.201-4.235 de los Ferrocarriles Andaluces, estas locomotoras están consideradas como las primeras de tipo unificado de los ferrocarriles españoles. Llegan a circular 258 de estas máquinas, de las cuales 229 salen de la factoría de la Maquinista Terrestre y Marítima, la mayor serie homogénea construida por un fabricante español. Según los especialistas, pocas series de locomotoras son tan polivalentes como ésta; se utilizana masivamente en todo tipo de trenes y en todos los recorridos nacionales. Es, por tanto, uno de los modelos que mejor se adaptan a a las necesidades de los ferrocarriles españoles.

La Compañía del Oeste reparte estas locomotoras en los depósitos de Madrid-Delicias, Arroyo de Malpartida, Salamanca y Monforte, aunque tras la constitución de Renfe -donde se renumeran como 240-2201 a 2215- algunas pasan al depósito de Vigo. Aparte de sus servicios por todo el noroeste peninsular, en la década de los 40, cursan el recorrido completo Salamanca-Madrid sin cambio de tracción en Ávila. «El prestigioso historiador ferroviario Ángel Maestro cuenta que se las suministra el mejor carbón del depósito para que puedan hacer las marchas asignadas a las locomotoras eléctricas en este tramo», cuenta Ángel Rivera en Trenes y Tiempos.

El desguace de toda la serie se lleva a cabo entre 1965 y 1968. La ‘mil de Oeste’ 2215 se encuentra en manos del Regimiento de Zapadores Ferroviarios de Campamento (Madrid). De ahí que la ‘Vaporosa’, como allí es bautizada, pueda participar en distintos actos conmemorativos, tales como el centenario de la rampa de Pajares (octubre de 1984) y en la Jornada de Puertas Abiertas del Museo del Ferrocarril en Madrid en 1996. Releva a la Mikado 141F-2111, al frente del Tren de la Fresa. La máquina ‘militar’ pasa al antiguo Regimiento de Zapadores de Cuatro Vientos (Madrid) cuando se reunifican las unidades ferroviarias del Ejército y en 2001 se traslada con el Regimiento de Ferrocarriles número 13 desde su acuartelamiento en Madrid a Zaragoza, en las antiguas instalaciones del Centro de Adiestramiento y Doctrina San Gregorio. La ‘Vaporosa’, con matrícula SMF 240-2215 desde que está en unidades militares, vuelve a ser rebautizada como ‘San Fernando’. Disuelto el Regimiento de Zapadores (tras 124 años de existencia), la locomotora es cedida en el 2011 al controvertido Centro de Estudios Históricos del Ferrocarril Español (CEHFE) y trasladada a los talleres de Lleida de la Associación para la Reconstrucción y Puesta en Servicio de Material Ferroviario Histórico (Armf).

La máquina se encuentra en la actualidad en manos del Parque Ferroviario de Martorell (PFM), que cuenta con un pequeño, pero valioso, número de vehículos en exposición, incluida alguna joya de nuestra historia ferroviaria. El centro, con vinculaciones directas con el CEHFE, custodia además en la histórica nave de MZA la diesel 10825 (operativa) y tres coches de indudable valor histórico: el antiguo LBA (Lorca a Baza y Águilas) C-8 del año 1889, el MZA A-330 de 1912, y un coche-salón de 1929 que en la Compañía del Oeste es matriculado como S-3.

(Fuente Ignacio de Ribera, en «Ingenieria ferroviaria en el siglo XX: 1914-1986». Miguel Muñoz Rubio, en «Renfe, 75 años de historia (1941-2016). Javier Fernández López, en «Locomotoras de vapor preservadas en España». Pere Comas, en «Breve historia de la tracción vapor en M.Z.A. Ängel Rivera, en el blog Tiempos y trenes)