El Museo del Tren de Aranda reabre sus puertas este sábado tras permanecer cerrado al público durante 30 meses, tiempo que han durado las reformas de las dependencias que ocupa en la antigua estación Chelva. La gestión, que estaba en manos de la Asociación de Amigos del Tren, pasa ahora a manos del Ayuntamiento. El centro abrirá hoy de 11 a 14 y de 17 a 19 horas, con motivo de las actividades correspondientes a la Noche de Ronda. A partir de ahora se podrá visitar los viernes, sábados y los primeros domingos de mes de 11 a 14 horas.
El nuevo montaje utiliza la colección de objetos y documentos que ya se exponían en el centro, pero se añaden además vídeos explicativos que tratan de introducir al visitante en el mundo ferroviario y dar a conocer la historia de la estación Chelva y de la línea a la que perteneció, la extinta Valladolid-Ariza. «Ha sido una rehabilitación completa tanto interior como exterior», explica la concejala de Promoción y Turismo, Celia Bombín, orgullosa del estado actual de este edificio del siglo XIX que atesora una gran historia.
Dispuesto en un recorrido circular, el museo permite conocer la historia del tren y cómo ha cambiado la forma de viajar desde el siglo XIX. Un repaso a oficios de siempre como el fogonero, que alimentaba el fuego de la locomotora de vapor, el maquinista, el calzador o el jefe de la estación. Además, permite poner en valor de lo que significó para Aranda de Duero la llegada del tren, del Directo, y de lo que puede significar a día de hoy la reconexión perdida con Madrid. Las antiguas dependencias de la estación de Chelva pueden contemplarse además gorras, uniformes, faroles, señales, bocinas, herramientas, silbatos, insignias, recipientes, maletas, billetes antiguos, acciones, documentos de viaje, placas de constructores y todo tipo de objetos relacionados con el tren, que en su mayoría forman parte de la colección de Francisco Andrés Vicente, precursor de proyecto museístico y promotor del mismo durante dos décadas.
La estación de Chelva vio cómo los trenes de pasajeros dejaban de circular por sus vías el 31 de diciembre de 1984; los de mercancías lo hacían diez años después, en 1994. Un siglo antes (1895) MZA inició la explotación de la línea transversal entre Valladolid y Ariza, uniendo de esta manera dos importantes líneas radiales, las que partiendo de Madrid concluían en el Norte peninsular y en Zaragoza. De 254 kilómetros de longitud, tenía en Aranda de Duero su principal estación, que situada a 98 kilómetros de la capital castellana poseía una importancia estratégica para que las circulaciones se desarrollaran con normalidad, gracias, por ejemplo, a sus tres aguadas y a su depósito de tracción.
El esplendor de Aranda de Duero y Chelva, denominación adoptada dada la inauguración de otra estación en la ciudad por el paso de la línea directa Madrid-Burgos, se apagó entre 1968 y 1969. La tracción diesel se había adueñado, como, de otras tantas, de esta línea, por lo que se clausuró su reserva de locomotoras, y a partir de 1970 se aprovechó la antigua rotonda del depósito para desguazar material. En aquel momento, se inició una labor que perduraría durante quince años en Renfe, que fue transportando hasta la estación burgalesa lo más vetusto de su parque motor y miles de unidades de material móvil. El cierre de la línea asestó un golpe mortal a la vida ferroviaria de la ciudad, debilitándose incluso el volumen de trabajo en el centro de desguace.