
Una vez que octubre asoma sus narices en el calendario, los Amigos del Museo Vasco del Ferrocarril (BML, Euskal Burnibidearen Museoaren Lagunak) comienzan a preparar los actos de aniversario del centro para conmemorar su apertura el 4 de octubre de 1994. El pasado año celebraba por todo lo alto su 25 cumpleaños, con un festival de vapor inédito, y se prometía cuando menos repetir el éxito en la nueva temporada de 2020, hasta que llegó la pandemia y todo se ha ido al traste. A consecuencia de la Covid-19, este año Azpeitia se queda sin fiesta (estaba prevista el 10 de octubre) para evitar las aglomeraciones, como recomiendan las autoridades sanitarias. El programa se reduce al mínimo, como viene siendo habitual durante estas últimas semanas.
Como la mayor parte de los museos de Euskadi, el Museo Vasco del Ferrocarril se ha visto afectado por las medidas impuestas tras la pandemia del coronavirus, de tal forma que se reducen las exhibiciones y se desarrolla un programa de mínimos. Además a mitad de agosto se declaró un brote en la localidad guipuzcoana donde se ubica el museo. Pese a ello, en agosto la demanda descendió un 20% respecto al año anterior (cuando se batió el récord), lo que demuestra el interés del público por las instalaciones de Azpeitia. Conviene recordar que en ese mismo mes el Guggenheim registra un descenso de visitantes del 67% y San Telmo del 50%.
Según fuentes cercanas al organismo vasco, las visitas individuales funcionan bastante bien, pero apenas existen la de colectivos y grupos que fijaban su atención en el Museo Vasco del Ferrocarril. Tampoco funcionan los trenes chárter habituales entre semana, ya que la demanda es inexistente; en su mayor parte son los centros escolares guipuzcoanos quienes organizaban este tipo de salidas, pero con la suspensión de las clases, en primavera, y la reducción de actividades extraescolares, en otoño, todo queda en suspenso. Sin embargo, se realizan más viajes, ya que la reducción del aforo del tren de vapor al 60%,, a fin de garantizar el espacio físico recomendado, obliga a disponer de un ‘tren sombra’ después del servicio regular para evitar que nadie se quede sin esta singular prestación. De los 156 billetes que se despachaban en la jornada, ahora se llega a 90. Las salidas de la mañana se adelanta media hora para disponer de un ‘tren sombra’ a las 13.00 horas.
Desde 1998, el Museo Vasco del Ferrocarril de Euskotren gestiona la explotación del Tren de Vapor del Valle del Urola, entre las instalaciones ferroviarias de Azpeitia y Lasao. Dicho servicio constituye el único caso de ferrocarril turístico en la península ibérica operado mediante locomotora vapor-de carbón. Y es prestado con la ayuda voluntaria, y plenamente altruista, de las personas integrantes de la Asociación de Amigos del Museo Vasco del Ferrocarril (BML). Desde la inauguración, este organismo ha recibido la visita de 625.000 personas. De ellas, algo más de la mitad han disfrutado de los servicios de trenes de vapor históricos que se ofrecen desde 1998 y más de 110.000 han viajado en trenes especiales alquilados por todo tipo de colectivos (grupos escolares, jubilados, excursiones, etc.)
Los integrantes de BML y los aficionados al ferrocarril vivían la jornada de aniversario como una fiesta muy especial en la que era habitual que el Museo pusiera a funcionar todo el parque de vapor, en un festival único en nuestro país, entre las que cabe destacar siete locomotoras de vapor. Desde la Espinal, construida en 1887 en Newcastle (Reino Unido) por la compañía de Robert Stephenson, hijo de George Stephenson, que ganó el concurso de 1829 que pondría en marcha los servicios de la línea de transporte de pasajeros de Liverpool a Manchester; en la actualidad, la más antigua en funcionamiento de las construidas por los Stephenson, así como la locomotora de vapor más antigua en servicio de España. A ella se unen Aurrera (130-T construida en Reino Unido en 1898 por Nasmith Wilson para el Ferrocarril de Elgoibar a San Sebastián); Euzkadi (uno de los modelos más representativos de la vía del norte peninsular, construidas para los Ferrocarriles Vascongados por la firma alemana Krauss de Munich entre 1914 y 1921 y que acabaron en el Ponferrada-Villablino, que las retiró en 1989); Portugal (CP E205, 1230-T, fabricada por Henschel para los Caminhos de Ferro de Portugal); y ‘Zugaztieta’ (030-T de 1888 de Sharp Steward de Gran Bretaña, para el Ferrocarril de Amorebieta a Gernika). Todas ellas, auténticas joyas del vapor. También era posible observar una de las rarezas más llamativas, y casi desconocida en otras instalaciones similares, la grúa de vapor Grafton, construida en 1920 por la compañía británica Bedford para la empresa Babcock Wilcox.
En estos 26 años, el patrimonio del Museo Vasco del Ferrocarril ha experimentado un notable incremento en todas sus áreas. En el caso de los vehículos históricos, la colección de vehículos se ha incrementado de 45 a 87 unidades. Las colecciones también se han incrementado con otros elementos y conjuntos, como la colección de uniformes ferroviarios que a través de más de 200 prendas ofrece una amplia visión de la evolución de la moda ferroviaria entre 1863 y 2019. También es digna de reseñar la colección de juguetes ferroviarios antiguos Federico Zappino, con piezas fabricadas en los años 30, 40 y 50 del pasado siglo.
Igualmente, el archivo del Museo Vasco del Ferrocarril ha visto notablemente incrementados sus fondos. Entre los conjuntos más destacados recuperados en este periodo cabe destacar el archivo histórico de la Compañía del Tranvía de San Sebastián, los libros de Actas, Diarios y Mayores del Ferrocarril Central de Vizcaya, Durango a Zumárraga, Elgoibar a San Sebastián, Ferrocarriles Vascongados y del Tranvía de Bilbao a Durango y Arratia, así como el archivo histórico del Ferrocarril del Urola. El fondo documental también se ha incrementado, sobre todo el archivo fotográfico, que ya supera las 100.000 imágenes, todas ellas digitalizadas.
Aunque nos quedemos sin ‘fiesta’, la visita al Museo Vasco del Ferrocarril siempre es interesante, ya que en este centro se venera, como en pocos lugares, los trenes que se mueven y circulan por las vías gracias a la combustión del carbón. En estas dos décadas y media, el Museo es por carta de naturaleza uno de los mejores, y escasos, templos dedicados al ferrocarril del siglo XIX.