La Mesa en Defensa del Ferrocarril de la provincia de Almería ha registrado una solicitud a la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía para que reinicie el expediente de declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) de la antigua estación de tren de la capital almeriense.
Este foro destaca que el elegante inmueble “forma parte de una de las pocas muestras de arquitectura historicista y uno de los elementos singulares con los que cuenta la provincia de Almería”. “La antigua estación se encuentra aún sin catalogar. No está reconocida como bien y continuamente debe ser sometida a alguna reparación por parte de Adif. Los Presupuestos Generales del Estado acaban de establecer la cantidad de 500.000 euros para una actuación de rehabilitación, que, desde nuestro punto de vista, es insuficiente, a la vista del gran deterioro en que se encuentra la misma”, subraya la Mesa en un comunicado.
La Mesa defiende que este edificio, cuya construcción concluyó en 1893, tiene un «valor arquitectónico impresionante», siendo a su vez «una de las pocas muestras de arquitectura historicista y uno de los elementos singulares con los que cuenta la provincia de Almería». «Desde la Mesa tenemos constancia de que en el año 1985 se incoó expediente para declararla BIC por parte de la Junta de Andalucía y de forma incomprensible después de haber transcurrido 31 años, aún no se ha dictado resolución», explican.
La plataforma, compuesta por 27 instituciones y asociaciones de la sociedad civil, empresarios y partidos políticos de Almería, apunta que dicho expediente «se inició hace ya 31 años» sin que hasta el momento se haya dictado una resolución administrativa por parte del Gobierno andaluz. Para José Carlos Tejada, coordinador de la Mesa, «la declaración como BIC de nuestra estación sería el primer paso, de cara a que finalmente la antigua estación del ferrocarril, sea cedida por parte de Adif a la ciudad de Almería para uso y disfrute de todos los ciudadanos».
Almería fue la última capital andaluza en alcanzar el ferrocarril, pensando en sus inicios más para el transporte de mineral que para el tráfico de pasajeros. La estación se asienta sobre una especie de plataforma para evitar las avenidas periódicas de agua por las ramblas que atraviesan la ciudad hacia el mar, del que se sitúa tan solo a 8,28 metros.
La fachada de 54 metros tiene un cuerpo central rematado por una marquesina metálica de forma piramidal y revestido de cristal sobre los bastidores en los testeros de ambos extremos. La Guerra Civil afectó a la integridad del edificio, pero la remodelación efectuada en 1988 permitió resaltar algunos de sus elementos característicos e históricos. Así, el reloj sobriamente enmarcado en labor de hierro, las carenas acristaladas en el interior de vestíbulo y un mural cerámico de Francisco Cañadas.
En el curso de las tareas de remozamiento, quedó claramente esclarecido que la firma constructora de la cubierta metálica llevaba el sello de Fives-Lille. También son propios de esta construcción los azulejos de la facha principal donde ae repite la ‘A’ con el típico grafismo vasco en forma de txapela, lo que se considera un aporte de los artesanos de las tierras del Norte.
No cabe duda de que estamos ante uno de los edificios más singulares de la arquitectura ferroviaria de entresiglos y uno de los conjuntos más impactantes que se conservan en nuestro país. No hace mucho, este blog lo incluía como una de las doce estaciones más bonitas de España.