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En 1920 Bilbao se plantea construir el metro

«También la capital de Vizcaya trata de tener un ferrocarril Metropolitano, como lo tiene Madrid, debido éste al capital bilbaíno, y como se proyecta en Barcelona, según recientes noticias. El primer paso ha sido dado por el Banco Español de Crédito, que al efecto, y según anuncios de la Dirección General de Obras Públicas, solicita la concesión del ferrocarril subterráneo en Bilbao, formado por dos líneas diferentes, pero empalmadas en sus extremos». La Gaceta de los Caminos de Hierro se hace eco en abril de 1920 del proyecto que el «afamado» ingeniero José Eugenio Ribera presenta al Ayuntamiento de la capital vizcaína que cuenta con la colaboración del reconocido arquitecto Manuel María Smith. «Parece que hay el propósito, tan pronto como sea firme la concesión, de dar gran impulso a las obras y de no emplear en ellas más que material bilbaíno».

Ribera plantea la construcción de un metro de seis kilómetros de longitud que consta de dos líneas diferentes, pero empalmadas en sus extremos.La primera parte de la estación de Atxuri, sede de los Ferrocarriles Vascongados, cruza todo el antiguo Bilbao, empalma con el ferrocarril de las Arenas, entra en el Arenal y cruza la ría a veinte metros de profundidad paralelo al puente de Isabel II, para seguir por la Gran Vía hasta la Misericordia y torcer luego a la izquierda, para terminar en La Casilla. La segunda línea parte de este último punto y cruza todo el Bilbao de la orilla izquierda del Nervión, para salir en alto frente a la estación de Atxuri y cruzar la ría por un superpuente muy parecido al del Point du Four, de París. Además consigue la financiación necesaria para hacer frente a este ambicioso plan avalado por el Banco Español de Crédito desde su inicio.

Este ingeniero nacido en París es el primer contratista general de obras públicas en el sentido actual del término, y el introductor en España de la tipología de puentes-viga de hormigón armado. Comienza su carrera profesional en el Cuerpo de Caminos, Canales y Puertos, pero en 1899 funda, junto a los hermanos Manuel y Luis Gomendio la empresa J. Eugenio Ribera y Compañía con la que desarrollaría la construcción en hormigón. Esta primera empresa se trnasforma en 1915 pasando a denominarse Compañía de Construcciones Hidráulicas y Civiles (Hidrocivil). El impulso que Ribera le da a la construcción en hormigón armado tiene como consecuencia la construcción de varias fábricas de cemento en España: fábrica de cemento Portland Tudela-Veguín, fábrica de Quinto (Zaragoza) Añorga-Txiki (1900), en Guipúzcoa, fábrica de la Pobla de Lillet, en Castellar d’En Huch (Barcelona, 1901) y la de Olazagutia (Navarra). Entre las obras más importantes, destacan el puente de María Cristina en San Sebastián (1903), puente de Valencia de Don Juan en León (1906), puente sobre el Ebro en Amposta en Tarragona (1909), puente de Requejo en Zamora (1914), puente se San Telmo en Sevilla (1920), el dique de carena en Cádiz (1927) y la construcción del ferrocarril de Tánger a Fez.

Para la realización del metropolitano bilbaíno se apoya en su hijo, también ingeniero, y en el arquitecto Manuel María Smith, uno de los técnicos predilectos para la burguesía vasca, considerado como el máximo introductor y representante del estilo inglés en el País Vasco, en especial de las variaciones del estilo Old English y del Reina Ana. José Eugenio Ribera fue además profesor en la Escuela de Caminos de Madrid, autor de varios libros sobre su especialidad y de numerosos artículos en las revistas técnicas de la época, en especial la Revista de Obras Públicas, conferenciante en varios congresos internacionales, tanto en Europa como en América, y viajero empedernido.

Las publicaciones más importantes revisan el proyecto de Ribera, no en vano este presenta su plan un año después de que haga su exitosa entrada en el metro de Madrid (1919) y cuando se discute en Barcelona el sentido que se quiere dar a la obra. «Una de las ventajas del proyecto consiste en que teniendo vía de un metro quedan empalmadas con él todas las estaciones de los distintos ferrocarriles de Bilbao, que de esta suerte podrán establecer servicios combinados tanto de pasajeros como de mercancías», comenta ‘La Industria Nacional’. La capital vizcaína tiene en ese momento seis estaciones cabeceras de otras tantas compañías ferroviarias, que ayudó a marcar el crecimiento de la ciudad y que ocuparon grandes y destacados espacios urbanos. Tres de estas terminales se sitúan en el Casco Viejo (Atxuri, Calzadas y la Aduna) y otras tres en el Ensanche (Norte-Abando, La Naja y La Concordia).

El plan de Ribera no responde simplemente a un esbozo, como inicialmente pudiera parecer. Muy al contrario, presenta un estudio pormenorizado de todos los aspectos concernientes a la construcción y presenta en los organismos correspondientes una memoria explicativa, estudios técnicos, presupuesto de obras y material móvil, tarifas, etc. «Es decir, un proyeto completo a falta únicamente de las prospecciones sobre el terreno, necesarias para terminar de definir algunos aspectos y decidir las soluciones más adecuadas entre las previstas», señalan los autores del libro «El Bilbao que pudo ser», donde se describe con todo lujo de detalles el proyecto de este metropolitano de 1920.

Los ingenieros optan por coches metálicos eléctricos, ancho de un metro, doble vía y un esquema intermedio entre lo radial y lo periférico, dividido en dos líneas: de Atxuri a La Casilla, que cruza la ría por las inmediaciones del puente de Isabel II; y desde La Casilla por Autonomía y San Francisco, para volver a salvar el Nervión por el puente de San Antón y enlazar con la primera en Atxuri. Se prevén once estaciones para la primera línea: Atxuri, Instituto, Arenal, Plaza Circular, Diputación, Plaza Elíptica, Parque, San Mamés, Alameada, Basurto y La Casilla. La línea de regreso tiene siete: La Casilla, Echaniz, Amézola, plaza de Zabálburu, San Francisco, Miravilla y Bilbao la Vieja; termina el trayecto en la plaza de los Santos Juanes, frente a la estación de Atxuri, que es de donde parte la primera línea.

Los accesos se realizan por escaleras y los andenes se comunican por medio de una ‘pasedara’ de hormigón armado que atraviesa la bóveda del túnel. La mayor complejididad se plantea al cruzar la ría. «Por ahora, proyectamos no construir más que un túnel de simple vía debajo del río, por lo que el trayecto comprendido entre las estaciones del Arenal y de la Plaza Circular será en gran parte de vía única». … «aunque tendríamos que estudiar si no sería más práctico el pasar el río por vía aérea, ya que las condiciones topográficas del terreno lo permiten». Curiosamente, seis décadas más tarde, cuando se plantea el metro bilbaíno, se construye un cajón subfluvial para salvar la ría en la misma zona que Ribera había elegido para su proyecto inicial.

Gran conocedor de los metropolitanos europeos, Ribera propone una pendiente máxima de 40 milésimas «que es la empleada corrientemente en los ferrocarriles de esta índole, en París y en Madrid», y para las secciones de galería también se fijan en estos últimos aunque «reducieéndola a lo indispensable para permitir el paso de nuestros trenes y de los vagones de los ferrocarriles de vía estrecha». Los coches serían enteramente metálicos y de un tipo análogo a los del Nord-Sud y Metropolitano de París y Madrid, con tres anchas puertas correderas a cada lado «que se abrirán y cerrarán automáticamente» y dispondrá de un coche motor y un remolque «pero si la necesidad lo requiere se podrán formar trenes de cuatro unidades como máxino».

Aunque el plan obtiene en 1925 el beneplácito del Ministerio de Fomento para construir la línea 1, el Banco Español de Crédito considera que «se alteran de modo tan fundamental la forma y cálculo del proyecto que se hace económicamente imposible» y en 1926 renuncia a la concesión, por lo que Bilbao se queda sin el metropolitano en fecha tan temprana. Debe esperar a 1995 para que se haga realidad el sueño de Ribera.

(Fuente. «El Bilbao que pudo ser. Proyectos para una ciudad 1800-1940». Editado por la Diputación Foral de Bizkaia)

Las raíces vascas del metro de Alfonso XIII

La presencia vasca en Madrid nunca ha pasado desapercibida. Más bien al contrario. Si ya fue notable en los siglos precedentes, mayor aún si cabe lo ha sido en el siglo XX. Se hace notar en todos los campos de actividad: la banca, las finanzas y el comercio; la construcción, la arquitectura y la industria; el transporte; la política y la administración; el deporte; el teatro y el cine, la pintura y la música; la creación literaria; la universidad. Los vascos han sido, además, en Madrid promotores de importantes iniciativas, como el metro. Su impulsor Miguel Otamendi, de origen donostiarra, no solo inspira el suburbano de la capital de España, sino que lo proyecta y lo dirige. Pero en este primer tramo tienen una participación fundamental la firma bilbaína Hormaeche y Compañía, que se encarga de las obras en 1917, y el Banco de Vizcaya (con Enrique Ocharan, primero, y Venancio Echeverría y Cariaga, después), que financia parte de los trabajos.

No parece, por tanto, exagerado el llamativo elogio que el columnista de ‘Abc’ José María Salaverría suscribe en las páginas del rotativo de Torcuato Luca de Tena tras la puesta en servicio del metro madrileño en octubre de 1919. «Por fortuna está ahí el dinero del Norte, con los hombres del Norte. A pesar de sus pecados, el dinero de Bilbao es el que actualmente posee más aire moderno, más ejecución, más valentía, más espíritu expansivo. La vida bancaria de Madrid ha sufrido una real transformación a influjo del dinero bilbaíno. Y esa gente del Norte, que con americana rapidez, sencillamente, entrega a Madrid un Metropolitano, será la que, sin duda, ha de hacer las empresas y obras que a Madrid le faltan para convertirse en una de las primeras urbes del Mediodía europeo».

Con la construcción del metro, Madrid entra en la modernidad. Es la primera capital europea que, sin llegar a los seis dígitos en el padrón de habitantes (cuenta entonces solo con 600.000 almas), dedica un importante caudal al proyecto. El Banco de Vizcaya aporta 4 millones. Los accionistas tienen dificultades para reunir los otros seis necesarios para la empresa. El Rey demuestra su confianza en el proyecto y otorga credibilidad y confianza con su particular contribución: un millón. El 24 de enero de 1917 se forma la Compañía Metropolitano Alfonso XIII con un capital de 10 millones (equivalente hoy en día a 16,5 millones de euros). Los trabajos comienzan el 17 de julio.

«¡Quién no ha visto el rosario de tranvías detenidos a lo largo de las calles de Carretas, Hortaleza, Fuencarral y otras muchas, mientras el público aguarda pacientemente formando cola en las ‘paralelas’ de la Puerta del Sol! El pueblo de Madrid tiene derecho a que se satisfagan sus justas necesidades de trasladarse de uno a otro lado rápidamente con comodidad, y sabiendo el tiempo exacto que va a invertir en los recorridos, sin los imprevistos de paradas, cruces y atascos». Los ingenieros Antonio González Echarte, Carlos Mendoza y Miguel Otamendi justifican así su proyecto en la ‘Revista de Obras Públicas’ en enero de 1917. «En las grandes capitales del extranjero: París, Londres, Berlín, Viena y Nueva York, hace ya muchos años que se establecieron enormes redes metropolitanas, de gigantescas proporciones, a escala de las poblaciones que debían servir. Otras muchas ciudades de menor importancia (Budapest, Hamburgo, Buenos Aires, Glasgow, etc.) cuentan también, desde hace años, con redes metropolitanas exigidas por las dificultades del tránsito por la superficie de las calles, y poblaciones como Genova y Nápoles comenzaban a raíz de estallar la guerra europea a construir estos ferrocarriles».

El entusiasmo (interesado) de los técnicos no es contagioso. El Ayuntamiento y los madrileños ven las obras con frialdad y cierta apatía, cuando no hostilidad. El Consistorio pelea desde el primer momento para que la concesión revierta al municipio. Los vecinos bregan por mantener las calles libres de las obras. «Del Madrid de hoy puede decirse que es un conjunto de casas a medio derribar y a medio construir sobre un terreno revuelto por obras de pavimentación y subterráneas. Esto no es la capital de la nación y de la provincia; esto es el ‘frente madrileño’, que bien puede ponerse en competencia o ‘frente a frente’ con la tremenda línea de combate que va desde los Vosgos al mar del Norte». Juan Cualquiera, que así firma la crónica en ‘Abc’, describe la peculiar situación que vive la villa con las obras del suburbano.

No acaban ahí las puyas periodísticas. Otro cronista, que se identifica como Luque, arremete contra los trabajos que se realizan en los subterráneos de la capital en el rotativo fundado por Torcuato Luca de Tena, como si tratara de relatar una escena teatral. «El metropolitano es una obrita de gran espectáculo y de gran emoción; una cosa así como ‘El país de las bombas’. Subterráneos, chirridos siniestros en la noche, hundimientos de carros, inundaciones, defunciones de caballerías a la vista del público…Para el ‘moreno’ madrileño, amigo de sensaciones fuertes, es interesantísima; sobre todo cuando llega a un punto de la obra, a la glorieta de Bilbao, por ejemplo y le dicen: Debajo de usted han hecho el vacío. Y si además se hunde el pavimento y el espectador se da un golpe en el vacío, la emoción es inenarrable. Cuando en París se construía el metropolitano, todas las disseuses nerviosas cantaban cuplés alusivos, que invariablemente terminaban así: je suis le metropolitaine, tain, tain, tain. Pero aquí habrán de ser los actores cómicos los que saldrán a cantar cachazudamente este otro estribillo: Yo soy el metropolitano que va piano va lontano. Y no se moverán o andarán a tropezones».

Segundo de una célebre dinastía -dos serían arquitectos (Joaquín y Julián), otro ingeniero (José María)-, Miguel Otamendi (San Sebastián 1878- Madrid 1958) parece destinado al oficio técnico. En 1897 abandona la capital guipuzcoana con su familia y se instala en Madrid. Elige la carrera de Ingeniero de Caminos; se gradúa el primero de su promoción en 1901. Prosigue sus estudios en Lieja, en el Instituto Montefiore, el prestigioso centro al que acude un gran colectivo de vascos (de los tres más numerosos, junto a rusos y militares de marina, aparte de belgas).

Aunque profesor en la Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid, acude en 1904, junto con su colega Antonio González Echarte, como delegado del Gobierno a la Exposición Universal de Electricidad de San Luis (EE UU). «Tuvimos el honor de ser invitados a la inauguración del Metro neoyorkino, y viajé en el primer tren que cruzó, bajo tierra, la gran metrópoli yanque (sic), muy ajeno entonces a que iba a consagrarme de lleno a la construcción del primer ferrocarril metropolitano en España», explica algo más tarde en uno de sus numerosos escritos.

Otro ingeniero, Carlos Mendoza, insta a la pareja de técnicos a unirse al proyecto de construcción, en Madrid, de un ferrocarril subterráneo, con el fin de resolver los problemas del tranvía, que para 1910 ya mostraba síntomas de congestión. Otamendi redacta el proyecto y solicita el plácet al Ministerio de Fomento, que le otorga la concesión. A diferencia de otros proyectos anteriores, que no cuajan por distintos motivos, incluye elementos modernos: tracción eléctrica, cuatro líneas, doble vía, ancho internacional (1,45 metros) y uso exclusivamente urbano.

No solo proyecta el suburbano, sino que además convence a sus contemporáneos de que es un proyecto fundamental para el futuro de la capital de España. Otamendi demuestra la importancia de la unidad, de la integración en la concepción del plan metropolitano, y contribuye notablemente a resolver los problemas de saturación, al tiempo que contempla posibles futuras ampliaciones. En julio de 1917, al cercar el primer pozo de extracción de tierras en la Puerta del Sol, coloca en la valla una inscripción premonitoria: «Inauguracióm de la línea número 1 Norte-Sur, octubre 1919». No se equivocaría.

Aquel primer tramo, de Cuatro Caminos a la Plaza del Progreso inicialmente, sigue el recorrido de las calles de Santa Engracia, Luchana, Fuencarral y Montera, llega a la Puerta del Sol ciñéndose en su traza sensiblemente al eje de las citadas calles. Tiene una longitud de 3,48 kilómetros y ocho estaciones: Cuatro Caminos, Ríos Rosas, Glorieta de la Iglesia. Chamberí, Glorieta de Bilbao, Tribunal, Gran Vía y Puerta del Sol. La distancia media entre ellas es de 500 metros. La línea es de doble vía (de 1,445 metros de anchura, la misma que los tranvías), una pendiente máxima del 4% y con la curva mínima de radio de 90 metros. El túnel tiene dimensiones suficientes como para que circulen amplios coches (de 2,40 metros de anchura), con toma de corriente eléctrica por pantógrafo e hilo aéreo.

En cuanto a su profundidad, puede dividirse en dos partes perfectamente diferenciadas: la primera, desde Cuatro Caminos a Glorieta de Bilbao, va a pequeñísima profundidad y queda a tan solo 1 o 2 metros desde el trasdós de la bóveda hasta el pavimento de la calle; la segunda, Glorieta de Bilbao a Puerta del Sol, a una cota que oscila entre 12 y 20 metros bajo la rasante de la calle, fuera de la zona ocupada por los diversos servicios que la vida moderna acumula en el subsuelo de las grandes ciudades. Para la bóveda se emplea ladrillo corriente; en los estribos, mampostería o ladrillo, y en la solera hormigón de 300 kilos de cemento por metro cúbico de arena. La construcción avanza por anillos sucesivos de 2,50 a 5 metros de longitud, según la naturaleza del terreno.

La obra se realiza con sistemas mineros, el conocido como método belga, y a partir de la inauguración del metropolitano también como método clásico de Madrid. Durante la excavación se abre una pequeña galería en clave del túnel que se ensancha poco a poco, se protege y se entiba hasta permitir hormigonar toda la bóveda, que constituye el primer elemento excavado. Esta se sostiene en el terreno mediante un entramado progresivo de madera; se consolida con un encofrado y, cuando está afianzada, se excava la parte inferior a medida que se asegura el avance. De esta forma la galería se construye mientras se prosigue sin poner en riesgo a los trabajadores debido al hundimiento del túnel. Al abrir pequeñas secciones, es posible solucionar cualquier problema que pueda surgir de inestabilidad; la seguridad se basa en que se trabaja con un frente muy pequeño, normalmente inferior a 3 metros cuadrados.

Las obras de la línea número 1 Norte-Sur se adjudican a la empresa bilbaína Hormaeche y Compañía, que se compromete a realizarlas en quince meses. La firma vasca está formada por Juan y Domingo Hormaeche, los hermanos Castillo, Julio Egusquiza y Luis Beraza. La referida sociedad se queda con la concesión de los trabajos por una cantidad inferior al presupuesto formulado por los autores del proyecto. Durante el tiempo de duración de la tarea, contratan a 2.000 trabajadores que se afanan en construir, a golpe de pico y pala, y enterrados bajo el subsuelo de Madrid, los escasos cuatro kilómetros de este primer tramo.

«La labor realizada ha sido extraordinaria. Es un hecho que a la vista de todos está; pero lo que más ha sorprendido seguramente al público de Madrid, lo que ha producido una impresión gratísima, ha sido la rapidez con que se ha construído obra tan formidabJe y tan llena de dificultades. En el espacio de veintisiete meses fueron construidos cerca de cuatro kilómetros de bóveda, ocho grandes estaciones, talleres, las marquesinas de acceso, etc., etc. Hormaeche y Compañía han realizado su labor bajo las condiciones más difíciles, tales como las de no interrumpir el tránsito y cuidar con especial atención de no causar desperfectos en el alcantarillado ni en las conducciones de agua». La Prensa alaba las tareas hechas por la firma bilbaína y se jacta de que, además, «toda esta labor se realizó sin el menor accidente, que es el mayor timbre de gloria de la compañía constructora», escribe ‘La Correspondencia de España».

Atras quedan, sin embargo, las dos huelgas que declaran los obreros por discrepancias con la constructora. Los sinsabores del trabajo alcanzan cierta resonancia, pero mucho menos que el almuerzo con que el que los contratistas festejan con 1.200 obreros la terminación del túnel en la estación Glorieta de Bilbao. A cada obrero se le entrega una caja que contiene una tortilla, un gran trozo de jamón, un chorizo y un pastel. Se incluye además un puro, un vale para tomar un cafá en cualquier bar de Cuatro Caminos y una botella de vino.

La firma está especializada en la ejecución de obras públicas y privadas, explotación de minas y construcción ferroviaria. Con domicilio en la calle Rodríguez Arias 6, cuenta con un capital de 220.000 pesetas (unos 370.000 euros de hoy en día). Con un dilatada experiencia en la construcción de edificios (Hotel Carlton de Bilbao, por ejemplo), simultanea la ejecución del metropolitano madrileño con la de gradas en los astilleros Euskalduna, el ensanche y regularización de la ría bilbaína, y la construcción de un salto de agua en el río Cinca.

Sin embargo, los Hormaeche son desconocidos incluso en la tierra que les vio nacer y de ellos apenas si queda un vago recuerdo. El mayor muere a principios de los años 20. Domingo se hace con las riendas de la firma y juega un papel casi trascendental en la construcción civil durante las dos décadas siguientes hasta la Guerra Civil. El rastro de su negocio apenas está documentado, salvo por las austeras referencias del BOE en la adjudicación de contratos y obras de variada configuración y en algunos crípticos párrafos de la ‘Revista de Obras Públicas’. Poco más.

Quién sabe por qué un constructor de Bilbao consigue hacerse con los proyectos de obra pública más importantes de aquella época. Pero es revelador conocer el mundo que rodea a Domingo Hormaeche. Los patricios de las acaudaladas familias de Neguri llegan a figurar como accionistas de la empresa del constructor vizcaíno, un hombre forjado a sí mismo y autodidacta. En sólo una década, es habitual toparse en puestos claves de la firma con los nombres de Luis Beraza, Venancio Echevarría Cariaga, Francisco Horn y Areilza, Miguel Eskoriaza y Echave, Guillermo Ibáñez, Cándido Ostolaza, Juan Uranga, Santiago Innerarity y Valentín Ruiz Senen.

La presencia del Banco de Vizcaya también resulta fundamental para el buen éxito de la empresa. Enrique Ocharan Rodríguez y Venancio Echeverría y Careaga destacan como los grandes valedores del proyecto del metropolitano, cuando otras entidades rechazan su participación porque no confían en los resultados. Como director del Banco de Vizcaya, Ocharan llega a un acuerdo con Otamendi y sus socios para financiar la construcción del metropolitano. Promotor de obras de la importancia de Empresas Eléctricas de España, Babcock Wilcox, apoya también a Hidroeléctrica Española. Echeverría actúa en representación de la entidad bancaria, además de los tres socios fundadores, cuando se constituye ante notario la Compañía del Ferrocarril Metropolitano Alfonso XIII el 22 de enero de 1917.

Durante la inauguración del nuevo transporte, el 17 de octubre de 1919, el rey Alfonso XIII se interesa por los pormenores de la obra. Saluda efusivamente a Domingo Hormaeche que, quizá abrumado por el interés del monarca, se olvida del protocolo y comete el error de tratarle de usted, en lugar de emplear la obligada fórmula (majestad y/o señor). «A las tres y veinticinco llegó don Alfonso en automóvil, siendo objeto durante el trayecto de grandes manifestaciones de afecto por parte del público, que llenaba la calle de Bravo Murillo. Los balcones de las casas de ésta, y los de la plaza de Cuatro Caminos lucían colgaduras. Pocos segundos después de las tres y media apareció el primer tren, que se componía de un motor y otro remolque. Los concurrentes lo acogieron con grandes aplausos. Un minuto treinta segundos tardó en llegar el metro inaugurador a la estación del Tribunal de Cuentas, donde el ingeniero constructor dio cuenta al Rey de las dificultados que hubo que vencer para concluir este trozo, porque encontraron una alcantarilla que tuvieron que desviar. El rey puso gran atención y elogió los trabajos, que eran lo más acabado y sencillo en materia de ingeniería». El relato de la jornada en el diario ‘El Siglo Futuro’ no escatima detalle alguno sobre la inauguración.

Noventa años más tarde, Ángel del Río, cronista oficial de Madrid, glosaba en un magnífico prólogo de un libro sobre el aniversario del metropolitano su sentir sobre el metro, que describía como la ciudad por dentro (“90 años de metro en Madrid” ed.La Librería). «Era el inicio de un largo y fecundo idilio entre la ciudad que se desarrollaba en la superficie y la ciudad que empezaba a surgir en las profundidades, subterráneamente, bajo la otra. Era el comienzo de otro desarrollo de ciudad alrededor de un novedoso medio de transporte público, concebido para dar servicio a las capas más desfavorecidas de la población, y que terminaría convirtiéndose en el más eficaz, moderno y rápido de todos los sistemas de transporte públicos del mundo». Ni en Bilbao se remata así una efeméride como ésta.

(Este artículo fue publicado en la web de El Correo el 25 de febrero de 2016)

90 millones de viajeros han utilizado el metro de Sevilla desde su apertura en abril de 2009

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Metro de Sevilla, sociedad concesionaria de la Junta de Andalucía, ha registrado el viajero número 90 millones desde su puesta en servicio, el día 2 de abril de 2009. Esta cifra de pasajeros acumulados en los seis años y seis meses de explotación comercial de la Línea 1 del Metro refleja el cumplimiento de las estimaciones de demanda con las que se proyectó el ferrocarril metropolitano, con un umbral de 14 millones de viajeros al año.

La demanda de viajeros en el presente mes de octubre, con la actividad académica y laboral ya normalizada tras el periodo de vacaciones estivales, está arrojando cifras positivas, con un promedio 55.057 pasajeros en los días laborables, y de 25.040 usuarios/diarios durante los fines de semana. Estas cifras se encuentran en línea con la tendencia de crecimiento sostenido que el Metro de Sevilla registra desde la primavera de 2014. De acuerdo a los datos contabilizados en el tercer trimestre del presente año, la cifra de viajeros arrojó un crecimiento interanual respecto al mismo periodo de 2015 del 3,26%.

Según el último dato anual acumulado disponible, a 25 de octubre del presente año, Metro de Sevilla había transportado a un total de 11,77 millones de viajeros desde el inicio del presente ejercicio.

De hecho, dentro de esta evolución histórica del transporte de viajeros de la Línea 1 hay que considerar que en su primer ejercicio parcial, en 2009, la explotación comercial no se completó en la totalidad del trazado hasta noviembre de ese mismo año, con la entrada en funcionamiento de las tres últimas estaciones del tramo que discurre por el distrito de Montequinto, en el término municipal de Dos Hermanas.

En línea con este análisis cuantitativo, desde el punto de vista cualitativo la encuesta anual de satisfacción de los usuarios ha arrojado este año una valoración general de notable alto, de 8,2 puntos en una escala de 0 a 10, calificación que se repite por quinto año consecutivo.

Del servicio de transportes que presta Metro de Sevilla, los usuarios destacan la limpieza de las estaciones y trenes, el trato de los empleados, la sensación de seguridad en el metro y, además, valoran muy satisfactoriamente la cobertura de telefónica móvil en túneles y estaciones, así como la recarga online de la tarjeta monedero de metro, mejoras últimas introducidas en el presente ejercicio.

Metro de Sevilla es la quinta red de metro de España en cuanto al número de personas transportadas y kilómetros explotados. Se inauguró el de abril de 2009, una vez que ya funcionaban las de Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Alicante, y Palma de Mallorca. Cuenta con un total de 22 estaciones repartidas por cuatro términos municipales del área metropolitana y atiende a 1.499.673 potenciales clientes.

Noventa años del Metro de Barcelona

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¡Feliz aniversario! El Metro de Barcelona celebra hoy el 90 aniversario de la apertura al público, aunque el viaje inaugural tuvo lugar el 30 de diciembre. El infante de España Fernando de Baviera presidió la ceremonia inaugural y viajó en los ‘modernos’ coches adquiridos por la compañía. El primer tramo, denominado ‘Gran Metro’, embrión de la actual Línea 3, enlazaba las estaciones de plaza de Catalunya y Lesseps, un recorrido de 2,7 kilómetros. Los billetes costaban entre 20 y 30 céntimos de peseta.

El 31 de diciembre de 1924 el servicio se abrió al público con un primer tramo de la línea del Gran Metro de Barcelona, embrión de la actual línea 3, entre las estaciones Catalunya y Lesseps, y con un trazado de 2.470 metros. La llegada de este medio de transporte público a Barcelona cambió los hábitos sociales y de desplazamiento de sus habitantes hasta el punto de que, a lo largo de todo este tiempo, el metro se ha convertido en protagonista indiscutible de la movilidad urbana y de la historia de la ciudad, su evolución y sus eventos más esenciales. En estas nueve décadas el servicio no ha parado de crecer hasta alcanzar 102,6 kilómetros de vía y 141 estaciones. En el primer semestre de 2016 se unirá el tramo de la Línea 9 entre Zona Universitària y la T1 del Aeropuerto de El Prat.

Poco después, en 1925, se amplió, con la llegada a Liceu, y en 1926 se inauguró un ramal entre las actuales paradas de Passeig de Gràcia y Jaume I, precedente de la actual Línea 4. Paralelamente, en junio de 1926 abrió sus instalaciones el Ferrocarril Metropolitano de Barcelona, más conocida como el ‘Transversal’, que iba de plaza de Catalunya a La Bordeta, antecesora de la Línea 1 y que entonces tenía una longitud de 4,06 kilómetros.

Durante la Guerra Civil, la práctica totalidad de la red se usó como refugio antiaéreo para la población civil, y ya en la posguerra, el servicio inició una lenta expansión, que se aceleró a partir de 1961, cuando las dos empresas privadas de metro que gestionaban el servicio se fusionaron y fueron municipalizadas. El Metro inició su transformación e inició su expansión, que aún no ha concluido, para formar una red que a día de hoy, la integran ocho líneas gestionadas por Transports Metropolitans de Barcelona (TMB), más las tres líneas urbanas de Ferrocarrils de la Generalitat (FGC). En la actualidad, más de un millón de personas utilizan cada día el Metro y es el transporte público más utilizado.

Línea 1. Formada por 20,7 kilómetros y 30 estaciones, tiene un ancho de vía diferente al resto (1.674 milímetros frente a los 1.435 del resto de la red) y abrió en 1926. Fue la primera línea de concepción metropolitana -su primera estación de cabecera, La Bordeta, estaba situada entre los términos municipales de Barcelona y L’Hospitalet-, y en 1983 cruzó el Besòs y llegó a Santa Coloma de Gramenet.

Línea 2. Se puso en marcha en 1995 y presenta varias singularidades: el tramo entre Sant Antoni y Sagrada Família consta de dos túneles de vía único paralelos -igual que el Metro de Londres- y entre Monumental y Paral·lel los trenes circulan por la izquierda, y no por la derecha, como ocurre en el resto de la red. El tramo La Pau-Pep Ventura entró en servicio en 1985 en la Línea 4 y en 2002 se unió a la Línea 2, que en 2010 llegó a Badalona-Pompeu Fabra. Tiene 13,1 kilómetros y 18 estaciones.

Línea 3. Fue la primera en abrir, en 1924 lo hizo el tramo Catalunya-Lesseps. En 1925 se prolongó hasta Liceu, aunque su plena expansión se inició en los años 60, y actualmente consta de 18,4 kilómetros y 26 estaciones.

Línea 4. Nació en 1926 como un ramal de vía única entre las actuales estaciones de Passeig de Gràcia y Jaume I. En 1934 llegó a Correus -estación que ya no existe- y en los años 60 se independizó. El túnel de Via Laietana es el más antiguo de la red, ya que lo construyó el Ayuntamiento en 1908, coincidiendo con la apertura de esta calle. Tiene 17,3 kilómetros y 22 estaciones.

Línea 5. Su origen son cinco estaciones, entre Sagrera y Vilapicina, que abrieron en julio de 1959 bajo el nombre Línea II. En 1969 se puso en marcha el tramo Collblanc-Diagonal y en 1970 el Diagonal-Sagrera. Fue polémica su ampliación en el barrio del Carmel, tras el hundimiento de una cola de maniobras a principios de 2005, que originó una tormenta política con acusaciones cruzadas sobre corrupción en el pago de obra pública entre CiU y PSC. Tiene 18,9 kilómetros y 26 estaciones.

Línea 6. Operada por FGC, esta línea forma parte de la denominada Línea Barcelona-Vallès junto a las líneas L7 de metro y S1, S2, S5 y S55 de FGC. La línea por donde circula podría considerarse de las más antiguas líneas de ferrocarril urbano del mundo, ya que el Ferrocarril de Sarrià a Barcelona (o simplemente tren de Sarrià), en superficie, a tracción de vapor, y en ancho de vía ibérico, fue inaugurado en 1863, conectando Barcelona con las villas (entonces independientes) de Gràcia, Sant Gervasi y Sarrià, cuando apenas hacía nueve años que las murallas de Barcelona habían sido derribadas. La extensión del Ensanche y la consolidación de la urbanización de la llanura de Barcelona hicieron que se decidiese soterrar el tramo barcelonés a partir de 1929. En 1976 se finalizó el ramal hacia Reina Elisenda. Con nueve estaciones, la línea ‘violeta’ tiene un recorrido de 5,3 kilómetros, con una duración media del viaje de 14 minutos.

Línea 7. Llamada línea de Balmes está operada por FGC. Es el nombre que recibe el servicio metropolitano que realizan los trenes de la Línea Barcelona-Vallés de FGC que llevan al ramal, inaugurado en diciembre 1953, que va a la Avenida del Tibidabo, al pie de esta montaña. Esta línea discurre íntegramente por la ciudad de Barcelona, casi en su totalidad por la calle del mismo nombre, la calle Balmes, y comparte el tramo de Plaza de Cataluña-Gràcia con la L6 y el resto de líneas suburbanas de los FGC. La denominación de L7 está en vigor desde 2003, desde 1982 se denominaba U7 y anteriormente no tenía distinción al estar todo el bloque de servicios del Metro del Vallés agrupados bajo la denominación de S.

Línea 8. Es la denominación que recibe desde 2003. Discurre entre Plaza España (Barcelona) y Molí Nou | Ciutat Cooperativa (Sant Boi de Llobregat) que realizan los trenes de FGC de la línea Llobregat-Anoia y está operada por FGC. La mejora de frecuencia de paso y la apertura de nuevas estaciones en Barcelona (Ildefons Cerdà y Europa | Fira) y en Hospitalet de Llobregat (Sant Josep), junto al soterramiento total de la línea hasta el cruce del río Llobregat (pasada la estación de Cornellà-Riera), ha permitido considerarla como un metro con servicios cada 3-5 minutos en hora punta, si se consideran el resto de trenes suburbanos con destino Sant Vicenç Dels Horts, Martorell u Olesa de Montserrat y los de Cercanías o Rodalies (en catalán) con destino Manresa e Igualada, que paran en todas las estaciones de la L8 y para los cuales son válidos los billetes de metro, aunque no circulen como pertenecientes a la L8. Tiene un ancho de vía métrico (1000 mm), lo que le valió el apodo de carrilet (en catalán), y un sistema de alimentación por catenaria.

Líneas 9 y 10. Proyectada a finales de los 90 como la línea subterránea más larga de Europa y acompañada desde entonces por problemas de financiación, sus primeros tramos abrieron en 2009 y 2010 entre La Sagrera, Santa Coloma de Gramenet y Badalona. En el primer semestre de 2016, se pondrá en marcha el tramo de la Línea 9 entre Zona Universitària y la T1 del Aeropuerto: son 20 kilómetros y 15 estaciones -tres menos que las inicialmente previstas-. En 2016 la Línea 10 llegará a Zona Franca. No hay fecha para el tramo central, cuyas obras están paralizadas.

Línea 11. Es la más corta y la única con una sola vía, de 2,3 kilómetros y 5 estaciones, entre el distrito barcelonés de Nou Barris y el barrio de Can Cuiàs, en Montcada i Reixac, abrió en 2003 y desde diciembre de 2009 opera sin conductores.

Las fotografías históricas del Metro de Madrid pasarán al Archivo Municipal de la capital madrileña

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Un acuerdo conveniente. El Ayuntamiento que gobierna Ana Botella y Metro de Madrid han firmado un acuerdo de colaboración para la difusión pública de las fotografías del archivo histórico de Metro a través del archivo Municipal. Esta importante colección se integrará en la Biblioteca Digital memoriademadrid.es , que dará acceso a un archivo fotográfico que recoge el testimonio gráfico de sus 95 años de vida y constituye un testigo de excepción de la historia del suburbano y de la ciudad. Metro cuenta con un archivo de más de 4.000 fotografías de las cuales se hará una selección de las más interesantes para el portal memoriademadrid.

El Ayuntamiento publicará en el portal las imágenes digitalizadas y los datos asociados a ellas que serán accesibles a través de su catálogo general y del especial temático que creará para la difusión del fondo de fotografías aportadas por el metropolitano.

El fondo fotográfico de Metro de Madrid cuenta con imágenes desde que comenzó a dar servicio a la ciudad en 1919. Entre ellas las de la propia inauguración por el rey Alfonso XIII; las de la Guerra Civil, con sus estaciones y galerías convertidas en refugios aéreos; o aquellas que documentan la evolución tecnológica, arquitectónica y social registrada a lo largo de los años, tanto de instalaciones como el parque de vehículos.

La Biblioteca Digital memoriademadrid es un proyecto de digitalización del patrimonio histórico del Ayuntamiento de Madrid, especialmente el custodiado en sus archivos, museos y bibliotecas, y su difusión en la red, a través del portal www.memoriademadrid.es. Se pueden consultar fotografías, periódicos y revistas, tarjetas postales, libros de los siglos XVI al XX, objetos de museos, etcétera que dan una idea de la evolución de la ciudad y de la vida madrileña.

Aunque la red de metro no se inauguró hasta 1919, los primeros proyectos para que Madrid pudiese disponer de este medio de comunicación rápido y eficaz se remontan a la última década del siglo XIX. Desde 1863 Londres tenía ya un suburbano y París lo tendría en 1900. La intervención de Alfonso XIII resultó decisiva (de hecho se constituye la sociedad bajo el nombre de Compañía Metropolitano Alfonso XIII), porque la compañía estuvo a punto de abandonar la idea por falta de financiación. El monarca contribuyó entonces con un capital de un millón de pesetas al fondo de ocho millones que se necesitaba para iniciar el proyecto, salvando así su construcción.

Málaga se incorpora al club de ciudades con metro y es la séptima capital en incorporar este servicio

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El club de ciudades con metro ya tiene otro miembro. Málaga se ha convertido en la séptima ciudad española en abrir el servicio de metro tras Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Sevilla y Palma. La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, ha presidido la inauguración de las líneas 1 y 2 del metro de la capital malagueña. También han asistido la ministra de Fomento, Ana Pastor, y el director general adjunto para España y Portugal del Banco Europeo de Inversiones (BEI), Carlos Guille, entre otros.

El trazado de 12 kilómetros y 17 estaciones que ha entrado en funcionamiento constituye el 81% de la red del metro de Málaga, que se completará en 2017. La inversión se acerca a los 600 millones de euros. Atenderá una demanda de 2,5 millones de viajeros en lo que resta de este año, que crecerá progresivamente hasta alcanzar los 5 millones en 2015 y los 8 millones de usuarios en 2016.

Andalucía pasa a ser con esta infraestructura la primera comunidad autónoma española en contar con dos metros en servicio (Sevilla y Málaga), a los que se unirán próximamente el metro ligero que se construye en Granada y un tren-tranvía en la Bahía de Cádiz.

Las dos líneas cuentan con una flota de catorce trenes y con una frecuencia de paso por las estaciones de un tren cada 7,5 minutos en la mayoría de las franjas horarias. El precio del billete sencillo es de 1,35 euros -el mismo que el del metro de Sevilla-, y cuesta 82 céntimos si se usa bono o tarjeta, un importe que se rebaja hasta los 66 céntimos si el viaje es un transbordo con el autobús público urbano e interurbano.

Díaz ha asegurado que el metro de Málaga está «llamado a cambiar la articulación de la ciudad» y a «acercar barrios densamente poblados», como Carretera de Cádiz y Cruz de Humilladero, a equipamientos como los hospitales Clínico y regional, el campus universitario de Teatinos, la Ciudad de la Justicia o el Palacio de los Deportes.

La ministra de Fomento, Ana Pastor, ha subrayado que una obra de estas características genera empleo además de bienestar y «lleva a la cohesión de los territorios» y ha reivindicado las «infraestructuras bien concebidas» como «un tributo natural a la sociedad». Tamnién ha avanzado que el Ministerio de Fomento y Renfe están a disposición de la Junta y el Ayuntamiento de Málaga para poner en marcha el billete único que permita la intermodalidad con el tren.

El director adjunto para España del BEI ha dicho que con la puesta en marcha del metro «Málaga se alinea con las grandes ciudades europeas y españolas«, y ha confesado que asistir a la inauguración es parecido a cuando un profesor universitario ve graduarse a un alumno, ya que fue el primer proyecto que presentó en en 2003 a este órgano financiero.

Cuando concluya la red, el metro tendrá 14,8 kilómetros de longitud y 23 estaciones, dará cobertura a 20,7 millones de viajeros al año y habrá supuesto una inversión de 794,64 millones de euros, de los que ya se han ejecutado 636,9 millones (599,64 en el trazado inaugurado) y 37,26 en el tramo Renfe-Guadalmedina, que está en obras.

El Metro de Barcelona vuelve a sacar el tren M1-M6-M8, su primer convoy, en su 90 aniversario

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El primer convoy del Metro de Barcelona, de 1924, recorrerá nuevamente el subsuelo barcelonés este año, con motivo de la celebración del 90 aniversario del suburbano de la ciudad. El convoy M1-M6-M8 saldrá en la la madrugada del 9 al 10 de abril y recorrerá el trayecto entre la estación de La Pau (L2, L4) y Sagrada Familia (L2, L5). La actividad, que durará aproximadamente una hora empezará sobre las 00.30 horas y al finalizar el recorrido de vuelta, en La Pau, se habilitará un servicio especial de autobús hasta plaza de Catalunya.

Además de este recorrido, TMB programará diversas actividades de divulgación de la historia y del patrimonio asociado al metro como elemento vertebrador del sistema de transporte público de Barcelona y del área metropolitana. Entre estas actividades, se organizará una segunda salida del tren histórico, en diciembre, y una exposición monográfica que se podrá ver a finales de año en el Espacio Mercè Sala.

La inauguración oficial del primer metro de Barcelona, entonces llamado Gran Metropolitano de Barcelona o Gran Metro, tuvo lugar el 30 de diciembre de 1924 entre las estaciones de Catalunya y Lesseps, con un recorrido total de 2,7 kilómetros. El tren M1-M6-M8, de la serie 300, circuló desde ese mismo día por la línea del Gran Metro entre Lesseps y Catalunya, la primera de Barcelona y precursora de la actual L3. Estos convoyes estuvieron en funcionamiento más de sesenta años, hasta finales de 1987.

Los tres coches motores (M1-M6-M8) que se restauraron en 1999 para la celebración del 75º aniversario de la inauguración del Gran Metropolitano de Barcelona, realizaron un viaje conmemorativo para después quedar apartados en las cocheras. Y allí han permanecido estos últimos años a la espera de otra oportunidad de lucir su poderío. Durante este tiempo han recibido la atención profesional de quienes se ocuparon de ellos durante su vida útil (63 años en servicio), que los mimaron y los mantuvieron en orden de marcha.

Actualmente, la red ferroviaria del metro de Barcelona dispone de 102 kilómetros y un total de 141 estaciones, y transporta una media de un millón de personas. La red procede de la unión de dos antiguas compañías privadas que operaron por separado hasta bien avanzado los años cincuenta, cuando se unieron en una sola de carácter público por razones político-económicas. Pero no ha alcanzado su notoriedad hasta hace unos años, tras conseguir la total integración de Metro de Barcelona con las líneas urbanas de FGC, ya que esta compañía posee tres líneas de ferrocarril subterráneo (además de diversas líneas interurbanas) totalmente equiparables a las líneas explotadas actualmente por Metro. Así, finalmente, se ha creado una red con once líneas de ferrocarril metropolitano totalmente integradas tanto en servicio como en tarifas. A la integración tarifaria también se ha sumado Renfe.

El tren M1-M6-M8, primer convoy de metro de Barcelona, hará mañana un recorrido nocturno

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El histórico M1-M6-M8 vuelve de nuevo a la vía. El primer convoy de metro de Barcelona, del año 1924, hará un recorrido nocturno entre las estaciones de La Pau y Sagrada Familia el próximo miércoles 24 de abril. La actividad durará una hora y, al finalizar el recorrido en la estación de La Pau, habrá un servicio especial de autobuses hasta la Sagrada Familia.

En la estación de Sagrada Familia, habrá una exposición de reproducciones de cuadros modernistas pintados por Ramon Casas, Joan Ferrer Miró y Marià Fortuny. La exposición estará amenizada por un grupo de gospel, el coro Raval Revolution, integrado por 21 artistas de 12 países, bajo la dirección del músico Jordi Cardona.

El tren M1-M6-M8, de la serie 300, inauguraron el 30 de diciembre de 1924 la línea del Gran Metro entre Lesseps y Catalunya, la primera de Barcelona y precursora de la actual L3. Estos convoyes estuvieron en funcionamiento más de sesenta años, hasta finales de 1987.

Los tres coches motores (M1-M6-M8) que se restauraron en 1999 para la celebración del 75º aniversario de la inauguración del Gran Metropolitano de Barcelona, realizaron un viaje conmemorativo para después quedar apartados en las cocheras. Y allí han permanecido estos últimos años a la espera de otra oportunidad de lucir su poderío. Durante este tiempo han recibido la atención profesional de quienes se ocuparon de ellos durante su vida útil (63 años en servicio), que los mimaron y los mantuvieron en orden de marcha.

La actual red de metro de Barcelona procede de la unión de dos antiguas compañías privadas que operaron por separado hasta bien avanzado los años cincuenta, cuando se unieron en una sola de carácter público por razones político-económicas. Pero no ha alcanzado su notoriedad hasta hace unos años, tras conseguir la total integración de Metro de Barcelona con las líneas urbanas de FGC, ya que esta compañía posee tres líneas de ferrocarril subterráneo (además de diversas líneas interurbanas) totalmente equiparables a las líneas explotadas actualmente por Metro. Así, finalmente, se ha creado una red con diez líneas de ferrocarril metropolitano totalmente integradas tanto en servicio como en tarifas. A la integración tarifaria también se ha sumado Renfe.